Hablamos con Eva Hache sobre «Un mal día lo tiene cualquiera»

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«Crear ficción es muy divertido: realmente es como crear un poquito de mundo»

La multifacética actriz y cómica Eva Hache dirige Un mal día lo tiene cualquiera, su debut en el largometraje. Producida por Álex de la Iglesia y Carolina Bang, la película está protagonizada por Ana Polvorosa que encabeza un reparto formado por Agustín Jiménez, Bárbara Mestanza, Juriji der Klee, Aníbal Gómez, Goize Blanco y Ariana Martínez.

Sonia (Ana Polvorosa) es una persona ordenada y responsable que por diversas circunstancias termina pasando una noche inolvidable en el peor de los sentidos, y es que un mal día, y una mala noche, los puede tener cualquiera.

Producida por Pokeepsie Films, Atresmedia Cine y Chicas del Barroco AIE, con la financiación de ICAA y la participación de Atresmedia y Movistar Plus+. La película se estrena en salas el 26 de enero de 2024 de la mano de Warner Bros Pictures.

Dentro de la iniciativa de los Preestrenos del Festival Antonio Ferrandis, Kinépolis y el Ayuntamiento de Paterna, con el apoyo de Consultia Business Travel, hemos entrevistado a Eva Hache que nos ha contado cómo ha sido esta primera experiencia como directora de cine en una película que juega con los géneros entremezclando comedia, drama y thriller.

La película es una mezcla de géneros ¿es un elemento que estaba desde el principio?

El propio guión, que es de Jelen Morales, y que es el primer largometraje que firma en solitario, ya traía un montón de ingredientes, que no son clásicos, ni mucho menos. A mí me interesaba mucho el matiz del terror, me interesa mucho esa risa nerviosa que sucede cuando tienes al espectador delante, cuando vas manipulando al espectador, y me interesaba mucho cómo unir eso con la risa. Cómo unir eso con la comedia. Creo que, sobre todo, ese matiz lo hemos introducido más en posproducción. Con la música que  hemos utilizado que es tan poderosa. Y con eso, ya puedes ir al montaje.

Aunque realmente, si te paras a pensarlo,  al personaje no le pasa nada grave. Pero su percepción pasa por estados de pánico, pasa por pánico porque está en una situación realmente desgraciada.

Este toque de terror se realza con la presencia de unos carteles cinematográficos que aparecen a lo largo de la película como son Tesis, Acción mutante o Quién puede matar a un niño.

Al final la película es una pesadilla. Tesis está para remarcar el tema de la tesis de ella, con la lectura de la tesis. Y ya que estábamos, dijimos: “Vamos a aprovechar para hacer unos guiños cariñosos a una serie de películas que me han gustado”.

La película sigue el modelo de otras películas clásicas como Jo, ¡qué noche! de Scorsese donde la historia se desarrolla durante la noche. ¿Qué tiene la noche como espacio temporal que permite la transformación de los personajes?

Creo que la noche es otra vida. Aparentemente hay más calma, siempre hay otro tipo de habitantes y hay otro tipo de fauna y de flora. Se dice que por la noche todos los gatos son pardos, pero si miras bien, no todos son pardos. Y es verdad que lo que sucede por la noche llama más la atención.

Además, a mí me gusta mucho la noche. Ha sido pura casualidad que el guión estuviera escrito para que fuera nocturno, pero a mí es un aspecto que me gusta. Y me gustaba mucho la posibilidad de fotografiar Madrid de noche, en invierno, con esos brillos de la lluvia y con esos fogonazos de color que llevan todos los personajes que marean a nuestra protagonista, ella que es tan beige, de una gama de colores tan sumamente ordenados,  tan poco estridentes. Es por ello que me gusta jugar con eso porque los personajes seguramente llevan una ropa que ella jamás llevaría.

Antes has hablado del guion de Jelen Morales. Siendo tu primera película, ¿qué ejercicio realizas para visualizar en imágenes el texto escrito?

Con cuidado, con cuidado. Creo que todos tenemos una respuesta automática del cerebro en el sentido que, cuando estás leyendo una novela, y esto es más exagerado en un guión, tu cerebro ya va poniendo imágenes, va uniendo temas, va sacando los ingredientes.

Yo tenía una gran inexperiencia a la hora de planificar, a la hora de pensar en planos, menos mal que tenía un equipo formidable que ha puesto a mi servicio Álex de la Iglesia para ayudarme en el aprendizaje sobre cómo se hace todo. Y poco a poco, con cuidado, con mimo.

Y es que pasa una cosa, cuando eres director o directora, todo el mundo se ha leído el mismo guion y cada uno se ha imaginado a su propia Sonia, su propio coche, sus propios artistas de performance, etc. Y después te van a hacer 25 millones de preguntas para hacer corpóreo lo que solo está en su imaginación.

Entonces eso me parecía mágico, ya desde la preproducción y desde las localizaciones, el ir viendo cómo todo se iba convirtiendo en realidad, a mí realmente me emocionaba muchísimo. He estado todo el rato en un viaje sobre aprender cómo se hace cine, cómo se hace cada cosa. Y es tan artesanal. Estoy tan maravillada que, a pesar de la tecnología, al final todo sigue siendo artesanal y sigue siendo el trabajo de muchas manos, de muchos profesionales que se entregan a muerte porque no hay otra manera de hacerlo, no se puede hacer cine a medias.

Eva Hache presentando ‘Un mal día lo tiene cualquiera’ en Los Preestrenos del Festival Antonio Ferrandis

En relación con el mundo del cine. ¿Cómo llegas a la película? Tú has hecho de todo, actriz, programas de televisión, has dirigido galas de los Premios Goya. ¿Qué buscabas dirigiendo?

Creo que lo que busco es hacer las cosas que no he hecho antes. Y fue Álex de la Iglesia el que tuvo la idea, junto con Carolina Bang, de ofrecerme la posibilidad de convertirme en directora de cine, sin ser yo nada de eso.

Entonces, a priori me sentí intrusa, impostora, y desde luego pensé que a muchísima gente le puede parecer muy injusto, gente que ha estudiado y que lleva trabajando muchísimo tiempo en esto, que lleva intentando levantar un proyecto, que lleva años con lo difícil que sabemos que es. Y de pronto es: “Mira, a ésta le toca la lotería todo el rato, ¿no?”.

Pero no por eso podría dejarlo pasar. Es un poco lo que le pasa a la protagonista, si no aprovechas las oportunidades que te ofrece la vida, luego te vas a poder arrepentir, ¿no? Entonces, para mí, aprender a estas alturas, ya con más de 50 años, aprender un idioma nuevo, aprender un oficio nuevo, me parece un auténtico regalo. Y lo he amarrado, lo he agarrado con ganas. Un privilegio. Es que creo que soy muy afortunada porque tampoco tenía nada preparado especialmente para mí, soy muy mala haciendo planes a largo plazo, estoy muy dispuesta a aceptar cosas en las que no había pensado.

Y dentro de ese vértigo que me imagino debe suponer una proposición de este tipo. ¿Qué es lo que más miedo te daba del hecho de hacer cine?

Que no se pudiera llegar al final, o sea, no conseguir hacer bien mi trabajo para encajar todas  las piezas necesarias para elaborar la película y poder mostrarla. Cada día llegaba a mi casa de de madrugada diciendo: «Esperemos que esté todo, ¿eh? Va, venga, va«.

La verdad es que es muy duro. Es muy difícil, además, mostrar seguridad ante todo el equipo. He tenido que fingir mucha seguridad para que todo el mundo estuviera bien tranquilo y que me pudieran ayudar sin miedo. Pero claro, he pasado miedo, claro que sí. Porque todo el mundo pregunta a la directora. Todo el mundo pregunta todo el rato. Y hay que ser rápido, aquí no se puede perder mucho tiempo.

¿Cómo ha sido la relación con Ana Polvorosa? ¿Cómo has trabajado el personaje de ella que es protagonista absoluta de la película?

Ana es súper importante. Es muy intuitiva. Yo sabía al elegirla que ella tiene ya el tempo de la comedia dentro de su cuerpo. Después de tantísimos años de experiencia, después del trabajo en televisión, que te hace ser muy efectiva y rápida a la hora de trabajar, lo afrontamos de tal forma que no queríamos que actuara desde la comedia. No queríamos que el personaje fuera caricaturesco. Creíamos que la comedia estaba en la situación y en el amontonamiento de desgracias que se van sumando.

Estábamos de acuerdo en que Ana actuara desde el realismo y desde la verdad. Y es la visión del espectador desde fuera, pues en realidad piensas: “Chica, no es para tanto, ¿eh? Venga, va”. Pero al mismo tiempo sufres con ella porque ella lo está pasando mal, porque realmente para ella es tan importante. Pero sobre todo desde la verdad. Ana es espectacular. Yo que estuviera muy bien, pero el resultado es extraordinario.

Es una comedia muy negra típica de de nuestro cine español. Casi todos los personajes son negativos.

Todo es dramático, todo es negro. Todo es tremendo, pero al mismo tiempo son inofensivos. Dentro de la gravedad no hay un grandísimo riesgo. Los personajes son más o menos modernos, pero no dejan de ser costumbristas.

Finalmente, ¿con qué te quedas de la experiencia de cine? ¿Qué es lo que te ha aportado el cine en ese afán tuyo de aprender y descubrir cosas nuevas?

Creo que cuando se hace cine no se puede hacer otra cosa, salvo dormir unas pocas horas para no morir. Crear ficción es muy divertido. Realmente es como crear un poquito de mundo. Es una gran magia. Y si consigo que los espectadores pasen una hora y media sin pensar en nada que les preocupe ya hemos conseguido algo. Entrar en una sala de cine y que una historia te atrape, y que salgas y tengas una conversación sobre ella. Me parece que es algo como del pasado. En casa, la película se ve interrumpida. En el cine se crea esa magia de “esto empieza y acaba”  y tú no puedes hacer nada más que estar ahí recibiéndolo, me parece que es algo que debería durar mucho tiempo.

Escribe Luis Tormo