Y los deseos, deseos son
Disney ha llegado su centenario, como nos insiste en recordar su renovado logo cada vez que lo vemos. Es innegable la transcendencia artística e histórica de la factoría del ratón más famoso del mundo. Iconoclasta, conmovedora, mágica, emocionante… se nos ocurren muchos adjetivos para calificar a esta empresa que se ha adaptado a los tiempos, ha luchado contra períodos de crisis y, pese a todo, ha mantenido su curso con pie firme.
Es cierto que bien podemos decir que los últimos años no le han sentado muy bien al negocio. Ha tenido varios fiascos recientes de taquilla, las recepciones críticas de la mayoría de sus últimas producciones han sido más bien tibias, y, además, Disney está tomando un camino de apertura hacia los nuevos estándares de género e inclusividad que han conseguido justamente el efecto contrario de lo que pretendían.
Sí, estamos hablando del boicot en redes que han obtenido algunas de sus decisiones artísticas, y que están obteniendo ya nuevos productos que aún están en fase de producción. Por no hablar de los tiempos de crisis del cine en general que preocupa, y muchísimo, a las majors como Disney, pues estas lógicamente, tienen que seguir obteniendo buenos dividendos.
Aunque seguramente haya más de una persona directiva de la compañía con los nervios a punto de estallar, Disney parece no amilanarse y asume sus determinaciones con buena cara. Si los tiempos no están jugando a su favor y parece que todo ello se refleja en sus últimas producciones. Han intentado innovar en géneros (el cómic de aventuras pulp de Strange World, por ejemplo), han querido mostrar su universo multicultural (la muy injustamente obviada Raya y el último dragón o Encanto serían sus ejemplos más recientes) y también han apostado por secuelas que se creen más o menos seguras (Frozen 2 o el nuevo capítulo de Del Revés, programado para este próximo año).
Entre la tradición y lo moderno
Y en medio de todo este panorama un tanto vesánico, se estrena Wish, que pretende ser la cinta que celebra estos cien años de la factoría. No sabemos si por mera casualidad, o por una estrategia muy calculada, Wish parece querer alejarse de las tendencias imperantes en la animación para regresar a un estilo narrativo más tradicional, aunque mantiene algunos de los cánones actuales. Todo apunta a que la idea desde un inicio ha sido querer conjugar pasado y presente y quizás esto sea precisamente lo que hace que Wish se quede en un camino intermedio a todos sus niveles. Vamos a explicarnos.
Para empezar, tenemos a Asha, una protagonista femenina, joven, con pecas y racializada que no es princesa ni nada por el estilo, sino que se trata de una chica de lo más corriente. Vive con su madre y su abuelo en el reino mágico de Rosas, situado en una isla mediterránea según nos cuentan. Asha no vivirá ninguna historia de amor, tampoco pretende alcanzar cierto estatus de heroína conscientemente. Se trata de una muchacha que trabaja realizando visitas guiadas del reino y que solo quiere ayudar a su familia y salir adelante. Muestra una actitud decidida y enérgica en todo momento, eso sí.
El Rey Magnífico, un hombre muy apuesto y querido por el pueblo, es quien mantiene supuestamente el espíritu vivo de los deseos de sus ciudadanos, a la par que ejerce una especie de jerarquía en el cumplimiento de estos. Mientras que los residentes de Rosas le entreguen sus deseos, él puede hacerlos realidad si considera que serán útiles para la cohesión social. Si no, los ciudadanos han perdido sus deseos y nunca los recuperaran porque son incapaces de recordarlos.
Podríamos decir que este argumento, ya desde su base, conjuga modernidad y raíces de antaño: nos encontramos en un reino, con un rey muy guapo pero que resulta ser muy malo, con una chica que no busca al amor de su vida, sino que busca la felicidad para los suyos y que logrará que la magia esté de su lado para finalmente hacer el bien y restablecer el orden natural de las cosas.
Si bien su premisa es simple, muy, muy, muy predecible y sin sorpresas, funciona bien (incluso muy bien) aunque le falte algún elemento más que la envuelva de esa emoción que la hubiera llevado al nivel que muchas y muchos hubiéramos querido. Porque parece que todo queda a medio gas.
¿Es Wish una película floja? En absoluto. ¿Disney ha perdido el toque mágico como se dice por ahí? Para nada. Lo mantiene, aunque a un nivel diferente. Porque es justo esa voluntad de querer representar modelos actuales de conducta lo que hace que exista esa ausencia de emoción y peligro que antaño ofrecía la compañía.
Aún con todo, Disney logra elevar esta cinta para tan señalada fecha que, de otro modo, sería una cinta cualquiera en su filmografía. Wish está plagada de referencias a toda la filmografía previa de la compañía, algunas sutiles y otras explícitas; su diseño de animación es simplemente excelso; tiene momentos musicales de verdadera magia y su reparto es excepcional.
Y su historia sobre el poder de los deseos y lo que suponen para cada uno de nosotros, aunque sencilla, resulta bella y muy adecuada para esta efeméride. Simplemente porque logra condensar toda su Historia en una historia y porque la cinta de algún modo termina por convertirse en un festín para el público nostálgico. Algo que definitivamente, termina por ser un acierto y, por qué no decirlo, también termina por ser un deseo.
Escribe Ferran Ramírez | Fotos Disney España
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