A propósito del rodaje de Centauros del desierto

El pasado 31 de agosto se han cumplido los 50 años del fallecimiento de John Ford (1894-1973). Uno de los mejores directores de la historia del cine. Tenía 79 años. Fue reconocido con numerosos galardones, entre ellos cuatro premios Oscar como director. Los recibió por El delator (1935), Las uvas de la ira (1940), ¡Qué verde era mi valle! (1941) y El hombre tranquilo (1952). Además, recibió otros dos en su faceta de documentalista: La batalla de Midway (1942) y El 7 de diciembre (1943).
Comenzó a trabajar en el mundo del cine como colaborador de su hermano Francis, durante la época muda. Estuvo activo durante cuatro décadas, su primera película acreditada fue El tornado (1917), un cortometraje perteneciente al género western (hay dudas sobre si fue su hermano el director real). Es conocida su participación en el rodaje de El nacimiento de una nación (1915) donde encarnaba a uno de los jinetes del Ku Klux Klan. Una caída le impidió seguir actuando, sin embargo, pudo observar durante varios días la forma de trabajar de su director, D. W. Griffith.
En cualquier caso, su principal influencia fue su hermano Francis, quien era un competente director que marcó el estilo de John Ford. Llegó a ser su ayudante de dirección y ocasionalmente operador de cámara. Esta etapa de aprendizaje le permitió conocer a fondo los entresijos del medio cinematográfico. Su primera película que logró un notable reconocimiento fue El caballo de hierro (1924), todavía en la época muda. Las filmografías consultadas sobre la actividad de John Ford reflejan hasta 132 películas como director, siendo la última Siete mujeres (1966).
A John Ford, cuyo verdadero nombre era John Martin Feeney o Sean Aloysius Ó Fearna en su versión irlandesa, se le identifica por haber aportado muchas de las características de lo que hoy conocemos como «cine clásico», pero dotando a sus historias de un estilo muy reconocible, donde los valores de la amistad, el honor, la familia, un cierto costumbrismo romántico y un particular sentido del humor, impregnaban sus películas.
Aunque dirigió todo tipo de géneros en su larga trayectoria, resulta fundamental destacar sus memorables westerns, género que contribuyó a engrandecer y que elevó a unas altas cotas de calidad. De hecho, hoy está considerado el género cinematográfico por excelencia. Algunos de los mejores westerns de la historia del cine fueron dirigidos por él. Títulos como La diligencia (1938), la célebre Trilogía de la Caballería —Fort Apache (1948), La legión invencible (1949) y Río Grande (1950)—, Pasión de los Fuertes (1946), Centauros del desierto (1956), Misión de audaces (1959), El sargento negro (1960), Dos cabalgan juntos (1961) o El hombre que mató a Liberty Valance (1962).
En el aniversario de John Ford
Coincidiendo con este año en el que recordamos a Jack Ford, así se le conocía entre sus más allegados, se ha publicado en España un libro particularmente interesante para conocer mejor la forma de rodar del gran director norteamericano de origen irlandés. Su autor es un actor secundario que trabajó muchos años a las órdenes de Ford; de hecho, formaba parte de su grupo habitual conocido como: «La Stock Company». Se trata de Harry Carey Jr. (1921-2012).
Su padre Harry Carey sénior, fue una estrella del cine mudo y colaboró de manera habitual con Ford durante muchos años. Falleció en 1947. El director llamó entonces a su hijo para ofrecerle un papel en Tres padrinos (1948). A partir de entonces, participó en ocho largometrajes más a las órdenes de Ford, todos ellos considerados hoy clásicos. El libro lleva por título Compañía de héroes (Cult Books, 2023); el original se publicó en 1994). A cada uno de esos nueve títulos Harry Carey Jr. dedica un capítulo de su libro. Aporta numerosas anécdotas y experiencias sobre los rodajes y la forma de trabajar de John Ford. Hablamos de películas tan relevantes como La legión invencible, Río Grande, Centauros del desierto o Dos cabalgan juntos.
Se trata de una lectura fascinante para un aficionado al cine, y de manera especial para los seguidores de la filmografía de John Ford.
Aquí nos vamos a detener en el relato que ofrece Harry Carey Jr. sobre el rodaje de Centauros del desierto (The Searchers, 1956). En la película participaba el grupo de trabajo habitual con el que contaba John Ford: los productores eran Merian C. Cooper y C. V. Whitney; los directores de fotografía fueron Winton C. Hoch y Alfred Gilks (segunda unidad). La música fue compuesta por Max Steiner. En el reparto, encabezado por John Wayne, encontramos a Jeffrey Hunter, Ward Bond, Vera Miles, Natalie Wood, Henry Brandon, Ken Curtis, John Qualen, Hank Worden y Harry Carey Jr. entre otros.
En esta película, Carey Jr. asume el papel de Brad, el hijo de la familia Jorgensen, siendo Vera Miles (Laurie) su hermana. Por cierto, su madre, Ollie Carey, interpretó a su progenitora en la pantalla. La historia que se narra en Centauros del desierto se inicia con el regreso de Ethan Edwards (John Wayne) a casa de su hermano en Texas, en 1868, tres años después del final de la guerra de Secesión. Se trata de un hombre amargado y triste (ha perdido la guerra).
Poco tiempo después, los comanches matan a su familia y raptan a sus sobrinas, una es asesinada casi de inmediato, pero no la otra, Debbie (Natalie Wood). Ethan jura rescatarla y vengar la muerte de su familia. Durante cinco años persigue al grupo de comanches, acompañado de su sobrino mestizo Martin (Jeffrey Hunter), adoptado por su familia. La historia está basada en la novela del mismo título, escrita por Alan Le May (publicada en España por Valdemar/Frontera, 2021).

El rodaje se realizó en Monument Valley, un territorio situado en la frontera sur de Utah con Arizona, y que Ford popularizó como un espacio característicamente western. De hecho, rodó allí bastantes películas del género.
En el libro de Carey Jr. encontramos referencias sugestivas y anécdotas jugosas, entiendo que poco conocidas, ocurridas durante la filmación de Centauros del desierto. Una de las escenas en las que participa Harry Carey Jr. en el papel de Brad, es en la que el grupo inicial que persigue a los comanches se acerca a su campamento, Brad recibe la orden de tener contacto visual con estos para conocer su posición, y después regresa rápidamente para informar. Tiene que regresar corriendo y después mantener un diálogo con el personaje de John Wayne. Después de varias repeticiones, finalmente la toma se da por válida.
Entonces, los actores escuchan algunos murmullos que vienen de los técnicos. Ford pregunta al operador de cámara: «¿A qué viene tanto susurro?». La respuesta es que la cámara ha dejado de funcionar. Nadie sabe el motivo. Ford en aquella ocasión no explotó, simplemente reaccionó con tranquilidad y pidió que se solucionara el problema. Después se volvió a rodar la toma sin más contratiempos. Con posterioridad, Harry Carey supo el motivo por el que no había funcionado la cámara: Ward Bond se había presentado al set de rodaje con su maquinilla de afeitar eléctrica. Cuando se iba a rodar el plano comentado, desenchufó la cámara del cuadro eléctrico para conectar su maquinilla de afeitar. John Ford nunca supo lo que había pasado. De ser así, aquello habría acabado con la carrera profesional de Ward Bond.
Carey Jr. tuvo la oportunidad de presenciar la mítica escena final de la película, cuando John Wayne se queda solo, encuadrado por el umbral de una puerta. Y la describe de la siguiente manera: «Esta toma se hizo de una sola vez. Wayne había bebido bastante la noche anterior y tenía resaca. Sin embargo, estaba dispuesto para rodar, con el desierto a sus espaldas. Los intérpretes que participaban en la escena desfilaron por delante de la cámara, todos estaban contentos porque Debbie había vuelto a casa, gracias a Ethan. Él debía mirar hacia el interior de la casa, donde estaba situada la cámara y después alejarse, pero justo antes de darse la vuelta, vio a mi madre, la esposa de su gran amigo Harry Carey senior, que estaba detrás de la cámara. Wayne levantó su mano izquierda, la cruzó por delante de su pecho y agarró su brazo derecho por el codo. Mi padre había hecho ese gesto muchas veces en las películas que rodó como protagonista cuando Wayne era un niño en Glendale, California. Se quedó mirando a mi madre durante unos instantes, luego se volvió, y salió caminando por la arena roja. La puerta de la cabaña se cerró lentamente».
Fue un homenaje improvisado por John Wayne, como tributo personal a Carey, que además servía como un guiño cómplice dirigido tanto a John Ford como a la viuda de Harry Carey sénior.
Así se filmó uno de los finales más míticos del cine, copiado posteriormente en multitud de ocasiones, contado por una persona que estuvo allí. Una información impagable para los amantes del cine.
Escribe Juan de Pablos Pons
Compañía de héroes | Harry Carey jr. | Cult Books, 2023 | ISBN 9788412540987
