El sonido Eastwood se impone
Clint Eastwood ha vuelto. Pasa de los noventa y nos propone, una vez más, su testamento fílmico. Recurre a elementos conocidos: el viejo vaquero, el joven inexperto, la frontera mejicana… Un regreso —para algunos, innecesario— a temas que le resultan familiares y lo acompaña con un envoltorio musical que podría haber firmado el propio director hace un par de décadas, aunque, eso sí, acompañado de una bella melodía country: Find a new home, de Will Banister.
La opción de apostar por la música country no es nueva en ese western moderno, ese que transcurre en el presente y conserva el espíritu clásico.
Especialmente recordamos la combinación de Dave Grusin (para la música incidental) y las canciones country de Willie Nelson (para el ambiente vaquero) en aquella epopeya dirigida por Sydney Pollack, con Robert Redford de protagonista: El jinete eléctrico (The electric horseman, 1979).
Si allí el mensaje del film era una reivindicación del espíritu auténtico del vaquero, sometido a distintas vejaciones por el progreso, hasta convertirlo en un anuncio ambulante, aquí también hay un mensaje claro: los viejos vaqueros nunca mueren.
Eastwood regresa a su pesar al viejo Méjico, lo hace con un aire cansado, sin ganas de ser un héroe, pero con la necesidad de cumplir un compromiso. Regresa, como había prometido, a por un jovencito que por momentos resulta insoportable… pero durante el viaje, nuestro envejecido héroe acaba comprendiendo que su verdadero sitio está al otro lado de la frontera y, en un breve epílogo, regresa a «su nuevo hogar», ese del que hablaba la canción de Banister.
Aunque es un título innecesario en la filmografía de Clint Eastwood, porque poco puede aportar a su dilatada carrera, resulta de agradecer la coherencia que mantiene en algunos aspectos con su mejor cine, ese de finales del siglo pasado y principios del XXI.
Y entre esos elementos coherentes está la banda sonora y el uso de una canción cuya letra se ajusta como un guante al film. Aquí, la música original es de Mark Mancina y Will Banister es el intérprete de la canción country.
Suite de Dave Grusin para El jinete eléctrico:
Mark Mancina
De Mancina, formado en la inagotable escuela de Hans Zimmer (la famosa Media Ventures), conocemos sus primeros trabajos, en los años noventa, claramente deudores de su maestro.
De hecho, compartieron autoría en Amor a quemarropa (1993) y fue la insistencia de Jan de Bont, el director de Speed (1994), frente a las presiones de la Fox para contratar un autor más conocido, la que hizo posible que Mancina debutara en solitario con ese gran éxito de público. Que se repitió con el siguiente título con De Bont, Twister (1996).
Dos grandes éxitos de taquilla en su momento, con partituras idénticas a las del Zimmer de aquella época, basadas sobre todo en el uso de sintetizadores, con breves temas repetidos de forma incansable (o de forma agotadora, según quienes hablen de ellas). Eso sí, ajustadas como un guante a una trama sencilla pero frenética, filmada con buen pulso por el holandés De Bont, antiguo director de fotografía metido a director de cine de acción.
Su encuentro con Disney también se da de la mano de Zimmer, con la oscarizada El rey león (1994). Con la experta en animación, a finales de los 90 Mancina asume varias atractivas bandas sonoras en solitario (Tarzán, Hermano oso), lo que permite descubrir un autor versátil, cuya música incidental no acaba siendo devorada por las canciones que aparecen en ambos títulos (debidas nada menos que a Phil Collins) y la colaboración se extiende a distintos largos de la productora, aunque algunos de interés limitado (Aviones).
En las últimas décadas, sigue fiel a ese estilo en multitud de películas de acción (Bad boys, Asesinos, Training Day, Shooter), aunque para este cronista su título más destacado es la partitura para las aventuras de Disney Vaiana (2016), donde ese estilo dinámico y basado en sintetizadores se combina con instrumentaciones tradicionales, una variada colección de canciones y un aire «nativo» que ya existía en parte en Tarzán, pero que aquí alcanza sus mejores resultados.
Y desde hace cinco años apenas habíamos sabido nada de Mancina hasta Cry Macho.
Banda sonora de Vaiana/Moana (completa):
La banda sonora de Cry Macho
Cry Macho repite la fórmula musical de Clint Eastwood para sus títulos de más éxito (Sin perdón, Los puentes de Madison), con un espacio incidental que ocupa una música que perfectamente podría venir firmada por el mismísimo Eastwood, si no fuera porque su avanzada edad no le da para completar todo su currículum autoral: protagonista, director y productor son suficientes, la música, mejor que la componga otro… y el elegido es Mark Mancina.
Eastwood no resiste la tentación de componer un tema, el último de la banda sonora, Time Lapse – Clint versión: un lamento compartido por el piano y la guitarra que sigue fielmente los parámetros de los temas compuestos por Eastwood desde que comenzó a incluirlos en sus bandas sonoras, allá por la época de Sin perdón (1992) y su inolvidable Claudia’s theme.
No hace mucho, tras el estreno de Uno de nosotros, escribíamos que era «la mejor película de Clint Eastwood… sin Clint Eastwood», hablando de aquel impecable relato protagonizado por Kevin Costner. También allí la música «sonaba» igual que los filmes de Eastwood… aunque la partitura estaba compuesta por Michael Giacchino.
Cry Macho sigue los mismos parámetros. Mancina se pliega al sonido monocorde, tranquilo, con apoyo de guitarras y piano aquí y allá, para esta historia de fronteras que se cruzan (físicas, morales, incluso de edad).
El problema no es que la música sea más o menos adecuada… es que seguimos oyendo casi la misma partitura que viene insinuándose desde hace 30 años en el cine de Clint.
Pero falta su viejo colega, su amigo del alma, la persona que accedió a dejar de componer para arreglar los temas de su amigo Eastwood. Hablamos de Lennie Niehaus, el auténtico autor de la mayoría de esas partituras emblemáticas de Clint: Sin perdón, Medianoche en el jardín del bien y del mal, Los puentes de Madison… Y esa ausencia se nota.
Banda sonora Speed, de Mark Mancina:
Esto ya lo hemos visto… y escuchado
Tres líneas marcan la partitura de Cry Macho: la tensión, el personaje de Eastwood y la ambientación mejicana.
Para los momentos tensos, domina el sintetizador, la música oscura, con apenas melodía y buscando transmitir al espectador la tensión del momento: Federales looking in / Our stolen car, Where is he, We got to LTG, So you lied…
En paralelo, la música romántica que remite al protagonista —no solo al de este título, en general al propio Clint de las últimas décadas—, apoyada en el uso de la guitarra y basada en el tema principal compuesto por el propio Eastwood: Time lapse (versión con piano), Mike’s story (guitarra), Marta theme, He’s yours now…
Y la música mejicana, que la escuchamos diseminada a lo largo de la banda sonora, no son largos temas, sino pequeños apuntes que nos remiten al otro lado de la frontera: Dressing down…
El conjunto es de escucha agradable, quizá si solo contuviera una de las líneas resultaría monocorde, pero la combinación del lado oscuro, el lado humano y la ambientación fronteriza acaba creando una banda sonora atractiva, aunque continuamente nos asalte la idea de que esto ya lo hemos oído en películas anteriores del maestro Eastwood.
Habrá que esperar nuevos títulos originales de Mark Mancina, que no sean deudores de su «viejo» maestro Hans Zimmer, ni de su «nuevo» maestro Clint Eastwood.
Escribe Mr. Kaplan
Banda Sonora Cry Macho (completa):