Concierto homenaje a Berlanga

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Clímax berlanguiano

mostra-berlanga-0Hay veces que la realidad supera a la ficción. El concierto de la Banda Sinfónica Municipal de Valencia celebrado el 17 de octubre, a las 12 horas, en La Rambleta, dentro de la programación de la Mostra de València, ha sido una de esas afortunadas ocasiones en que uno tiene que pellizcarse para asegurarse de que sí, está despierto y lo que está viendo es realidad.

En síntesis, una apoteosis de lo que se conoce como «berlanguiano», un término, por cierto, aceptado por la Real Academia Española para definir esas situaciones que uno espera encontrar en el cine de Luis García Berlanga… aunque no tanto en la realidad cotidiana.

Pero vayamos por partes, primero el concierto.

Y el concierto contó un prólogo inesperado. A la entrada en La Rambleta, cada espectador recibió como obsequio un CD con el concierto de la Banda Sinfónica Municipal de Valencia celebrado en 2020 dentro de la programación de la Mostra de València: Tribut a Morricone.

Un CD con 14 temas en los que la música de Morricone se adapta a una instrumentación propia de banda sinfónica, bajo la dirección de Rafael Sanz-Espert. Como todas las adaptaciones a otros lenguajes musicales, unas nos resultan más parecidas al original y otras no tanto. Pero de este CD hablaremos en un próximo artículo de Encadenados.

En cualquier caso, matrícula para la Mostra y la Banda por su detalle… lástima que La Rambleta no se llenara para esta ocasión y apenas hubiera dos tercios de las butacas, ahora que ya se pueden ocupar las salas como antes de la pandemia.

Ya con la banda sobre el escenario, comenzó el homenaje a Berlanga con la Copla de las divisas, que dicho así quizá no nos suene, pero si recordamos que es la famosa canción «Americanos, os recibimos con alegría» de la película Bienvenido, Mr. Marshall (1955), entonces no hay duda. La famosa pieza que interpreta la tonadillera y todo el pueblo para recibir a esos americanos que pasan de largo es hoy uno de los emblemas de la música del cine español.

Su interpretación por parte de la cantaora Mely Zafra, irreprochable, vestida para la ocasión con el imprescindible toque andaluz. La pieza deja claro desde el principio que esto no es un concierto de música de cine al uso. No estamos ante las orquestas sinfónicas «clásicas», sino ante una música popular, con raíces en la música tradicional española, donde la banda de música del pueblo hace suyas unas melodías fáciles de recordar y de tararear…

De hecho, tras el espectáculo berlanguiano en que se convirtió el concierto, el único bis fue precisamente con esta pieza donde, además de Mely Zafra y la Banda Sinfónica, a petición del propio Rafael Sanz-Espert, el público acompañó con palmas, pataleos y lo que hiciera falta. Una comunión perfecta entre público y escenario para despedir un espectáculo entrañable y de notable nivel.

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Organizadas por orden cronológico, la segunda pieza fue Calabuch (1956), arreglada por Vicente Ortiz, quien, junto a Azael Tormo Muñoz, han sido los dos grandes adaptadores de las piezas para este concierto, en el que también hay que destacar a Bernardo Fuster, Luis Mendo y Manuel Asins Arbó, autores junto a los citados de las últimas bandas sonoras de Berlanga.

De Calabuch se recuerdan fácilmente los créditos y la historia de ese científico norteamericano que se esconde en Peñíscola —perdón, Calabuch— y con su humanismo revoluciona un pueblecito de la España de la miseria —perdón, posguerra, queríamos decir posguerra—. Pero los fragmentos elegidos, compuestos por Guido Guerrini —por aquello de la coproducción con Italia— nos muestran una música alegre, descriptiva y emotiva a partes iguales.

Si vas a Calatayud, otra canción popular de los años 50, nos devuelve sobre el escenario a Mely Zafra acompañando a la banda, con una legra de sobra conocida. Apenas tres piezas y uno ya sabe que este concierto poco tiene que ver con los habituales de las salas de cine. Lo folklórico también tiene cabida, con ese punto de calidad que añade la banda sinfónica de Valencia.

La línea instrumental sigue con Los jueves, milagro (1957), esta vez obra de un grande y poco reivindicado del cine italiano, Franco Ferrara —por aquello de la coproducción con… uy, creo que esto ya lo hemos dicho—. Aunque sea el tema principal, en realidad parece una pequeña suite con distintos momentos del film, desde lo trágico a lo cómico. Un tema brillante.

Aunque el brillo venía a continuación.

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El director Sanz-Espert abandona el escenario. Unos músicos comienzan a extender una pancarta. Consultado el programa, como viene La vaquilla, uno imagina que se trata de alguna performance para adaptar el concierto al film. Pero no. Es mucho más. Es un espectáculo puramente berlanguiano. Felicidades al guionista por la idea.

Una de las componentes de la banda comienza a leer un manifiesto. Entonces nos percatamos que todos los miembros, sobre su inmaculado uniforme negro, llevan un brazalete blanco. Brazalete y pancarta blancos nos hablan de la «muerte» de la propia Banda Sinfónica Municipal de Valencia. Un conflicto político. Un intento de trasladar la banda a «otro ente gestor». Una maniobra política que los músicos denuncian como mejor saben: sobre el escenario.

Efectivamente, estamos ante una manifestación contra los políticos municipales. En teoría, adalides de la «cultura» en general y la «valenciana» en particular. Pero se ve que la banda sinfónica no encaja en los parámetros actuales. Así que alguien —al parecer, un técnico a punto de jubilarse— los quiere despachar con alguna excusa de «exigencia europea» o algo similar.

Lo dicho. Puro Berlanga. El público, puesto en pie, aplaudió durante cinco minutos el manifiesto. La respuesta de los gestores políticos municipales ya llegará. Quizá el próximo año, a la entrada en La Rambleta ya no haya CD del concierto, como este año. O quizá el concierto no sea en La Rambleta, sino en el Palau de la Música, como fue en ediciones anteriores. Tiempo al tiempo.

Finalizan los aplausos reivindicativos y volvemos a la música.

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De La vaquilla (1985), compuesta por Miguel Asins Arbó, nos ofrecen un Pasodoble, que no solo resume el espíritu del film, también del momento que el público asistente a La Rambleta está viviendo. En la línea de todo el concierto: una música que permite lucirse a la banda sinfónica al completo.

Aunque para lucimiento los dos temas siguientes, correspondientes a la música de Todos a la cárcel (1993). Este cronista guarda un recuerdo ambiguo del film, que en su momento fue mal recibido por la crítica, que lo consideró un Berlanga en decadencia, repetitivo y falto de nuevos recursos. Habrá que revisarlo hoy, no ya por sus largos planos-secuencia y sus desafíos técnicos, también por esa mala leche que, vista la realidad actual, puede que fuera más profética de lo que pensamos hace tres décadas.

La primera pieza, El mambo al coll, debida a Azael Tormo, recoge el espíritu un tema popular valenciano («la manta al coll i el cabaset») y lo lleva a la música y a la propia presentación sobre el escenario: distintas secciones de instrumentos en pie para interpretar sus momentos solistas, un juego que remite a la gran orquesta, pero también a la fiesta en los pueblos, a las noches mediterráneas… y con temas sobradamente conocidos como fondo musical.

Mango sabroso, por su parte, ofrece una letra provocativa, nuevamente con Mely Zafra y un vestuario adaptado a la ocasión. Ironía, humor y que continúe la fiesta. Si no fuera porque en el programa original estaba ya previsto, uno podría pensar que letra y música hacían referencia a ese inolvidable momento berlanguiano previo a la socarrona visión de la Guerra Civil y los toros para cenar en tiempos de hambruna.

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Al igual que Todos a la cárcel, la mini serie de televisión Blasco Ibáñez (1996) también fue recibida con pataleo generalizado en su momento. Una suite con sus principales temas, debidos a Bernardo Fuster y Luis Mendo, permite comprobar la variedad de su lenguaje musical (mazurca, pasodoble): es una banda sonora a reivindicar, aunque, que este cronista sepa, nunca ha sido editada.

Y, como cierre del programa oficial, un estreno absoluto, también de Mendo y Fuster (conocidos sobre los escenarios como Suburbano), una suite con los temas principales de la última película de Berlanga, París-Tombuctú (1999). La selección incluye una nueva intervención musical de Mely Zafra seguida de los principales temas del film, con el leit-motiv ya escuchado en la voz de la cantaora.

En síntesis: un concierto que reivindica el papel de la música popular en nuestro cine, de la que Berlanga era un gran amante (como del plano-secuencia, el imperio austrohúngaro o la sonrisa vertical) y la necesidad de recuperar muchos de estos temas en formatos de audio (CD o digitales) para disfrutar de autores en muchas ocasiones olvidados.

Queda, eso sí, la posibilidad de escuchar algunos de los temas del dúo Mendo-Fuster en el CD De cine, editado en 1996 por el sello Avispa… y que puedes escuchar en este enlace.

Escribe Mr. Kaplan | Galería de fotos del Concierto homenaje a Berlanga

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