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TRUFFAUT Y LA BANDA SONORA
Por Juan Francisco Álvarez
Aunque tópicamente previsible, vamos a hablar en orden
cronológico de la música de las obras de François Truffaut. Otras
clasificaciones podrían pasar por agruparlas según el compositor utilizado a
tal efecto (han sido básicamente cuatro: Georges Delerue, Antoine Duhamel,
Bernard Herrmann y Maurice Jaubert, aunque en este último caso no música
original, sino preescrita); atendiendo a cuatro géneros o temáticas abordadas
en sus filmees: el cine negro, las pasiones amorosas, las aventuras de Antoine
Doinel y ensayos de aprendizaje y de amor (así es como las clasifica una
magnífica edición discográfica de 5 CDs de la casa Milan aparecida ahora hace
diez años y en la que se recopilaba las bandas sonoras originales de las
películas de François Truffaut), o bien atendiendo a si utilizó música original
o no y en qué cantidad.
En otras
secciones de Encadenados ya se habla de François Truffaut y su trabajo,
y aquí nos vamos a ceñir a hablar únicamente de la música de sus películas.
Aunque nuestro estudio será cronológico, no podemos dejar de recurrir a las
otras clasificaciones, y por ello, de aquí en adelante aparecerán referencias a
las otras posibles formas de agrupar las bandas sonoras de sus películas.
Su primer trabajo, el corto de 8 minutos que realizó en 1955, Una
visita, no cuenta con música en su haber. Sin embargo, Les Mistons,
el corto que realizó tres años después, con una duración de 17 minutos y un
trabajo más profesional (además de compositor, cuenta con un montador, director
de fotografía, asistentes, etc.), debe su música al compositor Maurice Leroux.
Maurice Leroux
Fue compositor y director de orquesta, nació el 6 de febrero de
1923 y falleció el 19 de octubre de 1992 en Avignon. Fue alumno de Olivier
Messiaen y su participación como compositor de música cinematográfica fue más
bien modesta. Únicamente realizó una treintena de obras entre cortos y
largometrajes. François Truffaut lo eligió después de que Leroux compusiera por
un lado la música para los filmees de dos de sus colegas en Cahiers du
Cinéma: Charlotte et son steak (1951) de Éric Rohmer y Les
Mauvaises rencontres (1955) de Alexandre Astruc, y por otro la música para
la película de Nicholas Ray (uno de los cineastas americanos más admirados por
François Truffaut) Bitter Victory (1957), y Le ballon rouge (1955) de Albert Lamorisse que, junto con la de Ray, son las dos películas
preferidas de Truffaut.
Su trabajo en Les
Mistons (Los mocosos, como se llamó aquí en España) es encomiable.
Realizó una composición de doce minutos cuando el total de duración del corto
es de diecisiete. Esto supondría la proporción de música/imágenes más elevada
en toda la obra cinematográfica de Truffaut. Consta de diez cortes musicales,
la mayoría de ellos muy cortos, incluso de diez segundos de duración, pero
entre todos, destaca el tema principal que acompaña a Bernadette y su bicicleta
en las primeras imágenes del corto, un tema dinámico y alegre que nos anticipa
la picaresca de los traviesos adolescentes que descubren el amor de la mano de
Bernadette y su novio Gérard.
Maurice Leroux tuvo después otras oportunidades de demostrar su
calidad como compositor realizando la música de Le petit souldat (1963)
de Jean-Luc Godard, Les mauvais coups (1961) de François Leterrier y La
Chamade (1968) y Un étrange voyage (1981) de Alain Cavalier. En
nuestro país, trabajaría en la coproducción italo-franco-española La
guerrillera, con Victoria Abril entre sus protagonistas.
En cuanto a la edición discográfica de Les Mistons, sólo
encontramos el tema principal con una duración de dos minutos y medio en la
recopilación anteriormente comentada, dentro del disco Récits
d’apprentissage et d’amour.
El siguiente trabajo de François Truffaut sería su primer largo
y a la postre, la película que le llevaría a dedicarse con éxito a este
trabajo. Es a la vez, su bautizo y su consagración como cineasta. También
supondría el inicio de la saga de películas que realizaría del personaje
Antoine Doinel. Estamos hablando de Los cuatrocientos golpes. El
compositor elegido fue Jean Constantin.
Jean Constantin
Nació en París un 9 de febrero de 1923 (curiosamente tres días
después que Maurice Leroux) y falleció en Créteil el 30 de enero de 1997, a la
edad de 73 años. Jean Constantin realmente era un compositor/letrista de
canción ligera francesa. Compuso más de 600 canciones (Mon manège à moi, Mon
truc en plumes, A t’regarder, Fleur de papillon, Où sont passées mes
pantoufles?, etc.) y también se animó a probar en su faceta de cantante,
intérprete en cabarets y music-halls. Sus canciones figuraron entre el
repertorio de cantantes tan conocidos como Edith Piaf o Yves Montand.
Este personaje, bastante simpaticón, de complexión fuerte,
elevada estatura y con un gracioso y prominente bigote, recibió una tarde,
mientras se hallaba en un célebre cabaret parisino de la orilla derecha
representando La Villa d’Este, la visita de un joven Truffaut que le
propuso realizar la música del filmee que acababa de rodar. Por aquel entonces,
Jean Constantin ya había trabajado una vez para el cine y había sido en Bonjour
sourire (1955) de Claude Sautet.
En Los cuatrocientos golpes, Constantin recrea con un
único tema principal, un sentimiento de profunda nostalgia el ambiente
desangelado en el que vive y se desenvuelve Antoine Doinel. A éste le acompañan
otros cortes musicales que respiran los estilos presentes en los años cincuenta
en Francia: jazz y variétés. Y empieza en este filme a darse una
constante que estará presente en posteriores títulos de Truffaut, aunque
pertenezcan a compositores diferentes: Truffaut rehuye de la música en sus películas y ésta aparece casi exclusivamente
en las dos terceras partes finales del filme, raramente está presente en el
primer tercio del metraje del metraje. También, conocida la devoción Truffaut
por la canción francesa, aparecen dos canciones de Jean Constantin, Pour toi
mon amour y Truffaut tcha tcha. Así mismo y dada la admiración
profesada por Truffaut hacia Constantin, le rinde un pequeño homenaje cuando en
la película, en una escena en la que la madre de Antoine susurra la canción Où
sont passès les ciseaux? y que también acaba cantando el padre y lo hacen
entonando como si se tratase de la conocida canción de Constantin para Les
Frères jacques: Où sont passès mes pantoufles?
Jean Constantin siguió su carrera de pianista y cantante de
forma imparable, estaba tan solicitado, que tuvo que renunciar a las numerosas
propuestas que le llegaban del cine para poner música a largos y cortos. Aún
así, tuvo tiempo para componer la música de cuatro largos y cuatro cortos más,
además de aparecer como actor en dos películas: Le baron de l’écluse (1959) de Jean Delannoy y Candide (1960) de Nobert Carbonnaux.
Respecto a la música editada, decir que en 1959 salió a la venta
un EP en Francia con dos temas de la película: se trata de un vinilo
inencontrable. Posteriormente, además de un tema en un recopilatorio,
encontramos casi 10 minutos de música de Los 400 golpes en la integral
comentada anteriormente de la música de las películas de François Truffaut
(evidentemente son los temas que abren el CD dedicado a las aventuras de Antoine
Doinel).
Era Jean Constantin quien debía haber compuesto la música del
segundo largo de Truffaut, pero el hecho de que se encontrase en una gira como
pianista y no poder respetar los plazos del filme, obligó a Truffaut a buscar
nuevo compositor y entre varias opciones que contempló, se lo propuso a Maurice
Leroux. Sin embargo, Leroux declinó encargarse del proyecto, y fue finalmente
Georges Delerue quien se encargaría, gracias a la propuesta del productor
Pierre Braunberger que había conocido el trabajo de Delerue en dos cortos que
produjo en 1957.
Georges Delerue
Fue avisado la misma mañana de un primer pase del filme, para
allí recibir las primeras directrices de lo que tenía que ser la música de la
película. En una entrevista de la época, Delerue confesó tener verdadero pánico
en esos momentos, ya que además de la novedad de trabajar con Truffaut, estaba
la dificultad impuesta de que debía componer la música que Charles Aznavour
representaba interpretar a piano en el filme, teniendo en cuenta la posición de
las manos de éste y sin contar con un sonido que le guiase en la interpretación
de Aznavour.
Georges Delerue nació un 12 de marzo de 1925 en Roubaix, y
falleció bien lejos de su Francia natal, en Los Angeles (Estados Unidos) el 20
de marzo de 1992. Tuvo una infancia difícil, pues dadas las dificultades económicas
de su familia, tuvo que dejar la escuela y ponerse a trabajar en una fábrica
textil de Roubaix. En sus ratos libres tocaba por diversos locales el
clarinete. Un accidente le incapacitó para el trabajo, cosa que propició el que
se pudiese dedicar íntegramente a la música. Estudió con Darius Milhaud y en el
Conservatorio de París. A pesar de haber
empezado con el clarinete, centró sus estudios en el piano y en la música para
la escena y la imagen. Sus primeros trabajos vinieron de la mano del teatro, la
publicidad y la radio. Sus primeros encargos en el cine fueron, además de
varios cortometrajes, poner música a dos películas mudas de la década de los
veinte: Le chapeau de paille d’Italie y Les deux timides de René
Clair. Luego surgieron más cortometrajes y películas de televisión, y
rápidamente su nombre se vio asociado a la nouvelle vague que también
buscaba compositores jóvenes y desconocidos. Así, Delerue trabajaría para
Pierre Kast (Le bel age, Merci Natercia, La morte saison des amours),
Alain Resnais (Hiroshima mon amour), Jean-Luc Godard (Le mépris),
Claude Sautet (Classe tous risques) y por supuesto Truffaut. Con otro
director tuvo también una prolífica colaboración, Philippe De Broca (Les
jeux de l’amour, Le farceur, L’amant de cinq jours, Cartouche, L’homme de Rio,
y así hasta diecisiete filmees). Trabajó en nuestro país de la mano de Juan
Antonio Bardem (Nunca pasa nada, Los pianos mecánicos) y rápidamente
sucumbió al mercado inglés (Women in love, A las 9 cada noche, La solitaria
pasión de Judith Hearne, Un hombre para
la eternidad) y americano (Julia, El día del delfín, Confesiones
verdaderas, Ana de los mil días, Paseo por el amor y la muerte, Agnes de Dios,
Un pequeño romance –que le reportaría su único Oscar–, y, por último, sus
trabajos para su gran amigo Oliver Stone: Salvador y Platoon).
Desde 1972 se había mudado a Los Angeles donde encontraría la muerte tras un
ataque al corazón veinte años después.
Para Tirad sobre el pianista, Delerue construye una
partitura jazzística, con un brillante tema principal, Charlie, que lo
escuchamos tanto en los créditos iniciales, en la primera escena del bar y al
final cuando retoma su puesto tras el piano después de la muerte de Léna. Se
convierte así en un tema genérico, en el leit-motiv del personaje. Se
distinguen tres tipos de música, está la música dramática para las principales
escenas del filme, la música interpretada por el pianista, y las canciones. Las
canciones son: Framboise y Marcelle. La primera es la conocida
canción de Bobby Lapointe, interpretada por él mismo en la primera escena del
bar. También aparecen otras canciones muy populares aunque con menor
protagonismo y de forma más incidental, como por ejemplo Le dialogue des
amoreux de Félix Leclerc, interpretada por él mismo y Lucienne Vernay.
La belleza de sus melodías, trazo característico de Delerue a lo
largo de su carrera, aparece aquí en el tema: Au restaurant L’Arbois,
una delicada y romántica melodía con pinceladas muy típicamente francesas.
La duración total
de la música compuesta por Delerue para esta película fue de unos treinta
minutos, una de las excepciones en lo que será la utilización de música
original por Truffaut en sus largometrajes posteriores, que raramente excederán
en más del tercio de la duración de la película. A la postre, se convirtió en
una de las preferidas de Delerue y la favorita del director.
Nuevamente nos encontramos en que esta banda sonora tuvo una
edición en EP de la época, con sólo cinco temas, y desde 1995 contamos con el
recopilatorio de la casa Milán con más de dieciséis minutos de la música
original y entre ellos está la canción Framboise, interpretada por el
mismo Bobby Lapointe pero en una versión más lenta y más larga que la que
aparece en el filme. Y por supuesto, estos temas están enclavados en el CD
dedicado al cine negro de Truffaut.
En el tercer largo de Truffaut, Jules et Jim, éste vuelve
a recurrir a Delerue, pues con altibajos, será su compositor más fiel. Se puede
decir que tuvieron tres etapas de colaboración y nos encontramos en la primera.
Para esta película, Delerue compuso más de cincuenta minutos de música, y lo
curioso es que Truffaut la insertó en su totalidad en el filme.
El tema de los créditos, Générique, es un tema trepidante
y hasta algo circense, que nos aboca de lleno en la historia de estos dos
amigos inseparables, Jules y Jim. La canción en este caso es Le tourbillon,
cuenta con la letra de Bassiak, alias Cyrus Rezvani y está interpretada por la
propia protagonista del filme, Jeanne Moreau. Pero el verdadero tema principal
de Jules et Jim es ni más ni menos que Vacances, un vals, alegre
y rápido, que se escucha cuando el trío va a la playa, cuando él regresa a
Paris, cuando Jules juega con su hija y finalmente cuando los tres juegan al
“Jeu de l’idiot du village”. Este tema principal, de gran hermosura y brillante
construcción, cuenta con una variación que también aparece en numerosas ocasiones
en el metraje, se trata del tema Brouillard, pero se trata de una
versión más lenta y grave y por tanto presente en escenas más serias y
comprometidas.
Afortunadamente, la casa discográfica holandesa Prometheus,
rescató hace años del olvido esta maravillosa banda sonora editando un compacto
con una suite en la que se entremezclan todos los temas y con una duración de
veintiséis minutos, que están por encima de los casi diez que contenía el CD
recopilatorio del 95 (en el CD de Las pasiones amorosas) o el EP francés
de la época con los mismos temas.
Después vendrían dos filmes más con Delerue. L’amour à 20 ans (1962), película de episodios cortos, donde destaca el de Truffaut, Antoine
et Colette. En esta nueva historia de Antoine Doinel, la participación de
Delerue se ve muy restringida a sólo un tema, que aparece exclusivamente al
principio y en los créditos finales del episodio. Hay también más música, no
original, pero sin duda, el vals creado por Delerue para este poco afortunado
trabajo de Truffaut, destaca sobremanera por su frescura y alegría. Este tema
tiene una duración de un minuto y veinte segundos, pero son más que suficientes
para que nuevamente Georges Delerue demuestre el gran compositor que fue. Ese
mismo vals es el que se convierte en canción, interpretada por Xavier Despras,
con un tono más triste, lento pero a la vez más cálido y dulzón en los créditos
finales. También se escucha de fondo este tema cuando Antoine relata a su amigo
del Lycée de Los 400 golpes, René Pigey, sus encuentros con Colette.
Además encontramos en el corto, o no tan corto por sus 32 minutos de duración,
otras canciones y más música no original.
En edición discográfica sólo podemos encontrar tres cortes en el
recopilatorio en el CD dedicado a las aventuras de Antoine Doinel, son el
genérico, el monólogo de Antoine y la canción final, L’amour à 20 ans.
El otro trabajo con Delerue fue La piel suave (1964), una
nueva pasión amorosa en la que Delerue construye un precioso tema de amor, Pierre
et Nicole, dulce y tierno, romántico y nostálgico, donde el solo de una flauta
se torna en las diversas variaciones que presenta este tema, cada vez más
dramático y tenso, debido a la imposibilidad de este amor roto. Además hay
presentes otros dos temas con sus respectivas variaciones, uno muy corto y
también a flauta que ilustra las miradas y encuentros de los dos amantes, y el
otro, Thème de Franca, para las escenas de la esposa ultrajada.
Encontramos también un fado portugués compuesto por el propio Delerue para
ambientar el episodio lisboeta de la historia y bastante música incidental de
muy breve tesitura, pero que junto con los temas y sus variaciones componen una
banda sonora de treinta y tres minutos.
En el CD de Las pasiones amorosas de la integral
recopilatoria del sello Milán se recogen cuatro cortes de esta banda sonora
(con los temas de Pierre et Nicole, Thème de Franca, el fado À
Lisbonne y el corte Retour à l’hôtel) con una duración total de ocho
minutos, los mismos cortes y duración del EP de la época. En otros LPs y CDs
recopilatorios de Delerue encontramos algunos otros temas sueltos de esta banda
sonora, que hasta el momento no tiene una edición completa y restaurada.
Aquí la andadura
del binomio Truffaut-Delerue sufre un receso de ocho años, entre los cuales
Truffaut probará mejor suerte con Bernard Herrmann y Antoine Duhamel.
Bernard Herrmann:
Su siguiente película fue Fahrenheit 451 (1966) y contó
con el que se ha llamado compositor de Alfred Hitchcock (aunque también lo fue
de Orson Welles, otro gran admirado de Truffaut). Truffaut, como gran devoto de
la carrera de Hitchcock, llamó a Herrmann para esta nueva película, y éste se
mostró sorprendido por su petición y le preguntó a Truffaut porque lo quería a
él cuando podía elegir entre excelentes compositores de la avant-garde,
como Pierre Boulez, Karlheinz
Stockhauen o Olivier Messiaen, más apropiados según el propio Herrmann para
realizar la música de un filme futurista como era éste. Truffaut le respondió
que esos compositores le darían una música del siglo veinte mientras que
Herrmann le daría una música del siglo veintiuno. Ironías del destino, Truffaut
le propuso al compositor este trabajo cuando hacía menos de dos meses que éste
había roto su colaboración con Hitchcock, quien lo reemplazó por John Addison
en Cortina rasgada. Herrmann quedaría muy complacido y reconfortado en
su trabajo con Truffaut, tanto en ésta como en su siguiente película, La
novia vestía de negro, máxime cuando su carrera parecía encontrarse en
horas bajas.
Bernard Herrmann nació en Nueva York el 29 de junio de 1911 y
murió en esta misma ciudad el 24 de diciembre de 1975. Discípulo de Aaron
Copland, inició su carrera como compositor en la radio, trabajando para la CBS.
Allí además de programar y componer su propia música, conoció a Orson Welles,
quien cuando realizó su primera película, Ciudadano Kane, le confió la
música, siendo también su debut en el cine. Herrmann siguió componiendo y
trabajando en la CBS hasta que, en 1951, lo contrató Alfred Newman para la 20th
Century Fox. Allí compuso muchas de sus grandes obras (El fantasma y la Sra.
Muir, Jane Eyre, Los viaje de Gulliver, La isla misteriosa, Jasón y los
argonautas, etc.). Posteriormente lo reclamaría Alfred Hitchcock y con el
realizaría excelentes obras maestras (Psicosis, Vértigo, Con la muerte en
los talones, etc.). Tras su ruptura con el maestro del suspense, trabajó
además de con Truffaut con Brian de Palma (Hermanas y Fascinación)
y con Martin Scorsese (Taxi Driver, que sería obra póstuma).
La partitura de Herrmann para Fahrenheit 451 consta de
diversos temas. El genérico, es un tema muy etéreo y futurista, y por debajo de
él nos aparecen las imágenes de las antenas de televisión en los primeros
minutos del filme. Destaca ante todo el tema Fire engine, tema muy
dinámico y acaparador de la atención del espectador que es utilizado para cada
desplazamiento de idas y venidas del coche de bomberos. Un tema que resulta
hasta gracioso e irónico y que cuenta con la complicidad de director y
compositor en lo que está aconteciendo. También bello y delicado es el tema The
bedroom, creado para la única escena de amor entre Montag y su esposa.
Típicamente herrmanniano es el corte Flowers of fire, que se utiliza
cada vez que Montag interviene en la quema de libros.
En este caso contamos con numerosas ediciones discográficas. El
CD de 1995 y de dudosa legalidad de la casa Tsunami, la reconstrucción hecha
por el sello Varese y de la mano de Joel McNeely en el mismo año, y otra más
actual (1998) y completa del sello promocional Sound Stage.
También podemos encontrar esta música en el recopilatorio del
sello Milán a modo de suite dividida en 5 temas por orden de desarrollo en el
filme.
Peor suerte en su utilización en el filme y también discográfica
tiene su segunda y última colaboración con Truffaut, La novia vestía de
negro. A pesar de ser una partitura con claras reminiscencias
hitchcockianas para un nuevo filme negro del director francés, éste renunció a
gran parte de la música compuesta por Herrmann al considerarla demasiado
dramática, sustituyéndola por piezas de música clásica. A pesar de las exigencias,
incumplidas por Herrmann, de una música más dulce y armoniosa, la música del
compositor está presente sobretodo en los créditos iniciales (Prélude) y
en el tema Femme fatale, una triste y tierna melodía ejecutada por las
cuerdas voluptuosas y con motivos de clarinete y oboe, y que está presente de
forma directa e indirecta varias veces en el filme, pero principalmente cuando
Robert Coral arregla su piso para recibir la visita de Julie y cuando la recibe.
También hay un lento y pausado vals, cuyos vuelos o giros son interrumpidos por
el tema de Femme fatale, como ocurre en el de Vertigo del propio
Herrmann.
La banda sonora nunca se ha editado en su integridad, que serían
unos treinta y seis minutos, pues en su día se editó un vinilo 45RPM con solo
cuatro cortes y diez minutos de duración y posteriormente, aunque se han
editado diversos cortes en CDS recopilatorios, hay que de nuevo destacar la
suite de once minutos presente al CD de Cine negro de la Integral de la casa
Milán.
Antoine Duhamel:
Besos robados (1968) contó con un nuevo
compositor, Antoine Duhamel. Truffaut no quedó demasiado contento con el
trabajo de Herrmann en La novia vestía de negro y buscaba compositor.
Truffaut buscaba alguien con un estilo parecido al de Herrmann, y Duhamel tenía
ese estilo para el cine negro que demostraría en La sirena del Mississippi y
que Truffaut tanto anhelaba.
Por otro lado, Duhamel, había trabajado con casi todos los
exponentes de la nouvelle vague. Sólo Claude Chabrol y François Truffaut
se le resistían, y con ambos estaba tentado de hacerlo. Con Claude Chabrol
sabía que lo tenía bastante difícil dado que éste había encontrado en Pierre
Jansen su fiel colaborador, sin embargo, no perdía la esperanza de trabajar
algún día con Truffaut.
Ese encuentro se produjo gracias a la hermosa hermana de
Antoine, Claire Duhamel, que en el filme interpreta el papel de la madre de
Christine, y que los presentó. Hay también quien dice que Truffaut, aún no ser
un amante de los juegos de palabras y las coincidencias, lo eligió por llamarse
igual que su protagonista y por tener un apellido de similar pronunciación
(Antoine Doinel y Antoine Duhamel). Lo bien cierto es que Antoine Duhamel pasó
a ocuparse de la banda sonora de este nuevo filme de Truffaut.
Antoine Duhamel nació el 30 de julio de 1925 y todavía está en
activo, trabajando sobretodo en el cine español, de la mano de los hermanos
Trueba. Para Fernando ha realizado: La niña de tus ojos, El embrujo de
Shanghai y Belle Epoque; y para David: La buena vida.
Hijo del escritor Georges Duhamel y de la actriz Blanche Albane,
alternó sus estudios musicales al conservatorio de París con los de psicología
a la Sorbona. Fue discípulo de René Leibowitz y, además de componer para el cine,
óperas y obras clásicas, también ha sido crítico musical y director artístico
del sello discográfico Les Discophiles français. En el cine además de
trabajar con Truffaut también lo ha hecho con directores de la talla de
Jean-Luc Godard (Pierrot el loco, Week End), Bertrand Tavernier (Que
la fête commence, La mort en direct, Daddy Nostalgie y Laissez-passer)
y Patrice Leconte (Ridicule).
Besos robados contaba
inicialmente con la canción de Charles Trénet Que reste t-il de nos amours?,
pues en ella hay un verso del cual el filme toma su título y cuyo tema se
retoma en determinadas situaciones del filme. Duhamel construyó un tema
principal, Antoine, retomando las tres primeras notas del refrán de
Trénet y que evocan al personaje de Antoine. Por esa razón, este tema aparece
hasta en doce ocasiones y con diferentes variaciones según la situación del
personaje. También hay un segundo tema, Fabienne, relativo a las apariciones
de Madame Tabard y música incidental, entre la que destaca, por la utilización
de la guitarra (instrumento muy presente en toda la obra de Duhamel) unos
oscuros acordes que acompañan durante cinco segundos las cinco apariciones del
misterioso desconocido que sigue a Christine.
La música de Duhamel, aunque oscura, presenta una gran belleza y
en determinados momentos su ritmo, tonalidad e instrumentación, hacen de esta
música que uno quede prendado de su bella factura.
Desgraciadamente, nunca se ha editado entera y aunque en la
época salió un vinilo con cuatro cortes, hoy día inencontrable, sólo podemos
contentarnos con el recopilatorio del sello Milán (en el disco de las aventuras
de Antoine Doinel y con tres cortes: Antoine, Fabienne, y Il a dit
“Monsieur”), un CD recopilatorio de la música de Antoine Duhamel con los
dos temas principales y, claro está, numerosos discos con la canción de Charles
Trénet.
Luego vendría su segunda colaboración juntos, La sirena del
Mississippi. En esta, la partitura de Duhamel se torna más oscura y
dramática. La historia tiene su lado oscuro y enigmático y Duhamel sabe
transmitírnoslo. El compositor escribió cincuenta y dos minutos de música en
diversos temas estructurados a modo de suite, de los cuales Truffaut solo
utilizó veinticinco minutos. Destaca la música utilizada en las idas y venidas
del personaje Louis Maché, ya sea en la isla de Reunión como en Francia.
En su momento, se editó un vinilo con la partitura completa e
incluso con algunos extractos de la voz de Truffaut como narrador o incluso
anuncios matrimoniales recitados. Posteriormente, y de la mano del propio
Duhamel, se editó la música como una suite de cuatro movimientos: L’énigmatique
Julie, L’amour retrouvé, Les amants fugitifs y Souffrance et délivrance.
Así es tal y como nos la encontramos en el CD de cine negro del recopilatorio
del sello Milán.
Curiosamente, en
este filme de Truffaut no está presente de forma notoria ninguna canción, ni
original ni preescrita, dado a que la historia aquí contada no la demandaba.
De las cuatro colaboraciones entre Duhamel y Truffaut la que
sigue fue para el compositor la más frustrante y desafortunada. Truffaut, al
igual que amante de la canción francesa, también lo era de la música clásica,
en particular del Barroco y de Antonio Vivaldi como su mejor exponente. En La
novia vestía de negro ya utilizó el Concierto para mandolina y orquesta
en do mayor y veremos como en otros filmes posteriores también lo hará.
Aquí, Truffaut pidió a Duhamel que arreglase y dirigiese el Concierto para
flautín y orquesta en do mayor, además del nuevamente aquí utilizado Concierto
para mandolina y orquesta en do mayor. Ante las exigencias de Truffaut,
Duhamel tuvo que anteponer este trabajo al que estaba realizando para Bertrand
Tavernier y su Que la fête commence.
El Andante, el único movimiento conservado del Concierto para
flautín y orquesta en do mayor, con las notas del flautín, estaba asociado
a la idea general de la naturaleza, al estado salvaje. Aparece cada vez que la
naturaleza salvaje del pequeño se pone de manifiesto, incluso como se sugiere
como leitmotiv. Por el contrario, el Concierto para mandolina,
está ligado a la cultura, a la civilización y por ello aparece en las escenas
relativas a su educación y a sus relaciones con la sociedad.
No queda constancia de que se editase ningún vinilo o CD con la
música, que se puede encontrar entre los CDs de Vivaldi, y por supuesto de
nuevo en el recopilatorio de las bandas sonoras originales de François Truffaut
del sello Milán.
La última colaboración Duhamel-Truffaut fue un nuevo episodio de
las aventuras de Antoine Doinel (segunda en el haber de Duhamel), Domicilio
conyugal. De nuevo, Duhamel vio cómo su obra, creada en base a cinco temas
(Petit concert conjugal, Hereux en ménage, Le torchon brûle, Kyoko y Les charmes du Japón), fue literalmente reducida a pequeños extractos de
cada uno de estos temas, pues Truffaut no quería música excesivamente larga
para sus escenas y los redujo a escasos segundos de cada uno. Además también
están presentes en el filme extractos del Tema de Antoine de Besos
Robados, para dar continuidad y hacer referencia a los personajes y su
historia.
La música de Duhamel para el tema principal, Petit concert
conjugal, huye de cualquier posible melodía, presente todavía en Besos
robados, y es atonal, con notas disonantes e incluso estridentes. Se salvan
de esta peculiaridad, los temas Hereux en ménage, que se reserva para la
felicidad conyugal cuando Christine está embarazada y Le torchon brûle,
cuando Christine empuja a Antoine fuera de su habitación en la clínica después
del parto. En el tema Les charmes du Japon, como no podía ser de otra
manera, introduce música con toques orientales y en el tema Kyoko aparece una dulce voz femenina que endulza las escenas en las que aparece
Kyoko.
Entre la música incidental también aparece la repetición de unos
inquietantes acordes de guitarra subrayando el pasaje de L’étrangleur,
de forma análoga a como ya hizo en Besos robados subrayando cada
aparición del misterioso desconocido que seguía a Christine.
Tampoco en esta ocasión se conoce edición discográfica de la
banda sonora, y entre los recopilatorios con temas sueltos vuelve a destacar la
del sello Milán con los cinco temas principales de este filme presentes en el
CD Las aventuras de Antoine Doinel.
Georges Delerue, segunda parte:
Duhamel ya no reaparecería en la carrera artística de Truffaut,
pero quien si lo hace nuevamente para su siguiente filme es su amigo Georges
Delerue, en lo que será su segunda etapa de encuentros y desencuentros. El
compositor creará la banda sonora de sus tres siguientes películas: Las dos
inglesas y el amor, Una chica tan decente como yo y La noche americana.
Indiscutiblemente supone la etapa más madura y de mayor calidad de las tres que
tuvieron en conjunto a pesar de ser sólo tres títulos.
No pudieron reemprender su colaboración de mejor manera, Las
dos inglesas y el amor es una excepcional obra maestra del compositor.
Truffaut y Delerue no son los únicos que se reencuentran, también lo hace Truffaut
con Henri-Pierre Roché, autor de la novela y que también lo es de Jules y
Jim. Truffaut da además un pequeño papel en el filme a su amigo Georges,
quien interpreta el notario que discute con Claude poco antes de la muerte de
su madre sobre la marcha de sus finanzas y propiedades.
Delicada y muy cuidada composición, con clara diferenciación
entre la música de las escenas en Inglaterra y las del continente. Tiene una
duración de treinta y tres minutos y posee una rica variedad temática que subraya
los momentos más sobresalientes de esta película: Prologue, genérico del
filme en los títulos de crédito iniciales; Anne et Claude au musée; La
déclaration d’amour; Le désespoir de Muriel; Une petite île; Anne
et Claude, que retoma el tema de amor creado para su paseo por el museo
Rodin, pero aquí con mayor hermosura y que aparece cuando ambos amantes
abandonan por separado la pequeña isla de un lago suizo; La rupture; Muriel
et Claude, de nuevo con una pequeña variación del tema de amor y que
retomará en el Épilogue en el paseo de Claude por el jardín del Museo
Rodin. Las notas de este precioso tema de amor no dejan de tener un sentir
agridulce como presagio del difícil amor entre Claude y las dos hermanas.
La banda sonora
se editó primero en LP y más tarde en el CD de 1991 del sello Hortensia con una
duración total de treinta y ocho minutos. También podemos encontrar en el CD de
pasiones amorosas del sello Milán, veintitrés minutos de música en nueve temas
con una duración superior en muchos de los casos a la que aparece en la
película.
Después de ésta, Truffaut volvió a confiar en Delerue y por ello
le encargó su siguiente proyecto: Una chica tan decente como yo. De las
más cortas de las composiciones de Delerue para un filme de Truffaut, con una
duración de veintidós minutos de música. Esta nueva incursión del cine negro
del director cuenta con varias canciones, dos de ellas originales, pero no de
Delerue: Sam’s song de Guy Marchand y Jean-Loup Dabadie y Une belle
fille comme moi de Jacques Datin y Jean-Loup Dabadie, una canción muy
irónica y cómica.
La música de
Delerue en este caso es sublime, pues crea un tema bastante cómico con
mandolina para de una forma jocosa adentrarse en la personalidad de la acusada
de asesinato, Camille Bliss. También encontramos un tema más clásico y serio
para describirnos la relación que se establece entre el sociólogo Stanislas Prévine
y la propia Camille.
Se editó un 45RPM en Francia en 1972 con la el tema genérico de la banda sonora y la canción de
Jacques Datin, pero hasta el momento no ha habido ninguna edición en CD de la
banda sonora al completo y nos tenemos que conformar con los temas sueltos que
aparecen en los diferentes recopilatorios.
La noche americana supone la última
intervención de Delerue en esta segunda etapa con Truffaut. Con una duración
todavía más corta que la anterior, la música de Delerue sólo alcanza los veinte
minutos, pero no por ello está escasa de calidad, sino más bien todo lo
contrario. Entre el resto de música de Delerue para Truffaut, el tema Grand
Choral de la banda sonora que aquí nos ocupa es el más famoso de la carrera
de Truffaut y también del compositor. Este tema ha sido ampliamente utilizado y
no sólo en suites concertísticas por el compositor, sino también en publicidad
y televisión. En la película lo escuchamos íntegramente, sin ser recortado como
tenía por costumbre el director, durante la escena del montaje de la película.
También aparece en pequeños extractos en otras escenas, unas veces sin
alteraciones y otras como variaciones del tema original.
Desgraciadamente, volvemos a encontrarnos en su edición
discográfica con la misma fortuna que en el caso anterior y a la espera de que
algún día podamos tener esos maravillosos veinte minutos de música del gran
maestro en su integridad.
Maurice Jaubert:
Dejamos atrás la segunda etapa de colaboración con Delerue y
empezamos una nueva etapa en la que el director recurrirá en sus cuatro
siguientes filmes a música preescrita del compositor por Truffaut ampliamente
admirado, Maurice Jaubert.
El primero de estos cuatro filmes es Diario íntimo de Adele
H. Truffaut había terminado de leer el libro del musicólogo, historiador y
director de cine François Porcile, Maurice Jaubert, musicien populaire ou maudit?.
Decidido a usar su música en su nuevo filme, Truffaut visitó a Porcile para
preguntarle sobre la posibilidad de poder usar la música de Jaubert en su
película. Y así fue como con la complicidad del compositor y director de
orquesta Patrice Mestral (venía de componer la música del cortometraje de
Porcile, Élie Faure ou l’esprit des formes), extraerán la música de
Jaubert para los cuatro siguientes filmes de Truffaut.
Curiosamente, la música extraída para este primer filme es en su
totalidad perteneciente a música de otras películas compuestas por Maurice
Jaubert: La vie d’un fleuve de Jean Lods (1933); Ile de Pâques de
John Fernhout y Henri Stork (1935), Le bernard l’hermite de Jean
Painlevé (1931) y L’Atalante de Jean Vigo (1934).
Y en este caso podemos decir que afortunadamente hay un compacto
que recoge toda esta música, pues aunque no original para Diario íntimo de
Adele H., sí lo fue para estas películas nombradas y aunque arreglada y
recortada, no deja de tener un doble valor, por un lado la música original de
estas películas y por otro la banda sonora de ésta que aquí nos ocupa.
Maurice Jaubert, nació en Niza el 3 de enero de 1900 y falleció
en Azerailles el 19 de junio de 1940. Estudió en el conservatorio de Niza,
llegando a conseguir el primer premio en piano en 1916. Estudiaría en la Sorbona
la carrera de abogado llegando a ejercer dicha profesión aunque pronto se
decantaría por abandonarla y dedicarse íntegramente a la música. Empezó a
componer para el cine a la edad de 29 años Encontró la muerte en la segunda
guerra mundial, en un combate aéreo. Fue el colaborador habitual de cineastas
como: Henri Storck, Jean Pianlevé, Marcel Carne, Julien Duvivier y Jean Vigó.
Para La piel dura (1976), nuevamente con François Porcile
como consejero musical y Patrice Mestral como director musical, utilizará
música de los Intermèdes pour orchestre à cordes, la Sonate a due
pour violon, violoncelle et orchestre à cordes y la música de la película Violon
d’ingres de Jacques Bernard Brunius (1939), todas ellas de Maurice Jaubert.
Además, incluye como comentario musical la canción Les enfants s’ennuient le
dimanche de Charles Trénet y André Cadou, interpretada por el mismo Trénet.
En el CD dedicado a los Ensayos de aprendizaje y de amor del recopilatorio de François Truffaut encontramos de esta banda sonora un solo
corte de casi tres minutos que se corresponde con el Divertimento de la
sonate a due.
Nuevamente Truffaut, Porcile y Mestral rebuscan en la obra de
Jaubert para dotar con doce minutos de música a El amante del amor, una
película de casi dos horas de duración que según el director no necesitaba de
más música. Y recurren de nuevo a los Intermèdes pour orchestre à cordes (1936)
y la música de la película Violons d’ingres de Jacques-Bernard Brunius
(1939), aprovechando la circunstancia de ya tenerlas grabadas al haber sido
utilizadas en Diario íntimo de Adèle H.
En el CD dedicado a las pasiones amorosas del recopilatorio de
Truffaut encontramos de esta banda sonora dos cortes que se corresponden con la Overture et Forlane y la Chacone de los Intermèdes.
Y por último, la colaboración entre los tres dio su último fruto
con el filme La habitación verde para el que recurrieron a una única
obra de Jaubert, el Concert flamand. Compuesto en 1938, es más bien una
suite para gran orquesta compuesta para la banda sonora del mediometraje
documental Regards sur la Belgique ancienne de Henry Stork. De los cinco
movimientos que tiene: Prélude, Chanson, Choral varié, Ricercare y Ronde,
sólo el último no es utilizado en La habitación verde.
Estos cuatro movimientos utilizados son los que se recogen en el
CD del recopilatorio ya ampliamente comentado y que vuelven a ser la única
muestra de esta gran obra de Maurice Jaubert.
Georges Delerue, final de trayecto:
Y por último, la carrera de Truffaut se cerrará con la tercera y
última etapa con su amigo Georges Delerue quien compondría la música de las
cuatro últimas películas del director.
Truffaut cierra su particular ciclo de Antoine Doinel con
Delerue y El amor en fuga. Aunque en esta ocasión se trata de un regreso
más bien frío (Delerue compone ocho minutos de música según las directrices de
Truffaut) mejorará con sus siguientes películas. Además en este filme se
retoman muchos de los temas musicales de las anteriores películas con Doinel de
protagonista a modo de flash-backs. Los créditos iniciales y finales
cuentan con la canción de Laurent Voulzy y Alain Souchon del mismo nombre que el
filme, interpretada por el propio Souchon.
Así pues, la música de Delerue se reduce a dos temas, Le
retour d’Antoine y Antoine et Sabine, ambos son amplios y
melancólicos, pero mientras que en el primero predominan las cuerdas y la
madera, en el otro es un solo de flauta el que predomina por encima de las
cuerdas.
En Francia se editó un 45RPM con la canción y los dos temas
principales y posteriormente en diversos recopilatorios aparecen los dos temas
de Delerue.
Después vendría El último metro, una banda sonora que
cuenta con diecisiete minutos de la música original de Delerue y por el
contrario las canciones pasan a ser mayoría y encontramos hasta cuatro
resaltando momentos importantes del filme. Entre las canciones de la época
insertadas destacan: Mon amant de Saint-Jean de Émile Carrara y Léon
Angelliaume interpretada por Lucienne Delyle (1941), Sombreros et mantilles de Jean Vaissade y Chanty interpretada por Rina Ketty (1938), y Prière à
Zumba de Augustin Lara y Jacques Larue interpretada por Lucienne Delyle
(1939).
Entre la música de Delerue destacamos los temas Marion et
Lucas que subraya el amor entre ambos cuando Lucas se entera de que la zona
libre ha sido invadida y el tema in-crescendo del final, cuando la
compañía saluda al final de la representación. Este último tema, de gran
belleza, exalta la Francia liberada, el triunfo no sólo de la compañía en su
representación teatral, no sólo de los franceses frente a los alemanes, sino el
triunfo del amor, la libertad y los principios por encima de todo.
Los ochenta, la consecución del César por esta BSO (aunque
también lo obtuvo en El amor en fuga) y el amplio tirón que tiene en el
país vecino la música de cine en estos años, permite que se edite la banda
sonora íntegra del maestro Delerue en un LP y posteriormente vería su reedición
en compacto por el sello holandés Prometheus. Así mismo, en el recopilatorio
que venimos comentando y dentro del CD de Ensayos de amor y aprendizaje,
podemos encontrar siete de los temas compuestos por Delerue y la canción Mon
amant de Saint-Jean.
Le seguiría La mujer de al lado, una película un tanto
rara en cuanto a su concepción musical, dado que Truffaut no inserta ninguna
canción ni otra música más que la original compuesta por Georges Delerue y que
es de una duración de veintidós minutos, sin llegar a ser una quinta parte de
la duración total del filme.
Partitura dramática e inquietante, que resalta todos aquellos
misterios, secretos e infidelidades presentes en esta turbulenta historia de
amor entre Bernard y Mathilde. Las cuerdas toman el protagonismo dramático de
esta música, remarcando ese secreto que esconden por las notas de un clarinete
(en el tema Le secret de Madame Jouve). En la escena en la que Bernard y
Mathilde hacen el amor en el coche después de que ella haya roto su relación
con él, la música crece pasionalmente para desencadenar en un final trágico (L’amour
dans la voiture). Y por último, en el tema Ni avec toi ni sans toi las cuerdas, cuyo protagonismo no decae en ningún momento del filme, se vuelven
hilarantes y desencadenadas, conduciéndonos al desenlace final. En el Épilogue,
que suena en los títulos de crédito finales, se recogen todos estos temas
perfectamente encadenados.
La banda sonora
se editó en LP y posteriormente en CD, tanto en Japón por el sello SLCS y en
Europa por el sello Prometheus, con una duración muy superior a la de su
utilización en el filme de Truffaut, 34 minutos.
El cenit de la carrera de Truffaut, que no de Delerue que
seguirá trabajando con otros directores hasta pocos meses de su muerte en 1992,
vino con la película Vivamente el domingo. Truffaut ya estaba enfermo
pero tuvo tiempo de rodar su último filme negro, ver su estreno y fallecer
pocos meses después a la edad de cincuenta y dos años. Truffaut pidió a Delerue
que construyese una banda sonora puntillista, que remarcase cada movimiento de
los actores, ausente de tema principal. Aun así, Delerue construye una
partitura que excepto el tema que aparece en títulos de crédito iniciales,
rebosa intriga, misterio y confusión. De nuevo las cuerdas envuelven estas
misteriosas imágenes pero con escasas melodías y mucho más centradas en servir
de apoyo a la acción y a crear ambiente que en ser también protagonistas. El
primer corte musical, al principio del metraje y con el mismo título que el
filme, sorprende en tanto en cuanto se trata de un tema frenético, estrepitosamente
rápido e irónico, con cierto toque clásico, más bien barroco. Con él, el
compositor pretendía prevenirnos del doble sentido entre el que se mueve el
filme, por un lado el de la intriga y por otro el del humor, aunque lo del
humor nunca fue el fuerte del director.
La banda sonora ha tenido numerosas ediciones, tanto en vinilo
como en formato digital, y destaca por encima de todas, la que realizó el sello
japonés SLCS que logró recuperar hasta casi cuarenta minutos de la música de
Georges Delerue.
Y hasta aquí lo que fue la carrera de François Truffaut y sus
colaboradores en el apartado musical de sus películas. Evidentemente este
estudio da para mucho más y podíamos habernos parado en cada una de sus películas
y haber hecho un exhaustivo análisis de sus músicas, pero creemos que ya se
escapaba de la intencionalidad de éste y que hubiese requerido de una mayor
extensión, que hasta aquí ya es de por si larga.
Y para cerrar este estudio, qué mejor forma que de entre toda la
música para sus filmes compuesta, seleccionar una de ellas como homenaje final.
Ya hemos comentado que Truffaut amaba las canciones francesas, también el cine
americano y el de Alfred Hitchcock con sus compositores incluidos; amaba la
música clásica, sobre todo el Barroco y, más concretamente, Vivaldi; pero si
hay un tema musical de la carrera cinematográfica de Truffaut que ha pasado a
la historia como el que más le ha identificado, ése ha sido, es y será, el excepcional
tema Grand Choral de Georges Delerue para La noche americana, un
himno al cine, al amor al cine que puede resumir toda su vida, su carrera, su
pasión. Seguramente, en alguna parte están en estos momentos Georges Delerue y
François Truffaut en una sala de mezclas, discutiendo amigablemente sobre la
inclusión o no de música en la película de sus vidas.
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