Un perro atado a un carro
Primer premio en el festival de Cannes, injustamente compartido con Una larga ausencia de Henry Colpi, fue la primera película que Buñuel rodaría en España después de su exilio mexicano (con parada en Estados Unidos).
Genial filme repleto de esa mala uva que aparece en las mejores obras del aragonés. Y ésta es una de las máximas. Podía haberme centrado en otra escena pero ahora voy a hacerlo en la del perro Canelo. Ese perro atado con una soga a un carro que debe trotar, claro, siguiendo al carro (y al carrero encima del carro) que va haciendo caminos.
Recordemos el momento: Jorge (Francisco Rabal) está, en el campo, preparando las obras de la finca que le ha dejado su padre (con mala idea) compartida con su prima Viridiana (Silvia Pinal). Por la carretera viene un carro arrastrando a un perro atado por una soga. El carro para delante de Jorge, que ve al pobre perro. Del carro bajan dos números de la guardia civil. Jorge quiere liberar al perro de su martirio y se lo compra al carretero. Mientras el carro marcha, el carretero le da entre otros el consejo a Jorge que le dé poco de comer (e insinúa que no le trate muy bien). A la pregunta de cómo se llama le dice que Canelo, al oír que el (anterior) amo le llama trata de seguirle. La secuencia se cierra cuando Jorge observa el paso de otro carro que lleva a un perro de la misma manera que se llevaba a Canelo.
En breves momentos Buñuel ha explicado, lo hará en otras ocasiones como leit motiv, el tema principal: la realidad social y la necesidad de llegar a una solución general y donde lo individual no tiene ningún sentido. Lo social frente a lo individual. La inoperancia de la caridad como forma de solucionar un problema general.
Los detalles se multiplican: el dominio del poder dado por el amo y la guardia civil que va en el carro, el hecho de que Canelo, apaleado, quiera seguir de todas maneras al amo.
Al fin y al cabo, esta secuencia vuelve sobre las distintas formas de actuar de Viridiana y Jorge, aunque en esta ocasión la actuación de Jorge se emparenta con la de su prima. Basta el cierre de la escena (lo que ha hecho sólo ha solucionado la situación de un perro, los demás siguen estando oprimidos) para que Jorge tenga claro cuál debe ser su posición.
Una escena posterior deja claras ambas propuestas: el montaje paralelo del rezo del Ángelus enfrentado al trabajo de los obreros.
Viridiana es una película de gran riqueza en su forma y en su fondo. No hace muchos años una interesante película polaca volvía, al menos en parte, sobre su argumento, aunque las conclusiones (y propuestas) no eran las mismas: Ida (2013) de Pawel Pawlikowski.
Y es que la sombra de Luis Buñuel es alargada.
Escribe Adolfo Bellido López