Los rótulos de La sin ventura (La malchanceuse, 1923) de E. B. Donatien

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la-sin-ventura-1La sin ventura (La malchanceuse), es una película franco-española realizada, en 1923, por E. B. Donatien, de verdadero nombre Emile-Bernard Wessbecker, con la colaboración en el guión y en la producción de Benito Perojo.

La única copia que se conservaba, incompleta y sin rótulos, se encontraba en Les Archives du Film del Centre National de la Cinématographie, en Bois d’Arcy.

En 1994 la Filmoteca Española y el Centre National de la Cinématographie restauraron la película, cofinanciados por el proyecto Lumière, dentro del programa Média de la Unión Europea.

Los rótulos originales no se han conservado. Pero con la ayuda de la novela original de José María Carretero “El Caballero Audaz”, editada en 1921 por Editorial Renacimiento (Madrid), y de la novelización de la película, publicada por La Novela Semanal Cinematográfica, nº 64, 29 diciembre 1923, Luciano Berriatúa redactó unos nuevos rótulos, que están situados en los mismos lugares que ocupaban los originales.

Estos nuevos rótulos son los que se ofrecen a continuación.

Con motivo del estreno del film, la Editorial Renacimiento editó un folleto, en donde se publicaba un extenso resumen de la película y se daba noticia de la novela y de su autor.

La ficha bibliográfica de este folleto es la siguiente:

—El Caballero Audaz: La sin ventura (Vida de una pecadora irredenta) en la novela y en el cinematógrafo. Editorial Renacimiento. Madrid, [1923]. Imprenta Ciudad Lineal (Madrid). Primera edición. Un volumen en rústica. 44 páginas. 190 x 132 milímetros.  21 fotografías.

Contenido: Obras de “El Caballero Audaz” editadas por Renacimiento; Resumen de la película “La sin ventura” sacada de la hermosa novela de “El Caballero Audaz”; Detalles [Ficha de la película]; “La sin ventura” en la novela y en el cinematógrafo.

Publicamos dicho resumen íntegro, para que se pueda apreciar cual es el final de La sin ventura, al faltarle a la película restaurada cerca de 500 metros de la longitud original. Y tras el resumen y la ficha completa, incluimos los rótulos.

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Resumen argumental

Primera jornada

Es de noche. En la cartelera de un teatro de moda en Madrid aparece una afiche con el retrato de la célebre “estrella” de varietés Margarita Reyes “Ambarina”, la gran cancionista picaresca, predilecta del público.

En el escenario del teatro donde trabaja “Ambarina”, se espera con impaciencia su llegada, pues se aproxima el turno de su salida a escena. Al fin la artista llega a su camerino. Allí encuentra al empresario bromeando con Soledad, la doncella de la cancionista. Se retira el empresario y Márgara comienza a prepararse para salir a escena. Un presentimiento indominable la tiene muy triste aquella noche.

Mientras tanto, su amante Julio Monreal, que se hallaba jugando con trampa, a las cartas, en la suntuosa morada de su nuevo amigo Emilio Rendón -americano de gran fortuna-, había enviado a Margarita una carta en la que le anunciaba la presentación del americano. “Ambarina”, al leer la carta, se indigna adivinando la intención que guía a su amante.

En la sala del teatro el público espera impaciente la salida a escena de su artista mimada. Ella, antes de trabajar, se olvida de todo y experimenta la alegría del Arte.

Al aparecer en el palco escénico una gran ovación acoge su presencia. Tras de trabajar vuelve a entristecerla el recuerdo de su amargo vivir. En cuanto la función termina llega Julio Monreal en compañía del americano. Después de hechas las presentaciones —que “Ambarina” acoge con repugnancia— los tres juntos se dirigen al “Alhambra Palace”, el dancing más suntuoso de Madrid. A su entrada en el “Alhambra Palace” toda la elegante concurrencia reconoce a la popular artista, a quien su hermosura y canciones la habían hecho célebre.

Atraviesan la sala de fiestas del “Alhambra Palace”, en cuyo centro hay una piscina donde lucen bellas nadadoras, y se instalan en un reservado. Allí Julio Monreal no tarda en encontrar un pretexto para salir y dejar solos a Margarita y al americano, que se siente fascinado por la peregrina belleza de ella. Emilio Rendón aprovecha esta ausencia de Monreal y galantea demasiado significativamente a Margarita que, indignada por lo que ella considera un ultraje, le abofetea, en el momento en que Julio Monreal entra en la estancia y se da cuenta, malhumorado, de que su añagaza no ha tenido éxito.

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Margarita manifiesta a su amante su deseo de abandonar aquel sitio y, sobre todo, la desagradable compañía de Rendón. Julio Monreal presenta sus excusas al americano, achacando el desagradable incidente al nerviosismo excesivo de “Ambarina”.

Una vez en la elegante casa de los amantes, Julio reprocha a Margarita su proceder y llega, en una violenta escena a pegarla tan cruelmente que la hace caer inanimada sobre las escaleras que conducen al dormitorio. Y allí en el suelo, acongojada a través de las lágrimas, ella va evocando su triste pasado.

Recuerda la vida miserable que cuando tenía catorce años llevaba con su hermano y su madre, una vieja áspera y malhumorada. Recuerda también que, más tarde, a los diez y siete años, cuando creía en la amistad sincera de un compañero de trabajo de su hermano, se vio un día atropellada y perdida por él. Su madre, al entrar en la casuca y verla en tierra deshonrada, la dirige insultos y la golpea.

Años después Margarita se hacía modista y contraía conocimiento, ante el escaparate de una tiende de calzados y medias, con don Ricardo España, viejo periodista, muy mundano y de excelente corazón, que llega a ser el protector más leal de la chicuela.

Un día, en que España no pudo asistir a la cita acostumbrada, Margarita se decide a pasear su aburrimiento por el Prado. Allí, frente al Museo, es cortejada por un joven pintor que acaba de recibir el encargo de hacer una copia de la inmortal “Maja desnuda de Goya”. Este pintor la sigue por las calles de Madrid. Al fin, al llegar al Parque del Oeste, y en un lugar propicio para el amor, Margarita recurre a una artimaña de coquetuela para entablar conversación con el muchacho que no le disgusta. El, que por casualidad, tenía dinero reciente en el bolsillo, la invita a comer. La joven acepta… Y allá, en un merendero de la Bombilla, comen y beben hasta embriagarse.

Al otro día, al despertar ella, se sorprende de hallarse en el estudio del pintor que la hace su modelo. Pero, al cabo de algunas semanas, Margarita comprende que no ama a León lo suficiente para soportar aquella vida de bohemia y de privaciones. Un día, aprovechando la ausencia del artista, abandona el estudio. ¿Adónde ir? En su casa la esperaban las crueles iras de su madre. Después de haber vagado mucho, viéndose sin dinero y fatigada, recuerda que su viejo amigo don Ricardo España tenía la costumbre de tomar el aperitivo en un café céntrico. Sin vacilar allí se dirige.

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En efecto, en la terraza del bar, está don Ricardo España que, al verla, lanza una exclamación de alegría, y luego hace la presentación entre Margarita y Julio Monreal, un amigo que acompañaba a don Ricardo. Julio, subyugado por la belleza de la muchacha, invita aquella noche a cenar a los dos. También a Margarita le seducen la gracia y la elegancia de Julio. Don Ricardo al darse cuenta de que las dos almas se entienden, no tarda en encontrar pretexto para dejarlos libres de su presencia.

Ha transcurrido algún tiempo. Julio Monreal va transformando a Margarita en una elegantísima mujer a quien hace vestirse en casa de los más famosos modistos y a quien va formando a gusto y capricho suyo. La luce en las carreras de caballos del Hipódromo, sitio en el cual Julio apuesta también con ventaja. Al cabo de algún tiempo, Monreal, descubre en Margarita un admirable temperamento de artista y una tarde, bogando en una lancha del estanque del Retiro, le dice decidido: -“Yo te haré artista”.

En efecto, le trae profesores, la estimula para que estudie y un día observa con entusiasmo sus rápidos adelantos. El debut de Margarita constituyó un éxito inmenso y bien pronto la mucha andrajosa de la calle se convirtió en la artista mimada del público…

Todo esto lo está recordando Margarita mientras la claridad del nuevo día comienza a invadir la estancia. Entretanto Julio Monreal, sobre el lecho, duerme bestialmente. Decidida a terminar aquel dolor de su vida, Margarita busca en sus cajones las joyas y huye precipitadamente en busca de don Ricardo España, que es el único espíritu noble que se le aparece en todos sus momentos de tribulación.

Don Ricardo España vive solo. Los años pasados han dejado honda huella en el viejo hidalgo. Está enfermo, tose y no tiene más amigo que un pequeño griffón que le acompaña constantemente. Cuando está desayunando, Margarita irrumpe la estancia del viejo periodista, al que cuenta la escena que ha tenido con Julio Monreal. Después le ruega que la salve. El la consuela y al ver que el arrepentimiento de “Ambarina” es sincero, la propone que establezca su vivir en Valdeflores, pueblo natal de don Ricardo y bello rincón de mundo donde ella podrá pasar por la viuda de un capitán muerto en Marruecos. Con el producto que se obtenga por la venta de las joyas, Margarita podrá vivir tranquilamente en Valdeflores. Ella acepta con entusiasmo la idea y marcha a la estación.

En el tren que la conduce, Margarita hace conocimiento con Carlos Ortega, estudiante de medicina que se dirige a Valdeflores, que es su pueblo… El estudiante descubre en “Ambarina” un parecido maravilloso con la Virgen Patrona de Valdeflores, que, por rara coincidencia, es Santa Margarita. Y… comienza amarla.

Segunda jornada

la-sin-ventura-5-donatienHa pasado un año. La artista mundana de Madrid vive en aquel paraíso de Valdeflores, dichosa, estimada de todos, ejerciendo continuamente la caridad. Su conducta edificante llama la atención a todos los vecinos del pueblo, y principalmente al señor Vicario, que sinceramente ve en ella la propia encarnación de la Patrona.

Por la bondad admirable de la forastera todos la llaman “Santa Margarita”.

Durante ese tiempo Carlos Ortega se ha hecho ya doctor; pero está enamorado locamente de Margarita. Hasta vigilando las tierras de su padre, rico propietario de Valdeflores, siente la atracción de Margarita y constantemente corre en su busca. Así un día en que ella, como de costumbre, distribuía comida entre los huérfanos del pueblo, tras de la cancela, aparece Carlos. La antigua “Ambarina”, no pudiendo disimular su júbilo se dirige también a él. Entonces Carlos, en un momento de arrebato, le confiesa su amor a lo que ella, horrorizada por su pasado, responde: “¡Eso es una locura, Carlos!… ¡No puede ser! Seamos sólo unos buenos amigos como hasta ahora…”. Ante esta negativa, Carlos se aleja con la más honda desesperanza en el alma.

Una tarde, al saber Márgara que el cura del pueblo, don Florencio, se encuentra en peligro de muerte, no vacila en acudir a la cabecera de su lecho para cuidar solícitamente al bondadoso párroco. Al observar algunos días más tarde, que éste iba de mal en peor, margarita decide escribir a Carlos rogándole que acuda para ver si puede salvar al enfermo.

Allá, en el cortijo de su padre, Carlos recibe la carta y precipitadamente al furioso galope de su caballo se dirige a casa del cura. En el lugar más pintoresco del camino se encuentra con el Viático; cae arrodillado y una persona del triste cortejo le informa de que vienen de sacramentar a don Florencio. Al oír esto lanza su caballo al galope vadeando un ancho río y algunos minutos después Carlos entra en la alcoba del enfermo, en donde “Ambarina”, sobre un reclinatorio, reza. Al verle llegar siente una alegría inmensa. El, jura hacer todos los esfuerzos para salvar la preciosa vida del párroco y todo aquello lo hará alentado por el amor de Margarita. Ella, que también le ama, no quiere escuchar las palabras de Carlos por miedo a su triste pasado.

Al mes don Florencio estaba fuera de peligro, en plena convalecencia. Margarita se había instalado de nuevo en su casa, volviendo a hacer bien por los necesitados. Mientras tanto Carlos, definitivamente desalentado, buscaba un olvido y un consuelo a su pena en el vino y en el libertinaje.

Don Luis Ortega, queriendo salvar a su hijo del abismo de perdición en que le ve hundirse, va, acompañado de don Florencio, a rogar a Margarita acceda a ser la esposa de Carlos. No pudiendo ella resistir por más tiempo la lucha entre su amor a Carlos y los recuerdos del pasado, decide tener una conversación con el joven médico al día siguiente, después de la misa. ¡Entonces le confesará toda la dolorosa verdad de su pasado!…

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Aquella misma noche una sombra misteriosa rondaba los alrededores de Valdeflores. Era el funesto Monreal que, habiendo descubierto el refugio de Margarita, y teniendo la necesidad de la célebre cancionista, viene decidido a llevársela con él. Así se lo manifiesta a ella que le escucha aterrada. Margarita no quiere irse y le suplica que la deje allí donde tanto la quieren y tan feliz es. Julio se niega y la amenaza con dar a conocer su pasado al párroco, a Carlos y a todos. Ante la visión del escándalo, ante el dolor de que Valdeflores supiese toda la amarga verdad, Margarita cede y abandona el pueblo en que fue tan feliz, protegida por las sombras de la noche.

Su misteriosa desaparición es en Valdeflores motivo de apasionados comentarios. Todos creyeron en un milagro… Sólo se encontró, como huella de la desaparición de “Santa Margarita”, un sobre cerrado que contenía toda su fortuna y que la dejaba para la iglesia y para los pobres.

Entretanto “Ambarina” en Madrid va a visitar a su viejo amigo y protector Ricardo España; pero una cruel decepción la esperaba: ¡don Ricardo había muerto el día antes!

Sin fuerzas para luchar, Margarita, vuelve a su vida de escándalos a que la lleva Julio Monreal. ¡No hay redención posible para ella!

Y llena de dolorosa resignación, ve cómo el inmenso dolor de su alma va contagiando su carne y extenuándola físicamente. Está muy enferma y una tarde el médico le manifiesta que tiene que sufrir una operación quirúrgica. Es trasladada al Sanatorio de Villa-Luz. Monreal no queriendo atenderla, no sólo no iba a visitarla, sino que se hacía excusar telefónicamente por un amigo. Sólo “La Patética” la acompañaba.

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Al  mismo tiempo Carlos Ortega, que había abandonado también Valdeflores, habitaba ahora en Madrid, donde consagraba su vida a la ciencia médica, agregado como ayudante al Sanatorio de Villa-Luz.

Un día, al llegar, le anuncian que tenía que asistir a la operación de la célebre artista “Ambarina”. Este nombre no le dice nada. Una vez anestesiada la enferma, la operación comienza. Carlos se coloca a la cabecera, y, cuando retiran la mascarilla del rostro de “Ambarina”, el joven médico reconoce con espanto en el rostro de la operada a “Santa Margarita”. Horriblemente impresionado cierra los ojos y cae desfallecido. Pero él es el encargado de la primera guardia al lado de la enferma, tiene que acudir junto a ésta. Cuando Margarita ya en el lecho abre los ojos, se encuentra allí con Carlos que la consuela con estas palabras: -“Lo sé todo, pero tú serás siempre para mí, mi “Santa Margarita”.

A cada nuevo día, Carlos esperaba impaciente la hora de renovar la guardia para pasar unas horas al lado de su amada. Una mañana, al apearse del tranvía en la calle Velázquez, tiene un mal presentimiento y corre precipitadamente a la Clínica. En los corredores advierte una extraordinaria nerviosidad. Abre la puerta del cuarto de Margarita y horrorizado contempla muerta a su amada, embellecida por las flores, y con la mano crispada, en postrer caricia, sobre la muñeca que él acaba de enviar. Se lanza sobre ella, pero los médicos le detienen. Entonces su figura adquiere un aspecto extraño, grandioso: su mirada se torna fija, estática, sin expresión… Carlos Ortega acaba de enloquecer…

Durante aquella misma hora, el funesto Monreal, en el Retiro, galantea a otra pobre mujer a la cual piensa también hacer una gran artista y explotarla.

Pero, como compensación a todo esto, cuando Margarita abandona para siempre su vida infortunada de pecadora, en el mismo momento, Valdeflores celebra la fiesta de su patrona, conmemorando, como un milagro, la desaparición de “Santa Margarita”.

Fin de la película.

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Ficha técnica y artística

La sin ventura (La malchanceuse). Dirección: E. B. Donatien. País: Francia-España. Año: 1923. Producción: Films Donatien (París) e Hispania Rubens Film (Madrid). Productor: E. B. Donatien y Benito Perojo. Estudios: Lewinsky (Joinville). Exteriores: Madrid, Córdoba y Ronda (Málaga). Rodaje: a partir de abril 1923. Laboratorios: Pathé (París). Distribución: Etablissements Louis Aubert (París) y Repertorio M. de Miguel (Barcelona). Argumento: Novela homónima de José María Carretero “El Caballero Audaz”. Guión: Benito Perojo y E. B. Donatien. Rótulos: José Amich Bert “Amichatis”. Fotografía: Georges Asselin, en blanco y negro. Decorados: E. B. Donatien. Vestuario: Paquin, Decroil y Lewis. Ayudante dirección: Benito Perojo.

Intérpretes: Lucienne Legrand (Margarita Reyes “Ambarina”), E. B. Donatien (Julio Monreal), Madeleine Guitty (La madre de Margarita), André Dubosc (Ricardo España), Félix Ford (Carlos Ortega), José Davert (Emilio Rendón), Emilio Díaz (El pintor León), Garion (El hermano de Margarita), Maruja Lopetegui (Carola), Estrella de Ulía (Martina), Millares (“La Palmira”), Saint-Granier (El novio de Margarita), Suzanne Wurtz (La nadadora), Yaskesmik (Don Julián, el empresario teatral), Lecop (Don Florencio, el sacerdote). Longitud: 2497 metros. Estreno comercial: 12 diciembre 1923, Goya (Madrid) y 4 abril 1924, Maillot Palace (París). 

Rótulos

la-sin-ventura-11-saint-granier1. Margarita Reyes “Ambarina” es la gran canzonetista picaresca predilecta del público. Pero tras su silueta perversa se oculta la tristeza de un corazón incomprendido / Ambarina, Mlle. Legrand (del Gran Casino de París)

2. En ausencia de la cupletista, el empresario Don Julián coquetea con su doncella Soledad / Empresario, Mr. Yaskesmik (de la Comedia Francesa)

3. —¡Vamos señorita Ambarina, que si se descuida usted un poco tengo yo que salir a sustituirla!

4. —¿También da bombones a mi doncella, don Julián?

5. —¡Ambarina! ¡Yo sé adorar a los santos por la peana!

6. [Sobre escrito a mano] Señorita Ambarina

7. [Carta escrita a mano] Queridísima Márgara mía, / Tengo buenos negocios para ti. A última hora caeré por el teatro con Emilio Rendón, un millonario cubano que quiere conocerte y nos invita esta noche. / Hasta luego. Besos de tu Julio.

8. —¡Miserable! Solo me quiere para utilizarme en sus estafas.

9. Julio Monreal, el amante de Ambarina, juega con trampas a las cartas con Emilio Rendón. / Rendón, Mr. Davert

10. Con el señuelo de la belleza de Ambarina, Julio hace olvidar a Rendón sus cuantiosas pérdidas en el juego. / Monreal, Mr. Donatien (Director de escena)

11. —¡A escena! ¡A escena!

12. Ambarina era la entretenida… ¡Como contrastaba su voz cristalina con las obscenidades de la canción!

13. —Señores, el coche les aguarda para ir al teatro.

14. Y tras las ovaciones vuelve a entristecerla el recuerdo de su amargo vivir a la espera de su amante.

15. —Soy yo, Julio.

16. —Mi amigo, el millonario Rendón que nos honra invitándonos a cenar esta noche.

17. —Saludo en usted al arte de la canción española, dicha por los labios más tentadores de la tierra.

18. —Antes de acabar la cena llámame con cualquier pretexto.

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19. Hasta sus oídos llegaba la algarabía del jazz-band, el champán y la locura que inundaban las salas del Alhambra Palace, el cabaret de moda.

20. Ambarina estaba triste viendo las amenazadoras miradas de Julio, para que alegrase su rostro ante el basto y ordinario millonario, que solo la producía repugnancia.

21. —Señor Monreal, le llaman al teléfono.

22. —Disculpen, sigan sin mí, Diviértanse.

23. —¿Quiere usted que brindemos por nuestra amistad de hoy…?

24. —… ¡Por nuestro amor de mañana!

25.  -¡Respéteme!  No soy lo que usted se figura… No soy tan fácil como su amigo le ha hecho comprender.

26. —Perdón… Ambarina… Fue su belleza que me excitó y enloquecí.

27. —Señorita… Fueron las libertades que él me dio las que me hicieron cometer esta torpeza.

28. —¿Ya estás cansada de diversión?

29. —Sí, Julio… ¡El amigo que me has elegido para esta noche no es de mi gusto!

la-sin-ventura-12-donatien30. —Amigo Rendón… Perdónela. Hoy la excelsa tiene los nervios de punta.

31. —Y el público, que la reconocía y adoraba, no podía adivinar la tragedia de la mujer de la cabellera de oro.

32. Los dos amantes guardaban el más completo silencio.

33. Y fatalmente el silencio de Ambarina era cada vez más hostil… el odio nacía en las ruinas del amor muerto.

34. —¡Julio, lo que has hecho me parece indecente!

35. —¿Qué te ha pasado esta noche, para ser tan grosera con un millonario que “nos” convenía?

36. —¿Qué “nos” convenía? ¡Y eres tú quién me lo dice!

37. —¡Eres lo que nunca quise decirte! ¡Lo peor que puedes figurarte!

38. —¡Chalán de honras!… ¡Vividor de mujeres sin ventura!

39. Ambarina quedó inerte, callada, fría, el alma acongojada por el amor que se fue…

40. Y Ambarina recuerda la vida miserable que llevaba cuando tenía catorce años, en su casa de los barrios bajos.

41. Su madre, vieja áspera y malhumorada, una furia terror de vecinas, la propinaba más golpes que caricias. / Madre de Márgara, Mad. Guitty (del Teatro Variedades de París)

42. Su hermano, un zagalón inútil para el trabajo a consecuencia de su innata gandulería… / Hermano de Márgara, Mr. Garion (del Palace)

43. Atraído por la gracia infantil de Margarita acudía a su hogar un golfillo, doctor en picardías y decires chulones. / Novio de Márgara, Mr. Saint-Granier (del Gran Casino de París)

44. —He traído un libro… ¿Queréis verlo?

45. —¡Hay que ver lo que se escribe! ¡Aquí pintan eso del amor con todos sus detalles más sicalípticos. Escuchad…

46. Y el veneno de la tentación sembró la semilla del vicio… ¡Juventud!… ¡Primavera!… ¡Afán de volar!…

47. Margarita era como la flor que nace al borde del camino… Solo esperaba la mano que tronchase su tallo.

48. Cayó al suelo la efigie de la Virgen pura de los sueños infantiles. ¡Así despertó la sin ventura de su primer sueño de amor!

49. —¡So puerca! ¿Qué has hecho? Di: ¿Qué has hecho, indigna, deshonra de mi casa? ¡Pronto empiezas!… Vete!… No quiero volver a verte.

50. Y la hija de la calle cursó la carrera de golfilla. Fue modistilla…

51. …y fue la flor de la picardía de las aceras.

52. Don Ricardo España, noble corazón, viejo galante. / España, Mr. Dubosc

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53. —¡Vaya unos pies bonitos para calzar esos zapatos!

54. Ganas que tiene una de ponerse los dientes largos.

55. Y Margarita conoció el amor que regala zapatos y medias de seda.

56. Pero una tarde su protector no acudió a la cita.

57. [Carta escrita a mano] Inesperados asuntos de trabajo me impiden ir a verte.

58. Y para matar el tiempo Margarita se fue a pasear por los jardines públicos.

59. Frente al Museo del Prado, un ocioso pintor se fijo en ella. / El pintor León, Don Emilio Díaz

60. —¡Que me hablen a mí de todas las bellezas muertas que está encerradas en el museo!

61. ¡Cielo de primavera, tarde de Madrid, qué más para iniciar el idilio!

62. La caída empezó con un traspiés…

63. —¡Soy el mejor pintor de la tierra!… ¡No lo creen las gentes pero lo soy!

la-sin-ventura-364. —Más que de pintor tiene usted la cara de gitano.

65. —Y gitano soy… Por este montón de duros acabo de vender una copia de la maja de Don Francisco… la desnuda.

66. —Y estos duros van a ser para merendar con la modista más chula y más chulapa de Madrid.

67. Y fue en “La Bombilla”…

68. Las palabras amorosas del pintor le supieron a gloria a Margarita.

69. La alegre música, la opípara comida, el vino… y el roce de sus cuerpos los enterneció hasta el idilio.

70. Y al día siguiente Ambarina era ya modelo y amante de León.

71. —Me siento débil, llevamos horas así.

72. —¿Comida? ¡Claro! Estoy hambrienta, pero que no sean de nuevo sardinas en lata.

73. —No, hoy no hay sardinas, he comprado otra cosa con el dinero que quedaba.

74. Al cabo de unas semanas, Margarita comprende que no ama a León lo suficiente para soportar aquella vida de bohemia y de privaciones.

75. Un día, aprovechando la ausencia del artista, abandona el estudio. ¿A donde ir? Se consumen sus últimas esperanzas. De nuevo se encuentra en la calle la sin ventura.

76. —¿Margarita, de donde sales?

77. —¡Margarita, la más traviesa de nuestras modistas!… Julio Monreal, hombre de porvenir!

78. —¡Ya me caí de mi nube azul! El arte y el amor no calman el hambre.

79. Durante la comida, el hombre galante empezó el asedio ante la mujer nueva.

80. Don Ricardo España, viejo y cansado de luchas mundanas, abandonó la partida.

81. —Amigo Julio… A ti te gusta esa muchacha… Yo no soy mas que un contemplador de la felicidad ajena. Tengo el corazón muy gastado, demasiado seco para enamorar muchachas de veinte años.

82. —Bueno, vamos a empezar ahora mismo tu educación.

83. —¡Margarita, simpática salvaje! Yo te enseñaré a ser la mujer más deliciosa de la tierra.

84. Los halagos del mundano determinaron a Márgara a escuchar sus consejos… y al cabo de un año ella era la más deseada de las mujeres galantes…

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85. Pero Julio la llevaba al Hipódromo para lucirla como cebo para sus trampas.

86. Y Julio seguía siendo el caballero de industria que disfraza sus timos elegantemente.

87. —¡Para triunfar en la vida te falta un pedestal!… ¡Yo te haré artista!…

88. —La llamaremos Ambarina… la de piel de ámbar.

89. Julio dormía indiferente a la catástrofe de la pobre alma torturada… ella le odiaba por haber torcido su vida.

90. —¡Yo volveré a ser como antes!… ¡A ser yo misma!… ¡Sola y libre!…

91. —¡¡Ambarina!! ¡Diez años sin verte! ¡La vida nos ha separado!

92. —Tú cada día más bella, más famosa, más triunfadora. Yo cada día más viejo, más fracasado, más ridículo.

93. —A él no le quiero, me vende, me explota… ¡Estoy sola!

94. —Aconséjame tú que eres lo único noble que he conocido… Yo quiero rehacer mi vida, vivir en paz. Quisiera ir donde nadie me conociera, donde pudiera ser una de tantas mujeres que viven un poco para su alma.

95. —¡Feliz tú, Márgara, que tienes esperanzas!…

96. —En un rincón de la sierra andaluza está mi pueblo, Valdeflores, que es un refugio para los afligidos.

97. —Trasládate a Valdeflores. Renuncia a ti misma… No aceptes amores de los hombres. Di que debes luto eterno a tu marido, un militar muerto gloriosamente en tierras de África.

98. —Toma mis joyas… véndelas… con este dinero podré vivir sin escaseces.

la-sin-ventura-7-legrand99. —Mira, ¡Quien habría de decir que a los dos nos juntarían nuestras almas! Pero nos separa el tiempo…

100. —Tú en lo más bello y mejor de tu vida, con los ojos brillantes y los labios encendidos… Para mí todo se acabó.

101. —A mi no me engañas, tu sabes a donde ha huido mi mujer… estás encubriendo su fuga.

102. —Yo no se donde está la señorita.

103. [Carta escrita a mano] Margarita está bien y por vez primera feliz. Te ruego que no la busques, respeta su voluntad de vivir en soledad y alejada del mundo del teatro. / Tu amigo Ricardo España

104. [Carta escrita a mano] No podía continuar con la vida que llevábamos. Necesito respirar, ser libre y vivir mi vida alejada de los hombres y de la fama. / E mejor que no volvamos a vernos. / Margarita

105. Carlos Ortega, estudiante de medicina, se dirige también a Valdeflores. / Carlos Ortega, Mr. Ford

106. —¿Faltan muchas estaciones para llegar a Valdeflores?

107. —El pueblo que viene es por el que usted pregunta, señorita.

108. —Perdón señora ¿Va usted a Valdeflores?

109. —Como soy de allá por eso pregunto, para ofrecerme a servirla. ¡Va usted al pueblo más bonito de la tierra! ¿Tiene usted parientes allá?

110. —No… soy viuda… Margarita Reyes es mi nombre. Mi esposo murió en África y he elegido ese retiro para reconfortar mi espíritu.

111. —¡Margarita! Va a dar envidia a la patrona de Valdeflores… Santa Margarita se llama y como usted es rubia y tiene el cabello de oro… se lo dice a usted Carlos Ortega criado de usted desde este momento.

112. —Y Carlos la contemplaba con unción, como a una virgen hecha mujer por un milagro de ensueño.

113. Carlos Ortega era el heredero de un rico cortijero andaluz, y durante su reposo estival le placía dejar los libros y correr por los dominios entre pastores, mayorales y labriegos.

114. Los pobres que acudían a su paso creían que aquella mujer era la encarnación de una santa enviada por el Señor para calmar sus desventuras.

115. Y aparecía, a sus ojos, como la Santa del Sagrado altar que a ellos se acercaba.

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116. Su paso por la ciudad era pleno de recato.

117. Pero hasta su rincón la perseguía su pasado.

118. ¡Su retrato estaba en aquella colección de mujeres hermosas!

119. —¿Llevan mucho tiempo aquí esas fotografías?

120. —No, acaban de llegar.

121. Y así murió el último recuerdo de su vida de antaño…

122. Destruidas las fotografías que podían haberla delatado, una sensación de alivio y libertad inundó su ánimo.

123. Margarita recuerda con agradecimiento a su amigo Ricardo España y decide escribirle una carta explicándole la vida sencilla y feliz que lleva en Valdeflores.

124. Julio busca inútilmente una nueva artista que llene el vacío que le ha dejado Ambarina. Y afanoso pregunta a todos sus amigos por la desparecida.

125. El vicario Don Florencio, cura de Valdeflores, siente especial predilección por aquella maravillosa hija espiritual. / Don Florencio, Mr. Lecop (del Odeón de París)

126. El cura le pide que presida a las damas de la Caridad de la parroquia. Pero ella no acepta tal honor. ¡Es tan humilde! ¡Una santa!

127. —¡Bendita sea la hora en que veo de nuevo a mi Santa Margarita!

128. —¡Haga usted a este pobre la caridad de una mirada! ¿Qué también hay pobres que no piden en la puerta de la iglesia!

129. Pero para vivir en paz, ella tenía que renunciar a aquel humano y primer amor de su alma. Era el martirio de la pecadora… el precio de su redención.

la-sin-ventura-8-dubosc130. Por eso llamaba a su lado a los pobres sin ventura…

131. …y a los viejos que nunca supieron de una mesa bien servida.

132. Y con aureola de santa la vio el enamorado Carlos.

133. —Vuelvo a mis estudios, Margarita… Dígame que pensará en mí…

134. …que rezará para que no vaya por el camino de la perdición que me abren sus desdenes. ¡Compasión, santa mía, compasión! Yo la amo.

135. —¡Eso es una locura Carlos!… No puede ser. Seamos solo unos buenos amigos como hasta ahora.

136. —Perdón Carlos, pero mi voto ante Dios es vivir rezando para el que fue mi esposo.

137. Y el lloriqueo de un angelito que se había caído en el jardín alejó el peligro del idilio que no podía nacer.

138. —Cuídame la casa, pero ante todo no olvides en mi ausencia a los pobres.

139. —¡Esta es mi hora, hija!

140. —No puedo rezar… reza por mí y repetiré tus palabras.

141. —Volverá a la salud… ¿No me llaman Santa? Pues obligación tengo de hacer milagros!

142. —La señorita está haciendo de enfermera al lado del cura que se nos muere.

143. Carlos bebió para olvidarla. ¿Por qué solo a él le hacía tan poco caso esa mujer?

144. Y entre los vapores del alcohol sintió como si la dulce voz de Margarita le llamara.

145. [Carta escrita a mano] Necesito tu ayuda. Ven cuanto antes. Margarita

146. Carlos partió inmediatamente hacia la casa del cura.

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147. El Viático con su triste cortejo regresaba al pueblo. ¿Llegaba tarde?

148. —¡Muy enfermo está! ¡Solo un milagro le salva!

149. Carlos apresuró el trote de su caballo y a poco llegaba a la casa del enfermo.

150. —Gracias a Dios que ha venido!, esperaba con ansiedad su llegada.

151. Y el destino les volvió a unir en el silencio de la casa santificada por el dolor.

152. —Voy a salvarlo para no ver mas lágrimas en esos ojos.

153. —¿Y usted ansiaba mi llegada solo para que salvara a ese hombre?

154. —¡Pues yo he venido para verla a usted! ¡Porque la quiero con toda mi vida! ¡Que estoy loco, ciego! Apague usted este infierno que me consume desde que la conocí.

Escribe José Luis Martínez Montalbán

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