Una fiesta de miedo
Pasan los meses y aquí estamos otra vez a punto de celebrar de nuevo la Navidad. Una de las fiestas más importantes de nuestra sociedad. Por ella se llenan las calles de colores, se reúnen las familias, rebosan los dulces por doquier y las compras compulsivas resultan estresantes llenando los comercios de gente muy nerviosa, todo para que a nadie le falte el ansiado regalo.
Una época en la que parece que obligatoriamente las personas deben transformarse, ser mejores en sus actos y más felices, algo que sobre todo el cine (y también la publicidad) se ha empeñado en transmitir. Una iconográfica imagen en la cual todo es positivo y marcha estupendamente. ¿Pero qué sucede cuando esa magia no ocurre, cuando la realidad golpea fuerte y abres los ojos dándote cuenta de que las cosas no van bien? ¿Qué pasa cuando la onírica Navidad se transforma en una infeliz Navidad?
Aunque lo más común y habitual son las cintas que presentan con benevolencia estas fechas, unas historias amables y nevadas hechas para relajarnos y evadirnos en días tan estresantes, hay otras que aprovechan el momento para tratar desde un punto de vista más crítico estas fiestas tan señaladas, como las de este especial navideño de Encadenados.
Tim Burton y su negra Navidad
Uno de los muchos directores que han revisado en su filmografía esta celebración es Tim Burton. Su imaginario nos remite directamente al cuento, con una estética fiel heredera del expresionismo alemán y de un oscuro goticismo hacen de él un hombre de gustos sombríos. Confeso apasionado de fiestas como la Navidad y Hallowen, habiendo tratado la primera en varias cintas.
Dos mundos muy distintos pese a estar ambos dirigidos al niño que llevamos dentro. Uno es luz y otro oscuridad. Uno está dedicado a la vida, al nacimiento, y el otro a la muerte, a los difuntos. Entonces ¿qué sucedería si ambos mundos se mezclasen? Eso es lo que el realizador llevó a cabo con su película Pesadilla antes de Navidad (dirigida por Henry Selick en 1993) en la que junta sus dos fiestas preferidas, dando lugar, cinematográficamente hablando, a la más negra Navidad.
Siempre fiel a sus colaboradores habituales, no podía faltar Danny Elfman y sus campanillas navideñas, quien no sólo compuso una vez más la música de otra de sus películas sino también las letras de las canciones, se dice que realizó todos los temas en tan sólo seis semanas. Creador con anterioridad, en 1989, de la magistral banda sonora de Eduardo Manostijeras (también de Tim Burton) un clásico tan recurrente en estas fechas como El cascanueces de Tchaikovsky.
Cuando Jack robó la Navidad
Jack Skellington es el rey de la ciudad de Halloween, cansado de celebrar año tras año el mismo festejo se adentra en el bosque, junto con su inseparable perro fantasma Zero, para meditar. El paseo les dirige a un claro compuesto por varios árboles en círculo en cuyos troncos hay una puerta con un símbolo representativo de festividades señaladas. Una de esas puertas es un árbol de Navidad; al abrirla, Jack cae por la oquedad del árbol.
Al igual que Alicia por la madriguera, se precipita en un mundo maravilloso, en la ciudad de Navidad, regida por un extraño personaje: Santa Clavos. Atraído por la nieve, las luces y la diversión, decide investigar y adoptar la festividad para celebrarla en su ciudad. Así dispone Jack retornar a su mundo, robando la Navidad para la oscura Halloween y convertirse en algo que no es: Santa Clavos.
Pero como ya es habitual en algunos personajes de Burton, les resulta inútil tratar de ser otra persona, siendo los desastrosos acontecimientos los que terminan por devolverlos al lugar de origen al cual pertenecen, y en algunos casos del que nunca podrán volver a salir, pues es en su mundo el único en el que se encuentran a salvo y no resultan ser tristes y decadentes, como Eduardo Manostijeras.
Esto sucede con Jack, un personaje que en su ciudad es el rey, pero al adentrarse en otro universo y abandonar el propio se convierte en un monstruo. Cuando este esqueleto con el disfraz de Santa Clavos y sus peculiares renos huesudos tratan de celebrar la Navidad en la ciudad homónima suplantando a Santa Claus, quien previamente ha sido secuestrado, la felicidad del festejo se torna en macabros sustos que mantienen en jaque a la policía y sus habitantes.
La extraña mixtura de lo tétrico de los unos con la benevolente esperanza consumista de los otros resulta ser una mezcla fatal e insostenible, pues los oscuros regalos atacan y asustan a quienes van dirigidos. Finalmente, Jack es expulsado de la ciudad, debe retornar a su mundo, el único en el cual es comprendido y apreciado, debiendo devolver al rey de Navidad al lugar al cual pertenece.
Nacimiento de Jack
Pesadilla antes de Navidad se basa en un poemilla de tres páginas que Burton escribió en los años 80, cuando aún trabajaba en la compañía de Walt Disney. En la década siguiente el proyecto ve la luz, pero cuando por fin llega el proceso de producción su creador también debe encargarse de otro trabajo, Batman vuelve. Motivo por el cual cede la dirección a Henry Selick, con quien ya había trabajado en la Disney. La continua presencia y supervisión de Burton durante el proceso es evidente, Selick supo llevar sus ideas y no transformar o diluir las de su antiguo compañero.
La obra posee las características del universo burtoniano donde unos góticos y fantasmagóricos decorados y una exagerada iluminación expresionista conviven con un mundo fantástico que se dirige a nuestro ser más ingenuo. Fusionando a la perfección lo macabro y oscuro de Halloween con la inocencia y el colorido propio de la Navidad.
Pese a lo tétrico de su cosmología el monstruo creado por Burton, como ya es habitual en sus personajes, es un ser piadoso y tierno. Jack está lleno de buenas intenciones aunque se vean truncadas, nunca pretende hacer mal alguno, únicamente quiere mejorar una fiesta y conocer el secreto de la Navidad.
La ternura de los seres desarraigados, marginales, es algo habitual en este creador. Son personajes con mayor humanidad que los propios hombres, por quienes suelen verse asediados y perseguidos, puesto que siempre tratan de aniquilar a quien es diferente, como sucede con el propio Jack o su pariente más cercano, Eduardo Manostijeras. Un chico creado por un inventor como aquí la dulce Sally por el científico loco, otro de los habituales en sus films.
Son, de esta forma, las dos ciudades y sus fiestas enfrentadas: ¿Cuál resulta mejor? ¿La macabra ciudad de Halloween donde sus habitantes sólo pretenden estar juntos y celebrar la festividad, o tal vez la ciudad de Navidad, regida por el consumismo y donde sólo están ansiosos por recibir sus presentes? Esta segunda villa es muy parecida a la del Grinch, personaje de un cuento en el que en parte se inspiró Burton para la creación de esta cinta. Una historia del Dr. Seuss (Cómo el Grinch robó la Navidad, 1957) donde se critica duramente el consumismo de la mencionada fecha.
Tim Burton también refleja ese interés materialista por los regalos, enfrentándolo a la preocupación que los vecinos de Halloween sufren cuando Jack desaparece o cómo todos unidos trabajan para posteriormente celebrar juntos su fiesta, siendo la unidad algo muy importante para ellos: pese a tratarse de seres marginales sus sentimientos e intenciones muestran, una vez más, superioridad sobre los de los seres humanos.
Un regalo por Halloween
Pero hay alguien de ciudad Navidad que no es un egoísta interesado: Santa Claus. Quien a pesar de su secuestro comprende que todo ha sido sin querer, regalándole a Jack y a sus amigos algo imprescindible en la Navidad, la nieve. Cubriendo de blanco a todo el pueblo macabro y a sus tétricos habitantes, logra así lo que Jack tanto ansiaba: renovar la fiesta.
Teniendo en cuenta lo difíciles que son siempre estas fechas, y puede que este año lo sean aún más, espero que a pesar de todo paséis una Navidad de miedo.
Escribe María González
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