Las misioneras y la atea
«Sí, soy católico, pero no mucho».
(entrevista de Bogdanovich a Ford)
Ford dijo «Quiero hacer una película sobre mujeres». Y basándose en Chinese Finale, un relato corto de la escritora británica Norah Lofs, rodó 7 mujeres. Sería el último largometraje realizado por Ford, dando con él fin a una carrera de unas 125 películas y casi cincuenta años como realizador.
Desde sus primeros pases, 7 mujeres se convirtió en uno de sus filmes más rechazados no sólo por la productora, la Metro, que lo redujo en varios minutos, sino también por gran número de críticos americanos. Tuvo que llegar a Europa, y especialmente a Francia, para que la crítica viera la gran calidad de este filme, que en cierta manera parecía apartarse de la temática y el hacer fordiano.
No en tan gran medida, pero si hay un cierto parecido —salvo que en este caso se consideró por algunos críticos americanos que el filme era un western más de Ford— había ocurrido con su obra maestra por excelencia Centauros del desierto, pero mientras esta gran película hoy día no tiene detractores, 7 mujeres sigue siendo ninguneada no sólo por críticos sino también por algunos biógrafos de Ford. Eso sí, la mayoría la consideran una película excelente y no tan lejana, como puede parecer, a planteamientos e ideas de anteriores filmes.
Fue la última película debido a varias causas: su edad (70 años), su estado físico, en el que se incluía su cada vez peor visión (de hecho, uno de sus ojos, el izquierdo, estaba cubierto por un parche), y no creer las productoras más en un realizador que tantos éxitos había dado. En su larga carrera había ganado cuatro veces el Oscar al mejor director (El delator, Las uvas de la ira, ¡Qué verde era mi valle! y El hombre tranquilo), algo que en si mismo solo es importante para la industria cinematográfica y el enganche a los Oscar por parte del espectador durante un periodo breve de tiempo. Y no lo es porque grandísimos directores (señalemos, por ejemplo, el caso de Hitchcock), películas y actores jamás recibieron ningún Oscar.
¿Es el cine de Ford machista y racista?
Ford ha sido muchas veces tratado de ambas (y más) cosas, pero para saber si lo es, tenemos que ver la época de realización y desde donde están contadas sus películas. Probablemente así descartaríamos ambos términos. Quizá, por eso, entre sus últimos filmes dedicó uno a defender a las personas (militares) de color, Sargento negro, y otros los dos últimos realizados: uno se plantea como una defensa de los indios, a través del deambular del pueblo cheyene en El gran combate (horrible título que oculta el original, claro y conciso: El otoño de los cheyenes); y Siete mujeres,donde el protagonismo se centra en la mujer (seis misioneras y una doctora).
Con respecto a los indios, se debe señalar que una tribu, los navajos, consideraba a Ford como un hermano de sangre desde el momento que descubrió Monument Valley, el lugar donde se encontraban y que no era conocido hasta el rodaje de La diligencia (1939), momento en que Ford volvía a realizar un western, ya que su anterior filme en el género es de 1926 (Tres hombres malos).
Desde ese momento, Monument Valley apareció siempre en sus películas del oeste, un lugar donde evitaron rodar otros directores, salvo en el caso de Sergio Leone, gran admirador de Ford, que en su excelente Hasta que llego su hora (1968) incluyó el lugar como homenaje al gran maestro.
Los navajos admiraban a Ford y él rodó allí para poder darles trabajo, que malvivían en su reserva (en el rodaje de La diligencia cobraron 3 dólares por día). Los navajos llamaban a Ford Natam Nez que significa Líder alto. La postura de Ford respecto a los indios era clara: si se mataba a los indios en la película era porque estaba contando una historia del oeste donde los hombres blancos se enfrentaban con ellos. Ford comentaba: «Se suele decir que hay muchos indios que mueren en mis películas. Pero actualmente la gente del cine derrama lágrimas por el destino de los indios y escriben humanitarios panfletos sin rascarse nunca, nunca, sus bolsillos para, como humildemente hice yo, ofrecerles trabajo. Más que los Oscar que he ganado, cuenta para mí el haberme convertido en hermano de sangre de diferentes naciones indias».
Su pensamiento sobre los indios y el papel en sus películas dejan muy claro que en su cine cuenta unas historias donde casi siempre los indios pierden, pero mostrando, con ello, la verdad sobre lo que ocurrió en la expansión de las tierras hacia el oeste.
¿Y sobre las mujeres, cual es el planteamiento de Ford? No se debe olvidar que su familia procede de Irlanda y, por tanto, la mujer está bajo el dominio del hombre, pero en muchas de sus películas la mujer posee fuerza y su presencia es dominante.
Piénsese, entre otras, en las madres de Peregrino (1933), Las uvas de la idea (1940) ¡Qué verde era mi valle! (1941), Linda Darnell en Pasión de los fuertes (1946), Maureen O’Hara (Río Grande, 1950; El hombre tranquilo, 1952), Vera Miles (El hombre que mató a Liverty Valance, 1952); Ava Gardner en Mogambo; Anne Bancroft y Margaret Leighton (7 mujeres, 1966).
Mujeres de carácter, impositivas, que viven situaciones al límite. ¿En algunas ocasiones sale a relucir el machismo de Ford? Hay quien dice que sí, y, sobre todo, se centran en el trato antes de la pelea final que inflige JohnWaynea Maureen O’Hara, Sí y no; sería interesante centrarnos en ese momento y ver quién domina a quién.
Producción de 7 mujeres
En noviembre de 1964, una vez había terminado su trabajo de El gran combate, Ford se instaló en un despacho de la Metro Goldwyn Mayer para iniciar la producción de su nueva película. En los despachos trabajaban muchos jóvenes que se preguntaban quien sería aquel extraño. Probablemente no conocían las grandes películas que a lo largo de cincuenta años había dirigido.
Para el papel de la directora de la misión Ford pensó en una íntima amiga suya, Katherine Hepburn, que dijo que no interpretaría a tan antipática mujer. También se pensó en Rosalind Russell, pero finalmente el productor ofreció el papel a Margaret Leighton. Un gran acierto, porque borda el papel que se le encomendó.
Para la doctora se pensó en Ingrid Bergman que no estaba disponible. Ford a continuación, pero poco convencido, pensó en Jennifer Jones. Posteriormente se pensó en Maggie Smith, lo que no convenció al productor porque sería difícil creerse a una actriz británica interpretando a una doctora americana, así que se terminó escogiendo a Patricia Neal, una gran actriz de ascendencia irlandesa. Para los papeles secundarios no hubo grandes problemas, algunos formaban parte de la llamada familia Ford.
Eso sí, para el personaje de la joven Emma Ford optaba por Carol Lynley, pero los ejecutivos impusieron a la muy limitada Sue Lyon, pero con ella Ford estuvo, como diría la actriz, encantador, por lo que la jovencita llegó un día al rodaje con un sombrero en el que se leía John Ford es un pastel muy dulce.
La mayor parte del rodaje tuvo lugar del 8 de febrero al 12 de abril de 1965. El coste de producción no fue nada elevado: 2.298.181 dólares y 40 días de rodaje. Ford cobró algo más de doscientos cincuenta mil dólares. Debido que hubo que rodar nuevamente aquellas secuencias en las que intervenía Patricia Neal al precio final sufrió un incremento de 1.120.871 dólares y seis días más respecto al inicialmente previsto.
El sueldo que iba a recibir Patricia era de 125.000 dólares. Al caer enferma Patricia al tercer día, fue sustituida por Anne Bancroft a la que se pago 50.000 dólares. La actriz que más cobró fue Sue Lyon, siendo prácticamente una principiante, debido al éxito que había tenido Lolita, de Kubrick, donde ella era la protagonista. En total cobró algo más de 150.000 dólares.
Patricia Neal fue sustituida debido a que el 17 de febrero, después de terminar el rodaje, mientras bañaba a una de sus hijas sufrió el primero de una serie de derrames cerebrales. En ese momento estaba embarazada y esperaba su cuarto hijo. Al ser trasladada al hospital sufrió otras dos hemorragias. Y una más al estar en el hospital a punto de ser operada. La operación fue de siete horas. Después de la operación su estado era crítico. La productora, a instancias de Ford, pagó 20.000 dólares a costa de su sueldo para sufragar los gastos médicos.
Su marido, el célebre escritor Roald Dahl, con el que se había casado en 1953, escribió una carta de agradecimiento a Ford. Mientras estaba en el hospital la visitaron muchos de los componentes del rodaje, y muy en especial Ford y Mildred. Ante la sorpresa general, el 17 de marzo abandonaba el hospital en silla de ruedas casi totalmente paralizada, pero dos meses después su estado era bueno, ofreciendo una rueda de prensa antes de partir para Inglaterra. En 1968 volvió a trabajar en el cine. En España, en 1975, intervino en Hay que matar a B, de José Luis Borau. Patricia Neal murió en 1983.
Para sustituir a Patricia se contrato a Anne Bancroft que se incorporó al rodaje inmediatamente, de forma que el 20 de febrero comenzó a trabajar. Los productores pensaron que la educación italiana y católica de Anne llevaría a una cierta afinidad con Ford, católico e irlandés. Y así fue. Ford llegó a llamar a veces duque a Anne, como llamaba a su actor favorito John Wayne (para el actor, Ford era todo, llegó incluso a decir que su forma de andar la había copiado de la forma en que caminaba el director), de forma que Anne se convirtió en un John Wayne en femenino.
Tanto Patricia como su sustituta Anne habían trabajado juntas en el teatro y las dos, en cine, fueron galardonadas por el Oscar a la mejor actriz: Anne en 1962 por El milagro de Ana Sullivan, de Arthur Penn;y Patricia, un año más tarde, por Hud: Un salvaje entre mil,de Martin Ritt
Gran parte de la película se rodó en interiores en un decorado para las escenas de dentro de la misión. Fuera del estudio sólo filmaron tres días a finales de marzo.
Ford siguió el guión en gran parte, ya que suprimió algunos de los excesivos diálogos de Agatha Andrews (Margaret Leighton), así como algunos fuertes sarcasmos de la doctora Cartwrigh (Anne Bancroft) hacia la directora de la misión, como aquel en el que le dice que su sitio era la isla de Safo. Añadió otros momentos, como su despectivo gesto de apartar la túnica de Tunga Khan cuando cae sobre su regazo en la pelea que mantiene con su segundo; o el emotivo momento de la despedida entre Anne y la segunda de la misión por medio de un abrazo y un beso.
También cambió algún diálogo, como aquel en que al dar a beber té envenado y donde cambio las palabras del guión (¡Hasta luego, estúpido mono!) por otras (¡Hasta luego, bastardo!). También incluyó algún plano que no estaba en el guion, como aquel en que la doctora se mira en un espejo, donde ve su cara medio borrada al estar lleno de suciedad, antes de su entrega-sacrificio al jefe mongol. Por su parte, las insinuaciones lésbicas de la jefa de la misión son más claras en la película que en el guion.
No se tenía claro cómo se iba a titular la película. Para Ford el título debería ser The Mandarin cost, haciendo referencia al ridículo y colorista atuendo que lleva la doctora en la escena final, pero la Metro se negó a ello, por lo que buscaron otros títulos a partir de una larga lista que proporcionó la Metro y entre los que se encontraban: 7 mujeres, The yellow robe, Wind from Mongolia, The last place on Earth…
Al comienzo del filme, aparece un letrero que indica el año 1935, dónde se desarrolla la acción (entre las fronteras de China y Mongolia) y el clima de violencia y terror que se vive en aquella zona alejada de todo ante la invasión de los mongoles. Estos hechos, para un pesimista Ford, probablemente, significaban, en esos años, el cambio de orden social al que conducía la guerra de Vietnam, junto a la revolución cultural en China y los disturbios que asolaban los barrios donde vivía la gente de color en Estados Unidos.
Eso y las críticas adversas que había tenido en América El gran combate, antes del rodaje de 7 mujeres, le llevaban a considerarse cada día más cansado y envejecido. Durante el rodaje de su último filme puede que se le declarara el cáncer. Una de las actrices Ann Lee (señora Russell) dijo: «Ford cambió hacia el final de su vida. Estoy segura de que ese cambio se inició en el rodaje de 7 mujeres porque solía decirnos cosas que me dejaban preocupada».
La Metro presentó, en un almuerzo para la prensa de Hollywood, el inicio del rodaje de 7 mujeres el 1 de febrero de 1965. Tal presentación, al menos para Ford, era un farsa debido a que el convite se llevaba a cabo en honor de su setenta cumpleaños, cuando realmente cumplía setenta y uno. Las contradicciones de Ford quedaron explicitadas ante dos contestaciones expresadas a los periodistas. En la primera dijo: «A mi edad no me queda mucho tiempo para pasteles y sentimientos». Al terminar la celebración, sin embargo, diría: «Ha sido un día maravilloso. La comida ha sido magnífica y además me ha llamado todo el mundo».
Al ser montada la película, la Metro entró en pánico. A todos los directivos les parecía muy mala y, por supuesto, no iba a rendir en taquilla, hecho que se reafirmó cuando se llevó a cabo la primera proyección pública en Pasadena el 16 de julio de 1965. Las hojas de opinión del público resultaron demoledoras a pesar de que 161 espectadores decían que recomendarían el filme a sus amistades mientras que 110 afirmaban no recomendarla. Lo que se comprobó es que la película gustaba más a las mujeres que a los hombres. Gran parte de los espectadores se sentía ofendida por el satírico relato que ofrece Ford de la religión organizada y por la presencia de diversos planteamientos racistas y sexuales. Y es que los espectadores, ante lo que pasaba fuera de las salas de cine, preferían ver en ellas películas de evasión y románticas como Sonrisas y lágrimas.
Todo lo anterior llevó a la Metro a ejercer su prerrogativa de controlar el montaje final. De acuerdo con ello, cortó seis minutos del filme, dejándolo reducido a unos 80 minutos. Entre las escenas más importantes eliminadas se encuentran las siguientes:
a) Un duro enfrentamiento al principio entre la jefa de la misión y su segunda, que ha solicitado el traslado, pero al llegar la carta es informada por su jefa de que sólo puede ocupar un puesto de subordinada, que tome buena nota que el Señor ha creado a unos para mandar y a otros para servir, a lo que la subordinada responde: «El orgullo es un pecado, señorita Andrews». Una escena fundamental para entender la expresión hostil de la jefa cuando al presentar a la doctora a los que se encuentran en la misión dice: «Esta es la señorita Argent, mi ayudante. Es tan leal y abnegada que no sé lo que haría sin ella». De todas formas, a medida que avanza la película Argent se arma de coraje para abrazar a la doctora en su despedida y regañar a su jefa.
b) Los mongoles después de entrar en la misión trasladan a las mujeres a través de los campos chinos, en vez de eso los mongoles asaltan la misión y encierran a las mujeres en un cobertizo.
c) Dos tomas adiciones rodadas por Ford fueron eliminadas por el estudio: una secuencia en la que una aldea es saqueada y el momento en el cual el subjefe mongol (el muy fordiano Woody Strode) recoge una serie de flores para llevárselas a la doctora. Momento importante para entender por qué en la lucha entre él y Tunga Khan este termina matándole.
Los momentos cortados fueron recuperados para algunos pases televisivos y para copias en DVD, pero no todas las mantienen. Al menos las copias vendidas en España siguen estando cortadas, de ahí que letrero inicial indica que se ha realizado la versión con los mejores materiales disponibles para este filme
De la novela que dio lugar a la película hay una versión anterior para televisión, de 30 minutos, dirigida por Robert Ellis Miller y donde solo aparecen cuatro mujeres. En esta versión la doctora aparecía como demasiado idealista y Agatha aparece como un ser rígido, pero sin demasiado moralismo. Al final se da cuenta de sus errores e incluso da la bendición a la doctora, que se sacrifica por todas ellas.
La película
El comienzo recuerda a un western: unos caballos con sus jinetes pasan raudos por la pantalla mientras aparecen los títulos de crédito. Y, en afinidad con su cine, los caballos aparecen cambiando de sentido —como se puede comprobar en la persecución de La diligencia o en Fort Apache. Ford esos cambios de sentido, incluso en la entrada de personajes en la escena, los plantea para evitar que los montadores transformen la película.
Siempre Ford evitaba rodar una escena desde varios ángulos o tomar más planos de los necesarios (Boetticher hacía lo mismo). Por si el cámara no se enteraba de cuando había que cortar, Ford se sentaba delante de la cámara y cuando decía corten, elevaba su puño hacia el foco de la cámara.
Para dar más entidad a su género por excelencia (aunque el letrero en el que se explica año y lugar donde se desarrolla la película es claro) la música de Elmer Bernstein suena a la que compuso para sus filmes del oeste. Y de esa manera los indios de sus westerns se transforman en los terribles mongoles.
Por su parte, la misión se asemeja mucho a un fuerte, incluso se podrían sustituir los mongoles por indios y la película no cambiaría. Como un guiño personal, en el porche que da entrada a la casa donde habitan quienes llevan la misión se encuentra… una mecedora. Sólo que aquí no estamos en territorio americano sino en un espacio, perdido situado en la frontera entre China y Mongolia. Eso sí, esperan el ataque de los mongoles que equivaldría al de los indios.
El hecho de que una serie de personas distintas se encuentre encerrada en un espacio cerrado, la misión, no es nuevo en Ford ya que se encontraba en La diligencia.
7 mujeres cuenta con las secuencias precisas, que se extienden a lo largo de los poco más de 80 minutos que dura el filme tras las escenas eliminadas por la productora. Veámoslas:
Parte 1: La misión
Visión del lugar, al tiempo que se da a conocer a las misioneras y educadores que allí se encuentran. No es baladí que digan sentirse seguros ya que son norteamericanos.
Letrero indicativo del lugar donde se va a desarrollar toda la película y en el que se lee: «Sociedad educativa de la misión cristiana unificada». Con la llegada deAgatha Andrews, la directora, la cámara inicia un pequeño movimiento vertical de bajada para mostrar que al lugar llega en un coche, que entra en la misión una vez abierto el portón de entrada. Viene de atender un pequeño problema médico, algo que le corresponde ya que, en la misión, a pesar de haberlo pedido, no tiene médico. La llegada de la mujer lleva a levantarse a todos los chinos (especialmente los niños) que allí se encuentran. Con su entrada en la misión, y por medio de un pequeño trávelin detrás del coche, el espectador entra en el lugar donde va a transcurrir toda la película. El servicial criado chino acude presuroso a abrir la puerta del coche
Su llegada nos hace ver cómo todos los niños están recibiendo la correspondiente lección de acuerdo con su edad. Vemos al único hombre del lugar, un maestro, Charles Pether (Eddie Albert) que perdió su juventud intentando ser pastor de la Iglesia. Mirada hacia la ayudante de Agatha, Jane Argen (Mildred Dunnock), después, en un plano cercano, la más joven del grupo, una hermosa mujer rubia, Emma (Sue Lyon) a quien se dirige Agatha especialmente para entregar unas naranjas a los niños a quienes adoctrina. Entra la clase de Eddie. Los niños miran fijamente a Eddie, dando señales de no entender nada de lo que les trata de enseñar. Agatha al entrar en la clase, se enfada con Eddie por su forma de enseñar, quedándose con los niños y mandando fuera de la clase a Eddie, el único hombre blanco de la misión, tímido y cobarde, incapaz de enfrentarse a nadie. Finalmente conocemos a Florrie (Betty Field), la esposa de Eddie, que espera dar a luz a su primer hijo.
Se plantea en la misión una clara estructura social hay pues cuatro mujeres, un hombre que no pinta nada y los chinos (abundando los pequeños) serviles. Naturalmente una de las mujeres, Agatha, es la que manda sobre todos los que allí se encuentran.
Partes 2 y 3: Agatha sucumbe ante la belleza de la angelical Emma
Se trata de dos partes con la misma idea: la frustración sexual de Agatha ante la joven Emma, aunque la sexualidad que la atrae hacia Emma es reprimida.
La parte 2 comienza con Agatha entrando en la habitación de Emma. La joven, situada de espaldas a la puerta, se está vistiendo. Al mostrar la cámara a Agatha se intuye claramente el deseo, Agatha se coloca detrás de Emma, pasando su mano por la espalda y el pelo, de esta forma se muestra la represión sexual de Agatha en lucha por ocultar su deseo: el claro lesbianismo ocultado por el fanatismo religioso, el cual volverá a insinuarse cuando ambas, en la noche, se sienten sobre las fuertes raíces del árbol en el centro de la misión. Agatha coge durante un instante la mano de Emma, que suelta inmediatamente.
Los temas principales del filme quedan expuestos en estos primeros minutos del inicio: el orden social, el fanatismo religioso, la sexualidad oculta, el egoísmo y la ocultación de los sentimientos.
Partes 4 y 5: Carta sobre la inmediata llegada del doctor y llegada de la doctora
Agatha les da a conocer un mensaje a las misioneras y al profesor, junto a una casta superior a la de los chinos, que viven en peores condiciones que el grupo de los exquisitos. Otro claro planteamiento social, una superioridad reconocida por todos, ya que el ser norteamericanos es una razón suficiente para que Tanga Khan no se meta con ellos.
Se trata de la existencia de dos culturas, dominando la nueva a la antigua. La más fuerte es la moderna: invade territorios, son los que tratan de imponerse, para ellos la riqueza es fundamental… Seres que se consideran especiales, tocados por la mano de un dios nacido y hacedor de hazañas soñadas en su ansia de dominar cuanto encuentra a su paso, impositores de su cultura. En el film se representa por las misiones que van invadiendo poco a poco en el inmenso territorio, como forma de priorizar la cultura y la religión propias. Misiones que van adentrándose en el país hasta llegar a unos lugares lejanos, situados en el extremo del mundo conocido. Un claro ejemplo de ello se da en las palabras mágicas «somos americanos», hecho con el que creen que pueden librarse de cualquier mal.
La carta anuncia la llegada del médico a la misión, hecho que hace felices a todos y muy especialmente a la mujer de Eddie, ya que habrá alguien que sepa cómo hacer posible la llegada de un nuevo ser.
Agatha ordena a Charles que vaya en el coche a recoger al médico. Volverá sin esa persona porque no la ha encontrado. En ese momento, la puerta de la misión se abre para dar entrada a una nueva mujer, claramente opuesta a las de la misión. Viste pantalones, lleva el pelo corto, su forma de ser es la de una persona libre, desinhibida. Se trata de una doctora (no de un doctor) que llega montando un asno: la doctora Cartwrigh (Anne Bancroft). La sorpresa para el grupo es grande. Los modales de la recién llegada distan mucho de los de las misioneras, su forma de expresarse, a veces en forma sarcástica, tampoco tiene que ver con las otras mujeres. A las palabras rígidas y oficiosas de las misioneras (y en especial de la jefe) la doctora se expresa con una ironía que —a la mayoría de las mujeres presentes y especialmente a Agatha— les resulta vulgar, impropias de una doctora.
Así, cuando Flotrie pone en duda que el médico sea una mujer y que estos son excelentes, la doctora contesta: «Los numerosos hombres con los que he tratado, salvo que me hayan engañado, me han dicho que soy una mujer (a lo primero) y soy mejor como médico que ellos» (a lo segundo). La doctora será, pues, la quinta mujer.
Parte 6: Enfrentamiento en el comedor entre Agatha y la doctora
Todos de pie escuchan las palabras de Agatha dando gracias a Dios por la comida que van a comer. En medio de la lectura, la doctora entra en el comedor. Va fumando y se va a sentar en el sitio asignado. Agatha le recrimina su postura por no rezar y por fumar.
Frente a la hipocresía de Agatha, la doctora vive su vida: una mujer libre a la que no atan ni los convencionalismos sociales ni los religiosos. No tiene temor a expresar sus adicciones (a las que se une el whisky) ni su ateísmo. Ha llegado allí porque como mujer no ha tenido otra opción. Ha cogido el primer puesto que le han ofrecido. La ciudad donde vivía era odiosa. Una vida encadenada de errores la había llevado a tener una gran aventura amorosa con un hombre que… resultó estar casado.
La doctora intentará convencer a dos personas que salgan de ese lugar. A la bella Emma porque allí encerrada no sabrá lo que es el mundo y a la mujer embarazada si quiere que su hijo nazca sin problemas. Charles es de la misma opinión, no compartida por Agatha que desde el primer momento arremete contra doctora, sobre todo por su interés por Emma.
Parte 7: Llegan nuevas misioneras de otra atacada por mongoles
Llegan a la misión dos nuevas misioneras que se distinguen de nuestras protagonistas porque practican otra religión y son inglesas. Acompañando a esas dos mujeres viene una princesa china, vestida con un traje distintivo de su clase. Han llegado huyendo de Tunga Khan que avanza, con los mongoles a sus órdenes, por las tierras cercanas a la frontera china, y por tanto cercanas a ambas misiones. Destruyen a su paso todo lo que encuentran, roban en las aldeas, violan a las mujeres. Asolan todo lo que encuentran.
Con la llegada de las dos inglesas ya queda configurado el grupo de las siete mujeres. De todas maneras, una pregunta permanece en interrogante. En realidad, hay ocho mujeres, si se tiene en cuenta solo siete quiere decir que se ha dejado fuera del cómputo a la princesa china. Si nos preguntaran por qué no se contabiliza a esa mujer, una respuesta puede ser: debido a que sólo se contabilizan mujeres blancas. Un hecho, sin duda, de carácter racista.
Parte 8: Una epidemia de cólera y Emma se contagia
Esta secuencia podía unirse a la anterior al ser una prolongación de esta. La doctora se acerca a unos enfermos entre los recién llegados. Los observa y da la voz de alarma: traen el cólera por lo que la misión debe declararse en estado crítico. Se vacuna a los niños y a los mayores, ya sean de aquí o de allá. La doctora exige que antes de beber agua hay que hervirla. Entre los afectados por el cólera se encuentra Emma. Agatha pide a la doctora que salve a la joven. En un instante definitorio de su estado de ánimo trata de rezar, pero grita, diciendo que es «incapaz de rezar».
La labor de la doctora es agotadora. Atiende a los enfermos, va de un lado a otro. Cuando Emma enferma, será tratada como un caso especial. Ella también tiene interés especial por sacar adelante a Emma. La doctora cree se salvará porque Emma es joven y fuerte. Un trío de mujeres, Agatha-Emma-doctora, cuyas motivaciones e intereses son distintos
Una vez que la epidemia comienza a ceder, con Emma reponiéndose, la doctora se sienta al lado de Agatha en el mismo lugar (junto al árbol) en que al principio estuvieron Agatha y Emma. Entonces Agatha se había sentido feliz, respiraba la hermosa noche, al tener a Emma a su lado. Ahora todo ha cambiado. Agatha, tomada en un primer plano, con los ojos empapados en lágrimas, dice a la doctora que su vida ni tiene sentido, que Dios no basta para llenarla.
De esta secuencia queremos indicar dos cuestiones muy diferentes. Primero, destacar uno de esos pequeños detalles con los que Ford define situaciones, personajes con un pequeño gesto. Cuanto despiertan a la doctora, en un momento de descanso, para decirle que Emma ha caído enferma, se levanta rápidamente y coge un cigarro de la mesita que tiene al lado de la cama. Antes de encenderlo, lo tira y sale presurosa. Magnífico detalle.
La otra cuestión se plantea casi como un error. Cundo estalla la epidemia observa la doctora que Flotier va a beber agua. Se la quita y la tira diciendo que hay una epidemia y que toda el agua debe ser hervida antes de beberla. Es imposible hablar en ese instante de agua contaminada ya que quienes traen la peste son los habitantes de la misión abandonada que ahora llegan a donde se desarrolla toda la acción.
Parte 9: la borrachera de la doctora
Una secuencia en la que se enfrentaran en el comedor Agatha y la doctora. Este planteamiento de dos escenas parecidas en la parte inicial y la final, pero con distinto objetivo, se repite varias veces en el filme.
La doctora llega al comedor borracha, con una botella de whisky y trata que beban también las otras mujeres y Charles.
Parte 10: El cielo, al fondo, se tiñe de rojo
Una escena excelente en composición es el inicio de la gran desgracia. Charles y la doctora observan a lo lejos el cielo resplandeciente en la noche. El color rojo domina todo el horizonte.
Una composición como de cuadro. Un espectáculo hermoso sobre el que hablan los dos personajes. Seguramente se trata de un gran incendio.
Parte 11: La llegada de los mongoles
A la mañana siguiente, Charles decide ir, en el coche, para ver lo que ha pasado más allá de la misión y saber a qué se debía el color del cielo de la noche. Su mujer trata de evitar se vaya. Charles, por primera vez, se impone, deja de ser el muñeco que siempre ha sido, dominado por las mujeres. El criado chino conducirá el coche. Antes de irse ha indicado que preparen lo que van a llevarse, porque van a abandonar la misión.
Las mujeres, y el poblado entero, esperan la llegada de Charles. Cuando se abre el portón de la misión entra el coche conducido por el criado chino, pero rodeado de mongoles que entran en la misión tanto en el coche como en sus caballos. Las mujeres se asustan. Los mongoles se sitúan enfrente. El criado explica cómo Charles ha muerto como un valiente. Todos los fusiles que portan los mongoles están en posición de tiro. Disparan matando al criado chino, luego obligan a todas las mujeres a entrar en la casa. La última en pasar es la princesa china, a la que los mongoles le impiden la entrada. Es apresada. Luego entran los jefes mongoles y la concubina china del jefe mongol.
Parte 12: Los mongoles en el poblado y el nacimiento del niño
Desde una de las ventanas de la habitación en que todas permanecen juntas, la mujeres asisten horrorizadas al fusilamiento de todos cuantos vivían en el poblados (chinos, chinas, niños). Cuando tiene lugar la descarga de los fusiles, Emma grita que ahora ha comprendido lo que es el mal.
Posteriormente, las mujeres son sacadas del recinto y llevadas a un cobertizo. Cuando va a verlas Tunga Khan dirá que las soltará cuando le paguen una buena recompensa por ellas al ser americanas. La doctora pregunta cuál es la recompensa que pide, el jefe mongol. Mirando fijamente a la doctora y riendo, contesta que la recompensa es la entrega de ella a él.
La princesa china, después de haber sido la sirvienta de la concubina y de ser objeto de humillaciones varias, es lanzada al cobertizo donde están todas las mujeres.
Hay un mongol que no deja de mirar a la doctora, con sonrisas ante el desprecio de la mujer, interpretado por un actor de la familia fordiana. Se trata de Woody Strode, el personaje sobre el que gravita Sargento negro, y uno de los tres pistoleros que Sergio Leone utiliza en la larga secuencia inicial, desarrollada en la estación del tren, de Hasta que llegó su hora.
El niño nace ayudada la doctora por la mayoría de las mujeres. La nueva madre explica que crecerá sin padre, a lo que la doctora replica que, aunque ya no viva, sabrá que su padre murió como un héroe.
La película en toda esta última parte plantea los problemas presentes en una sociedad cerrada, símbolo de otro tipo de encierro: el personal. En realidad, desde el principio, con la entrada de Agatha en el coche en la misión, y el cierre del portalón, ya tenemos a los personajes encerrados, pero cada vez este espacio va achicándose más. En la misión, cada persona tiene su habitación/celda, pero al final todas están en una sola estancia.
En esta secuencia asistimos a un detalle importante, ese detalle (o detalles) de un personaje, un objeto, lo que sea, que aparece en los filmes y que son necesarios ya que tendrán su protagonismo en un momento posterior. Si no estuviera dado este detalle, la aparición posterior, fundamental para la escena, resultaría falsa ante el forzamiento del momento. En este caso será el frasco que pide la doctora a una de las mujeres para que se lo pase. Cuando lo tiene en sus manos, dirá que ese no, por favor, que se guarde bien pues es veneno.
Parte 13: el sacrificio de la doctora
Pasa el tiempo y el recién nacido necesita leche, las mujeres también necesitan comida. La doctora lo piensa un momento, luego llama al guerrero para decirle que quiere ver urgentemente a Tunga Khan. La princesa china quiere impedir que se marche porque sabe lo que va a hacer: aceptar la propuesta del jefe mongol o sea entregarse a él.
Antes de ir al encuentro con Khan, pasa por su habitación, antes de salir se mira en un espejo lleno de polvo y donde la imagen de la mujer se difumina. Todo un símbolo como prueba de que el buen cine es el que sugiere no el que explica verbalmente lo que ocurre. En la puerta está el guerrero mongol mirándola. Ella cierra la puerta despectivamente.
Las mujeres prisioneras vuelven a ser trasladadas. El sitio es más amplio. Se encuentran más cómodas, si no fuera por los gritos con los que Agatha insulta a la doctora, considerándola una fulana. La llama incluso la perra de Babilonia. Emma y otras le piden que se calle
Parte 14: El fin de todo
Tunga Khan lleva a la doctora a contemplar una lucha entre mongoles, una especie de lucha libre a lo bestia. El guerrero mongol va eliminando a los mongoles que luchan contra él. Se proclama el mejor. El jefe mongol no puede admitir esa superioridad. Deja la presidencia que comparte con la doctora y se apresta a la lucha, antes la capa que lleva la arroja a la doctora que con desprecio la aparta de sí.
La lucha entre los dos hombres es brutal, llegando incluso a que Khan mate al jefe guerrero. Un momento que solo se entiende con una de las partes cortadas y en la que se muestra al guerrero cogiendo flores para la doctora, además de sus miradas y seguimiento de la mujer. Khan lo mata como prueba de que él será el único que posea a la doctora.
Estamos en el final. Un plano cuidadísimo nos muestra a alguien surgiendo de la oscuridad del pasillo. Es una mujer que lleva un vestido que la convierte en ridícula. Es la doctora cuyo traje, muy parecido al que llevaba la mujer que acompaña al jefe mongol al llegar a la misión, colorea la oscuridad. El traje, indicativo de su concubinato, la obliga a andar con dificultad. Se dirige a la habitación donde se encuentran las mujeres. Les da la noticia de que todo está preparado para marchase, están libres. Agatha insulta sin parar a la doctora ante la insistencia del resto para que se calle.
Una a una van saliendo de la estancia y se dirigen a los carros preparados para su marcha. La última en salir es la secretaria de Agatha. Queda quieta un instante, luego da un fuerte abrazo de despedida a la doctora, quien, a su vez, sorprendida, es besada por la doctora, que verá cómo todos se marchan. Ella tiene claro que su vida, siempre libre, no se va a encadenar, estar sujeta a los caprichos de Tunga Khan, por eso aprieta en su mano el frasco del veneno. Al llegar a la habitación de Khan prepara dos cuencos de bebida en los que echa veneno. Brindan mientras ella dice: «Adios para siempre, bastardo». Kan bebe primero su cuenco envenenado y cae fulminado. Luego lentamente lo toma la doctora, que arroja el cuenco al suelo. Poco a poco la película funde a negro.
Un final que significa la liberación de una cadena por parte de la doctora, que ha sacrificado su vida por las otras mujeres, el niño y los chinos que quedan en el poblado.
La mujer libre, atea, ha dado una lección a la falsaría religión de Agatha. Su odio y frustración la distancian del grupo. La pantalla en negro sin aparecer el fin supone, sin que Ford lo sepa aún, dar su adiós al cine, despedirse de él. Al terminar el filme querrá poner en marcha otros proyectos, ninguno parece interesar demasiado y menos que sea dirigido por un anciano que, además, tiene cáncer.
Un católico (como también lo fuera Hitchcock) se rebela contra el fanatismo religioso. Al tiempo que hace este filme dice en una entrevista: «Odio rezar. Odio la santurronería». Y de ahí el furibundo retrato de Agatha, hundida en sus contradicciones.
En algunos momentos utiliza el sarcasmo en la mirada hacia unas mujeres encerradas y que no saben vivir. Tiene que venir una mujer que es pura dinamita a la hora de plantear un mundo distinto del de las fanáticas que desean crear miedo y desesperación.
7 mujeres es un filme incomprendido y ninguneado hasta el punto de que en varios sitios en los que aparece la filmografía de Anne no se incluye esta película donde realiza una soberbia interpretación llena de matices.
El sacrificio de la doctora no será baldío y ahí estará siempre presente en ellas. Habrá conseguido, al menos, que Argent y Emma encuentren su forma de enfocar la vida de otra manera y quizá condene a la soledad a Agatha.
La vida de Ford está ligada, igual que gran parte de su cine, a la leyenda antes que a la realidad. Algunos episodios de su vida se los inventó. No es cierto que llegase al cine por casualidad, que no sabía nada de cine, que no veía películas o que era un inculto. En los rodajes era el amo. El cine para él consistía en estudiar a los personajes, en sus gestos, en la forma de andar, en que se expresase a través de ellos. Y está película es un ejemplo de ello.
Leía lo que se publicaba de sus filmes. Se vengó de un escritor que a veces hacia críticas rodando una película sobre una novela de ese escritor. Y el filme está considerado como uno de los peores, si no el peor, que realizó a lo largo de su vida. La película se llama El fugitivo y se basa en la novela El poder y la gloria,de Graham Green.
A pesar de lo que dijo a Bogdanovich (frase que abre este estudio), Ford al envejecer hizo ostentación de su fe. Gustaba de la pompa del catolicismo de la misma manera que la militar. A dos días de iniciar el rodaje de 7 mujeres recibió el más alto honor otorgado a un seglar católico: fue investido por Pablo VI con la Orden de los Caballeros de Malta.
Termino con lo que decía Anna Lee (interpreta en la película el papel de la ayudante de la misionera inglesa), sobre su forma de trabajar: «Cogía el guion, leía una escena, luego la rompía diciendo: De acuerdo ahora ¿qué te gustaría hacer. Entonces te daba tus frases pero nunca las escribía».
John Ford, uno de los mejores directores de la historia del cine, murió a los 79 años, el 31 de agosto de 1973, casi diez años después de haber comenzado a preparar el último filme que rodaría: la maravillosa y cáustica 7 mujeres. Un filme al que el tiempo ha dado su gran valor. Un cierre acorde con su grandiosa obra. La obra de un hombre que vivió pensando y haciendo películas.
Escribe Adolfo Bellido López