Tres secciones y cinco estrenos

En esta quinta crónica vamos a hablar un poco de aquellas secciones del Festival que se encuentran orilladas ante la avalancha de estrenos y películas de última hornada que rebosan las distintas secciones oficiales. Suelen ser obras semidesconocidas, que no suelen atraer a muchos espectadores y que, sin embargo, en ocasiones suponen auténticos descubrimientos.
No nos referiremos a la sección de clásicos que ya repasamos en otra crónica anterior. Aquellos trabajos han sido constatados a lo largo de los años y no necesitan reivindicación, pero de las películas que vamos a hablar ahora seguramente sí. Vaya por delante que nosotros primamos el visionado de las películas más actuales, y luego, ya en casa, durante el largo trayecto que queda hasta la siguiente edición, intentamos ver algunos de estos títulos.
Seven Chances
Sección que coge su título de la obra maestra absoluta que fue el Siete oportunidades, de Buster Keaton. Se trata de una colaboración del Festival con l’Associació Catalana de la Crítica i l’Escriptura Cinematogràfica (ACCEC) para reivindicar siete películas que, aun no habiendo encontrado su lugar en el canon, exploran los límites del género desde la curiosidad y el inconformismo.
En esta edición las raras avis rescatadas han sido el peculiar slapstick checo The Mysterious Castle in the Carpathians, de Oldrich Lipský; la carta de amor La passion selon Béatrice, de Fabrice Du Welz; la reflejada serie B de Mirror Mirror, de Marina Sargenti; el fantaterror erótico de Las vampiras, de Jess Franco; el ozploitation motorizado de Stone, de Sandy Harbutt; el thriller arácnido Il nido del ragno, de Gianfranco Giagni; y el suspense laberíntico de Malpertuis, de Harry Kümel. Cada sesión acompañada de una pequeña presentación de la mano de diversos miembros de ACCEC.
Midnight X-Treme
La segunda sección es la más extrema del Festival y va dirigida a todos aquellos que siguen al pie de la letra lo de «dormir es de cobardes», ya que normalmente las proyecciones de esta sección suelen empezar a eso de la una de la madrugada e incluyen las propuestas más viscerales y brutas que se pueden ver durante todo el Festival.
No siempre es así, ya que algunas de las noches están dedicadas a recuperar piezas de los títulos asiáticos más locos de la temporada y en la noche más zombi se suelen poner algunas pelis de esta temática.
En esta edición, el incansable Joe Begos, encargado de locuras vistas en el festival como Bliss o Christmas, Bloody Christmas, vuelve a casa con Jimmy & Stiggs, una alucinógena pesadilla de drogas, alcohol y alienígenas rodada en 16mm. Frankie Freako, de Steven Kostanski, uno de los directores de The Void, ofrece una alocada fiesta con una extraña criatura.
El incansable Lowell Deanestá con nosotros por partida doble, pues nos trae Die Alone, un «niño con amnesia vs zombies», y Dark Match, un «luchadores de wrestling vs cultistas». También nos visita Las motosierras cantan (Chainsaws Were Singing), de Sander Maran, una desternillante película de acción-terror-gore-musical-comedia-serie B recién llegada de Estonia.
Completan el insomnio títulos como Operation Undead, de Kome Kongkiat Komesiri; Fly Me To The Saitama: From Biwa Lake With Love, de Hideki Takeuchi; Hell Hole, de John AdamsyToby Poser; Grafted, de Sasha Rainbow; Plastic Guns, de Jean-Christophe Meurisse; The Beast Hand, de Taichiro Natsume; y 1978, de Nicolás y Luciano Onetti.
Brigadoon
La tercera y última sección periférica que atendemos es la llamada Brigadoon, en honor a la película homónima de Vincente Minelli, una de las secciones con más solera del Festival que se diferencia del resto por ser la única gratuita para el público en general. Funciona como perfecto cajón de sastre donde se puede bucear en títulos de todas las épocas y condición. Este año vuelve a presentarse como el punto de encuentro de esa cinefilia enamorada de los títulos y voces más desacomplejadas del cine de género.
Con una completa selección de cortos, documentales, largos y encuentros/homenajes con artistas siempre a reivindicar, Brigadoon hace las delicias de los paladares más inquietos con propuestas como Traumatika, de PierreTsigaridis; Tripping the Dark Fantastic, de Lg White; Monster on a plane, de Ezra Tsegaye; y Year 10, de Ben Goodger.
Pone la guinda del pastel la reposición de los 360 minutos íntegros de la miniserie de The Stand (Apocalipsis), con presentación y coloquio de la mano de su director Mick Garris y del premiado Mike Flanagan.

Vamos ahora a reseñar unas cuantas películas que ya hemos podido ver. Por ahora estamos siendo disciplinados y la media de visionados está siendo de tres películas por día. Seguiremos disfrutando de esta burbuja cinematográfica que tanto nos alegra en cada edición: Azrael, de E. L. Katz; Cuckoo, de Tilman Singer; Diplodocus, de Wojtek Wawszczyk; Handsome Guys, de Nam Dong-hyup; Dead Mail, de Joe DeBoer; y Planet B, de Aude Lea Rapin.
Azrael
Azrael es una mezcla diabólica y deliciosa de acción y horror bíblico postapocalíptico. Es difícil vender una película sin diálogo, a menos que tengas a alguien tan carismático y expresivo como Samara Weaving como protagonista. Entonces ni siquiera notas su falta. La película deja gran parte de su historia misteriosa, concentrándose en cambio en el impulso hacia adelante y en escenas de acción emocionantes y sangrientas. El rostro expresivo de Weaving y su energía ilimitada la convierten en una heroína convincente y su voluntad de sobrevivir es imparable.
Tiene gags gore descacharrantes, algunas secuencias realmente espeluznantes y un final endemoniado. ¿Se puede pedir más?
Al principio, Dios creó a Azrael (Samara Weaving) y a su amante (Nathan Stewart-Jarrett, Candyman). Pero Dios también consideró apropiado que estos dos amantes fueran secuestrados y separados por locos, arrastrados a lo más profundo del bosque para convertirlos en cena y ofrenda para las infernales criaturas demoníacas quemadas que acechan en los bosques.
Impulsada por su deseo de volver a ver a su amor y su negativa a morir, Azrael escapa y comienza el largo y tortuoso sendero de la venganza. En el camino se encuentra con monstruos escalofriantes. Algunos humanos, otros algo completamente distinto, pero cada paso, cada cerebro golpeado y cada hueso roto, la acercan un peldaño más a la salvación.
Azrael es una historia de venganza que por aquí ha gustado mucho y a la que le encanta clavar un cuchillo en las costillas del espectador y retorcerlo. Es una película un tanto reiterativa, pero que no teme oscurecerse, tomar riesgos y saltar las vallas que haga falta con la esperanza de lograr un home run terrorífico con efectos prácticos, cabezas cortadas y criaturas demoníacas caníbales. Amen a eso.

Cuckoo
Cuckoo tiende a perder su intriga cuanto más se extiende, ya que mantiene a su audiencia a distancia del misterio central, pero lo que la hace destacar es el impresionante trabajo del carisma diabólico de Hunter Schafer y Dan Stevens. Además, el diseño de sonido penetrante es particularmente sobresaliente, con algunos buenos sobresaltos, un clímax caótico y sangriento, y la figura del villano está increíblemente lograda. Entretenida a rachas, pero podría haber sido mejor con un enfoque más centrado.
Parece una película de terror trash europea de los años 80, y los espectadores más avispados incluso pueden encontrar matices que le recuerden a Vestida para matar, de Brian de Palma.
Su sangriento y conceptual punto de arranque no se basa en gran cosa, pero los detalles mínimos (como el entorno montañoso apartado que alberga un resort y un hospital propiedad del espeluznante alemán Sr. König, un excepcional Dan Stevens) son suficientes para hacer que la película sea inquietante, confusa y sorprendente.
Es apreciable la capacidad de Tilman Singer —quien ya apuntaba maneras terroríficas en Luz, su debut en el terreno del largometraje— para tomar algunos riesgos con el estilo visual y el diseño de sonido. Es juguetona en sus elementos visuales y nunca se lo toma demasiado en serio, equilibrando con éxito una atmósfera espeluznante con la energía frenética de las persecuciones y secuencias sangrientas. Su estilo recuerda un poco a algo que esperarías de una película de Argento.

Diplodocus
Esta es una de las películas de animación más innovadoras y únicas que he visto recientemente. Diplodocus invita a los espectadores a un viaje visualmente deslumbrante a través de los reinos imaginativos creados por un artista de cómics poco conocido, pero profundamente talentoso, Ted (Piotr Polak).
Esta película, dirigida por Wojtek Wawszczyk, se destaca en el panorama de la animación por su narrativa inventiva y su estilo visual dinámico. El arte de Ted es la base sobre la que el joven dinosaurio Diplodocus (con la voz de Mikołaj Wachowski), busca la verdad detrás de la misteriosa desaparición de sus padres, impulsando a todo el elenco a través de una serie de mundos de cómics encantadores y a veces incluso peligrosos.
El filme también se destaca en la representación de los arcos argumentales de los personajes. A medida que Diplodocus y sus aliados se enfrentan a diversos desafíos a lo largo de sus viajes, se las tienen que ver no solo con adversarios externos sino también con dudas internas, tejiendo una compleja red de aventuras e introspección. Su viaje es una combinación cautivadora de exploración desenfadada y lecciones de vida profundas, que culmina en una narrativa que defiende el poder de la creatividad y la importancia de creer en uno mismo.
Nos hallamos ante una película de animación que ha despertado una gran atención a nivel internacional, y desde su estreno en el Marché du Film ha conseguido acuerdos de distribución en más de cuarenta países. Este éxito inicial pone de relieve el atractivo mundial de la película y subraya su capacidad para cautivar al público con sus temas universales de aventura, vínculos familiares y autodescubrimiento.
La aclamación generalizada es un testimonio de la calidad de la película y su potencial para dejar un impacto duradero en los espectadores de todo el mundo.

Handsome Guys
Es una nueva versión de Tucker and Dale vs. Evil (2010), que ya se pudo ver en este festival hace algunos años. Está hecha de manera fantástica, es fresca y tiene el mismo nivel de entretenimiento que la original. El debut como director de Nam Dong-hyub es específicamente un regalo para los fanáticos incondicionales del terror y la comedia absurda, y también rinde homenaje a muchas películas de terror icónicas.
Está hecha para ti que te gustan las películas salvajes como Cabin in the Woods, Evil Dead o Destino final, y películas más absurdas como Scary Movie. Esta no es salvaje como algunas de las películas que acabo de mencionar, más bien todo lo contrario, si la original se estrenó para mayores de 13 años, pues esta igual.
El reparto es una locura. Tiene clichés, comedia, sustos y sentimiento. Además, hay una gran química cómica y al estilo de Sam Raimi entre Lee Sung-min y Lee He-jun. El guion también es sólido. Ninguno de los planteamientos y desenlaces se sintió forzado o fuera de lugar. Es una de las películas surcoreanas más divertidas que he visto en mucho tiempo (y eso que he visto unas cuantas) y me lo he pasado genial.
La absoluta extravagancia de cada uno de los tropos de las películas de terror reunidos en una sola película hace que este título sea un éxito. Los personajes principales son adorables, las «muertes» son ingeniosas y los aspectos de terror logran cruzar con éxito la línea entre lo horripilante y lo absurdo.

Dead Mail
Estamos ante un thriller policial extraño, morbosamente cautivador y de desarrollo lento, que utiliza una trama atípica para crear una atmósfera inquietante. Filmado en un formato granulado y una paleta de colores apagados que hace que todos parezcan al menos ligeramente enfermos, con un elenco lleno de rostros poco convencionales y nada glamurosos, este largometraje de Kyle McConaghy y Joe DeBoer es demasiado intrigante como para ignorarlo.
Un hombre encadenado escapa de una casa el tiempo suficiente para poder publicar una llamada de auxilio, que por desgracia termina en una oficina de cartas muertas. Lo que sigue está lleno de investigación amateur, violencia repentina y niveles inesperados de dronecore de sintetizador atonal de los 80.
El tono de la sala audible cambia a medida que cambia de escena. La composición de la toma es inquietante, el diseño de sonido vagamente opresivo y las actuaciones están llenas de humanidad idiosincrásica.
Es raro encontrar una película en la que el estilo esté a la altura de la sustancia y en la que ambos trabajen en esta armonía, pero Dead Mail es un ejemplo de ello. Inusual en su tono y ejecución, pero lo suficientemente familiar como para evocar nostalgia por pesadillas de tiempos pasados, la película es un ejemplo notable de las posibilidades que existen para el cine independiente moderno: o sea que son infinitas.

Planet B
Ciencia ficción con una fuerte inspiración cyberpunk, pero en lugar de representar el futurismo a gran escala, nos atrapa en un universo virtual que sirve como una crítica distópica a los abusos cometidos por los sistemas autocráticos, con una buena dosis de comentario social, mezclando las crisis de emigración y refugiados que algunos gobiernos de países democráticos han comenzado a revelar recientemente. Por lo tanto, también es una advertencia sobre los peligros de la apatía hacia los poderes fácticos.
Es una pena que no se exploren adecuadamente los grandes conceptos de encarcelamiento y tortura en entornos virtuales, optando Aude Léa Rapin por una narrativa circular y repetitiva en la que el espectador acaba tan «torturado» como los personajes, con un sinfín de pesadillas desorientadoras.
Al final tenemos escenas y una fotografía «en negro» cuyo efecto real es dificultar la visión de lo que sucede en la pantalla. De nada ayuda, al final, en un montaje de bloques informativos, la declamación explícita de la tesis poco explorada en la película.
Si bien tiene sus buenos momentos, sigue siendo una película improvisada, al estilo de las originales de Netflix, que se aferra a temas importantes como el cambio climático y el fascismo como una muleta para un mundo casi distópico e insatisfactorio. La falta de compromiso con la construcción del mundo o la posibilidad de premisas más interesantes (como que todos los personajes en prisión ya estén muertos) se suma a su falta de impacto.
Los personajes están bastante bien desarrollados y el romance entre los dos protagonistas es muy tierno y, sin embargo, notablemente casto, a pesar del compromiso de la película de exponer sus cuerpos desnudos, que no les permite un beso apropiado.
Escribe Francisco Nieto
