El control sobre lo incontrolable

El provocador, informativo y muy entretenido documental de Alex Braverman, titulado en versión original Thank You Very Much y aquí traducido por el más explicativo La comedia y el caos: El legado de Andy Kaufman, es un imán para quienes nos hemos dejado llevar por la broma interminable de Andy Kaufman.
¿Quién era en realidad Andy Kaufman? Esa es una pregunta recurrente en la historia de la cultura pop, ya abordada en la película de 1999 dirigida por Milos Forman Man on the moon, donde Jim Carrey demostró su obsesión por el cómico llevando su interpretación al paroxismo de lo mimético, y la dificultad para responderla bien podría haber complacido al propio Kaufman. «Era un artista, y su arte, para él, era su actuación», se comenta en un momento del documental.
Bromista empedernido, tras haber hablado públicamente sobre el atractivo de fingir su propia muerte, Kaufman murió ridículamente joven de cáncer de pulmón, y la posibilidad de que fingiera su propia muerte y que aún esté vivo se analiza casi al final del documental.
La idea que revolotea de que todos hemos vivido, durante cuatro décadas, dentro de los parámetros de una de las elaboradas bromas de Kaufman sugeriría un ridículo «compromiso con el personaje», muy acorde con el estilo pendenciero que fue perfeccionando a lo largo de su carrera.
Con Josh y Benny Safdie como productores ejecutivos, El legado de Andy Kaufman vuelve a contarnos muchas historias que ya eran conocidas con anterioridad, pero aquí nos encontramos con el regalo inesperado de nuevas imágenes que presentan encuentros con Steve Martin, Dick Van Dyke, Orson Welles, Laurie Anderson, Johnny Cash y Michael Richards… las imágenes de un encontronazo en el escenario entre Kaufman y Richards no parecen en absoluto una broma interna planeada.
«Nunca conté un chiste en mi vida… (No) me importa si es positivo o negativo, tiene que ser real», dijo Kaufman sobre la autenticidad de su trabajo. Vemos cómo el daño parental, y una mentira piadosa en particular, llevaron a su propio deseo de torturarse y avergonzarse a sí mismo y a su público por igual, leyendo por ejemplo El gran Gatsby en voz alta y de cabo a rabo a un público que no acaba de creérselo; fingiendo emergencias médicas en el escenario en un concierto sensacional en el Carnegie Hall; o haciendo subir al escenario a la gente para que le inspeccionara un quiste que le había salido en el cuello. Para Kaufman nada estaba fuera del alcance de su inventiva surrealista, y la película de Braverman documenta ese espíritu provocador único.
Un clip de Kaufman hablando de la vida en general con una marioneta de Howdy Doody (protagonista de un famoso programa de televisión infantil norteamericano de la década de los cincuenta) es muy ilustrativo, explicando por qué el cómico favorito de todo el país (con su brillante rutina de «extranjero gracioso» como Latka Gravas en Taxi) quien también trabajó como ayudante de camarero, ahuyentó deliberadamente a sus propios fans organizando combates de lucha libre «intergénero» con mujeres de todo el país y creó a Tony Clifton, un álter ego que, de alguna manera, fumaba, bebía y era mujeriego, algo que Kaufman no hacía.
Su modus operandi habitual desafía las expectativas convencionales de un monólogo cómico al uso. El público queda completamente a su antojo. Puede llevarlos a donde quiera y ellos pueden aceptarlo educadamente, exigirle con enojo que haga algo o simplemente levantarse e irse.
En cualquier caso, Andy tiene el control total; ha definido los términos de la realidad en ese momento. El documental insinúa esta idea y, a través de notables imágenes de archivo y algunas entrevistas, se puede comprender mejor la tesis que plantea: que Andy Kaufman fue un hombre impulsado por la inseguridad para crear una realidad cómica que resulta ser una obra de puro genio.
Por poner un pero al documental, he de comentar que no le hace mucho bien la decisión del director de insertar su propia creatividad de forma intrusiva donde realmente no era necesario. Por ejemplo, cuando se habla de que Andy encontró equilibrio gracias a la práctica de la meditación se comenta que las profundidades del mar pueden simbolizar el profundo estado mental de esa meditación trascendental, en contraste con la turbulencia que podemos sentir en la superficie mental; así que, de vez en cuando, aparece la imagen del mar embravecido para que no lo olvidemos.
En definitiva, el deseo inseguro de controlar la realidad por parte de Andy Kaufman creó una de las carreras cómicas más singulares, ingeniosas e inolvidables de todos los tiempos. Y este recomendable documental, que sobresale por su sensible retrato del artista singularmente excéntrico, lo muestra a las mil maravillas.
Escribe Francisco Nieto | Fotos Filmin