Entrevista con Kike Maíllo a propósito de «Disco, Ibiza, Locomía»

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«No quería hacer un calco de los 80: Me interesaba dibujar una película con un universo específico»

El director Kike Maíllo regresa a la pantalla grande con Disco, Ibiza, Locomía, una película sobre la música, el glamour, la familia, la ambición y la traición situada a finales de los años 80 en la que se muestra los entresijos de la cultura de los clubs, la edad dorada de las discográficas, la noche de la movida madrileña, el fenómeno fan y la explosión de la música latina en Miami.

Escrita por el propio Maíllo junto a Marta Libertad y producida por Kiko Martínez, la cinta, presentada en el pasado Festival de Málaga, cuenta con un reparto donde destacan Jaime Lorente, Blanca Suárez, Alberto Ammann, Alejandro Speitzer, Pol Granch, Iván Pellicer, Javier Morgade, Albert Baró, Gonzalo Ramírez y Eva Llorach.

La película es una producción de Nadie es Perfecto en coproducción con La chica de la curva y SDB Films, con la participación de Atresmedia y Netflix, y su distribución en cines llegará el próximo 17 de mayo de la mano de DeAPlaneta.

Los cines Kinepolis, dentro de los Preestrenos del Festival Antonio Ferrandis, han presentado el filme contando con la presencia del director Kike Maíllo y de uno de los actores de Locomía, Iván Pellicer.

Kike Maíllo debutó en el largometraje con Eva (2011), una película con la que obtuvo el premio Goya a la Mejor Dirección Novel. Posteriormente realizó Toro (2016), Cosmética del enemigo (2020) y Oswald, el falsificador (2022). En esta entrevista el director nos habla sobre las razones que le impulsaron a realizar Disco, Ibiza, Locomía, lo que supone abordar la ficción desde personajes reales y la dificultad de encontrar el tono de la película.

¿Qué fue lo que te atrajo de la historia de Locomía para realizar la película? ¿Cuándo viste que había material suficiente para la película?

Hay un espacio de nostalgia, que tiene que ver con esa patria que es la niñez y de querer volver allí, por mi parte. Yo conocí a los Locomía, no era fan del grupo, pero sí era fan de ese momento. Lo recuerdo y fue muy bonito. Lo que estaba pasando a nivel musical, cómo lo vivíamos en casa, cómo funcionaba a nivel musical en la tele. Por ese lado había algo de esa vuelta a la niñez que me gustaba.

El nivel de las anécdotas del grupo era muy loco. Recuerdo que todo esto arrancó hace cuatro años, cuando leímos unos artículos que salen a la vez en la prensa nacional, que hablan de la intrahistoria de Locomía. El nivel anecdotario era brutal.

Y después, los temas de fondo. Porque son temas que para mí son muy cercanos. Temas que tienen que ver con las familias escogidas, con encontrar un espacio de libertad donde explicarte, donde vivir, y después, la búsqueda del éxito. Cómo el éxito de alguna manera malogra tanto las familias escogidas como las biológicas, malogra los espacios de libertad. Explicar de alguna manera que había un paraíso encontrado que ellos habían fabricado de una manera muy intuitiva en Ibiza. Y cómo de pronto se cruza esa promesa del Dorado, que en realidad lo que hace es enturbiarlo todo. Y esa promesa de un paraíso futuro que se carga el presente.

Estabas hablando de nostalgia, pero no es una película nostálgica. No es un biopic al uso.

Exacto.  Lo que pasa es que cuando empiezas a dibujar la película, te das cuenta de que no puedes hacer un calco de cómo eran los 80 o los 90. Yo no tenía interés en eso, hacer una película documental de cómo era eso. O que de pronto hiciéramos un calco con los vestuarios o con los decorados. Me interesaba, como he hecho con mis anteriores películas, dibujar una película específica, con un universo específico, que evocara algo que podría ser el recuerdo de los 80 y los 90, pero que en sí tiene sus propias reglas estéticas. Y hay una sofisticación de esa idea de los 80 y de los 90. No hay un calco.

Y eso lo he llevado a todo. A nivel coreográfico, a nivel de show, a nivel de que todo se sintiese un poco más coetáneo. Que la mirada fuera desde nuestros días, no tanto una mirada ochentera.

De hecho, es una película que tiene un mensaje actual. Un mensaje de libertad que puede interesar a la gente joven de ahora.

Yo creo que también está el hecho de que todo el tema de la libertad está en boga ahora. Eso es una casualidad. Somos gente del 2024 y las temáticas que a nosotros nos interesaban de esta historia son del 2024. Por ejemplo, esa idea de dónde está la figura de la mujer. O dónde está el mundo LGTB. Representado o no. Visibilizado o no. Cuánto se tapa o no.

Y después esa cosa de expresarte o no expresarte como quieras. Y cómo los demás te atacan sobre tu expresión. Y creo que hay algo que está en boca de todos, que tiene que ver con la libertad. Qué es exactamente la libertad y cómo la ejercemos. Y si tomarse una caña en cualquier momento del día, eso es libertad. O poder comprar en cualquier momento del día una barra de pan, si eso es libertad o no. O si la libertad es poderte expresar si se te atacan.

Aunque tiene temas que has comentado que están en tu universo. Es una película que tiene un tono muy diferente. Has trabajado todo tipo de géneros pero es diferente a lo que has hecho hasta ahora.

Sí. Había que sacar del armario algo que tiene que ver con la alegría. Y con la chispa. Que forma parte de mi día a día. No sé por qué, seguramente porque las películas llaman a otras películas, y las películas llaman a otras películas parecidas. Pero sí que habiendo trabajado en géneros, casi todos tenían que ver con el thriller. Y eso llevaba a cierta oscuridad, a cierta ambigüedad.

Sin embargo, esta no. Es una película que evidentemente tiene una parte melodramática muy fuerte. Pero es una película fresca. Una película que es un canto a hacer cosas, a ser lo que tú quieras ser. Y donde la música tiene un papel predominante. Entonces seguramente es que tengo esos colores. Y de alguna manera tiene que darles salida. Era algo que seguramente necesitaba hacer.

Kike Maíllo y Luis Tormo durante la entrevista. Foto: Edu Llorente/Inédito Films

Escribes el guión con Marta Libertad. ¿Cómo es escribir un guión de ficción basado en personajes reales? Personajes reales que están ahí, que están vivos, que habéis hablado con ellos. ¿Cómo es ese juego casi entre realidad y ficción?

Sí, es complejo. Y en esto tengo que decir que le debo mucho a Kiko Martínez y a Nadie es Perfecto porque en algún momento tiene que entrar el cortafuegos entre los personajes reales, que además están vivos. Y como creadores de ficción, en el momento en que a los pocos meses de estar investigando, y cuando ya estabamos muy enamorados del tema, y decidimos escribir sobre esto; de pronto nos dimos cuenta que el tono tenía que ver con la comedia. Y eso indefectiblemente llevaba a la ficción. Llevaba a tener que buscar arquetipos en los personajes. No te sirven personajes muy pegados a la realidad. Muy tridimensionales en el sentido de los colores del drama.

Tienes que ir a buscar personajes mucho más disparados. Que se puedan resumir en una frase. Que el público pueda entender muy rápidamente para que funcione la frescura de la comedia. Entonces, ya estás en la ficción. Y necesitas que los personajes reales dejen de pensar si tienen que comprar o no una ficción. Entonces en eso, vuelvo a repetir, la productora ha hecho un trabajo inmenso porque hubo un momento en el que nos pudimos desentender de tener que gustar a alguien.

Porque esa censura es muy heavy. Es decir, si tienes que gustar al grupo de Queen, puedes hacer una buena película, pero es una película homenaje a Queen. Y nosotros no podíamos ni queríamos hacer un homenaje a Locomía. Porque Locomía no necesita un homenaje. Necesita un homenaje desde el punto de vista musical, pero hay otros grupos cualitativamente más interesantes.

Pero sí que tienen muchos rasgos que es muy difícil encontrar en España. No hay muchos grupos que hayan convivido y vivido algo tan extremo. Que les hayan pasado cosas tan extremas. Y que sin buscarlo hayan llegado a ser tan exitosos. No hay que olvidar que, aunque parezca de broma, Locomía fue el primer grupo que realmente funciona en Latinoamérica viniendo de España. No se había dado. Y cuando estaban a punto de desembarcar en Estados Unidos se cargaron la gallina de los huevos de oro.

Le une también a la ficción que la historia de ‘ascensión y caída’ es muy cinematográfica.

Sí. Evidentemente. Hay un mito universal que tiene que ver con eso, con el Dorado. Con buscar un paraíso que crees que existe y no existe. Existe en el papel couché, existe en la televisión. Que los demás creen que eres de puta madre, que te lo pasas de puta madre, que pagas un montón de dinero. Pero al final el ser humano no está preparado para tanto amor.

Has comentado que el tono de la película lo encontráis en el guion. Pero cómo encuentras el aspecto visual de la película, con esa imagen pop, casi de cómic…

Usualmente suelo dibujar a la vez que escribo o escribimos. Entonces en ese dibujo hay algo que revierte en el guión. Tanto Toro como Eva o Cosmética del enemigo son películas dibujadas. Son películas que viven en universos cerrados, son cosas que solo existen en esas películas. Evidentemente, viven de muchas cosas que tienen que ver con la realidad o con la historia o con cosas que han ocurrido. Pero esencialmente esta es, y en eso sí que se parece al resto de mis pelis, una película que está diseñada.

Tu cine es muy visual. El fondo es importante, pero la forma también es muy característica.

Sí. Y tiene que ser así, un soporte importantísimo. Yo creo que el cine vive del teatro, y obviamente de la literatura, pero sobre todo vive de la pintura y la fotografía. Y eso también trasladado a un aspecto sonoro. Tiene que haber un soporte visual. Ya no solo porque entra por los ojos, sino porque forma parte de las grandezas del cine.

El director Kike Maíllo con el reparto de ‘Disco, Ibiza, Locomía’. Foto: Julia Carballada/DeAPlaneta

Es una película donde hay una combinación de géneros. Tú comentabas la comedia pero hay drama, y también es una película musical. ¿Cómo has trabajado formalmente las escenas musicales, el ritmo?

Bueno, yo he hecho mucho videoclip. Es una cosa que me encanta. Me encanta la música en el cine y tenía muchas ganas de hacer una película donde la música arrastrase. He hecho muchas películas en donde la música está al servicio de la dramaturgia. Y aquí me interesaba mucho el trabajo en el que la música es la que tira de la dramaturgia.

No solo hay música de Locomía porque Locomía llega a la mitad de la peli. La primera mitad de la peli está llena de música. Y es música que tiene que ver sobre cuál es el mundo, el universo sonoro que dio pie a la aparición del grupo como Locomía. Una música que tiene que ver con el italo disco, que tiene que ver con el primer tecnodance, que tiene que ver con la sustitución de los instrumentos analógicos por sintetizadores, todo el mundo de Giorgio Moroder, del sonido Múnich.

Y me interesaba mucho plasmarlo de una manera súper sutil porque es una película para todos los públicos, no era una clase magistral sobre música. Pero sí que me interesaba que se sintiese que la música era una parte muy importante por razones obvias. Y que no fuera un biopic al uso en el cual la música es la del grupo. La música del grupo es importante pero no es la sustancial, lo importante es que hay un universo musical que habla de una época.

Esa época en la que el funky americano de alguna manera deja paso a un sonido que se inventa en Europa. Y que tiene que ver con el funky barato. Un funky que se hace con unos sintetizadores y con gente que canta en inglés porque así parece más americano. Pero se acaba inventando otra cosa nueva.

Sí, casi como en el spaghetti western.

Exactamente, es el mismo ejemplo del spaghetti western.

¿Y el proceso de casting?

Cuando escribíamos la película estábamos pensando mucho en las caras de los personajes reales. Y hubo un momento que, como te hablaba antes, teníamos que transgredir. Y empezamos por el casting donde no había nadie premeditado. Fuimos haciendo pruebas a todos. Y la prueba de Jaime Lorente fue estratosférica. Esencialmente primero por el golpe de verlo en una tesitura tan extraña. O tan dispar a lo que yo conocía de él que era un lugar más hombruno, más monolítico, duro, muy de barrio; es decir, las dos o tres cosas que le han hecho muy famoso. Y en cambio, al verlo en un lugar tan sibilino. Tan tirano, pero a la vez tan genial… Y descubrir toda esa vis cómica que él tiene. Me enamoré de la idea de trabajar con él. Y de hecho suspendimos la película y esperamos para que él pudiera estar.

Y con Alberto Ammann he trabajado dos veces ya. Estoy encantado siempre con lo que hace. Y ahora hace un gran trabajo en la composición para intentar parecerse a José Luis, el personaje real. La verdad es que para mí, que me había distanciado en la escritura, no era un must, no era una obligación el tener que pegarme a los personajes reales. Pero en su caso él lo tenía clarísimo. Y además era una forma de él, que es argentino, para buscar la manera de componer el personaje alejándose de ese lado más argentino que tiene. Y dispuesto a raparse el pelo porque la calva es un rapado real. Y con decenas de visitas a José Luis, para coger la cadencia y la psicología, de tal forma que estaba el personaje interpretado por Jaime Lorente versus el ultracontrol que ejerce el otro.

Y ya para terminar, ¿algún proyecto que nos puedas contar?

En una semana me pongo a rodar una miniserie para Netflix de tres capítulos. Dirijo los tres y los hago con mi productora. Los protagonistas son Kiti Mánver, Álvaro Morte, Hovik Keuchkerian. Vuelvo por los fueros de Toro. Es un thriller de una señora muy mayor que se toma la justicia personalmente.

Escribe Luis Tormo

Kike Maíllo y Luis Tormo