«La película es un thriller psicológico de terror»
El 6 de septiembre llega a los cines de toda España Estación Rocafort, el nuevo proyecto del director afincado en Estados Unidos Luis Prieto, que hace un alto en su trayectoria americana (Shattered, Kidnap, Pusher) para filmar esta inquietante película de terror y suspense que transcurre en el metro de Barcelona.
Protagonizada por Natalia Azahara, Javier Gutiérrez y Valèria Sorolla, la película nos sumerge en las entrañas del metro de Barcelona adentrándonos en el corazón de las inquietantes leyendas urbanas que rodean la estación de Rocafort.
Con guion original de Iván Ledesma, Ángel Agudo y el propio Luis Prieto, completan el equipo el director de fotografía Marc Miró; Sarah Webster, la directora artística habitual de Prieto; el montador Federico Conforti y la diseñadora de sonido Laura Díez.
Estación Rocafort es una producción de Showrunner Films y Nostromo Pictures. La película también cuenta con Filmax para la distribución nacional, Film Factory para las ventas internacionales y la participación de Netflix, junto a Mogambo y CreaSGR y el apoyo en la financiación de Caixabank.
Has desarrollado tu carrera en el cine en diferentes países como Estados Unidos o Italia. Para tu retorno a España has elegido una película de género de terror. ¿En qué momento te incorporas a Estación Rocafort?
Conozco a uno de los productores, Adrián Guerra, de Nostromo Films, y llevábamos años que queríamos hacer algo juntos, pero por diferentes motivos de agendas mía o suya, no habíamos conseguido encontrar el proyecto. Entonces, cuando me encuentro en el norte de España rodando una serie de televisión americana, me llama Adrián y me comenta que tenía una idea para hacer una película sobre la estación Rocafort, inspirada en la leyenda urbana, y me pregunta si podría ser algo que me interesara.
Recuerdo que había vivido en Barcelona años antes y sabía lo de la estación Rocafort, sé que tiene una leyenda, pero no sé muy bien de qué. Me informo un poco sobre el tema y veo que hay material como para desarrollar una historia, una película inspirada en esta leyenda.
Entonces surge un poco de eso, de las ganas, por mi parte y por su parte, de hacer algo juntos. Yo tenía muchas ganas de venir a España a rodar un proyecto 100% español, pero no lo había hecho nunca. Y eso era algo que me apetecía.
¿Teníais claro desde el principio esa mezcla de realidad y ficción? Película basada en hechos reales pero que coge su propio vuelo
Correcto. Había una idea de que la película estuviese inspirada en esa leyenda urbana. De hecho, había un primer guión, por así decirlo, pero que no satisfacía realmente a nadie. Y es cuando entro yo, como guionista también, con la idea de hacer una película que está inspirada en la leyenda de la estación Rocafort, pero que va a ser algo mucho más que una película de terror. Vamos a hacer un thriller psicológico de terror.
Porque yo había estado trabajando en el thriller. Es un género que me interesa mucho y creo que además sé trabajarlo bien y creo que eso añadía mucho más a la historia que hacer simplemente una película inspirada en unos hechos oscuros en una estación de metro que en Barcelona dicen que está encantada.
La película tiene dos tramas argumentales. La que podemos decir que es categóricamente de terror y esa intriga policial que convive con la primera. Incluso hay también algún pequeño apunte social.
Creo que el cine de género casi siempre termina teniendo algo de cine social. Lo que pasa es que es la capa interior, la capa que está debajo de la película. Cuando analizas cualquier película de género, te das cuenta que al final está hablando de nosotros mismos, de nuestra sociedad. Y en éesta ocurre eso. Es cierto que yo no estaba interesado en hacer simplemente una película de terror a la usanza.
El reto como director o como escritor, cuando estás desarrollando un proyecto nuevo, es intentar crear, a veces mezclando cosas, para encontrar algo nuevo, es decir, cambias algunos ingredientes para ver si así sales con algo más interesante. Yo quise huir del cine gore, el slasher, eso no me interesaba. Me interesaba hacer algo que fuese más un thriller psicológico. Venía de haber rodado ya thrillers y era algo que me apetecía.
Pensaba que esta historia, además, podía tener una dimensión nueva, una vida más allá si la llevamos en esa dirección. Y luego, desarrollando la historia, lo que hicimos fue intentar encontrar el origen del mal de esta estación de Barcelona. Y ahí es donde, rebuscando en la historia, en lo arcaico, en lo primitivo, le damos un hilo argumental a la película.
Es una película, tal y como se refleja en el título, muy local, estación Rocafort, Barcelona. Pero a la vez es universal, me refiero, es entendible fuera porque el simbolismo del metro como lugar oscuro, como inframundo, es entendible en cualquier lugar.
Sí. El espacio, el metro, todos estamos familiarizados con ello. Al final es un túnel donde un extremo es oscuro y el otro extremo también es oscuro. Eso produce cierta inquietud. Si bien el metro es un espacio público, deberíamos sentirnos siempre completamente seguros. Pero la verdad es que no es así. Incluso a veces cuando ves que alguien se acerca demasiado al borde del andén, yo personalmente me preocupo y a ver si se va a caer. Entonces creo que hay un espacio ahí que es un poco inquietante
Al final, la película de lo que habla es de ciertos sentimientos que son universales como es el terror. El terror a la oscuridad, el terror a lo inexplicable, a lo que no le encontramos sentido y, al mismo tiempo, creo que un poco por mi carrera o por la manera que yo trabajo, la película tiene un marco, si quieres, internacional también. Es decir, es una película que sí, efectivamente, es la estación de Rocafort de Barcelona, si bien en Madrid tienes el equivalente en la estación Tirso de Molina, o a lo mejor en Valencia también tienes una estación que se considera como maldita; pero luego la película es muy universal, no solo en cómo se ve, sino también en cómo se cuenta la historia.
El género de terror tiene unos códigos muy marcados. El ritmo, el tono. ¿Te costó adaptarte a esos códigos?
Sí. Toda la parte del suspense, digamos, que es la que te lleva al terror, era la que más me preocupaba porque yo había estado trabajando sobre todo en thrillers, que es todo lo contrario. Claro que hay suspense, pero el thriller es velocidad, es un salto de adrenalina lo que estás proporcionando al espectador constantemente. Y el terror te proporciona ese salto de adrenalina por todo lo contrario, porque está dilatando el tiempo. Aquí estás controlando el tiempo de una manera que te está llevando al borde del precipicio, pero tú no sabes dónde está ese precipicio, eso es lo que da miedo.
Entonces, sí recuerdo que a veces cuando estaba rodando, escuchaba música para alejarme de la locura de estar en un set donde hay muchos nervios, donde suceden muchas cosas. Recuerdo que a veces necesitaba eso, me ponía música mientras estaba rodando la escena, un poco como una manera casi de meditación, para recuperar el tiempo que requiere la escena, porque sabía que iba a necesitarlo.
Y en el terror también es muy importante no cambiar mucho de planos, es decir, saber estar en una escena el tiempo que necesitas para mantener la tensión, entonces era muy importante no caer en las prisas de decir: “Espera, ya está, lo tenemos”. Era como: “Ok, tranquilos, que necesito esto, que respire, porque aquí voy a crear tensión luego en la película”.
En la película hay una buena recreación de la atmósfera de terror y un trabajo técnico de realización y planificación. ¿Eres más director que escritor?
Efectivamente, me considero un director, hablo con imágenes y es cierto que yo cuando estoy preparando una película veo esa película en la cabeza para contar la historia. Como he trabajado en diferentes géneros, a veces lo que hago también es robar cosas de un género y ponerlas en otro. Entonces, por ejemplo, en este caso hay para unas determinadas escenas que utilizo algo de comedia romántica, no como tal, pero similar, siempre manteniéndolo dentro del código de la película.
A mí lo que me gusta es encontrar el lenguaje que va a contar mejor esa escena. Y en ese sentido sí me gusta ir al set con todo muy bien planificado, con las ideas muy claras, sabiendo exactamente lo que quiero para luego poder montar la película. Yo también empecé como montador. Entonces creo que el trabajo de un montador te da también un conocimiento del ritmo y de saber exactamente lo que necesitas para luego contar la historia. Creo que por eso, cuando voy a rodar, yo ya he montado la película, ya sé lo que necesito, ya sé lo que quiero y también cómo lo quiero contar.
A nivel actoral has contado con una mezcla de veteranía y juventud. Por un lado, Javier Gutiérrez y Celso Bugallo, y por otro lado, Natalia Azahara y Valèria Sorolla. ¿Cómo has trabajado con esta dualidad?
Obviamente ensayé mucho más con las dos actrices jóvenes que con Javier y con Celso, porque ellos tienen unas tablas que las dos actrices jóvenes no tenían. A mí lo que me interesaba no era tanto trabajar el talento, porque eso lo tenían, como ensayar el viaje emocional de su personaje y entenderlo, poner los puntos de anclaje a lo largo de la película, de la hora y media, para que, en todo momento, sobre todo Natalia, supiese dónde estaba su personaje.
Eso me parecía que era lo más importante, el objetivo más importante para lograr en los ensayos. Es decir, cuando se ve una película, tú lo sabes, ruedas la parte del medio, luego ruedas un poquito el final, luego del inicio… Entonces, eso es complicado para mantener la continuidad, el raccord emocional de un personaje como el personaje de Natalia, que empieza en la letra A del abecedario y termina en la Z y pasa tres veces por el inicio. Entonces los ensayos con ella sobre todo fueron poner los puntos de anclaje de su viaje emocional.
Los ensayos con Javier o con Celso eran completamente diferentes, es decir, eran más, vamos a hablar del personaje, vamos a ver dónde tienes que estar, y luego, cuando estábamos rodando, Javier Gutiérrez no solo es un actor maravilloso, sino que además es muy generoso. Entonces Javier le reaseguraba constantemente a Natalia que estaba haciendo bien el trabajo, que es lo único que Natalia necesitaba para poder ser ella, ella tiene un instinto muy fuerte, que la verdad es que le ayuda muchísimo a la hora de interpretar papeles.
Y ya para terminar, hemos comentado al principio que venías de desarrollar una carrera internacional. ¿Cómo ha sido la experiencia de volver a rodar en España?
La verdad es que para mí ha sido muy cómodo. Es cierto que en las producciones de Hollywood a veces tienes muchos medios y en muchas ocasiones es fantástico porque te hacen falta, pero otras veces también te encuentras en una situación como que estás rodando con un elefante. Y el elefante es lento, puede correr, pero es lento de maniobrar.
El cine español es todo lo contrario. Si el cine de Hollywood puede ser un elefante, a veces un dinosaurio, el cine español es un gato. Entonces tiene una rapidez de caer siempre de pie, si lo haces bien, por supuesto; te puedes equivocar también, pero digamos que tiene esa flexibilidad, esa rapidez que bien usada es muy positiva. Se puede encontrar también los beneficios a no tener medios, te hace ser más creativo, te hace ser más agudo, a veces la falta de recursos te hace que tomes decisiones mucho más creativas, que no te relajes.
Escribe Luis Tormo