Entrevista con Fernando Tejero

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«El personaje te da a ti unas vivencias y tú le das al personaje otras»

El Festival de Cortometrajes K-lidoscopi de Cullera celebra este año su XII edición tras haberse consolidado como una de las propuestas audiovisuales más completas y de mayor calidad a nivel nacional. Merecedor del título de Festival Calificador para los Premios Goya, K-lidoscopi se ha convertido en uno de los 45 festivales de toda España que entra en esta categoría. En la edición de este año el festival hace entrega de su máxima distinción, el K-lidoscopi de Oro, al reconocido actor Fernando Tejero. Con una trayectoria de más de 25 años en el cine, el teatro y la televisión en la que atesora multitud de premios como el Goya al Mejor Actor Revelación por la película Días de fútbol.

Con motivo de su presencia en el festival K-lidoscopi para recoger el premio, hemos mantenido una amplia entrevista con Fernando Tejero, al que agradecemos el tiempo que nos ha dedicado, en la que el actor cordobés repasa toda su trayectoria desde sus inicios hasta sus últimos trabajos, explicando qué significa ser actor, cómo trabaja sus personajes, su popularidad en televisión y su capacidad para trabajar todo tipo de registros, tanto en la comedia como en el drama.

Empiezas, como muchos actores y actrices que sois de fuera de Madrid, emigrando a la capital para empezar vuestra carrera profesional. Ingresas en la escuela de interpretación de Cristina Rota y comienzas con tus primeros trabajos. Pero ¿cuál es el primer momento en el que decides que quieres ser actor? El impulso que te lleva a irte a Madrid.

Pues igual es un tópico, pero desde muy jovencito hay algo que me llama mucho la atención que es el mundo del teatro. Yo quería ser actor por el teatro. Y a partir de que en 8º de EGB me mandan leer una función de Lorca,  Bodas de Sangre. Aún sin entenderla muy bien, por la edad que tenía, me enamora lo que leo, empiezo a leer más a Lorca; y luego,  mi abuelo me llevaba al Gran Teatro de Córdoba,  a ver todas las funciones porque mi abuelo sí era muy aficionado,  o sea, nunca se dedicó profesionalmente, pero le encantaba el teatro, escribió algún texto. Yo iba al Gran Teatro de Córdoba y quién me iba a decir a mí que con los años, algún día, yo iba a pisar ese escenario. Y desde el gallinero a mí me parecía mágico, pensaba: “Qué hacen esos señores ahí en el escenario».

Cuando termino la EGB, mi padre me dice: ¿Quieres estudiar o quieres trabajar? Y yo le digo que quiero ser actor y me dice: «Pues a trabajar».  Entonces me pongo a trabajar con mi padre, porque yo si no era actor, no quería estudiar otra cosa, aunque sí quería el Bachiller, porque en mi época, para estudiar en la escuela estatal, en cualquier escuela estatal, se exigía hasta tercero.  Estudié hasta tercero de Bachiller con la finalidad de algún día hacer el dramático.

Pero bueno, la verdad es que no me sentía arropado por nadie, es cierto que en aquella época trabajaban mucho los guapos  y había como una avalancha.  Hoy yo creo que pasa un poco lo mismo, que tiran mucho del físico.

Es una primera carta de presentación.

Claro, el físico,  Y hoy ya, para colmo, lo de los influencers,  los followers y estas cosas que yo de la mitad no sé ni hablar  porque no las entiendo. Pero eso sí me parece que es una falta de respeto a la profesión. Y lo digo a boca llena porque yo no puedo operar a nadie porque no soy cirujano,  ni yo puedo hacer un traje a nadie porque no soy sastre,  ni puedo cortarte el pelo a ti porque no soy peluquero. Entonces, ¿por qué cualquiera puede hacer una película?

Yo creo que un actor se tiene que preparar  y que todo el mundo debería de pasar una prueba brutal  que es el teatro.  Porque en el teatro tienes que tener buena voz,  tienes que saber modular tu voz, proyectar tu voz, tienes que saber mover tu cuerpo, tienes que saber expresarte  y eso se aprende, por mucho talento innato que tenga uno. Y también me da mucha pereza, por no decir otra cosa, que a un actor joven le hables de Lorca, de Chéjov o de Ibsen y no sepan quienes son.

Mientras, pasa el tiempo y de repente escucho una canción de Joaquín Sabina, una canción que había escuchado 80.000 veces, con una frase que me toca de un modo muy especial y que dice: «No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.»  Y me dije: «No me puedo quedar sin, por lo menos, probarlo.»  Y aparte tenía algo en mi interior, os lo prometo, que me decía que yo me iba a dedicar a esto.

Y bueno, cuando termino con mi novia,  dejo de engañarla y de engañarme yo, me apunto a una escuela de Madrid, a la de Cristina Rota. A todo esto, mientras hacía el Bachiller nocturno, había un taller de teatro y Mariló Fuentes, una chica que hoy es profesora de la Escuela de Arte Dramático de Córdoba, hacemos una función estudiando el Bachiller y me dice que me dedique a esto.  Me dice: «Esto es lo tuyo, dedícate a esto, tienes talento». Y es el último empujón que me faltaba.  Entonces me voy a Madrid y al principio mi familia: decía «Bueno, está loco, ya volverá, no tiene contactos.»

Y bueno, les he tapado la boca a todos porque, lo luché.  Puedo decir a boca llena que efectivamente no tenía ningún contacto, que lo que me he ganado me lo he ganado a pulso y que he tenido que pelearlo mucho para ser quien soy.  Que no es que sea nadie especial, pero sí tengo la fortuna  de dedicarme a lo que quería dedicarme, que es hacer actor.

En Madrid empiezas a trabajar en Animalario, con el teatro; das los primeros pasitos en cine,  con Los lunes al sol, Torremolinos 73.  ¿En ese momento tenías claro por dónde enfocar tu carrera, querías meterte en el cine, en el teatro, o era un poco ver qué pasaba?

Yo quería hacer teatro. Bienvenido sea el cine y la tele, pero mi sueño era el teatro. Yo no quería ser conocido, yo quería hacer teatro, porque mis referentes no eran, aunque veía películas, Marlon Brando o Al Pacino.  Yo, en mi época veía películas de Paco Rabal, de José Luis Ozores, de Gracita Morales, de José Luis López Vázquez, de todos estos que para mí sí fueron referentes y que luego encima tuve la suerte de verlos a muchos en el teatro.

Pero a mí lo que realmente me hace ser actor es el teatro. Si tengo que elegir entre un proyecto de cine, teatro y televisión, si los tres son muy buenos, yo creo que todavía el teatro me produce algo que no me produce el cine y la televisión. El teatro es maravilloso, por ese salto sin red que es el teatro, esa comunicación con el público, aunque el público no hable, ese sentir que hay corazones, no sé, hay algo,  ese orgasmo para bien y para mal, porque es un orgasmo instantáneo, el resultado lo ves al momento; tú haces una película y a lo mejor hasta el año no sabes cómo ha quedado la película, luego a lo mejor tú has hecho seis tomas  y el director o el montador ha montado la que menos te gustaba a ti. El trabajo en cine y televisión no te pertenece del todo, aunque tú lo has hecho, pero sin embargo el teatro tiene la posibilidad, como en la vida –yo siempre  lo comparo mucho como en la vida–  porque tú en la vida intentas mejorar como persona y en el teatro una vez que has estrenado y te ha dirigido el director, tú tienes la posibilidad, al hacer la función cada día, de ir mejorando el personaje y el personaje te va sorprendiendo cada día. Es lo mismo que como la persona, te sorprendes a veces a ti mismo de algo que te pasa en la vida, porque yo creo que nos morimos y no terminamos de conocernos realmente.

Tuve la suerte de entrar en Cristina Rota, y Alberto San Juan, Ernesto Alterio, Natali Poza, Willy Toledo, todos estos, terminaban. Y Alberto San Juan se fijó en mí y me pidió que si quería trabajar con ellos, que para mí, imagínate, eran actores que ya tenían la compañía Animalario. Y estando haciendo una función con Animalario, me ve Luisa Narciso,  que ya me había llamado para algunas cositas en televisión, episodios a lo mejor de una sesión o dos, y de repente un día va al teatro con Fernando León, porque estaba buscando a gente para Los lunes al sol  y me ve Fernando y me dice que me quiere hacer una prueba para Los lunes al sol. Y a partir de ahí ya vino todo un poco rodado, estando haciendo Los lunes al sol me hacen prueba para Torremolinos 73, y me cogen también, y luego Días de Fútbol.

Fernando Tejero. Foto: Luis Tormo

Con Días de Fútbol, que se cumplen ahora 20 años de la película, es por la que consigues el Goya como Mejor Actor Revelación. ¿Esa película marca un poco ese antes y después en tu carrera?  ¿Es decir, te pone ya en el disparadero?

Yo creo que me marca ese año, no esa peli, porque ten en cuenta que la misma semana se estrena un jueves Días de Fútbol y el domingo  Aquí no hay quien viva, y claro, pegan. Días de Fútbol, yo creo que fue, si no la película más vista, como mínimo fue la segunda más vista del año, y Aquí no hay quien viva pega fue un pelotazo muy fuerte. Entonces de repente, imagínate, para mí fue un bombazo. Es la primera vez que yo fui a un psicólogo.

Porque yo no soy de los actores que dicen: «A mí no me gusta que me reconozcan». Pues si no te gustan que te reconozcan, dedícate a ser cajero de un banco,  o sea, lo que quiero decir es que uno trabaja para el público, sí es cierto que uno pasa situaciones incómodas, otras preciosas, pero claro, uno no mide cuánto de mediático quiere ser, y yo paso de que no me conozca ni Dios hasta que me conozca el perro de la quiosquera de abajo, y entonces a mí, que siempre intento buscarle un aspecto positivo a la vida, incluso a lo negativo, cuando a mí me pega todo este zambombazo del éxito, en el que me ofrecieron hasta grabar un disco, o sea, una cosa muy fuerte, yo estaba pasando un mal momento, y a mí eso me puso los pies en el suelo, porque es muy fácil que se te vaya la cabeza, porque la gente te hacen de alguna manera  sentirte especial, y si te pillan con 20 años, pues es muy fácil que te manejen.

A ti te pilla este éxito más maduro, tú ya tienes 30 y tantos años.

Incluso con la edad,  con los 30 y tantos, se me podía haber ido perfectamente la cabeza, lo que pasa que a mí  me pega la vida un bofetón muy gordo, y yo con todo lo que tenía encima de la mesa, nominado al Goya, con todos los premios habidos y por haber, yo decía: «No tengo lo que realmente quiero en mi vida, a mí esto no me soluciona nada». Doy las gracias por este reconocimiento, porque he conseguido profesionalmente lo que me estaba proponiendo, acabo de empezar, pero personalmente, me hizo entender que en la vida hay que quererse uno mucho,  respetarse uno mucho, y que la profesión, la pareja, los amigos, la familia, son complementos para ver ese círculo completo, sino la fama es un arma de doble filo. A mí no me gusta la palabra fama, aunque está ahí y existe,  pero yo no quería ser actor para ser famoso, que bienvenido sea mi fama  porque es por mi trabajo, y es un reconocimiento de alguna forma, pero cuidado con la fama porque si te la tomas en serio, te puede jugar una mala pasada.

Además, tú en la televisión tienes dos exitos, porque primero fue el de  Aquí no hay quien viva, y luego La que se avecina. Tú, y otros actores en la misma situación, habéis hablado en muchas ocasiones de la popularidad que da la televisión, del estatus,  de la estabilidad económica. Pero ¿qué te aporta  la televisión como medio, me refiero para tu profesión de actor, qué es lo que tú te llevas, que has ganado con la televisión profesionalmente? ¿Es una buena escuela?

Es la mejor escuela, hacer una serie tantísimos años,  y como he dicho antes, esto es una carrera de fondo y nunca dejas de aprender, la televisión es una escuela maravillosa para saber lo que tienes que hacer, para saber si estás en el camino correcto, si no estás, es un entrenamiento, Esto es como cuando te sacas el carnet de conducir y dices,  venga, ya tienes el carnet, pero no sabes conducir; cuando realmente aprendes a conducir es con la práctica, pues esto es igual.

Aunque las emociones que tú le das a los personajes, la vida que tú le das  a los personajes, los sentimientos tuyos que tú aportas al personaje,  no te lo va a enseñar ninguna escuela porque eso no se aprende; técnicamente la televisión te enseña muchísimo, y encima yo tuve la suerte le pese a quien le pese, de haber hecho una serie como Aquí no hay quien viva  que 20 años después sigue estando en el top 10 de Netflix, se ha sacado un libro ahora y ha arrasado, y a mí me quieren volver a hacer entrevistas…

Lo que pasa es que, sí es cierto, que en este país, no sé en otros, yo hablo de este país, el poder mediático de la televisión, por desgracia, no es el poder mediático ni del cine ni del teatro, yo me quejo de que he hecho 40 películas, he hecho obras de teatro, tengo muchísimos premios y la prensa encima  se encarga de, que no me molesta, que también es un aprendizaje  y tienes que aprender a colocarlo como casi todo en la vida, pero a mí sí me molesta que por ejemplo hablen de otro actor y digan: «Fulanito, ganador del Goya, va a hacer un nuevo proyecto de tal director…», y a mí siempre me pongan “Fernando Tejero, La que se avecina”, aunque tenga 40 películas y sea uno de los actores más premiados de este país; te guste más o  te guste menos. Y yo, que a veces tenía la autoestima por los suelos, ahora no; cuando te dan tantos premios piensas: «Pues mira, algo habré hecho bien».

Entiendo perfectamente que a mí la mayoría de la gente me conoce por Aquí no hay quien viva  y por La que se avecina, pero es que también pasa que, por ejemplo, con películas de genios, de grandes directores, no las ven la misma gente que ve Aquí no hay quien viva; mal que nos pese, ninguna película española que yo recuerde ha tenido  10 millones de espectadores que es lo que ha tenido un capítulo de Aquí no hay quien viva.

Por fortuna la madurez y el aprendizaje te sirven de algo, yo creo que la vida  no se vive dos veces, porque yo creo que vivimos una, para aprender; la madurez me está diciendo; «Bueno tío,  le pese a quien le pese, yo he hecho Aquí no hay quien viva, pero he hecho y voy a hacer cosas importantes. ¿Entiendes lo que quiero decir?  Y el año pasado he trabajado con Alberto Rodríguez, y he trabajado con Mariano Barroso y también puedo presumir de que he trabajado con el 80% de los mejores directores que hay en este país, y eso el que lo quiera ver que lo vea  y el que no… Yo sé el tipo de actor que soy, te puede gustar más o menos,  pero nadie le dedica el tiempo y las ganas y la profesionalidad que yo le dedico a mi trabajo; yo hago un capítulo de La que se avecina con la misma dignidad que puedo hacer Hamlet en un teatro, estoy muy feliz con lo que he hecho y con lo que me queda por hacer y por aprender, que es muchísimo.

Un momento de la entrevista

Tienes un buen número  de trabajos. En IMDB salen más de 50 entradas entre películas y cortos, donde hay papeles protagonistas y también bastantes de eso que llamamos secundario  o de reparto. En esos papeles tú tienes una capacidad para quedarte en la memoria de espectador, a veces con menos tiempo en pantalla. ¿Cómo gestionas esto? ¿Te aporta alguna presión el hecho de tener que darlo todo en poco tiempo?

Pues mira, de verdad que me encanta esta pregunta porque es cierto, como tú bien dices que he hecho mucho más protagonistas,  pero en cine últimamente estoy haciendo más secundarios, y es que un protagonista no sería protagonista si no estuviese rodeado  de secundarios. A mí lo único que me fastidia de los secundarios es, por ejemplo, lo que ha pasado con la película de Modelo 77,  que Alberto Rodríguez cortó 50 minutos de película,  que es casi otra película, y me cortó secuencias que a mí, cuando tienes un prota te da igual que te metan tijeras porque estás toda la película, pero cuando tienes un secundario,  que encima es más difícil incluso que un prota  porque la mayoría de las veces tienes menos arco.

Un protagonista es muy difícil también, pero bueno, si es un protagonista bien escrito tienes ahí para subir montañas, bajarlas, volver a subirlas, volver a bajarlas… Pero un secundario, cuidado, que si tienes cinco secuencias y te quitan una, el trabajo se te puede ir a tomar viento. Pero curiosamente me ha ido mucho mejor con los secundarios que con los protagonistas, digo de cara a los premios y de cara a la galería, porque yo todas las veces que he estado nominado a los Goya son de secundario. No voy a decir nombres pero yo creo que hay actores secundarios en este país que a mí me gustan más que otros actores que hacen todo el rato protas. Entonces: «¡Vivan los secundarios!».

Este año he hecho un protagonista de una película en Murcia y es lo que hablábamos antes, si haces una película con Bayona, con Alberto Rodríguez, con Almodóvar, te ve todo el mundo,  si haces una película con Fulanito, que no lo conoce nadie,  pues no te ve nadie, por desgracia, y encima como son películas de bajo presupuesto no tienen dinero para promocionarlas. Por eso son necesarios festivales de cortos como éste [K-lidoscopi de Cullera], donde se le da oportunidad a gente con mucho talento, a nuevos talentos, y a ver si conseguimos que se repartan más las ayudas y que se apueste por los valores nuevos que los hay,  hay gente nueva muy buena.

Ya sean protagonistas o secundarios ¿cómo das credibilidad a los personajes?. ¿Cómo trabajas para convertir el texto en un personaje que tenga veracidad? ¿Eres de los que aportan su propia vivencia personal?

Sin ninguna duda, en cuanto me ofrecen una película, yo decido si hacerla o no porque la primera vez que leo el guion yo lo hago pensando en mí, en el personaje; si yo soy muy igual se sufre un pelín más porque a veces haces traspasos, como tú bien dices, de tu vida personal, o sea, haces como un intercambio; el personaje te da a ti unas vivencias y tú le das al personaje otras,  y yo sí tiro mucho de ahí. Hace poco un director me dijo: «Tú es que humanizas a los malos» y es un piropo precioso. El alma es mía  y yo trabajo al personaje, yo intento tragármelo y luego vomitarlo para que la gente lo conozca, pero por supuesto el personaje pasa por mis vísceras, por mi corazón, por mi interior y yo hago un traslado, intento siempre trasladarlo y hacer puentes con mi vida personal y con la vida del personaje. A día de hoy yo no concibo otra forma de trabajar un personaje.

Antes has nombrado Modelo 77 y también has hablado de la película hecha en Murcia, Últimas voluntades. Son películas muy diferentes. Una es un director conocido, otra es un director novel; una es una película grande, la otra es pequeña;  pero las dos tienen en común que son personajes dramáticos. A veces se dice que estás especializado en comedia pero tienes a lo largo de tu carrera personajes dramáticos que amplían tu registro.

Bueno, pero en este país pasa que si funcionas en algo, se exprime. Tengo que reconocer que un gran porcentaje de lo que he hecho es comedia  porque no me han ofrecido otra cosa. Ahora, cuando yo he parado de hacer cine, y he aprovechado el dinero ganado para producir teatro, ahí sí puedo elegir yo el tipo de personaje, la función, los compañeros, el director y bueno, de repente se produce la magia. Y casi todo lo que he hecho este año y todo lo que voy a estrenar ahora es drama.

¿Pero cómo no voy a saber hacer drama? Si mi vida es un drama. Cualquiera que tenga un poco de visión de mis personajes, incluso los de comedia, verá que tienen un trasfondo muy triste,  son todos unos pobres desgraciados; y si los miras a los ojos, yo me he llegado a emocionar haciendo A quien hay quien viva  porque estoy haciendo a un desgraciado. Pero bueno, cuando dicen que estás encasillado en la comedia… yo lo que no quiero es encasillarme en el paro [risas]. Tenemos ejemplos de actores de este país, maravillosos, como Alfredo Landa, que estuvo toda la vida estuvo haciendo comedia y demostró que era un gran actor dramático.

Yo pienso que todo llega  y yo soy un actor; yo no soy un actor de comedia,  ni soy un actor de drama, yo soy un actor  y por supuesto no voy a hacer un personaje de dandy, de Brad Pitt, físicamente me refiero; pero luego, en cuanto a rol,  yo hago lo que me echen  porque tengo fuerza para currármelo, me puede salir mejor o peor, pero  me tiro a la piscina, porque soy actor.

Y ya para terminar ¿qué queda de ese joven que se fue a Madrid con las expectativas en contra y que ahora está recibiendo premios por una trayectoria?

Bueno, queda todo, porque yo creo que  la persona que no sabe de dónde viene, no sabe dónde va. Yo hice un compromiso, que medio firme con mis amigos de verdad, y es que si  algún día me veían que se me subía algo a la cabeza, que me dieran un bofetón y me pusieran la cara del revés.

Yo soy el mismo, lo único que tengo muchos más años y mucho más aprendizaje de vida, he conseguido  trabajar de lo que quiero. Pero  nunca se sabe si uno tiene que coger la mochila y volver de donde… yo cuando me fui  de Córdoba dije: «Dejarme un hueco por ahí,  vendiendo pescado porque nunca se sabe». Hombre, pescado ya tengo muy claro que no vendería, pero  hay que tener los pies sobre la tierra y eso te lo da tu esencia, tus raíces. Y eso yo ni lo he perdido ni lo quiero perder.

Escribe Luis Tormo

Luis Tormo con Fernando Tejero