Atrapados en la oficina
De entrada, nos van a permitir que nos tomemos la licencia de explicar un poco lo que ocurrió con la proyección de esta película en el pasado Festival de Cine Fantástico de Sitges. Sin acritud alguna y tan sólo constatando un hecho, señalamos que Mondays estaba incluida en la sección Noves visions del Festival, una de las más importantes donde se da cabida a propuestas originales y hasta cierto punto marginales. La única proyección que tuvo lugar del filme (no recuerdo si se pudo ver en alguna maratón del último domingo) fue una noche a las dos y media de la madrugada, dentro de una dupla que incluía también Atrapados en un bucle infinito (River), de Junta Yamaguchi.
Hasta la fecha no ha existido otra opción de ver la película en pantalla grande, y lo cierto es que es una verdadera pena. Los acreditados que acudimos al Festival un año sí y otro también venimos reivindicando que se nos dé la posibilidad de disfrutar de algún pase más de algunas de los trabajos proyectados, así como de que este tipo de obras para todos los públicos puedan ser disfrutadas por aquellos a los que va especialmente dirigida. Esperamos que algún día nuestras súplicas sean atendidas. Al menos ahora Filmin la ha rescatado y la hemos podido recuperar. Vamos a por la reseña.
Los bucles de tiempo son algo complicado y, por lo general, a los personajes de cine o televisión que sufren esa penuria de vueltas y más vueltas sin hallar salida posible a su desdicha les toma una cantidad de tiempo decente darse cuenta de lo que está sucediendo. El shock y la negación tienden a aparecer primero, y luego la dificultad de convencer a otra persona de que esto es real causan una frustración y una consternación considerables. Después de eso, es cuestión de descubrir cómo cambiar las cosas para que el resultado final no sea el mismo y el ciclo eventualmente termine.
Mondays: See you this week! (por Dios, ¿tanto os cuesta titularla Lunes: Nos vemos esta semana?) ofrece una visión endiabladamente entretenida del tema, involucrando a toda una oficina de personas en la locura de verse atrapadas en el tiempo mientras luchan con todos los medios habidos y por haber por escapar colectivamente de su eternidad punitiva.
Akemi Yoshikawa (Wan Marui) se despierta una mañana en su escritorio y encuentra a la mayoría de sus colegas sentados a su alrededor. Su jefe, Shigeru Nagahisa (Makita Sports), entra acto seguido en la estancia y no entiende cómo todo su personal ha pasado toda la noche allí, concluyendo su sorpresa con aquello de: «juventud, divino tesoro».
Si bien trabajar en esa oficina ya puede parecer interminable e irritante, aunque no suceda nada extraño, Akemi pronto se da cuenta de que su semana se repite hasta el infinito y más allá, aunque dos de sus decididos colegas se armarán de valor e intentarán convencerla de que ahí hay gato encerrado. Una vez que es consciente de lo que está sucediendo, tiene que equilibrar la incorporación de otros al redil y esforzarse verdaderamente por lograr un ascenso importante que desea, que sólo se concretará si llega la próxima semana.
Desde la escena inicial, cuando el atónito espectador experimenta el día de Akemi por primera vez, parece que todos podrían estar despertando de un ciclo de aburrimiento y miseria (como la vida misma, vamos). Es descacharrante apreciar cómo Akemi se da cuenta por primera vez de su situación, cuando sus ansiosos compañeros de oficina ponen sus manos en forma de paloma y luego las golpean sobre la mesa. Es el recordatorio crucial que se activa cuando el animal golpea la ventana de la oficina, y el recuerdo de ese sonido fuerte saca a cada persona (salvo a uno de los personajes) de la sensación de que acaba de tener un sueño brumoso, y es absolutamente necesario cada vez que regresa a ese mismo fatídico lunes por la mañana.
Donde las historias sobre bucles temporales suelen tener problemas es en trazar lo que los hace suceder y cómo sus protagonistas pueden escapar, esta película tira de ingenio máximo y nos ofrece un puñado de teorías tan curiosas como singulares, como lo es por ejemplo el hecho de reclutar a toda la oficina en un momento determinado. Se trata sin duda de la escena más divertida: una presentación para su jefe que predice cada una de sus reacciones palabra por palabra para que puedan demostrar que lo que dicen es cierto.
Algunos críticos se han apresurado a compararla favorablemente con Palm Springs, una comedia en bucle temporal que muestra sus eventos repetitivos de una manera decididamente humorística, aunque el personaje principal de Andy Samberg ciertamente se divierte mucho más que Akemi y sus colegas (se puede ver actualmente en la plataforma Prime Video). Nosotros preferimos citar otros dos referentes nipones que hicieron las delicias en las últimas dos ediciones de los asistentes al Festival de Sitges. Nos referimos, claro, a la ya citada River y a la seminal Más allá de los dos minutos infinitos, ambas dirigidas por Junta Yamaguchi.
Ojo a las dobles lecturas porque las hay y muy jugosas: Una historia en bucle temporal en un entorno corporativo japonés que en realidad examina los temas del exceso de trabajo, el envejecimiento y la depresión, y se involucra con ellos lo suficiente como para ofrecer una crítica accesible a los problemas del equilibrio entre el trabajo y la vida personal en Japón, plagado de exigencias empresariales exhaustivas y competitivas. ¿Cultura de búsqueda de empleo e individualismo?…
Admitiendo que podría haber sido un poco más incisiva en los temas planteados, el resultado final del conjunto es más que satisfactorio. Es un juego divertido y cómico que tiene ese agradable toque de carga emocional, por lo que, sinceramente, es lo mejor que puede llegar a ofertar este tipo de narrativa.
Escribe Francisco Nieto | Fotos Filmin