Lightyear (2)

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De aventuras interestelares para todos

lightyear-0Bien es cierto que cuando un nuevo filme de Disney-Pixar se estrena, la curiosidad de la opinión crítica y pública se vuelca en su nueva obra. No en vano, son responsables de algunas obras maestras de la animación de los últimos 25 años. Igual de cierto es que la rumorología afirma que sus cintas de estos últimos años han sido obras menores dentro de su particular universo. Aunque sean responsables, por citar un ejemplo, de una reciente maravilla llamada Soul (2020), dicho sea de paso.

Otros afirman que a Pixar se le exige demasiado. Simplemente por haber puesto un listón demasiado alto que hace que se le pida cada año una obra capital dentro del cine de animación. Y quienes afirman esto tampoco van desencaminados.

Ahora llega su último artefacto, Lightyear, proveniente de la cosmogonía de Toy Story y spin-off directo de ella, aunque en esta ocasión va por caminos completamente distintos. Y lo cierto es que la excusa argumental da rienda suelta a la inventiva basada en la tabula rasa, ya que es posible ver esta nueva cinta sin siquiera conocer mínimamente a los personajes de la saga original.

Lightyear aquí es un personaje de carne y hueso —por extraña que parezca esta afirmación—, un capitán experto en misiones estelares renombrado por todos como el Guardián Espacial, y al que conocemos en medio de una misión de reconocimiento en un planeta inexplorado, donde parece que no hay vida inteligente. Junto a su inseparable compañera de fatigas Alisha, quedarán atrapados, él y toda su tripulación en este planeta que, por supuesto, guardará más de una sorpresa.

Solo hay una forma de escapar de este planeta y, por supuesto, Buzz Lightyear empleará todas sus fuerzas para descubrirla. La esperanza de poder alcanzar la hipervelocidad y poder regresar así en el tejido espacio-temporal será el único objetivo del capitán en los años que le quedan por venir. Además, con cada nuevo intento verá envejecer a los suyos y cómo los años le pasan por delante mientras que él mantiene su juventud intacta.

Cualquier ojo avizor podrá detectar en su desarrollo argumental referencias e ideas sospechosamente parecidas a cintas de la reciente ciencia ficción más notoria de los últimos años. Ahí tenemos claras reinterpretaciones de InterstellarAd Astra o Star Wars, sólo por citar algunas. Porque se nota una labor realizada con esfuerzo por darle enjundia y solvencia a la base primigenia de la cinta, que hemos de suponer que se concreta en una cinta de aventuras infantiles entretenidas sitas en el espacio exterior.

En base a esta caracterización del astronauta que dedica su vida a la ciencia, Angus McLane, el realizador del filme, construye un personaje francamente distinto al que todos nos hubiéramos esperado. Se trata de un héroe en sus misiones interespaciales, aunque sorprendentemente humanizado, lleno de disyuntivas y con planteamientos morales verdaderamente adultos. Lo que lo aleja de la diversión, o del personaje que todos teníamos creado en el imaginario colectivo. Dicho de otro modo, las expectativas del juguete eran más altas que las que el propio personaje ofrece.

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Superada la primera mitad del filme, francamente la mejor y más arriesgada con diferencia, la película se instala en la complacencia de la aventura espacial rutinaria y perfectamente esperable. Una vez superada su parte introductoria excelentemente creada y elaborada, no hay nada más allá de la peripecia llena de obstáculos galácticos, de la mera anécdota. Algo así como si sus responsables fueran conscientes de que la concepción de la historia tuviera que estar condicionada por su propia etiqueta de cine para los más pequeños. Y pretenden compensar con filigranas artísticas la ligereza que recorre gran parte del metraje.

Aunque, a su vez, el paso de los años, las decisiones que se toman en el camino de la vida, o el peso de la evolución tanto tecnológica como humana, son temas que constantemente van sucediéndose en pantalla. Y es que Lightyear bascula entre la comicidad y la aventura más o menos inertes, apuntaladas a su vez con ideas mucho más ricas. Lo que hace que sea un filme que provoque el desconcierto y nos brinde finalmente una cinta alternativamente perfecta e imperfecta, con emocionantes momentos que se lastran con otros tantos más banales.

Por supuesto, y como todo lo que toca el binomio Disney-Pixar, sus aspectos artísticos y técnicos son admirables. Una banda sonora dignísima, unos efectos sonoros de alto nivel, una acción constante y una impecable factura hacen que este entretenimiento non-stop cumpla con creces.

Aunque uno no puede evitar pensar que hay una cierta carencia de exaltación en todo lo que subyace.

Escribe Ferran Ramírez

Más información sobre Pixar:
Monográfico dedicado a Pixar 
El abecedario digital de Pixar 

  

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