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No nos gustaría
tener que escribir estas líneas, pero nuestro amor por el cine nos obliga
a dedicar, mes a mes, un pequeño recuerdo a aquellos cineastas (en el
sentido amplio de la palabra) que ya no están con nosotros. Ojalá algún
mes esta página tuviera que quedarse en blanco...
Billy
Wilder:
Los
que nos dejaron de marzo no perdonaron. Despidieron nada menos que a Billy
Wilder. Qué vamos a decir de él que no se haya dicho. Ríos de tinta de
han vertido sobre su figura, la personalidad de un hombre que vivió una
de las grandes épocas doradas de Hollywood. Quizá a veces falseando su
propia vida, incluso, al dictado de sus propios cuentos. A sus noventa y
tantos años seguía frecuentando esa oficina donde leía guiones, concedía
entrevistas (o más bien era él quien entrevistaba a sus interlocutores)
y soñaba, rodeado de los carteles de sus películas, en un cine que nunca
más sería lo que fue. Y es que “nadie es perfecto” como aquella
replica genial de Con faldas y a lo loco, que, para mayor imperfección, fue obra de
uno de sus guionistas predilectos, I. A. L. Diamond. Sin Wilder
el cine se queda un poco más sólo. Por lo menos aquel producto de
una sólida industria capaz de lo mejor y de lo peor. Él dedicó dos
crueles películas al cine, a la desaparición de formas y modos. Fueron El
crepúsculo de los dioses y Fedora.
No eran ni mucho menos comedias. Ese era uno de los topicazos que siempre
le persiguió: ser simplemente un director de comedias. Aunque hizo
varias. Algunas excelentes. También otras, por lo menos, discutibles.
Pero tanto en su etapa de guionista como de director nos regaló obras
dramáticas, crónicas sociales o excelentes melodramas. Recuérdese aquel
guión suyo dirigido (al igual que otros muchos de los suyos) por Leisen
titulado Si no amaneciera. Y no
hay que olvidar entre sus obras dramáticas como realizador títulos tan
conseguidos como El gran carnaval,
Perdición, Testigo de cargo o Días sin
huella. Incluso sería bastante arriesgado afirmar que El apartamento es (exclusivamente) una comedia. Su cine divertido o
serio, lucido, crítico, mejor o peor pero siempre “con un toque”
(incluso en su memorable mal gusto) personal estará siempre vivo, dando
ejemplo de lo que significa EL CINE.
Dudley
Moore:
Días
antes de la muerte de Wilder nos sorprendía la del actor
Dudley Moore. Había nacido en Inglaterra. Antes de trabajar en cine
había sido músico y actuado en compañías de jazz. Pasó a Estados
Unidos donde compuso música para algunas películas al tiempo que
trabajaba como actor, interpretando a veces su propia profesional real. No
se puede decir que sus interpretaciones sean magníficas, pero en su
filmografía, al menos, ha quedado un papel inolvidable el protagonista de
10 de Blake Edwards, un
disparatado personaje en busca de la obra maestra (ya sea musical o en
forma de aquella mujer-muñeca que era Bo Derek). Con Edwards volvió a
repetir en Micky y Maude. Otra
de sus interpretaciones fue en el remake
de un filme de Preston Sturges Infielmente
tuya. Obtuvo una nominación al Oscar por Arthur, el soltero de oro.
Carmelo
Bene:
También
en marzo falleció esta extraña personalidad del mundo del cine.
Realizador de obra atípicas, independientes extrañas. Las realizó entre
1968 y1975 y tenían un origen teatral. Obras de culto pero con nula
repercusión en los circuitos comerciales. Se trataba de Nuestra
signora de tunchi, Cappricchi,
Don Giovanni, Salome y Un amieto de meno.
Intervino también como actor en todas ellas.
María
Felix:
Y
ya en abril nos dijo adiós “la señora”, la “doña”. Una mujer de
rompe y rasga, que, sin saber muy bien la razón, o quizás por su
personalidad o por lo que representa, nos recuerda a nuestra Sarita.
Hablamos, claro está, de María Felix. Murió el mismo día que cumplía
88 años. Había realizado medio centenar de películas repartidas entre México,
España, Francia, Argentina e Italia. Trabajó con Emilio Fernández (Río
Escondido, Enamorada), Luis
Buñuel (Los ambiciosos), Bardem
(Sonatas), Renoir (French Can Can). Su lanzamiento al estrellato fue con Doña
Barbara dirigida en 1943 por
Fernando Fuentes. Se casó cuatro veces. Uno de sus maridos el músico
Agustín Lara le dedicó la canción “María Bonita”. Otro de ellos
fue Jorge Negrete el actor mexicano más popular durante los años
cuarenta y comienzo de los cincuenta. En 1944 la “doña” escribió un
autobiografía en cuatro tomos titulada “Todas mis guerras”.
Linda
Lovelace:
Y
hace no mucho desaparecía una mujer que ante todo representó uno de los
mitos eróticos de los años 70, Linda Lovelace
intérprete de Garganta profunda.
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