«Me da mucho reparo la emotividad en el cine»

Dentro de los Preestrenos del Festival Antonio Ferrandis se ha presentado La casa, el último trabajo de Álex Montoya (Asamblea, Lucas). Basada en la novela gráfica del mismo título de Paco Roca, la película fue una de las grandes triunfadoras en la pasada edición del Festival de Málaga. El preestreno ha contado con la presencia del director Álex Montoya, Paco Roca, y Marta Belenguer y Jordi Aguilar, que forman parte del reparto de la película.
En La casa, Antonio ha muerto y sus tres hijos, con sus respectivas familias, se reúnen unos días en la humilde segunda residencia que su padre levantó y cuidó, para adecentarla de cara a venderla. Pero los recuerdos, los secretos y las viejas disputas hacen su aparición y complican todo el proceso.
Protagonizada por el ganador de dos Goya David Verdaguer, La casa cuenta también con Óscar de la Fuente, Luis Callejo, Olivia Molina, María Romanillos, Lorena López, Jordi Aguilar, Marta Belenguer, Miguel Rellán y Tosca Montoya.
Producida por Raw Pictures, Nakamura Films y Haciendo la casa A.I.E., La casa cuenta con la financiación de Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, del Institut Valencià de Cultura y del Instituto de Crédito Oficial, con la participación de Radio Televisión Española, À Punt Mèdia y Crea SGR. La distribución en cines correrá a cargo de A Contracorriente Films, que estrena la película en toda España el 1 de mayo.
Con Alex Montoya, que escribe el guion de La casa (junto a Joana Ortueta)y dirige la película, hemos hablado sobre qué le atrajo de la obra de Paco Roca para realizar la adaptación, de la dificultad de traspasar el cómic a la pantalla grande y los elementos y temas comunes que van apareciendo en su filmografía.
¿Qué ves en la novela gráfica de Paco Roca para que la utilices como material de partida para su adaptación cinematográfica?
De entrada, el cómic y la película lo considero como obras separadas. Entiendo la película casi como un spin-off. La película no intenta ni ser ni mejor ni peor que el cómic, es diferente. Y parto de la visión de que el cómic se ha hecho por una persona y la película se ha hecho por otra. Pero es verdad que a mí como director me interesaba sobre todo complacer a Paco.
Para mí ha sido un contenido que me ha permitido mantenerme en la película, que me ha permitido mantener una distancia con el material original, que me ha permitido hacer la película igual más limpia de lo que habría hecho si fuera un material propio.
¿Y qué es lo que te llamaba la atención de ese material?
Tenía ciertas reservas o cierta fricción con el cómic porque había leído mucho de Paco. Pero este cómic era como más personal, más introspectivo, más documental, y al principio me daba un poco de pereza. Pero realmente cuando lo lees, y es lo que le pasa a toda la gente, te atrapa.
El cómic es mucho más pausado que la película, con muchas más conversaciones largas y muchos recuerdos. Y me fascinó la capacidad que tiene de evocar, con cuatro mimbres, de una manera que yo no había visto nunca en el cine. Fíjate que el cine trata de la memoria y del legado desde el principio, prácticamente cada película en el fondo tiene eso, es un recuerdo de unas personas que ya no viven.
Y me emocionó mucho verlo, ¿sabes? Verlo tratado de una manera tan potente y tan limpia. Y tan aparentemente sencilla. Y decidí pasar ese concepto a película. Lo que pasa es que, a priori, parece como una cosa fácil, viniendo del cómic, pero es mucho más complicado.

Y cómo es ese traslado del cómic, prácticamente un storyboard, a la pantalla para que convivan esos dos lenguajes.
Puedes hacerlo de muchas maneras. Por ejemplo, Zack Snyder en Watchmen hizo prácticamente un calco del cómic de Alan Moore. Pero en el paso a la pantalla tienes que rellenar. Tienes que rellenar mucho. A pesar de que parece que en el cómic está todo, al final hay que darle sonido, hay que darle actores reales, hay que darle tempo. En el cómic el tempo viene marcado un poco por el espectador aquí tienes que marcarlo de otra manera.
Engaña mucho porque en la primera lectura dices: “Esto es sencillo”. Con Regreso al Edén, que es el cómic que sigue a La casa, que trata de su madre, que no aparece en La casa, es muy cinematográfico. Parecería muy fácil adaptarlo, pero realmente no es así.
Tienes que coger el cómic y construir la película. Te preguntas: “¿Qué estamos viendo?, ¿cómo vienen los hermanos?, ¿cuándo llegan?, ¿qué tipo de personalidad tienen?”. Para volver a reconstruirlo. En este caso, aumentando un poquito la tensión. Creando una escena en la mitad de la película que no existía como es la del restaurante. Y claro, es un proceso largo porque no son cosas que puedas deducir. Hay que hacer mucho trabajo mental, hincando mucho los codos porque no son cosas que te aparecen de repente. Entonces dices: “Oye, ¿y si hiciéramos una comida en la película? Donde los hermanos hablan de la casa”. En el cómic no hablan nunca de eso porque ya se ha hablado previamente. Pero en la película, discuten. En fin, es complejo y llevo tiempo.
Es una película muy emotiva. Pero a la vez está muy controlada. Controlas mucho la emotividad en determinados momentos, introduciendo una serie de fundidos en negro, por ejemplo, en la escena del abrazo.
A mí me da mucho reparo la emotividad en el cine. Como espectador me provoca una reacción contraria. Entonces, al final lo que hace un director en el combo, viendo la pantalla o mirando la escena, es aplicar sus gustos.
Los actores muchas veces querían subir la emotividad de la escena, pero a mí me da reparo. Si a mí me da reparo como espectador, a la gente a la que le puede gustar mi cine, le daría reparo también. Por eso dosifico mucho. Y sí que hay momentos en la película en que los actores se rompen, pero esos momentos están muy medidos.
¿Cómo has trabajado el casting? Hay un reparto coral con un protagonismo repartido y al final se crea esa idea de que son una familia. ¿Hubo periodos de ensayo?
Hemos ensayado, hicimos un par de lecturas de guion largas, con todas las escenas para ver qué quería cada personaje, si había subtexto o no. Un poco aclarar todo esto. Pero básicamente, con los actores, soy bastante intuitivo. No he hecho castings prácticamente para nada. Veo un actor o actriz, miro lo que ha hecho, y veo rápidamente si es bueno o no. Miro si puedo hacer esto y lo hablo con él. Y si me parece buena persona, que es muy importante para el tema del rodaje, lo embarco y ya sacaré todo adelante de alguna manera.
Y en este caso he tenido mucha suerte. Son actores muy buenos todos. Y por eso también traigo actores amigos que han trabajado previamente. Marta Belenguer, Lorena López, Jordi Aguilar. Ya había trabajado con ellos. Sé que son buenos, que son buena gente. Sé que lo pueden sacar.
Pero es verdad que el actor viene con mucha inseguridad siempre. Porque al final como actor tienes que dar la cara en la pantalla. Pero yo ya estoy convencido de que lo van a hacer bien, por eso muchas veces no soy muy efusivo con ellos durante el rodaje. Ya de entrada me parece bien lo que hacen y luego lo vamos afinando todo un poco. Por lo tanto, básicamente, fue elegir bien los actores. Hubo muy buen rollo para un rodaje siempre apretado de tiempo y tan coral. Fue aplicarme el buen gusto, el mejor o peor gusto que pueda tener, aplicarlo a lo que estaba viendo.

Eres un director que escribes tus guiones partiendo de un material propio. Por ejemplo, Lucas te acompañaba incluso desde tu etapa de director de cortometrajes. Sin embargo, en esta adaptación del cómic de Paco Roca parece que sea un material muy tuyo. Lo has hecho propio, que al final es lo que tiene que ser una adaptación.
El tema del director-autor es muy complicado. Pero sí, está claro que aplicas tu gusto, tus obsesiones, todo lleva una impronta tuya. Por ejemplo, el tratamiento de la ternura. Yo soy bastante tierno con mis personajes. Normalmente son siempre redimibles. Es el caso de Lucas, imagínate, el papel del tipo que intenta resistir sus impulsos. Y claro, eso se ve.
Porque mi idea al principio, cuando empecé a hacer largos, era hacer una comedia, un thriller y un drama. Tenía en mente La casa e hice Asamblea y Lucas. Quería que tuviera un momento diferente cada una. No quería repetir películas. Y aparentemente las tres son muy diferentes, pero luego las ves y hay un montón de cosas similares. Por ejemplo, hay abrazos en las tres. Hay temas paterno-filiales en las tres. Y es que claro, es lo que me toca al final.
Siendo géneros absolutamente diferentes.
Pero al final hablas de lo que piensas todo el día. Y de lo que te toca emocionalmente. Y bueno, por una parte, está bien; por otra, también te hace darte cuenta de que tiendes a repetir ciertas cosas que se pueden convertir en cliché.
Pero lo que sí recuerdo es que nunca he decidido voluntariamente meter un abrazo porque sí. Cuando lo pongo es porque el abrazo es un contacto físico íntimo. Y cómo lo haces o cómo no lo haces te permite hablar mucho de los personajes. El abrazo de Lucas es un abrazo incómodo, es un abrazo emocionado, pero corto, es incómodo.
En Asamblea, el abrazo de ella con el padre, es también rápido, Greta Fernández con Francesc Garrido, le da un abrazo y se va. Y en La casa, tenemos que hay uno de los personajes que no quiere darse el abrazo. Una escena escrita te habla muy bien, si está bien hecha, te habla mucho de cómo son los personajes.
Y ya para terminar, has comentado que ya tenías en mente la película de La casa incluso antes de rodar Asamblea. Es una película que ha llevado tiempo sacarla adelante.
En realidad, han ido en paralelo. Empezamos con La casa en 2016 o 2017, antes del rodaje de Asamblea. Últimamente las películas son agotadoras, y para mí más, porque hemos tenido hasta ahora poco dinero y he tenido que hacer de todo. Escribir y montar, incluso he hecho corrección de color en Asamblea y Lucas, los grafismos de la película de La casa son míos, y también el diseño del cartel… Para mí cada película es muy agotadora. Y por suerte La casa está funcionando muy bien porque las otras dos, a pesar de que fueron muy bien recibidas, no tuvieron un retorno monetario.
Escribe Luis Tormo
