El día de la bestia (1995) de Álex de la Iglesia

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Navidades con el Diablo 

“Y enviamos al cura a Madrid. Como una puesta al día de La Gran Familia. En lugar de buscar a Chencho, buscaría al Anticristo durante unas navidades”.

(Álex de la Iglesia, fragmento del libro La bestia anda suelta de Marcos Ordoñez)

el-dia-de-la-bestia-1La declaración de Álex de la Iglesia es reveladora de dos maneras contrapuestas de entender el cine, la vida y por extensión esos días “tan entrañables” de la Navidad.

Probablemente uno de los films que durante el franquismo mejor representó el espíritu navideño fue La gran familia (1962), de Fernando Palacios, mostrándonos una familia numerosa, impoluta, católica y apostólica, que vivía su peculiar vía crucis en la búsqueda de Chencho por un Madrid en blanco y negro, con sus villancicos y sus tradicionales tenderetes navideños.

Vista la película de Palacios desde nuestra perspectiva actual nos crea una extraña sensación, mezcla de desasosiego y melancolía por el tiempo ya pasado: pero ¿de verdad existió esa blanca Navidad, ese tipo de familia o las calles que vemos en el film?

Finiquitado el franquismo, transcurridos los procelosos años de la transición y casi al final de los gobiernos socialistas de Felipe González, heridos de muerte por los casos de corrupción, el terrorismo de ETA y de los GAL, Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría crean con El día de la bestia su peculiar paradigma de la Navidad durante la etapa democrática, marcado esta vez por la oscuridad, el humor negro y la violencia desaforada. El resultado que obtuvieron era el reverso macabro de La gran familia.

La película narra el peregrinaje del jesuita Angel Berriartúa (magistral Álex Angulo) en la búsqueda del Anticristo, que según la profecía nacería el 25 de diciembre de 1995 en un lugar desconocido de Madrid. Empeñado en impedir la llegada del diablo, recabará la ayuda de Jose Mari (Santiago Segura), adicto al Death Methal, y de un telepredicador experto en ciencias ocultas (Profesor Cavan, Armando de Razza). Nuestros protagonistas sortearán diversas desventuras hasta descubrir, con autentico dolor, que el verdadero diablo anidaba entre nosotros en forma de fascismo y xenofobia.

Nochebuena en la pensión García

La familia para Álex de la Iglesia será disfuncional o no será. El sacerdote Berriartúa al poco de llegar a Madrid pasará el día de Nochebuena en la pensión García, que regenta Rosario (Terele Pávez), la terrorífica madre de Santiago Segura. El retrato familiar que dibuja el director resulta caricaturesco y algo esquemático, sin embargo logra arrancar suficientes matices en las interpretaciones, consiguiendo que los personajes nos parezcan auténticos y sobre todo cercanos.

La inocencia y la pureza de espíritu están representados por el padre Berriartúa y por Mina, la chacha bobalicona interpretada por Nathalie Seseña; la transgresión y la libertad, con sus buenas dosis de locura, las encontramos en Jose Mari(Santiago Segura) y en su abuelo que se pasea desnudo por toda la casa como un anarquista con una extraña vena autista, y el último arquetipo, que representa la violencia y el fanatismo lo vemos marcado a fuego en los ojos paranoicos de Terele Pávez. De este grupo humano podemos esperar las reacciones más drásticas e inverosímiles.

En la pensión García se desarrolla la que para mí es una de las escenas más conseguidas del film. Berriartúa necesita la sangre de una virgen para conjurar al Diablo y piensa en obtenerla del cuello de Mina, persona de extremada pureza e ingenuidad.

La escena es un verdadero tour de force de Álex de la Iglesia, demostrando una muy ajustada puesta en escena con claros toques hitchcockianos, como la precisión de los planos y el suspense creado cuando el sacerdote arrastra por el pasillo de la pensión el cuerpo drogado de Mina, siempre a punto de ser descubiertos por Terele Pávez (lo ajustado del montaje siempre me ha recordado la escena de Marnie, la ladrona donde Tippi Hedren está robando en la oficina y está a punto de ser descubierta por la mujer de la limpieza).

También destaca la violencia extrema de la escena, impactando el plano cenital con la lluvia cayendo sobre Álex Angulo que tiene medio cuerpo fuera de la ventana, o la caída de la dueña de la pensión por el hueco de la escalera, a la vez grotesca y escalofriante.

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En busca de la bestia

Cual Quijote y Sancho Panza, Berriartúa y Jose Mari buscan al maligno por un Madrid nocturno repleto de calles en obras, sucio y lluvioso (las referencias visuales a Blade Runner son constantes), asolado por un grupo xenófobo (Los Toyota) que se dedica a asesinar indigentes e inmigrantes, y todo esto acompañado por el sonido de fondo de la sirenas de ambulancias y policía.

La dirección artística de Jose María Arrizabalaga junto con la música satánica de Def Con Dos logran crear una verdadera atmosfera de pesadilla, casi alucinógena, y sin embargo totalmente reconocible.

Escenas emblemáticas, como el descenso de nuestros protagonistas por el luminoso de Schweppes del edificio Capitol en la Gran Vía madrileña, o la masacre de los Reyes Magos en Preciados a manos de un enloquecido Jose Mari, que, ayudado por la policía logra crear el pánico en los incautos visitantes de El Corte Inglés, han quedado como verdaderos hitos visuales del cine español más reciente.

Por culpa de Álex de la Iglesia ya nunca podremos ver a los Reyes Magos en un centro comercial sin esbozar una sonrisa perversa.

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El portal de Belén: las dos torres

Tras muchos avatares el jesuita Berriartúa, Jose Mari y el profesor Cavan encuentran el lugar del nacimiento del Anticristo: las Torres inclinadas Kio en la Puerta de Europa. Nadie podía imaginar lugar más idóneo para albergar al Diablo, las Torres que han acabado simbolizando la codicia extrema y la sinrazón.

En este tramo final del film (en mi opinión el menos conseguido y confuso), concurren en las torres gemelas en construcción nuestros tres héroes, el grupo fascista de Los Toyota y hasta el mismísimo Diablo, protagonizando un clímax final ultraviolento. Asistimos a la escena en la que Santiago Segura es lanzado al vacío (¡esta vez sí!) por el demonio desde lo alto de las torres, aunque años más tarde Segura se vengaría del Diablo y de todos nosotros estrellando un avión contra las torres inclinadas en Torrente 3, el protector; en otro momento Los Toyota, haciendo gala de un fino humor navideño, patean y queman vivo al Profesor Cavan mientras cantan alegres villancicos.

Al parecer, De la Iglesia había rodado un final más macabro si cabe, con el padre Berriartúa disparando a la cabeza del niño-Diablo, aunque al final lo desecharon por su excesiva crueldad.

La escena final del film nos muestra a Berriartúa y a un maltrecho Cavan descansando plácidamente en el parque tras la satisfacción del deber cumplido, eliminada la amenaza que se cernía sobre la humanidad y mostrándonos una mañana luminosa y tranquila. El Diablo esta vez, gracias a nuestros héroes anónimos, ha pasado de largo.

Lo que no pasó de largo fue la excelente acogida de crítica y público que obtuvo el film y una lluvia de premios en los Goya y en diversos festivales cinematográficos internacionales: un verdadero regalo de Reyes para Álex de la Iglesia.

Por cierto, se me olvidaban dos datos o señales para los agoreros amantes de las profecías: en la Torre Kio de la izquierda, conocida como Puerta de Europa I, lucen los logos de nuestras queridas CajaMadrid y Bankia. Y quizá lo más escalofriante, sólo 5 meses después del estreno de El día de la bestia, concretamente el 3 de marzo de 1996, Jose María Aznar alcanza la presidencia del Gobierno.

Desde luego a Berriartúa trabajo no le va a faltar.

Escribe Miguel Angel Císcar

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