El hombre que dio una nueva dimensión al western

Leone, hijo de un director de cine, vivió su gran amor por el cine americano desde su más tierna edad. También, claro, vio qué era eso de hacer películas desde pequeño, ya que acudía a los estudios con su padre y se quedaba embobado viendo cómo funcionaba aquel mundo del que formaría parte.
Sin que su nombre apareciese en los créditos, había dirigido en parte, al menos, varios filmes, entre ellos había colaborado con algunas de las glorias de Hollywood que rodaban en Italia, ya que salía más barato que en Hollywood, y a los que Leone atosigaba con preguntas sobre su obra, sobre la manera en que habían creado tal o cual imagen.
Aquellas glorias, muchas veces, dejaron sin contestación a aquel joven que plateaba tantas preguntas sobre películas de antes de aquella que rodaban, y que en algunos casos el joven Leone se sabía de memoria. Era un joven entrometido y sabelotodo, sin saber nada, en el mundo del cine.
Pero de ahí de esos encuentros iba sacando conclusiones, que terminarían por convertirlo en un maestro, en hacedor de un cine tan distinto, que su primer western, su segunda película reconocida como dirigida por él (la primera fue El coloso de Rodas), fue duramente tratada por la mayoría de los críticos y despreciada por aquellos jóvenes, entre los que me encontraba, que reían las excentricidades de aquel extraño western titulado Por un puñado de dólares en los aparecía, se decía, un actor bastante inexpresivo, que había trabajado de secundario en algunas películas, así como coprotagonista en series televisivas.
Se trataba del hombre sin nombre, nada mejor para denominar a aquel actor, que años después sería considerado no sólo un gran actor, sino también un gran director: Clint Eastwood, uno de los personajes que aparece en este documental que reivindica la figura de Leone, siguiendo, en parte, las huellas de ese gran libro sobre el director como es Algo que ver con la muerte, escrito porChristopher Frayling y que también, como es lógico, aparece en esta película bautizada como el italiano que inventó América. Algo cierto, Leone, enamorado del cine americano, creó con su cine una América, reflejo de la América real.
La América de Leone es por encima de todo suya, creada a través del propio cine, como va demostrando de manera minuciosa este documental que se abre con Quentin Tarantino diciendo la importancia que Leone tiene en su cine, refiriéndose sobre todo a Kill Bill, Django desencadenado o Los odiosos ocho.
Tarantino deja claro que todo su cine se inspira en la forma de realizar Leone sus películas, he aquí el secreto del director italiano: descubrir una nueva forma de rodar, jugar de una manera importante, al mismo tiempo, con el tiempo tanto suspendido como avanzando, retrocediendo o transcurriendo normalmente, algo que esta película muestra en muchos momentos, pero sobre todo referido al duelo final de El bueno, el feo y el malo.
El documental va analizando el cine de Leone de acuerdo al orden en que sus películas fueron rodadas. Se lamenta, por ejemplo, qué poco tiempo dedica a La muerte tenía un precio, reducido prácticamente a dos momentos, uno de ellos el maravilloso y cómico juego para ver quién tira mejor, en el primer encuentro entre ambos dominadores del revolver representados Eastwood y Lee Van Cleef.
De los demás westerns se demuestran sus innovaciones, lo que representan, dedicando gran importancia tanto a Por un puñado de dólares como a Agáchate maldito, en la cual en uno de sus momentos rueda la escena igual que tuvo lugar la muerte de varios partisanos en la II Guerra Mundial por los nazis: un homenaje a la lucha por la liberación en la que tanto tuvieron que ver los comunistas, ideología del propio director.
El problema de este western está en que la concienciación política es demasiado evidente, mientras que, en una de sus más grandes obras, Erase una vez en América, se encuentra también presente, pero de manera más sutil: un filme que sobre todo habla de la lucha por la creación de esa América mítica, narrada por un director —dice uno de los directores que aparecen en el filme— que creo un mito de un mito, realizando un cine personal.
Nada menos que, además de Eastwood y Tarantino, se da la palabra sobre todo a Scorsese y a Spielberg, que comentan su amor hacia la forma de rodar y montar Leone (esa forma de utilizar los primerísimos planos en pantalla grande). También al joven Damien Chazelle, otro de los admiradores de Leone.

También hay que citar la inmensa presencia de Ennio Morricone hablando de sus colaboraciones con el director, y de lo que significó para él su cine. Al lado de Ennio componiendo la música aparece Leone dándole indicaciones sobre cómo prepararlo, pidiéndole para algunas más suavidad, por ejemplo en la llegada de Claudia Cardinale en el tren en Hasta que llegó su hora.
Los mejores momentos, si se pueden entresacar de las otras intervenciones, son loas de Morricone, curiosamente compañero de escuela de Leone, y con el que, sin saber iba a ser quien llegó a ser, empezó la colaboración en su primer western. Para Morricone, Leone representa el gran ejemplo, en su grandeza, de una inmensa vuelta al gran cine mudo y pone como ejemplo la maravillosa secuencia con la que se abre Hasta que llego su hora (el título original era Erase una vez en el oeste).
Para ese momento, cuenta Morricone, preparó una música que decidió quitar Leone cuando vieron la escena. La única música es en ese principio —que posee probablemente la secuencia más larga de créditos—, es una mezcla de silencio, de ruidos como el del telégrafo, el de una mosca o el chirriar de un molino. Y con eso queda una de las mejores secuencias de su director.
Un dato curioso supone la intervención del ayudante de dirección en esa obertura, diciendo a Leone que sería preferible suprimir el ruido chirriante del molino. La mirada y risotada del director debió ser grande porque ese grito es el que da todo su sentido (creando en el espectador cierto nerviosismo) a la secuencia. Se habla mucho de este filme, del papel de Claudia, del de Fonda, de la historia que se cuenta, en la que está presente la formación de un país y, para darle un carácter distinto, trabajó en el guion junto a Bernardo Bertolucci y Dario Argento, quien explica la forma de trabajar los tres en el filme y cómo Leone iba a trasladarse a la propia América para rodar algunos planos en el Monument Valley, que siempre aparecía en la obra de John Ford.
Entre los personajes que hablan de la obra de Leone aparece Darren Aronofsky, resaltando también los valores de Leone y, eso no puede faltar, interviniendo en varios momentos Frayling, autor del gran libro sobre este gran director. También intervienen los dos hijos de Leone expresando lo que supuso su padre para ellos, lo que de él aprendieron, incluso de pequeños acompañaban a Leone en sus desplazamientos y, al menos su hija, aparece de pequeña en algunos planos de sus películas.

Este documental dirigido por Francesco Zeppei (1) dedica, de forma lógica, bastante tiempo a analizar una de sus obras maestras (Hasta que llegó su hora), planteando una nueva mirada sobre el western y en el que por primera vez, en su cine, el protagonista es una mujer, sin olvidar que el cine de Peckinpah tiene mucho que ver con el italiano.
La parte final del documental se dedica a la película con la que iba a llegar a lo más alto: un filme de gánsters, que tardaría entre preparación y comienzo del rodaje más de diez años. Estaba convencido de lo que supondría aquella obra, la segunda de la trilogía que pensaba realizar sobre América. Escribió guiones y guiones para la segunda película sobre los géneros de Hollywood. Se había rodado la primera, esta sería la segunda, mientras la tercera estaría dedicada al musical.
Pudo terminar el filme de alto presupuesto, con buenos actores. Para llegar a realizarlo dijo no a varias ofertas recibidas para rodar otras películas como El padrino. Dio todo por realizar su película de gánsteres que fuera, como sus westerns, distinta a todo lo que se había hecho. Se tituló Érase una vez en América. Estuvo presente la versión completa, que pasaba de las cuatro horas, en el festival de Cannes, donde triunfó.
Acortó la película dejándola reducida a unas tres horas y media (hoy, donde se hacen películas tan largas, seguro que la hubieran dejado como pensó Leone: nadie habría reducido su metraje original) y la dio a conocer a los productores americanos, quienes dijeron que aquello era imposible proyectar, que para su estreno en América la productora la montaría a su gusto. El mundo se le vino abajo a Leone, máxime cuando aparte de dejarla reducida a la duración normal de cualquier filme, el montaje se hizo en orden cronológico y no con los saltos en el tiempo previstos por Leone. En Europa, casi se pudo ver la versión de Leone, pero eso sí dividida en dos partes. Su duración fue aquí de 225 minutos.
Presumiblemente Leone estaba acabado. Comenzó a pensar en el rodaje de un filme sobre el asedio de Stalingrado en la II Guerra Mundial, pero no pasó de ahí.

Moriría, cuando aún podía haber dado muchas grandes obras. De forma sorprendente esto no se cuenta en este documental, la muerte de Leone mientras veía, jugarretas del destino, por la televisión en su casa Quiero vivir. Leone también quería vivir para rodar además de Stalingrado su cierre sobre América dedicado al musical, pero lo ocurrido con Érase una vez en América había sido demasiado. Más de diez años de su vida perdidos, aplastados por la maquinaría que tanto había admirado, por un Hollywood que no pensaba en la maestría, grandeza o la nueva concepción de un cine que abriría fronteras. El mundo del cine acabó con él.
Leone abrió nuevos caminos para el cine, al ser, como dice Spielberg, uno de los creadores del cine moderno en el que todos tendrán que mirarse… incluso alguna escena de La guerra de las galaxias, está influida por Hasta que llegó su hora. Nos dejó pocos filmes, debido a su temprana e inesperada muerte, pero su obra es la de un hombre que sabía lo que quería, yendo más allá de lo conocido en aquel momento. Sólo hace falta admirar los planos de los duelos finales en la trilogía del dólar para darse uno cuenta de la admiración y entusiasmo por el cine que amaba, pero yendo aún más allá, de forma que su influencia ha sido grande en el cine posterior, y no sólo en los westerns.
El documental acaba con simples y palabras de admiración de varias de las personas que han intervenido a lo largo del filme y termina lógicamente con Clint Eastwood dando las gracias a Leone por todo lo que hicieron juntos. Antes han hablado sus hijos (Andrea y Fracesca), Tarantino («No hay ningún cómico que haya hecho un papel cómico como el suyo en El bueno, el feo y el malo»), Spielberg («los western de Leone tienen mucho humor»), Scorsese («Las películas de Leone tienen dos partes, una se refiere a la comedia de arte italiano y la otra a la épica»), Morricone («la relación entre músico y director de nosotros dos, puede equipararse a la Hitchcock y Herrmann»)…
Un análisis interesante sobre la obra de un gran director que pudo realizar pocas películas, pero las que hizo son, casi en su totalidad, ya obras clásicas del cine.
Escribe Adolfo Bellido
(1) Leppei ha realizado tres documentales, los tres sobre personas dedicadas al cine: Friedkin al desnudo (2018), sobre el director William Friedkin; Oscar Micheaux: The superhero of Black filmmaking (2021) y Sergio Leone: el italiano que inventó América (2022). Oscar Micheaux, poco o nada conocido, es el pionero del cine afroamericano. Dirigió y produjo más de 40 películas.