Entrevista con Rodrigo Sorogoyen a propósito de «As bestas»

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«Hacemos películas de malos para intentar entenderlos»

entrevista-sorogoyen-0As bestas es la nueva película dirigida por Rodrigo Sorogoyen, un thriller de autor que cosechó una gran acogida en su premiére mundial en el pasado Festival Internacional de Cine de Cannes, y que se alzó con el Premio del Público a la Mejor Película Europea en la 70ª edición del Festival de San Sebastián.

Protagonizada por Marina Foïs, Denis Ménochet, Luis Zahera, Diego Anido y Marie Colomb, As Bestas cuenta la historia de Antoine y Olga, una pareja francesa instalada desde hace tiempo en una aldea del interior de Galicia. Allí llevan una vida tranquila, aunque su convivencia con los lugareños no es tan idílica como desearían. Un conflicto con sus vecinos, los hermanos Anta, hará que la tensión crezca en la aldea hasta alcanzar un punto de no retorno.

La película está distribuida por A Contracorriente Films y se estrena en las salas de cine el 11 de noviembre.

Los cines Kinépolis Valencia acogen el preestreno de As bestas dentro de la iniciativa de los Preestrenos del Festival Antonio Ferrandis, contando con la presencia de Rodrigo Sorogoyen. Encadenados ha hablado con el director sobre los diferentes aspectos de la película.

As bestas está basada en una historia real, pero tanto en esta película como en otras que son ficción, retratas la realidad de la sociedad contemporánea.

Me gusta que me lo digas. Me gusta oírlo, aunque no quiero enarbolar la bandera de sociólogo de este país. Isabel Peña [coguionista del filme] y yo lo que más nos preocupamos es por los comportamientos humanos. El reino no nace de «tenemos que denunciar esto», evidentemente hay una necesidad de denunciar, pero nace de por qué este individuo hace esto; es más una fascinación, una necesidad de entender.

En Antidisturbios pasaba lo mismo, se habla de corrupción, pero son las historias humanas las que luego nos llevan a poder comprender todo. No quiero hacer una radiografía de la sociedad. Luego aprovechamos las películas, los guiones, si creemos que tiene sentido, que le va a la historia, para intentar contar un mundo concreto como puede ser la Galicia rural, la España vaciada, las energías renovables o los antidisturbios, la corrupción inmobiliaria, etc.

Pero la gestación es hablar de comportamientos humanos. Esta película la hacemos porque leemos la noticia real y leemos que esa mujer se ha quedado viviendo en ese pueblo. Eso es lo que nos ata, lo que nos coge y no nos suelta durante todos estos años.

En ese sentido hace poco hablábamos con Antonio de la Torre sobre los personajes de El reino y apuntaba algo parecido. Te comentaba el análisis de la realidad porque hay muchas veces que desde la ficción se explica o disecciona mejor esa realidad que desde el documental.

Si, se disecciona mucho más y nos encanta como espectadores y también cuando lo intentamos como creadores. Pero me gusta que Antonio haya dicho eso porque lo que nos interesa son estos seres humanos; y a partir de los seres humanos, de lo pequeño, puedes terminar hablando de lo grande, creando una visión de un mundo que es a lo que te refieres con diseccionar la sociedad. Pero no nace de lo grande a lo pequeño, sino de lo pequeño a lo grande.

Como dices, partiendo del localismo de una aldea llegamos a una exposición de temas universales como la xenofobia, o más que la xenofobia, la pertenencia a una tierra, a un sitio, que rechaza a quien no pertenece a ese lugar.

Sí, pero yo creo que son temas que se tocan porque la xenofobia también está porque yo estoy en mi territorio y venga quién venga de fuera ya me parece peligroso, ya me parece sospechoso, ya me incomoda; pero es porque creo que este sitio es mío y tú vienes de fuera. Para mí la xenofobia viene de ahí porque es el extranjero que viene a quitarme lo que es mío.

Los dos temas se tocan mucho y era fundamental en la película, tanto la xenofobia como la pertenencia a la tierra, que era algo que lo teníamos escrito en la pared. Son cosas que pasan en tu barrio, en tu calle, tú la ensucias porque es tu calle, pero el de fuera no tiene derecho. Es un tema que me parecía curioso que alguien tenga más derecho a la tierra aunque el que venga de fuera intente cuidarla y revitalizarla.

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De hecho esa tierra y el paisaje son protagonistas de la película. Esos planos de personajes reflexionando y mirando el paisaje o el hecho de verlos trabajando físicamente la tierra.

Eso estaba dentro de la historia, intentamos entender a estos personajes y ellos van ahí por la tierra; dos franceses que quieren terminar sus días o emprender una nueva aventura en una tierra es porque aman esa tierra. Él lo dice en la partida de dominó: «esta es mi casa». Y no queríamos hacer una idealización de aquí no te manchas; aquí te manchas y de hecho eso es lo bonito.

Nace desde el guion y el actor lo entendió perfectamente y decía: «quiero estar todo el rato con esta tierra porque esta tierra es lo que me gusta a mí». Yo soy un urbanita pero cuando voy al campo me encanta mancharme, me encanta eso y puedo entender perfectamente ese sentimiento.

Enlazando con lo que comentabas al principio de comprender a las personas, la película no juzga a los personajes porque todos exponen sus argumentos, no es blanco o negro.

Esa es otra de nuestras querencias. No nos gusta hacer películas de buenos y malos. Normalmente hacemos películas de malos para intentar entenderlos. Y no es que la gente sea mala. Yo puedo hacer algo horrible hoy, pero luego puedo hacer algo bueno mañana; en ese sentido, somos capaces de todo. Es lo que he dicho antes, cuando vemos a gente en las noticias que hace estas cosas nos preguntamos por qué lo hace; puedes tener un antidisturbios que es capaz de pegarle un porrazo a una señora y luego puede ser el padre más cariñoso del mundo. Eso me preocupa y me interesa.

Y esta película no podía ser menos, donde hay un hecho tan bestia ya sabes que hay unos malos y unos buenos; en esa rápida colocación de roles lo importante es que los buenos no fueran idílicos y, sobre todo, estos malos, intentar entenderlos. Por eso hay una escena de diez minutos explicando su punto de vista donde creo que el espectador puede llegar a entender no lo que hace pero entender esa tristeza, ese dolor que tienen.

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El cambio de punto de vista que se produce en el último tercio de la película, donde las mujeres adquieren un mayor protagonismo, ¿estaba ya en el guion original o fue algo que surgió en el desarrollo de la historia?

Este guion está escrito en 2015 e iba a ser nuestra tercera película después de Que Dios nos perdone, pero decidí posponerlo porque creía que para hacer esta película teníamos que tener mayor control de la producción del que yo podía tener en aquella época y creía que yo tenía que ser más maduro como cineasta. Entonces hicimos El reino, hicimos Madre… Y estábamos entusiasmados con el guion, me parecía que podía ser una película muy guay y le decía a Isabel Peña: «Tranquila, hay que hacerla más tarde».

Por lo tanto, esa idea de partirla en dos y que termines dándote cuenta de que la protagonista es ella y que la película la conquistan las mujeres, eso estaba desde 2015. Nos sentimos muy orgullosos de decirlo.

Si ese guion estaba tan definido desde hace años ¿cuándo encuentras el sentido formal para abordar la película? Hay una tensión que se va elaborando, pero la película es muy contenida, con pocos movimientos incluso con los planos secuencia de diez minutos del bar y de la cocina que son dos escenas claves para entender los personajes. ¿Cuándo surge el «cómo lo cuento»?

Cada momento es distinto. Convivir mucho tiempo con el guion te hace tener ideas, aunque esas ideas no tienen por qué terminar en el rodaje, pero hay veces que se van creando en tu cabeza y si se mantienen es que te han seducido tanto como para llevarlas a cabo.

Es verdad que una vez vas a empezar a rodar sí que hay un momento obligatorio para mí en el que digo: «¿Y ahora cómo lo ruedo?». El cómo lo ruedo en algún proyecto he tenido más ideas, en otros menos, hay proyectos en que he llegado con la lengua fuera pensando en si era buena idea…

Pero en el caso de As bestas creo que desde siempre pensé que iba a ser una peli más clásica, con una realización clásica, pues el guion ya tenía tintes de western; me gustaba unir ese clasicismo con un western clásico y creo que más tarde tomé la idea de rodar la segunda parte de manera distinta.

Hay un cambio apreciable que para mí es muy importante y es que en la primera parte está todo rodado con soportes fijos, si la cámara se mueve hay un travelling, y tenemos planos fijos y panorámicas, que significa lo inmutable del hombre, hay algo masculino, es más sólido, más seguro, más pesado; y en cambio, toda la segunda parte está rodada con steadycam, aunque sea plano fijo me gusta que la cámara se mueva un poquito, y luego, cuando la cámara se mueve parece que vuela que es lo que tiene la steadycam, que parece que flota.

Me gustaba mucho esa diferencia de los travellings de la primera parte, que son pesados, de cine clásico; y la steadycam de la segunda parte que es más moderna, como queriendo contar que la primera parte es de hombres y la segunda es más femenina.

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Hablas de géneros y del western y la película me recuerda al Peckinpah de Perros de paja por aquello de un profesor que va a un pueblo pequeño y el uso del western trasladado al thriller, y aunque Perros de paja va por otro lado, hay una contención inicial para generar tensión.

Me encanta que digas el nombre de Peckinpah y Perros de paja: tiene algo de referencial. Nos gustaba eso de hacer un thriller a lo Perros de paja, es verdad que tiene algo de western aunque no me gusta hacer los géneros cerrados. En la historia del cine ya hay muchos westerns buenos, de los que hemos aprendido y admiramos, y me gusta subvertir un poco los géneros, transgredirlos, en definitiva, no hacer películas tan cerradas.

En ese proceso de elaboración a lo largo de varios años, al final has reunido un casting muy adecuado. Denis Ménochet tiene una presencia amenazante casi sin palabras.

Excepto en el caso de Luis Zahera que estaba en nuestras cabezas desde la primera versión, que dijimos: «Esto es un papel para Luis Zahera, ha nacido para este papel», y está increíble; todos los demás van saliendo, decides que son franceses y te pones a buscar actores franceses. Y los buscamos tarde porque no es lo mismo ponerte a buscar en 2016 cuando solo has hecho Que Dios nos perdone que cuando has hecho Antidisturbios.

Y eso nos permitió que actores de la talla de Denis Ménochet o una actriz como Marina Foïs estuvieran encantados con la propuesta porque, además, en Francia nuestras películas tienen más éxito que en España, y como Francia es un país muy cinéfilo sabían quién era Rodrigo Sorogoyen y estaban encantados. Fue sencillo, Denis Ménochet es un actor que me fascina desde siempre y Marina Foïs igual.

Escribe Luis Tormo

  

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