Alfred Hitchcock según Truffaut
Alfred Hitchcock es uno de los directores de cine sobre los que se ha hecho más pedagogía. Sin duda, conocerle bien representa una clara opción de conocer mejor el cine: sus fundamentos, su técnica, sus historias, incluso sus claves psicológicas y económicas. Las películas del director británico representan, en buena medida, la esencia del cine.
Su obra es una de las más estudiadas por múltiples especialistas a través de sus libros, muchos de los cuales se han convertido en clásicos. Bogdanovich, Schickel, Spoto, Leff, Wood o Perry, entre otros muchos, han hecho aportaciones muy importantes para dominar las claves manejadas por Hitchcock. Sin embargo, el libro más conocido y citado sobre la obra del director británico es la serie de entrevistas realizadas por François Truffaut, publicadas con el título de El cine según Hitchcock, editado por primera vez, en francés, el año 1966.
El libro se enmarca en el flujo de inquietudes promovidas en Francia por el movimiento conocido como la nouvelle vague, creado a finales de los años 50 del siglo pasado. Este movimiento defiende una reacción contra las estructuras del cine francés existentes en ese momento y que tiene como máxima aspiración una ruptura con los cánones convencionales, buscando una mayor libertad expresiva.
Los integrantes de este movimiento, pertenecían mayoritariamente a la redacción de la revista Cahiers du Cinéma, bajo el auspicio teórico de André Bazin. Sus miembros más destacados —Truffaut, Godard, Chabrol, Rohmer— a partir de una sólida formación teórica decidieron llevar a la práctica sus ideas.
Este movimiento cinematográfico, que aportó grandes películas a la historia del cine, desarrolló paralelamente una excelente labor divulgativa. Desde su perspectiva, algunos directores en activo, por tanto, contemporáneos suyos, resultaban fundamentales para comprender la evolución y avance del cine. Uno de los más importantes sin duda era Alfred Hitchcock.
El cine según Hitchcock es una maravillosa lección de cine, impartida en primera persona por uno de los mejores directores de todos los tiempos. En los años sesenta, Hitchcock se encontraba en su plenitud como creador. Su cine era muy popular ya que sus películas tenían un gran éxito comercial. Además, las series de televisión que produjo, como Sospecha o Alfred Hitchcock presenta, contribuyeron a proyectarlo aún más como una auténtica estrella cinematográfica, sacando a la luz la trascendencia de la labor del director como creador y autor total de la película.
Este control sobre todos los elementos fundamentales —guión, fotografía, sonido, montaje e incluso la promoción de sus filmes— hacen que Hitchcock desarrolle un estilo propio. Algo que ahora se valora como imprescindible para considerar a un director de cine como importante.
El libro de Truffaut toma como base la serie de entrevistas realizadas con Hitchcock en el mes de agosto de 1962 en Universal City, mientras el director británico estaba trabajando en el montaje de su película Los pájaros, para los estudios Universal. Como explica Truffaut en el prólogo de la edición definitiva del libro (Ed. Ramsay, 1983; en español, Alianza Editorial, 1990) realizó muchas más entrevistas ocasionales y aclaratorias aprovechando diferentes encuentros con Hitch durante cuatro años más, incluyendo las nuevas películas que produjo en ese periodo. En la versión definitiva del libro se analizan las 54 películas del director, incluyendo The Short Night, película que preparó y comenzó a rodar pero que no concluyó.
El propio Truffaut afirma que no se considera autor del libro, sino provocador del mismo. El punto de partida fue un cuestionario de quinientas preguntas sobre la carrera de Hitchcock, planteadas de manera cronológica. El director británico aceptó el reto de contestarlas. Esta larga entrevista se realizó dando lugar a 50 horas grabadas. Y se contó con la ayuda de una intérprete, Helen Scott, que trabajaba en la French Film Office de Nueva York.
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Con 15 capítulos en su primera edición y uno más en la versión definitiva, el lector tiene el privilegio de asistir a un diálogo extraordinario en el que con gran rigor y poca complacencia, Alfred Hitchcock hace un repaso exhaustivo a su producción cinematográfica, siguiendo la pauta señalada por François Truffaut, excelente conocedor y estudioso de la obra del director inglés.
En el texto toman forma algunas de las claves manejadas por Hitchcock en su concepción del cine. Para él, el respeto por el público es el elemento más importante en el proceso de comunicación cinematográfica. Se trata de establecer una comunicación directa entre el director y el espectador. Para ello, Hitchcock defiende una narración transparente, sin trampas narrativas, de manera que el espectador se involucre en la trama. Trata de evitar posibles disfunciones e interferencias en esa comunicación (se muestra partidario del suspense en detrimento de la sorpresa). Los actores son los intermediarios de esa comunicación entre público y director, siendo considerados un elemento más de la narración.
Hitchcock, desde el principio de su filmografía recurrió al humor (muy inglés), a situaciones inverosímiles y a finales forzados, de manera que no le preocupaban las incongruencias ni los fallos de sus guiones (los de Vertigo o Con la muerte en los talones) sólo le interesaba que el espectador aceptara la historia. Fue un gran transgresor de las reglas cinematográficas y a menudo incluyo soluciones de carácter experimental en sus películas. Nunca perdió el favor del público.
Esta concepción del cine, en que el director es el responsable absoluto, representa la culminación de la política del «cine de autor» postulada por André Bazin y Cahiers du Cinéma.
El cine de Hitchcock ha sido imitado continuamente. Directores como Brian de Palma o Quentin Tarantino son ejemplos actuales de un fenómeno que se inició en vida del propio Hitchcock. Su influencia ha sido inmensa.
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Conocedor a fondo de la industria cinematográfica, de hecho, fue uno de sus pioneros, ya que empezó a trabajar en Londres para la compañía Famous Players-Lasky en 1921, con el encargo de elaborar los rótulos de las películas mudas. Aprendió todos los oficios cinematográficos y sus conocimientos técnicos eran muy sólidos. En otra productora inglesa, Gainsborough Pictures, dirigió su primera película en 1925, titulada El jardín de la alegría. En esa película ya formaba parte del equipo Alma Reville, una joven inglesa muy inteligente, que se convirtió en la señora Hitchcock un año después. La influencia de Alma en el trabajo artístico de su marido fue permanente y cada vez más relevante a lo largo de toda su trayectoria.
Con su marcha a Hollywood en 1939, contratado por David O. Selznick para rodar cuatro películas, Hitchcock se incorporó a la más poderosa industria del cine, aunque desde el principio lo hizo con unas condiciones privilegiadas para su libertad creativa. Películas como Rebeca, Encadenados, La ventana indiscreta, Falso culpable, Vértigo, Con la muerte en los talones, Psicosis o Los pájaros son obras maestras absolutas. Su filmografía se cierra con Family Plot (La trama) en el año 1976.
Como afirma Fernando Trueba, en su Diccionario de Cine, nadie como Hitchcock ha sido tan consciente de las posibilidades visuales del cine, de su poder hipnótico y de su capacidad de manipulación.
Guardo con gran afecto un ejemplar de la primera edición de Le Cinèma selon Hitchcock, editado por Robert Laffont en París, el año 1966, con una aportación visual de fotografías excelente que apoyan perfectamente los diálogos entre los dos cineastas. Libro para cinéfilos, se encuentra repleto de enseñanzas y análisis que están a disposición de las nuevas generaciones de enamorados del cine.
Escribe Juan de Pablos Pons
Este artículo fue inicialmente publicado en el nº 50 de Encadenados, en el monográfico de François Truffaut.