Dos descubrimientos: el escenario y el autor
Tras el concierto matinal en La Rambleta, dedicado al Cine de Berlanga, el domingo 17 de octubre por la tarde había una nueva cita con la música en la Mostra de València: un escenario mucho más reducido, el Almudín, un autor francés poco conocido en nuestro país, pese a su larga filmografía, y las dudas para poder obtener entradas, porque su aparición en la web para reservar debió ser testimonial… si es que la hubo.
Afortunadamente, la sensibilidad del equipo directivo de la Mostra ayudó a resolver el tercer punto. Si bien el concierto de Berlanga estuvo accesible varios días en Internet para retirar entradas y no se agotaron, el reducido tamaño del Almudín (menos de 200 sillas) y las necesidades del área de Protocolo complicaban obtener unas entradas que, por lo demás, eran gratuitas.
Agradecemos a Elsa Olivares (responsable de prensa) y a Eduardo Guillot (director artístico) las gestiones realizadas para permitirnos asistir a un concierto que, curiosamente, se quedó sin cubrir todo el aforo… quizá el área de Protocolo deba confirmar de alguna forma los asistentes y, si quedan plazas libres, que los interesados puedan retirar entradas, aunque sea minutos antes del concierto (algo que, por cierto, pasa de vez a menudo en otros actos con reservas protocolarias que nunca se cubren).
Construido en el siglo XIV sobre un alcázar musulmán, el Almudín es un antiguo almacén de trigo, en su momento fundamental para garantizar la alimentación de Valencia en la Edad Media. Desde hace años, con pequeñas adaptaciones que respetan su carácter de monumento protegido, sirve de complemento al Palau de la Música de Valencia, sobre todo para ofrecer conciertos de poco público y pocos intérpretes. Un recinto íntimo, con buena sonoridad, perfecto para disfrutar de la música de cámara.
Y eso es lo que nos ofreció Jean Michel Bernard en Valencia: un pianista (Bernard), una voz (su esposa, Kimiko Ono) y una violonchelista (María José Santapau), con una amplia selección de bandas sonoras de casi todos los autores imaginables (Morricone, Goldsmith, Williams, Herrmann, Zimmer, Sakamoto, Schifrin, Sardé…), gran parte de ellas solo al piano y, en ocasiones, con la voz o el violonchelo apoyando.
Su madre le hizo estudiar alemán, pero pudo leer la introducción en español que traía anotada en el móvil. Un detalle a tener en cuenta y que demuestra su meticulosa preparación para venir a Valencia donde, además, formaba parte del jurado de la Sección Oficial.
Luego, Bernard realizó presentaciones en inglés de cada tema, ingeniosas y divertidas. No se trataba solo de dar un pequeño respiro al auditorio, sino de ofrecer pinceladas que ayudaran a entender a qué nos íbamos a enfrentar. Otra muestra de profesionalidad.
A partir de ahí, durante casi dos horas, un espectáculo en el que se alternaban piezas muy conocidas por todos los públicos (La pantera rosa, de Henry Mancini, o La lista de Schindler, de John Williams), con otras más apreciadas por los cinéfilos o los amantes de las bandas sonoras (Papillon, de Jerry Goldsmith, o Feliz Navidad, Mr. Lawrence, de Ryuichi Sakamoto) y algunas que uno no esperaba encontrar en un concierto de piano (Psicosis, de Bernard Herrmann, o Hay un amigo en mí, la canción de Toy Story, de Randy Newman).
Y, por encima de todos ellos, Lalo Schifrin, omnipresente (Mission: Impossible, Mannix), incluso con su «tango del Alka selzer» como fue bautizado por Bernard, no solo por su complejidad quizá también por ese ritmo repetitivo que podía suponer, para alguno, un auténtico dolor de cabeza… sobre todo si tienes que interpretarlo solo con el piano.
Bernard es un auténtico virtuoso del teclado, como quedó claro en todo el concierto, pero especialmente con la impresionante escena de la ducha de Psicosis o los juegos e improvisaciones en torno a Mission: Impossible. Ya no se trata de la dificultad técnica de recrear con el piano estas piezas, se trata de disfrutar de la pieza de otra forma, algo en lo que el autor es especialista: no hay duda de que disfruta transformando cualquier pieza cinematográfica en una obra solo para piano.
Bernard disfruta e intenta que el público también lo haga, incluso con temas reservados para los amantes de la música clásica. Por ello, en la parte final, eliminó del programa una pieza de Michel Legrand (Les moulins de moun coeur, del film El caso de Thomas Crown) para dejar hueco a su exhibición final: la Balada nº 1 en sol menor, opus 23, de Chopin, que aparece en la escena clave de El pianista, de Polanski, cuando el oficial alemán descubre el talento que se esconde entre las ruinas de la ciudad. En directo, un espectáculo inolvidable. Por momentos, uno llega a preguntarse si Bernard solo tiene dos manos o cuando se gira cara al teclado hay alguien más que «echa una mano».
La proximidad del público al escenario es aquí una ventaja: el espectador puede disfrutar del artista a su altura, muy cerca, sin que ello suponga que un instrumento destaque más que otro, que suele ser el problema en los grandes auditorios cuando el público está apenas a unos metros del escenario.
Pero Bernard no fue el único en sorprendernos, la voz de Kimiko Ono y el violonchelo de María José Santapau dieron otro aire a algunas piezas, repartidas sobre todo en el bloque central del programa. Una inteligente decisión que ayuda a evitar la monotonía —si es que a alguien le podía parecer monótono un programa tan variado— en una tarde de domingo.
Una sorpresa que anima a seguir la filmografía de Jean Michel Bernard con más detenimiento… algo sobre lo que nos extenderemos en un próximo artículo, centrado en su clase magistral impartida en la sala SGAE durante la Mostra. Otra grata sorpresa.
PD: una anotación para ese equipo directivo cuya labor está dando sus frutos y la Mostra está recuperando esa «razón de ser» con la que surgió hace cuatro décadas. ¿Qué opciones hay para recuperar esta experiencia musical en próximas ediciones? Aquellas jornadas de música de cine, con ponentes, charlas y conciertos fueron un referente en toda España. Quizá no haya que pensar a lo grande y sí mirar el éxito de Jean Michel Bernard: jurado, ponente y protagonista de un concierto a pequeña escala. Aficionados a la música de cine los hay, Valencia puede ser su destino por unos días. Por pedir que no quede. Gracias.
Escribe y fotos Mr. Kaplan | Galería de fotos del concierto