Rocketman (3)

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Biopic y musical de excelente traza

rocketman-0Recuerdo cuando acababa yo el Bachillerato, corría el año 1970 y leí en una revista musical que un tal Elton John había irrumpido en el panorama musical británico y que su calidad y su fuerza presagiaban que se convertiría en el legítimo sucesor en éxitos y fama de The Beatles.

Me impresionó esta noticia y lo busqué hasta conocer su genio como compositor y cantante, de esa música suya que ha sido calificada como soft rock, pop o glam rock, pero que ha incursionado en otros géneros como el country, el disco, el R&B y formas más pesadas de rock. Sin duda había nacido una gran estrella. Mis primeras audiciones fueron canciones de 1971 y 1972 como: Levon, Your Song, Tiny Dancer o la mismísima Rocketman que da título a esta película.

Pues bien, Rocketman es un biopic y más: todo un musical biográfico incandescente y superlativo sobre Elton John, desde sus comienzos hasta alcanzar el estrellato mundial, merced a su rutilante estrella como músico y compositor, y a su colaboración desde finales de los años sesenta con el poeta y letrista Bernie Taupin. Este astro de superego exacerbado y excelencia, bien merecía una superproducción como la que ahora paso a comentar.

Tiene este musical una buena dirección de Dexter Fletcher, que aporta un fidedigno y dramático retrato del personaje; la vida agitada y en ocasiones tortuosa de un Elton John que al principio apuntó a lo más alto de una fama probablemente mal asimilada.

Está conducida la obra por un buen guión de Lee Hall que va y viene, adelante y atrás, en la historia personal del músico, con una narrativa impecable, siguiendo el recorrido emocional y echando mano de los golpes de efecto más predecibles en un biopic, si bien es cierto que están muy logrados y lucidos, sobre todo las escenas del mundo del espectáculo: danza, coreografía y musicales.

No olvida la obra la vida infantil del protagonista, un niño de cualidades extraordinarias al piano, una relación ambivalente y desapegada con su madre, un trato tortuoso con un padre frío y ausente que nunca lo abraza ni tiene el más mínimo gesto de afecto hacia él y, eso sí, una abuela «buena» que lo apoya y lo ayuda en su carrera musical desde muy pequeño. Todo este cúmulo de circunstancias, adversas la mayoría, le pasarán factura en su vida adulta.

Estos elementos del guión y la película al completo han contado con el beneplácito de Elton John, dado que ha participado activamente en el rodaje como figura y como productor, nada menos.

El repertorio musical o la playlist de éxitos musicales, sobre todo de Elton John (también de Matthew Margeson) son un aval sobrado del éxito taquillero que ha tenido el film desde que se estrenó; destaca igualmente su vistosidad, cara al público con gustos videocliperos. La música va del rock al pop siguiendo el recorrido real del artista. La cámara recoge estas actuaciones o ensoñaciones actuadas, en un tono espectacular con la extravagancia kitsch propia de músico inglés.

Magnífico atrezzo, decorado, vestuario, todo deslumbrante y reproduciendo fielmente los gustos del protagonista y remedando las épocas pasadas de los años sesenta y antes, hasta la actualidad. Se une a ello una buena fotografía decadente y oscura de George Richmond que acierta a teñir de un sugerente color ocre la historia.

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En el reparto sobresale un magistral Taron Egerton, cuyo parecido con el cantante, unido a su brillante trabajo interpretativo, resultan más que eficientes para hacer creíble la historia; ello se completa con la importantísima aportación vocal, pues es el propio Egerton quien canta los temas de Elton. Justamente en la presentación del film, Egerton lloró profusamente cuando el público le ovacionó por su papel como actor y como cantante; Egerton recordó que cuando ingresó en la Escuela de Interpretación en la vida real, le pidieron que cantara Your Son: ¡sorpresas del destino!

Jamie Bell interpreta con gran sintonía, sentido y sentimiento el rol del amigo y letrista de toda la vida, Bernie Taupin. Acompaña un cuadro actoral impecable con figuras como Richard Madden (muy bien como su manager con escena sexual medida de por medio), Bryce Dallas Howard (buen trabajo como la indolente madre), Steven Mackintosh (bien como el padre desapegado), Gemma Jones, Tom Bennett, Kit Connor, Stephen Graham, Matthew Illesley, Ophelia Lovibond o Charlotte Sharland, entre otros.

A Fletcher lo conocemos por haber rodado vidas muy bien talladas, como la intrigante Amanece en Edimburgo (2013); la historia del saltador sobre esquís extravagante y empecinado que fue Eddie el Águila (2016); y por haber llevado a buen fin la biografía de Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody (2018) –aunque no sea él quien figure en los créditos, sino Bryan Singer. En esta se emplea con el musical, género dado al éxito del protagonista, su redención y a la evasión. Y a fe que lo consigue.

Un musical, en fin, plagado de números, sangrante y crudo en ocasiones, poco condescendiente con la figura de Elton John, todo lo cual alcanza a emocionar. En este sentimentalismo bien trabado por Fletcher, se desvela la fatalidad de una vida disoluta de sexo, drogas y alcohol, si bien tanta tragedia está lacada y abrillantada por la espectacularidad de la música y la danza con que la cinta encuadra la trama.

El film divierte y atrapa. Hay una escena en la cual Elton entra en una sesión de terapia de grupo para la desintoxicación diciendo: «Soy adicto al alcohol. Soy adicto a las drogas. Soy adicto a la cocaína. Soy adicto al sexo». Pero inmune al desaliento, el film continúa a modo de espectáculo trepidante y cautivador.

En resolución, es un merecido homenaje al universalmente reconocido cantante y pianista británico. Esta película es más sincera y veraz que Bohemian Rhapsody (la comparación no se puede evitar) y a la vez, es un producto previsible confeccionado mirando el éxito comercial.

Escribe Enrique Fernández Lópiz

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