Cinco cortometrajes
Tuve la oportunidad de asistir el 22 y 23 de octubre a algunas sesiones de cortos dentro del Festival de Jóvenes Realizadores celebrado en Granada. Estas proyecciones se realizaron en el bello encuadre del Palacio de los Condes de Gabia, sito en el castizo barrio del Realejo, un espacio abierto a la experimentación y a la creatividad. Continua así la estela del cinemista (así se autodenominaba) granadino José Val del Omar, cuya influencia está históricamente vinculada al certamen. Val del Omar, un poeta visual y surrealista de la Generación del 27, inexplicablemente olvidado.
29 Jóvenes Realizadores tiene una programación con propuestas insólitas que unen cine, música y otras artes. Un festival que siempre ha sido una prioridad política de la Diputación granadina, que lo ha estado apoyando y coorganizando desde sus fases iniciales, y que este año ha incrementado su aportación económica, lo cual colabora también a acercar el festival a los municipios, a través de sus extensiones.
El concejal de Turismo y Cultura, Juan Ramón Ferreira, junto con el director, Antonio Miguel Arenas, mostraron su gran apoyo al certamen pues «“por este festival han pasado grandes cineastas en sus comienzos». Ciertamente, es un ámbito donde se dan a conocer directores emergentes, llamados a llenar las grandes carteleras en un futuro.
La Competición Internacional contó con la participación de 15 cortos y 2 largometrajes. Cortos de Richard Misek, Xacio Baño, Manuel Muñoz Rivas, Nikita Diakur, David Fidalgo o Florentina González, entre otros, que aspiran al Premio Val del Omar a la mejor producción, junto a los recientes largometrajes de Bas Devos y Paul B. Preciado, premiados en la Berlinale.
Comento a continuación los cinco primeros cortos que se proyectaron en este festival, más que nada con la intención de hacer divulgación de ellos y de sus autores en nuestra revista.
A history of the world according to Getty Images (2023), 18’
La película comienza con un plano de una calle de principios de siglo repleta de caballos y carruajes. Más tarde, los tanques atraviesan la Plaza de Tiananmen y se enfrentan a un hombre solitario. En blanco y negro, el zeppelín Hindenburg se estrella en Nueva Jersey. Una bomba nuclear explota, los icebergs se estrellan contra el océano y los astronautas plantan una bandera en la Luna. Los ciudadanos vietnamitas miran fijamente a los militares estadounidenses que pasan y los filman desde las alturas. Estos momentos del siglo XX no se presentan en orden cronológico, sino como una miscelánea de memoria colectiva.
Así, el corto que viaja a través de algunos de los momentos más significativos del siglo XX, captados por una cámara. Pero es a la vez un estudio fascinante sobre la propiedad intelectual y el poder de las imágenes, elaborado a partir del archivo Getty.
Este título, este breve documental cuestiona el papel de Getty Images (la agencia de fotografía estadounidense ubicada en Seattle, Washington) como el mayor archivo comercial de imágenes y vídeos del mundo.
Está dirigido por Richard Misek y utiliza material de archivo obtenido legalmente de Getty Images para crear un viaje histórico por algunos momentos importantes del anterior siglo, desde el aterrizaje en la Luna hasta la caída del Muro de Berlín, imágenes que viven en nuestro recuerdo y que forman parte de nuestra memoria colectiva.
Resulta muy interesante ver cómo el director usa las imágenes de Getty para crear un collage visual que muestra la diversidad y la complejidad del mundo. Al mismo tiempo, el corto reflexiona sobre la historia de las imágenes de archivo como mercancía, y sobre su explotación como «propiedad intelectual».
Denuncia también cómo Getty Images y otros bancos de imágenes obtienen el control y restringen el acceso a imágenes que pertenecen al dominio público, como las que se encuentran en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
Igualmente aborda las implicaciones políticas, sociales y culturales de las imágenes de archivo, de cómo pueden ser una expresión de poder, colonialismo y opresión. Se trata, pues, de una cinta que invita a la crítica y al debate sobre la comercialización y el blanqueamiento de la historia y la memoria colectiva.
Una obra que empuja la atención y la curiosidad del espectador, desde una experiencia cinematográfica original, lucida y provocadora, amén de explorar el beneficio de la historia pública y poner en cuestión a esos señores o corporaciones que controlan la cámara y la narrativa.
Hors-Saison (2023), 14’
Un cámara de vídeo graba localizaciones para una productora de televisión, lo hace como si estuviera distraído o cansado. Es sin más un hombre perdido en el vacío de su rutina diaria, un ser que carece de motivación, un cámara que deambula por el paisaje en busca de una imagen que dé sentido a su búsqueda existencial.
Corto dramático dirigido por Francescu Artily, un joven cineasta francés que debutó con este trabajo en 2023 y que aborda el tema de la búsqueda del sentido vital. Artily muestra la alienación y la falta de valor de la existencia moderna, a través de una mirada poética y minimalista.
Está realizado con un estilo sobrio y a la vez elegante, sin recurrir a diálogos ni a ningún artilugio de efectos especiales. Basa su fibra en la fuerza en las imágenes, que captan la belleza y la soledad de los paisajes fuera de temporada.
La narrativa es fragmentaria y elíptica, dejando al espectador completar los huecos y las conexiones entre las escenas.
Estética cuidada, con una fotografía que subraya el contraste entre la luz y la sombra. El sonido es ambiental y naturalista, sin música ni voz en off, un montaje fluido y rítmico, alternando planos largos y cortos, fijos y móviles.
La obra muestra el talento y la sensibilidad de Artily como director, consiguiendo una atmósfera envolvente. Puede resultar algo lento, pero a cambio es bello visualmente y por su profundidad temática.
Cine de autor y una promesa para el futuro del cine francés.
Non te vexo (2023), 14’
Dirigido por el realizador lucense Xacio Baño en 2023, en esta cinta se trasluce un cineasta obsesionado con la formación de las imágenes. Un archivo fotográfico que cobra vida y dialoga con el presente. Un espectador que de pronto recuerda que la fotografía trasciende al instante. En la era de las muchas imágenes, tres segundos son una eternidad.
Ensayo fílmico sobre la imagen negada. La elección de las fotografías genera un relato para contarnos. Preguntas como: ¿Qué cuentan las imágenes descartadas? ¿Qué instantáneas consideramos imprecisas, defectuosas? ¿Cuál es la historia que eliminamos de nuestro relato vital? ¿Qué encontramos en esos descartes? Preguntas todas de enorme calado.
En este mundo de imágenes tres segundos es mucho tiempo, como decía, el tiempo que tarda un bebé en reaccionar cuando su madre desaparece de su foco de visión, el tiempo que se tarde en hacerle una fotografía sin la presencia de su fuente nutricia. Ese te veo, no te veo, los pocos segundos que median en la experiencia de un bebé entre ver-estar con mamá y no-ver (non te vexo) y no estar, entre el bienestar y el pánico.
En este año obtuvo el galardón del jurado en la sección Galicia y el Numax.
Strange beasts (2023), 10’
Corto realizado y escrito por el director australiano Darcy Prendergast, en el cual se nos da la bienvenida al salvaje Bacchus Marsh Safari de Victoria, a través de la lisérgica mirada de Ron «Prenda» Prendergast, cuidador de grandes felinos desde los 18 años. Tras su cierre, el parque había permanecido envuelto en misterio y leyendas. Hasta ahora.
Corto de diversas lecturas, incluida la de que no te puedes distraer, ni dar la espalda inopinadamente a tigres o leones, porque en su naturaleza está el ataque, la caza, la búsqueda de alimento.
Pero sobre todo la película explora el ascenso y la caída del Bacchus Marsh Lion Safari de Australia, a través de los ojos del cuidador de grandes felinos, el Sr. Prendergast.
Nos va descubriendo la misteriosa historia y las costumbres del parque, desde su auge y época dorada, hasta su cierre, lo cual revela las consecuencias del poder desenfrenado. Una exploración cautivadora de la naturaleza humana, la ambición y el deseo del hombre por controlar la naturaleza.
En este trabajo se mezcla la realidad con la animación, muy bien articulada e introducida en momentos muy oportunos del metraje.
Aqueronte (2023), 26’
En la mitología griega el río Aqueronte separaba el mundo de los vivos y el de los muertos. En la actualidad diversos viajeros esperan en el embarcadero del ferry que debe pasarlos al otro lado del río Guadalquivir, un trayecto sobre las aguas que parece prolongarse, la orilla del destino se aplaza inesperadamente, la magnitud del espacio se difumina, nos parece estar viviendo nuestra vida y viendo pasar la vida.
Documental experimental de Manuel Muñoz Rivas que explora el concepto de la muerte y el tránsito al más allá a través de una metáfora visual: el viaje en una barcaza por un río que no parece tener fin.
El carácter difuso de la línea que separa el documental y la ficción advierte de una transformación cada vez más patente, sobre el paso del tiempo, con sugestivos resultados.
Muñoz Rivas sigue las variables del documental, pues revela pequeños fragmentos reales que no parecen contener una intromisión por el autor de las imágenes, más allá de algún pequeño diálogo bien avanzado el metraje.
En contrapartida exhibe, a través de su montaje, la elección concreta de planos e incluso el uso de una iluminación, que no evoca el propio contexto, una acción que se revela como la forma de hacer ficción sobre un marco concreto y orientado a proyectar algo más que la deriva de una particular odisea.
Una cinta envolvente, de una patente ambigüedad temática, pues lo que parece originarse como un mero retrato, pronto se desliza bajo esa densa neblina, la concatenación de escenas de unos pasajeros que viajan, entre coches, en la embarcación; todo lo cual se antoja una inmersiva indagación, las claves de una obra que dialoga con el espectador ya desde la elección de su revelador título, lo cual irá cobrando forma conforme avanza el metraje.
Diálogos descontextualizados metidos sutil y desplazadamente en una realidad que complementa la sensación de no-lugar en la que discurre el viaje emprendido por los pasajeros. Un efecto de no materialidad, de existencia relevada.
Hay un predominio de los planos fijos y largos que captan la atmósfera de silencio, espera y misterio que envuelve a los personajes en tránsito, que apenas intercambian palabras o miradas.
La fotografía, en tonos ocres y opacos, obra de Mauro Herce y el propio director, aporta una belleza austera y sobria al paisaje y a los rostros de los etéreos personajes, que parecen estar suspendidos en el tiempo y el espacio.
El sonido, compuesto por ruidos ambientales y unas notas minimalistas, contribuye a crear una sensación de inquietud y desconcierto. Es un corto que invita a la reflexión sobre la vida y la muerte, y que plantea más preguntas que respuestas. Una obra que necesita de la paciencia y de la concentración del espectador, pero que es muy gratificante por cuanto ofrece una experiencia cinematográfica vívida, profunda y singular.
Muñoz Rivas consigue, con unos pocos elementos y un gran trabajo visual, abrir las puertas a una dimensión en la que se impone una especie de anti-narración, donde encontrar respuestas no es una necesidad, sino que lo es más bien dejarse llevar por las imágenes y derivas de un viaje propio de cine de autor. Ello en la búsqueda de vías que permitan seguir explorando los confines de un cine que hoy puede ser más indispensable que nunca.
Escribe Enrique Fernández Lópiz | Fotos Granada Film Fest