«Nos gusta contar historias que nos importan a través de la comedia»

En el marco de los Preestrenos del Festival Antonio Ferrandis de Paterna y los cines Kinepolis, los directores Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez han presentado su primer largometraje Alimañas. La película es una comedia negra protagonizada por dos hermanos muy diferentes, Carlos y Paco, interpretados por Carlos Areces y el propio Jordi Sánchez, a los que les une la ambición por heredar un edificio propiedad de su anciana madre; edificio en el que ambos tienen puestas todas sus esperanzas para mejorar su precaria situación económica. Completan este reparto de grandes comediantes las magníficas Loles León, Sílvia Abril, Carmina Barrios y Pilar Bergés, con la colaboración especial de Antonio Resines.
Jordi Sánchez -el reconocido actor televisivo- y Pep Antón Gómez llevan más de 20 años escribiendo obras teatrales. Ahora han vuelto a unir fuerzas para crear su primera película como guionistas y directores, inspirada en una obra de teatro que escribieron en el año 2004. Con ambos directores hemos hablado sobre la experiencia que ha supuesto llevar adelante su primer largometraje.
El origen es una obra de teatro vuestra, Mitad y mitad, a la que luego se añade una obra posterior, Mamá. ¿Por qué adaptar estas dos obras?
Pep Antón Gómez: Lo que ocurre es que a nosotros, y estamos hablamos del año 2000, una productora muy importante de Cataluña nos hizo el encargo de escribir una obra para dos actores. Teníamos una idea muy concreta y nos pusimos a escribir. Acabamos el primer acto, lo enseñamos para ver cómo íbamos y les encantó. Les gustó muchísimo y nos dijeron que siguiéramos adelante. ¿Cuál es el problema? Que en la segunda parte de esta obra de teatro, que es Mitad y Mitad, era cuando intentábamos matar a la madre. Y el público medio que iba a ver la obra eran mujeres de 60 ó 70 años. Entonces, a la productora le gustó muchísimo, pero nos dijeron: «Nos encanta, pero no la podemos hacer». Y como Jordi [Sánchez] y yo queríamos cumplir con el encargo, dijimos: «Venga, vamos a mantener el primer acto que ya sabemos que les ha gustado. No vamos a poner parches, vamos a cambiar todo el segundo y vamos a hacer una comedia blanca». Y esa comedia es Mamá.
Mamá se estrenó en el año 2000. Pero no se estrenó Mitad y Mitad, que es la que nos gustaba a nosotros. Mitad y Mitad la pude estrenar yo en 2011, en Madrid, con Pepón Nieto y Fernando Tejero. Pero volviendo a 2004, un poco como ejercicio, porque ya habíamos hecho televisión y teatro, pensamos: «¿Cómo sería esto de escribir un guión de cine?». Y esta obra que ya nos estaba funcionando muy bien, no solamente en España, sino también en el extranjero es la que escogimos para ver qué película podía salir. Si hubiésemos hecho este intento de guión mucho más tarde, probablemente habríamos escrito otra cosa. De hecho, ahora le hemos pillado el gustillo y tenemos muchas ganas de empezar un segundo proyecto.
Jordi Sánchez: Además, está el hecho de que se han preparado como 15 o 16 producciones de la obra, tanto aquí como fuera de España. Y se siguen haciendo producciones. Por lo tanto si tenía éxito en todas partes dijimos: «¡Vamos a preparar el guion de ésta!».
¿Os costó encontrar el tono de comedia negra que tiene Alimañas?
Jordi: No nos costó escribirla porque es un campo en el que nos manejamos bien. A pesar de que no siempre escribimos comedia negra, ni mucho menos, pero nos gusta y nos divierte.
Pero sí que es verdad que nos costó unificar el tono en la película una vez teníamos a los actores. Hasta el punto de que Carlos Areces nos preguntaba: «¿Pero estamos haciendo comedia?». Y nos lo preguntó dos veces durante la primera semana: «¿Seguro que esto es comedia?». Nos tenía un poco alarmados…
En todas las películas que he hecho encuentras el tono cuando la interpretas, a la hora de trabajar. Y en la primera semana de la película se unifica el tono, por decirlo de alguna forma. Este tono era un poco complicado porque no era una comedia al uso. Pero yo creo que lo hemos encontrado. Cada uno viene con su propuesta de casa y nosotros bajábamos o subíamos indicando por donde teníamos que ir. Y al principio se sorprendían pero luego entraron bien.
Pep: Esta comedia tiene una cosa, y es que el texto, solo el texto, ya es muy cómico. Entonces, una vez tienes esa base tan guay de comedia, tú ya puedes trabajar los personajes de verdad. No había que apretar nada, no había que hacer nada, ni mucho menos acercarnos a la farsa. Estos personajes tienen unos conflictos, lo que pasa es que lo expresan de una manera muy determinada y muy divertida. Si confiabas en los diálogos, la comedia sale.

Estamos hablando de una comedia con transfondo con unos personajes que representan la mezquindad, la miseria de las personas.
Jordi: Es que son los personajes que más nos gustan. Si cambias los diálogos y te quedas con el argumento, es una historia triste, ¿no? Son dos hermanos que quieren que se muera su madre, que quieren echar a las inquilinas porque tienen un alquiler bajo. O sea, si quitas la comicidad, la historia es negra, es triste. Creo que la forma de hablar de ellos es lo que nos ha dado la comedia.
Pero también es lo que nos interesa, ¿no? Desde el principio, lo que nos gusta es contar historias que nos importan a través de la comedia. Y también tenemos más facilidad para hacer eso. Y es un poco lo que hemos hecho.
En la película se ve ese tono negro de Berlanga.
Jordi: Es que no podemos negar que es un referente para los dos.
Pep: Sí, y Azcona. Cuando has visto sus películas, te marcan. Y lo que también nos sacan muy a colación es Álex de la Iglesia. Y no negamos que existe esa influencia porque es el cine que más nos gusta.
Jordi: Que nos lo digáis, significa que nos hemos acercado. ¿Podemos estar más felices? Es un piropazo que te lo digan. Bueno, es que no dejamos de tener una tradición muy buena en el cine español.
Viendo la película se nota el origen teatral pero, a su vez, la película es muy cinematográfica. ¿Cómo os habéis enfrentado a este juego entre el origen teatral y la adaptación cinematográfica?
Pep: Es que eso fue muy curioso porque como lo hicimos hace mucho tiempo, te hablo del 2004, como un ejercicio, queríamos disfrutar y queríamos descubrir no cómo se adapta una obra de teatro, sino cómo se escribe un guion de cine. Entonces, me acuerdo que con Jordi hicimos un pacto, porque nosotros la obra nos la conocíamos perfectamente, y dijimos, vamos a apartarla. Nosotros tenemos una historia que ya la conocemos, pero ahora vamos a generar una estructura cinematográfica para contar esta historia. Ese fue el primer paso. Y cuando tuvimos esa estructura, después ya fue pensar cómo podíamos aprovechar la obra de teatro.
Jordi: Y creo que eso nos ha ayudado mucho a que sea muy película, a pesar de que continúa pasando en un espacio muy cerrado. Hicimos cosas como muy básicas. La obra de teatro son dos personajes y es un piso. Aquí quitamos a los dos personajes. El piso lo cambiamos con una finca de vecinos, lo que quieren heredar. En el momento en que aparece la finca, aparecen los vecinos, porque claro, necesitamos ampliar, no podemos hacer una película con dos actores y nada más.
Pep: Yo pensé: «Esto es como empezar otra obra de teatro, porque esto no es adaptar una obra de teatro, esto es arrancar el guión de cero». Pero luego nos vino muy bien, porque a los dos nos preocupaba mucho que se notara que la película venía de una obra de teatro.
Y luego hay que pensar que el guion en estos 19 años ha tenido muchas versiones y nosotros, como dramaturgos, también hemos evolucionado. Hemos pasado de escribir obras como esta, que pasan en un comedor, a las últimas obras, que yo diría que son obras de teatro con un lenguaje muy cinematográfico. Por ejemplo, toda la última parte de la película, que es tan de vodevil, tiene mucho que ver con el teatro que hemos escrito últimamente, en el que de repente escribes obras con 25 espacios diferentes, un montón de personajes, etc.
¿Qué os ha enseñado o qué experiencia os lleváis del cine?
Pep: Personalmente, y me he acordado hace poco de eso, yo con 12 o 13 años lo que quería era ser director de cine. Lo que ocurre es que estás en un pueblo pequeño, nadie de tu familia se dedica a esto. Si ya dedicarte al arte es como un sueño, dedicarte al cine, imagínate. Sí que recuerdo que intentando acercarme a este mundo, descubro el teatro, me enamoro del teatro y me convierto en dramaturgo de teatro y en director teatral.
Para mí, tantos años después, encontrarme de repente con el regalazo de ser lo que quería ser de pequeño pero con toda la experiencia adquirida, porque no es lo mismo dirigir una primera película con 20 años que con 50 y pico, que son los que tenemos, es como complementar todo lo que ya hemos hecho.
De repente el cine te permite explicar las cosas de otra manera y mola un montón. De hecho, tenemos unas ganas terribles de hacer una segunda película.

¿Cómo habéis trabajado el tema de la dirección juntos? ¿Jordi, tú como actor te has centrado en la dirección de los actores? ¿O lo habéis llevado todo de una forma conjunta?
Jordi: Yo tengo experiencia de otros compañeros que han querido dirigir y actuar a la vez y no es muy buena porque acaban siendo los que están peor como actores en la película. Lo que hicimos fue preparar muchísimo la película. Tuvimos la suerte de que teníamos el edificio un mes antes y nos íbamos todos los días allí con la llave, con el portero, y la coreografiábamos, la ensayábamos, la preparamos mucho.
Porque yo lo que no quería es estar haciendo una secuencia preocupándome de otras cosas. Lo que quería era que el día de rodaje, aparte de ver todas las tomas al terminarlas, estar solo pendiente de mi trabajo como actor.
Y la base fue prepararla y ensayarla mucho. Lo llevamos todo al milímetro, de tal forma que en el momento del rodaje yo estaba solo como actor. Luego cuando terminaba esa secuencia, me iba al combo con él [Pep Antón Gómez] y seguíamos codirigiendo, pero hicimos ese pacto porque es una cosa como muy loca. En los ensayos sí que lo trabajamos mucho pero en el momento de rodar quería estar pendiente de mí.
Pep: Como hace tanto que nos conocemos lo dividimos así. Y funcionó. Nosotros sabemos de contar historias y dirigir actores, son casi 30 años de experiencia. Luego hemos tenido la suerte de que los productores nos han rodeado de gente para la parte técnica que han sido excepcionales, en la dirección de arte, la montadora, el director de fotografía. La verdad es que nos entendieron a la perfección y ahí tienes mucho ganado.
A eso me refería antes con el tema del cine, porque cuando estáis haciendo teatro, como dramaturgo, como actor, todo se controla más, es un trabajo más individual. El cine es un trabajo en equipo.
Jordi: El guion estaba muy cerrado, muy trabajado. Y yo creo que la montadora lo agradeció mucho, porque no lo tenía todo tan abierto; además que tuvimos la suerte de dar con Azucena Baños, una montadora excelente.
Y luego también creo que hay un trabajo de humildad, o de inteligencia a la hora de decir: «Yo no voy a aprender ahora lo que sabe un director de fotografía». Lo que haces es ver lo que va ha hacer el director de fotografía y llevártelo a tu terreno y de alguna forma.
Le dijimos: «Tienes que arroparnos, tienes que cuidarnos», porque yo he sido un actor que me ha interesado la técnica en tanto cuanto yo estaba pendiente de estar en el foco, pero no me interesaba excesivamente todo el mundo técnico. Entonces, cuando te encuentras con esto, dices: «Mira, aquí el que sabe es Juan Molina». Y Juan Molina nos cuidó un montón. El director de foto se tiró un mes con nosotros. No es el director de foto te entra una semana antes. Aquí fue incluso más de un mes.
Pep: Y era porque le dijimos: «Juan, esta película, que de momento es de los dos, cuando entremos a rodar, ya tiene que ser de los tres». Estuvimos más de un mes yendo a tu casa [dirigiéndose a Jordi] y hablando y hablando, desentrañando el guión, explicando lo que haríamos, destacando las secuencias vitales. Y así ocurrió. El primer día de rodaje, Juan, el director de fotografía, ya era parte del trío.
Jordi: Juan Molina es un director que ha hecho excelentes películas. Cuando nos veíamos un día y nos decía que mañana volvíamos a vernos, era increíble. De mucha generosidad. Yo he visto películas en las que el director de foto va por un lado y el director por otro, y encima se llevan mal. Y dices, esto es un bombazo. Y eso no lo queríamos. No nos lo podíamos permitir.
En esta película el casting está muy medido. ¿Participasteis en la elección del reparto? ¿Cómo dais el tono a los actores y actrices?
Jordi: Sí, absolutamente. Vamos, decidimos el casting.
Pep: Sí. Y Silvia Abril, por ejemplo, como cómica, tiene mil registros. Y ella nos llegó el primer día con una propuesta muy clara. Pero era aquella propuesta de: «Si no me dirigen, yo hago esto». Entonces, me acuerdo que empezamos la primera secuencia y ella en el ensayo sacó todos sus recursos. Nos miramos y dijimos: «Esto no es así». Entonces te acercas a Silvia y dices: «Silvia, vamos a hacer». Y cuando ella ve que le estás dando otro tono, como actriz, lo agradece porque venía a hacer lo de siempre. De esa forma te hace un papel lleno de detalles.
Y para acabar, Jordi, tú que eres actor. ¿Cómo ha sido la experiencia de dirigir a compañeros?
Jordi: Fíjate que a mí me daba como mucho corte. Hacer castings a compañeros me daba un poco de vergüenza, les pedía disculpas por internet. Me sentía fatal. A los chavales jovencitos estos que tienen 20 años, no. Pero a los otros decía, madre mía, pero si esta mujer es una buenísima actriz… Pero yo creo que estamos tan acostumbrados que somos muy flexibles en ese sentido; si mañana Loles quiere contar su historia y me necesita, yo me pongo a su disposición y soy súper obediente.
Y hoy yo quería yo la mía y ellos se han puesto a nuestro servicio. Y es más, luego he vuelto a hacer una película y yo he vuelto a ser actor y nada más. Encantado. Bueno, no me ha costado ni la mitad de lo que pensaba. Primero porque llevo muchos años y aunque no dirijo actores directamente, tienes un criterio, una opinión sobre los trabajos de los demás. Y esta vez tienes voz. Pero sí te digo que al principio hicimos un casting largo a diferentes actrices y me disculpaba.
Escribe Luis Tormo
