Los rótulos de Rosario, la cortijera (José Buchs, 1923)

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Ficha técnica 

rosario_la_cortijera_1Dirección: José Buchs. Año: 1923. País: España. Producción: Film Española (Madrid). Productor: Oscar Hornemann. Estudios: Film Española (Madrid). Laboratorio: CAF (Madrid). Exteriores: Sevilla y Córdoba. Distribución: Joaquín Guerrero (Córdoba) y Enrique Piñol (Barcelona). Argumento: Zarzuela “Rosario la cortijera” de Manuel Paso y Joaquín Dicenta (letra) y Ruperto Chapí (música). Guión: Joaquín Dicenta hijo, Antonio Paso y José Buchs. Fotografía: José María Maristany. Decorados: Emilio Pozuelo. Ayudante dirección: Francisco Cejuela.

Intérpretes: Elisa Ruiz Romero “Romerito” (Rosario), Miguel Cuchet (Manuel “El Rondeño”, rejoneador), Manuel San Germán (Rafael), Encarnación López “La Argentinita” (Carmela), Antonio Gil Varela (Paco Varillas), María Comendador (Señora Prudencia), José Montenegro (Señor José), Alfonso Aguilar (“Garrocha”), Pedro Fernández Cuenca. Longitud: 1917 metros. Duración: 71 minutos, a 24 imágenes por segundo. Primera proyección pública: Julio 1923, sala de proyección de Film Española (Madrid). Estreno comercial: 26 octubre 1923, Real Cinema y Príncipe Alfonso (Madrid).

Los rótulos de Rosario, la cortijera

1. Primera parte

2. En una de las más espléndidas campiñas de la hermosa Andalucía, se alzaba el cortijo del señor José y de su esposa la señora Prudencia… / José Montenegro / María Comendador

3. El encanto de aquél hogar era su hija Carmela, genuino tipo de la andaluza alegre y dicharachera. / Carmela.- Srta. Encarnación López. / La Argentinita.

4. ¡Qué lástima que su pretendiente sea el fantasmón de Varillas!

5. —¿Pues qué tiene Varillas?… Yo le encuentro muy guapo.

6. —… y tiene unos ojos…

7. Rafael, mayoral de una ganadería de toros. / Manuel San Germán.

8. Manuel, el Rondeño, hijo adoptivo dl señor José y la señora Prudencia. / Miguel Cuchét.

9. Quiero elegir yo mismo los toros que he de matar en Granada.

10. Paco Varillas, mozo timorato, hace dos años ronda a Carmela… y aún no se ha atrevido a declararse. / Antonio Varela.

11. —Mira que bonito es aquél.

12. —Voy a verle de cerca.

13. —Ten cuidado, Manuel, no vaya a ocurrir una desgracia.

14. —¡Manuel, que te acomete ese toro!

15. …pero ya no tuvo tiempo de retroceder, pues el toro se le arrancaba como un rayo, dispuesto a hacerle pagar caro su atrevimiento…

16. Rafael, al ver el grave peligro en que se hallaba el torero, y que no tendría salvación si el toro conseguía derribarle, no vacila en exponer su vida para salvar a su amigo.

17. El bravo animal acomete furiosamente por segunda vez, y hace rodar por tierra al caballo y al jinete.

18. Y Manuel contrajo con el noble vaquero, una eterna deuda de gratitud.

19. —Te debo la vida; desde hoy eres para mí como un hermano.

20. —¿Has notado… que en cuanto calienta el sol ya no se siente frío?

21. —¡Qué facilidad de palabra tiene este muchacho!

22.  Al día siguiente, Manuel se marchaba a cumplir sus compromisos.

23. Le recogimos muy pequeñito y le queremos como a un hijo.

24. Rosario, a la muerte de su madre, se dirige a pedir amparo a sus tíos el señor José y la señora Prudencia / Srta. Elisa Ruiz.

25. Desvíese de este lugar, no se vaya a encontrar con algún toro.

26. Rafael no puede disimular la impresión que le produce aquella forastera.

27. Y Rosario, recogida por los cortijeros, entró a formar parte de la familia.

28. Algunos meses después.

29. Rafael, desde que conoció a Rosario, la cortejaba, siendo bien acogido por ella.

30. Varillas toma ánimos para declararse a Carmela.

31. ¿Para qué me buscas, si no se te ocurre nada y te arrugas cuando me ves?

32. —Además, me ha dicho mi padre, que el mocito que me lleve, ha de ser torero como mi hermano.

33. —¡Caramba!… ¡Caramba!…

34. Paco Varillas se ha decidido a todo.

35. ¡No es nadie Paco Varillas!

36. Rafael comunica a su compañero Garrocha que al fin ha conseguido el cariño de Rosario.

37. Garrocha odia a Rafael, porque este ocupa el puesto de mayoral, que él ambicionaba. / Alfonso Aguilar.

38. El bueno del señor José no tiene más que un defecto…

39. —¡No hay más vino!… ¡Tempranito la hemos agarrado hoy!.

40. —Señor José, yo quiero ser torero y necesito que hable usted a Manuel, para que me ayude.

41. —Que estoy decidido a ser torero, con tal que tu me quieras.

42. —Yo misma te enseñaré a que torees con gracia y con arte.

43. Rafael, aceptado por los viejos, cada día quiere más a Rosario.

44. —Mañana llega mi primo Manuel, al que no he visto hace ya algunos años.

45. Carmela, entre tanto se desespera…

46. Fin de la primera parte

jose-buchs47. Segunda parte

48. —¿No recuerdas? Es tu prima Rosario, que ahora vive con nosotros.

49. —Son como hermanos. Mi hijo debe la vida a Rafael.

50. —Aquí tienes al valiente Varillas, que quiere ser torero.

51. —Pues mañana en la tienta probará sus facultades.

52. —Conmigo no cuenten para la fiesta, que no quiero pasar un mal rato.

53. —Si quedas bien… mañana por la noche te espero en la reja.

54. —Te haré una seña antes de acercarme, para que no me sorprenda tu padre.

55. La tienta.

56. —Bueno, Varillas; vamos a ver ahora si te han servido de algo mis lecciones.

57. —¿Qué esperas?… ¿No seas cobarde!

58. —Deme antes un poco de aguardiente, que tengo el tragaero zeco.

59. —Que bien toreas, Manuel; me gustaría verte con un toro mayor.

60. —Ahora mismo mandaré que lo suelten.

61. —¿Te has fijado como le gusta a Rosario ver torear a su primo?

62. —Ahora verá usted de lo que soy capaz, con el primer bicho que suelten.

63. Carmela entre tanto, temía por la suerte de Varillas.

64. —Estoy temblando por Varillas, que por amor propio es capaz de dejarse coger.

65. —Pues no te apures… que a Varillas no le coge un toro como no le tire un cuerno.

66. —Efectivamente, Varillas cuando le tocan el amor propio, se vuelve una fiera.

67. —Señor José, míreme bien por la parte posterior, que me parece que seme salen los intestinos.

68. —Lo que te sale por aquí, es una arroba y media de lana mal pesada.

69. Entre tanto, en el campo se terminaba la tienta de machos.

70. Varillas sigue sin decidirse a abandonar sus posiciones, ante la insistencia del enemigo.

71. El regreso.

72. —De mucho te creía capaz… pero tanto, no me lo esperaba.

73. —Hombre… es que miraba aquel toro de una manera…

74. —De manera que estás decidido a casarte con Rosario?

75. —Ya lo creo, no podría vivir sin ella.

76. Aquella noche.

77. —Retírate, Rafael, que estoy muy cansada y me quiero acostar.

78. —Estoy preocupado; no sé que le pasa a Rosario

79. —Son tan raras las mujeres… Pero no pienses que Manuel tenga nada que ver con esto.

80. La casualidad.

81. —Has interpretado mal mis palabras; no veo la necesidad de que vuelvas al cortijo.

82. Un gato nocturno.

83. ¡Miau!

84. —Manuel sabe que quiero a cegar a Rosario, y si en él existe un átomo de gratitud para quien supo salvarle la vida, será incapaz de hacerme traición.

85. ¡Miaurrumiau!

86. —Aquí hay gato… pero encerrado.

87. —Mira… como quedar, no he quedao mal del todo… pero no se lo preguntes a tu padre.

88. —Si es que estaba ensayando una suerte nueva.

89. —Pues ha sido una suerte… que te haya dao flojo.

90. Fin de la segunda parte

antonio_gil_Varillas91. Tercera parte

92. Pasado algún tiempo y celebrándose la Semana Santa, Manuel se traslada con su familia a Sevilla, ya que ha de torear en la Feria.

93. A Varillas, que ha perdido el miedo y ha ingresado en la cuadrilla de Manuel, le han autorizado el noviazgo con Carmela.

94. La Semana Santa.

95. El señor José y Varillas, se disponen a cumplir sus deberes cristianos en sus respectivas cofradías.

96. —¡Un poco de respeto a un soldao de don Ponsio Pilato!

97. La Saeta.

98. “En la calle de la Amargura / Cristo a su Madre encontró, / no se pudieron hablar / de sentimiento y dolor.”

99. Paco Varillas regresa de la procesión.

100. —¡Caramba, Varillas… ya podías haber avisao que eras tú!

101. Pocos días después de Semana Santa, se celebra la famosa Feria de Sevilla.

102. El día de la corrida que toreaba Manuel.

103. —Gracias, pero toreo esta tarde y hay que estar fresco.

104. —Pues voy a decir a Manuel que meta en su cuadrilla a mi marido.

105. —¿Pero no vas a vestirte?

106. —Si no me puedo vestir, porque anoche nos enredamos y ronda va y ronda viene, nos bebimos mi vestido, que está empeñado.

107. —¡Sabes que tienes muy poca vergüenza!

108. Garrocha ha conseguido sugerir a Rafael la idea de que Rosario no es para él la misma que era.

109. —¿Pero tu que sabes?… ¡Dilo!

110. —No seas mal pensado; eran bromas sin intención.

111. —Pues no vuelvas a ocuparte de eso.

112. Entre tanto, Varillas desempeñaba su traje de luces, sosteniendo un fuerte altercado con el prestamista.

113. Las patadas y bofetadas nunca vienen solas…

114. —Nosotros nos vamos a la plaza, que ya es hora.

115. —Que te haya dado tino Dios con tus toros.

116. —Mis toros son como yo; pelean siempre de frente y no engañan, ni hacen traición.

117. —¿Por qué habrá dicho eso?

118. —Carmela, dame un recuerdo tuyo.

119. —¡Rosario! Para qué callar lo que nuestros ojos se dicen. ¿O es que aún quieres a Rafael?

120. —Tal vez le quise… pero hoy no quiero a nadie más que a ti.

121. —Ya sé que me ha salvado la vida. Yo he salvado muchas y no se lo he dicho a nadie.

122. —Vamos a rezar por sus vidas.

123. —No sé por qué lloran, cuando en este momento estará Manuel delante del toro, aclamado por el público.

124. —Si alguien te escuchara, pensaría que no tienes corazón.

125. —¿Ha ocurrido algo?

126. —¡Dios mío!… ¡Ha muerto mi Manuel!

127. —¿Tuyo dijiste, Rosario? ¡Repítelo!

128. —Rafael, hay que preparar a los viejos; lo primero es lo primero.

129. —¡Rosario, si es verdad lo que pienso… ya puedes rezar por él!

130.  Cuarta parte

131. —¿No observas algo raro en Rosario?

132. —Tengo miedo, Manuel, lo que hacemos con Rafael es una infamia.

133. Rafael, entre tanto, atendía a su obligación en la ganadería.

134. —Prudencia ya has tenido.

135. —Esto no es prudencia; espera que Manuel se reponga del percance y vuelva al cortijo.

136. Carmela, también suspiraba por Varillas.

137. Una Cruz de Mayo en Sevilla.

138. —¡Me parece que Rosario mira a Manuel como no debiera mirarle!

139. De vuelta al cortijo.

140. —No te enfades, Manuel, que mañana mismo la voy a pedir.

141. —¿Pues qué te has creído?… Yo no soy como otras.

142. La petición de mano.

143. —¿Qué va a decir Varillas?… ¡Un muchacho tan formal!

144. —¡Ya viene Varillas!… ¡Por Dios, padre, sosténgase derecho!

145. —¡Pero… si está peor que mi padre!

146. —¿Qué va a decir Varillas?… ¡Un muchacho tan formal!

147. ¿Pues tú dirás, Varillas?

148. —Mire usté, señor José; estoy loco por Carmela y me quiero casar con ella.

149. —Si ella está conforme, por mí no hay inconveniente.

150. —Prudencia, que acto más solemne.

151. El cumpleaños de la señora Prudencia.

152. —¡Varillas!… Te conozco por la forma de la calabaza.

153. —Cuarenta y tres cumplo.

154. —¿Qué vas a hacer con el resto? Yo te llevo siete y he cumplido sesenta.

155. —Carmela, tienes que bailar para animar la fiesta.

156. Alegrías.

157. —¡En esta copa no bebe nadie!

158. ¿Por qué razón?

159. —Porque al que se atreviera a hacerlo, lo mismo que rompo este vaso, le partiría el corazón.

160. —Aquí no podrás nada. Déjalo para luego; seguros están los dos.

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161. Quinta parte

162. Pasada la impresión del susto, continúa la fiesta.

163. No sosiego hasta que mañana nos vayamos otra vez a torear y vea a Manuel fuera del cortijo.

164. —Si hoy Manuel y Rafael se pelean, tú tendrás la culpa.

165. —Si tan mal me he portao, lo mejor es que me marche de aquí.

166. —Pues oye: si a Manuel le ocurre por ti algún mal, no te salva ni el recuerdo de tu madre.

167. —¡Míralas, por éstas!

168. —¡Qué va a ser de mí, mañana cuando tú te vayas!… Hostigada por todos y tú, que tal vez me olvides.

169. —Hay un remedio para evitar eso. Vente conmigo a Sevilla.

170. —Al amanecer te espero aquí; montas a la grupa de mi jaca y a correr y a ser felices.

171. —Rafael tiene que saberlo antes de que os marchéis.

172. —Basta de jolgorio, que ya es tarde.

173. —Nosotros, también a dormir y que Dios nos proteja.

174. —No te enfades si vuelvo. Manuel al rayar el día se lleva a Rosario.

175. —Vete a escape al cerrado, prepara mi caballo y espérame en la cañada.

176. Ya sabrás lo que voy a hacer.

177. El león en la selva / ruge de celos, / al ver a su leona / en brazo ajeno.

178. Al rayar el día.

179. Rosario luchaba con sus pensamientos.

180. …soñaba encontrarse con su Manuel en Sevilla…

181. …viviendo cerca de la Giralda.

182. —¡Qué ingratos sois; marcharse sin despedirse de mí!… Pero yo soy más cumplido y aquí estoy para que no podáis salir.

183. —¿Quieres decirme por qué?

184. —Por que para salir de aquí, tienes que quitarme la vida y pasar sobre mí.

185. —¡Pues sobre ti, he de pasar!

186. —¿Qué vas a hacer ahora?

187. —Irme a la sierra a vivir con las fieras y a pelear con los hombres, que son los únicos que engañan.

188. —¿Y Manuel?

189. —¡Mírale!… Lo mismo que supe salvarle la vida, he sabido quitársela.

190. Fin

Escribe José Luis Martínez Montalbán

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