Háblame (2)

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Terror exprés

Los hermanos Philippou, nacidos en Australia, han alcanzado notoriedad como youtubers en RackaRacka, canal creado en 2013, donde sus clips caseros desparraman humor de manera persistente. En esta oportunidad fueron a más, su largometraje Háblame, coproducido por Causeway Films, Bankside Films y Talk to Me Holdings, fue adquirido por A24, productora y distribuidora especializada en filmes de mediano presupuesto.

La ópera prima de los gemelos se presentó en la Berlinale y en la sección Midnight de Sundance con buena acogida por parte del público y la crítica.

De viaje intermitente al reino de los muertos; la ficción, embotada en vaivenes de resolución infantil, se encarga de articular lo lúdico, con un terror tan demorado como insulso, dependiente en exceso del maquillaje.

El guion hace gala de una gradualidad atípica para el género. La introducción se demora en ir al grano; luego de un transcurso desmedido, pega la vuelta y decide hincar el diente a un juego que introduce aviesas intenciones de ultratumba.

Mia ha perdido a su madre (suicidio en discusión, necesita ser aclarado). Un evento casual conecta la diversión con el deseo de reencuentro, irrumpe el más allá.  Mia reconocerá la oportunidad del juego ante la presencia de su madre muerta y el ritual convocante. Se trata de un grupo de jóvenes que suele utilizar una mano embalsamada, con supuestos antecedentes espiritistas, para convocar la presencia de seres del más allá. La protagonista contacta casualmente con su madre y querrá continuar el vínculo.

El recorrido incluye oposiciones en aparente función de protección; una madre que aprovecha su investidura para guiar hacia el reino de los muertos que, si bien en principio parece englobar episodios circunstanciales y pasajeros, termina siendo algo semejante a una invasión desde el otro mundo; suerte de intencionalidad esgrimida sin mayores explicaciones, pero con pretensión de efectividad por el engaño. Fraude que obtiene ciertos resultados en un final abrupto jamás de antemano anunciado.

Un bodrio circundante a los esquemas habituales del terror, género por demás decadente. Háblame es redundante en efectismos, tanto desde grotescos maquillajes, como de inteligentes efectos visuales. Lo característico son algunos aciertos en el retocado de rostros y su gusto por el asco en la deformación de asquerosos semblantes en descomposición que, por cierto, no ejercen una presión permanente sobre el espectador, se dosifican en el intento de entretener sin exagerar en demasía su cuota parte de horror. El componente gore también está presente de forma dosificada, sin exagerar, las heridas son sobreexpuestas en agresiones y autoagresiones.

Si bien la narración intenta generar su propia importancia en aras de mostrar algo que pudiese efectivizar una presentación más creativa de lo habitual, pierde pie, desde el comienzo luce aburrida, por lo menos hasta el momento en que el espíritu materno hace aparición. Una escalada de embates denota el liderazgo de Reha, intención del reino de los muertos patentizada en medio de confianzas, de camino a la confusión desgranada y articulada en un final abrupto.

Juego de padres dobles en artera presentación, donde madres de ultratumba, en medio del prejuicio, retornan para plantar la semilla del descrédito. Retaliación que emerge en territorio cercado por dudas, ansias de contención; jugo de moralina presentado en clave de exposición social, términos perimidos en tránsito por el siglo XXI. Una exposición de motivos opone intenciones a la trampa de la salvación: padre salvador versus madre devoradora.

El filme no empacha, no exagera, simplemente, exhibe componentes típicos sin pretender impresionar en extremo, aunque el intento por presentar una historia interesante, que tome distancia de los habituales y trillados esquematismos, fracasa rotundamente.

La tentativa de originalidad culmina desbarrancando, un producto que peca por sobre extendida presentación del tema, la introducción opera a manera de anticlímax, tanto por su extensión como por su inmediata desconexión del motivo central. Gradualidad que consume buena parte del tiempo diegético, aplaca expectativas, disuelve sorpresas o, quizá, obtura la posibilidad de irrupciones intempestivas propias del género.

Cine de «posesiones» enmarcado en lo traumático como disparador de acontecimientos especiales.

El guion no presenta giros de ninguna especie, solo pequeñas vueltas de tuerca que denotan un relato lineal consumado en ingenuidades funcionales a la «eficiencia». Sue, madre de Jade, decide cambiar su enfoque al saber que no hay droga en el cuerpo de su hijo; cae la presunción de culpa asignada, Mia tendrá libertad para ver al paciente, la necesaria para ejercer su influencia negativa. Los Philippou demuestran poca creatividad en el cambio de rumbo.

Cine de «posesiones» enmarcado en lo traumático como disparador de acontecimientos especiales, traspasa límites en dirección a lo de siempre; lugares comunes reducen el bien y el mal a una cuestión de confianza teñida de afecto en la añoranza. Mia es sorprendida por la irrupción del contacto. Aparecida figura de alto impacto arrastra un nombre en dudosa reputación por supuesto acto suicida. Prejuicio que enturbia una visión más objetiva acerca de algo sobre lo que no interesa indagar. Los sucesos no se aclaran, aunque la madre pierde por completo esa aureola de ser benévolo confinado en el recuerdo.

Terror adolescente para las nuevas generaciones, claves sociales reconocidas recubren un formato de momento habitual en el fragor de consideraciones trilladas, solo cambia la cáscara, el resto pretende generar microexpectativas de corto alcance. Resoluciones inmediatas que no llegan a calzar en la categoría de misterio, preámbulo excesivo que, por momentos, se disocia del contenido esperado y retarda la preparación del clima necesario.

Las ansias abren la puerta al sacrificio humano, el acceso a la experiencia se torna casual, un mundo de muertos «sobrevive» ávido por consumar placer. Pronto todo será una competencia en la lucha por la credibilidad esbozada en irrupciones tan directas como banales.

Danny y Michael Philippou no convencen a un público exigente; una vez más, el terror se consume en tradicionales hábitos pasatistas.

La madre poderosa es el engaño que obstaculiza el razonamiento, el culto que ofrece un doble sentido recubierto de idealización ante el sufrimiento. Contribuirá a reubicar a la figura paterna, en la sobriedad del relato, ante un posiblemente falso discurso recordatorio. El salto es hacia el facilismo que navega sobre turbias emociones de llegada al terror engarzado en violencias de ultratumba ancladas a la embriaguez de los sentidos.

El duelo y la alienación recorren el espacio de contacto, temas tratados de manera insuficiente, ni chicha ni limonada, solo un planteo que rige desde la obsesión plagada de melancolía implícita, estados de ánimo que intentan resurgir desde contactos generacionales. Jóvenes aglutinados, diversión contaminada de humor negro en refuerzo a lo común de la experiencia. Caos resuelto en pequeñas dosis de confianza que privan de credibilidad; microresoluciones al servicio de una trama elemental en exceso.

Cine de sustos esperables plagado de lugares comunes adaptados a la vivencia adolescente del presente. Identificaciones que ofician de gancho al interés en el recorte de un público ávido por el propio espacio. Toca el turno a los jóvenes, aunque no en exclusividad; la película también alberga ecos de cintas habituales.

Producto bien delineado al género, aunque poco eficiente en la carga emocional que propone. Miedos esporádicos, circunstancias esperables subrayadas por golpes de sonido a la carta. Las tipicidades esbozan un menú de género reconocido en evidencias del pasado; recursos preanunciados convocan un efectismo insuficiente, solo resuena por reiteración en la ausencia de sorpresa. Lo pretendido fracasa en la anticipación de lo conocido.

Poco más para decir, Danny y Michael Philippou no convencen a un público exigente; una vez más, el terror se consume en tradicionales hábitos pasatistas.

Escribe Álvaro Gonda Romano | Imágenes Diamond Films