En busca de la juventud

El festival de Cine Mudo de Pordenone cerró su edición 42 en el Teatro Verdi, con el evento especial de las películas de The Pilgrim (Chaplin, 1923) y Sherlock Jr. (Keaton, 1924) acompañadas en directo por la orquesta de cámara de Pordenone.
Ambas son bastante conocidas, así que dedicaré esta última crónica del festival a escribir sobre la entrañable Conrad in quest of his youth (1920), dirigida por William de Mille, que también cerró el festival el sábado 14 de octubre en su versión online.
No es de sorprender que Conrad in quest of his youth se mostrara en el apartado de «redescubrimientos» y durante el último día del festival. No hay mejor manera de terminar un festival que redescubriendo una película de gran ternura y añoranza que nos hace mirar hacia el futuro, casi en espera de otra edición.
La introducción de Jay Weissberg, crítico y director artístico del festival, fue emotiva también al recordar a aquellos de la familia de le Giornate que fallecieron durante este año y que formaron «una parte intrínseca del festival durante tantos años». Quiero nombrarles: Adrienne Mancia, Anna Sienkiewicz-Rogowska, David Wyatt, Carl Davis, Aldo Bernardini, David Mayer, Stephen Herbert and Russell Merritt. «Ellos viven todavía aquí en el teatro Verdi con todos nosotros», comentaba Weissberg en su introducción, «e hicieron tanto para celebrar las cosas que tanto amamos».
Weissberg presentaba Conrad in quest of his youth como una de sus películas favoritas del género, dirigida por William de Mille y basada en la novela del mismo nombre del autor Leonard Merrick que, a pesar de haber caído en el olvido, fue en su época muy conocido. Virginia Woolf escribió sobre él: «He aquí, evidentemente, un novelista de ingenio, con ligereza de tacto, de una inteligencia sensible y rápida, y con ese giro de que se necesita para dar a su obra un inconfundible carácter propio. (…) El éxito de Conrad in quest of his youth reside en el hábil equilibrio de dulzura y amargura, de romanticismo y realidad» (1).
Trata de un hombre que, llegado a los 37 años y en buena posición, comienza a pensar en su pasado, en su niñez y juventud, buscando volver a sentir o rememorar esos momentos tan felices, también la pasión de su primer amor. Conrad se pondrá en marcha recreando lugares y buscando a las personas que le hicieron sentir vivo y feliz en su juventud.
Una película llena de reminiscencias y recuerdos plasmados de manera muy efectiva por la puesta en escena, montaje y fotografía. Uno de los momentos más bellos del filme es la escena en donde él y sus amigos de la infancia regresan a la cabaña de aventuras de su niñez y comen en la mesa, en la que lo hacían habitualmente. Con efecto encadenado y de sobreexposición vemos a los chiquillos de entonces y a los adultos de ahora. Escena de apego y reminiscencia que no tendrá sus frutos, ya que ni Conrad, ni sus antiguos camaradas son ya los mismos.
Existe esa expresión de «el tiempo pasa» pero, en realidad, no es el tiempo quien pasa o transcurre, sino nosotros mismos somos quienes lo hacemos. Esta película muestra ese aspecto. No he leído la novela, pero la película fue escrita por Olga Printzlau, una de las mejores guionistas, y no sólo de la época. Printzlau aportaría un enfoque no tan narcisista o egocéntrico al protagonista de la novela y diseñaría a los personajes mucho más simpáticos y cercanos.
Conrad in quest of his youth es realmente una película emotiva, sin llegar a ser nada lacrimógena. Es más bien sensible y por momentos divertida. Todos los actores encajan a la maravilla, algo que no es fácil de encontrar en las producciones de ese género. William de Mille, el realizador, fue un dramaturgo y director importante, lamentablemente muchas de sus películas se perdieron, fue el hermano mayor de Cecil B. DeMille.
La copia de Conrad in quest of his youth fue digitalmente restaurada en 2022 por el Centro Nacional de Conservación Audiovisual de la Biblioteca del Congreso (Library of Congress National Center for Audio-Visual Conservation), para ello se recreó el tintado o viraje utilizando una continuidad del que había existente en la Colección de Guiones de la Paramount de la Biblioteca Margaret Herrick, en la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas en Los Ángeles.
Escribe Laura Bondía | Fotos Festival de Pordenone
Notas:
(1) Jay Weissberg en su texto sobre la película tomado del catálogo oficial del festival en su edición 42. Esta cita de Virginia Woolf es una carta que escribe a su amigo Saxon Sydney-Turner en febrero de 1918, más o menos cuando estaba escribiendo una reseña para el Times Literary Supplement (4.07.1918) de dos de las novelas reimpresas de Merrick (traducción propia).
