Con
una fotografía con colores ajados y tan contrastada que se convierte casi
en un blanco y negro, casi expresionista, como corresponde al antiguo género
negro (el cine de gángsteres de los años treinta) ideal para retratar
las atmósferas sombrías en las que se desarrolla la historia de esta película
(menos las secuencias finales llenas de iluminado color, para mostrarnos
el final del camino a la salvación de sus personajes), la película, que
esta vez recomendamos ver, es un relato lleno de brío y fuerza, con gran
sabor clásico y habitada por unos magníficos actores, que plantea una
vez más la necesidad de un código ético para vivir, la fuerza de los
lazos familiares y la responsabilidad de un padre con respecto al futuro
de su hijo.
Con
una traducción incorrecta y equívoca de su título original al
castellano (en realidad debería titularse Camino
a Perdición –Road to
Perdition–, que es el nombre del pueblo donde precisamente sus
protagonistas buscan encontrar la salvación) el filme nos narra los
heroicos esfuerzos y el terrible dilema moral de un padre (Tom Hanks) que
quiere salvar a su propio hijo de una muerte segura a manos de un
siniestro sicario, enviado por el hijo de un capo mafioso irlandés (Paul
Newman) para eliminarlo por haber sido testigo de un ajuste de cuentas
entre gángsteres. El padre del muchacho se siente a la vez hijo adoptivo
del poderoso mafioso, pero tiene que ejecutar su venganza, ya que por
error ha matado a su esposa (Jennifer Jason Leight) y su otro hijo pequeño.
Venganza y huida es el camino del relato de esta estupenda cinta.
Con
un ritmo pausado y siempre fluido que a veces, en los momentos de clímax,
se acelera y trepida, Sam Mendes, un hombre encumbrado en el ambiente
londinense del teatro y que sorprendió al mundo del cine con su premiadísima
película American beauty,
repite éxito con esta otra, incluso cambiando de registro. Si en la
anterior ponía a caldo el espíritu triunfador de los norteamericanos y
miraba de un modo muy crítico su amoralidad en las reacciones y la
hipocresía de la realidad familiar, aquí hay ahora un canto encendido y
lleno de elogio hacia los verdaderos lazos familiares que incluso y
trascienden los de la propia sangre, y subraya la importancia suma de los
códigos éticos para vivir en sociedad aún dentro de la paradoja de las
leyes inmorales del crimen organizado.
Pero,
sobre todo, Camino a la perdición encierra todo un canto al amor
de padres e hijos. La admiración, la iniciación en el aprendizaje de la
vida por parte de los adolescentes, buscando en el padre las referencias
morales de conducta. Y a la vez, el amor del padre hacia los hijos, su
deseo de construcción para ellos de un futuro mejor, su esfuerzo heroico
capaz del mayor de los sacrificios por abrir a los hijos un camino de
salvación de una vida pasada cuajada de graves errores. Todo esto y más
contiene este filme al que si hay que buscarle algún defecto que
palidezca su enorme brillo serían una cierta tendencia al esteticismo y
un final algo inmoderado.
José
Luis Barrera
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CAMINO
A LA PERDICIÓN
Título
Original:
Road to Perdition
País y Año:
Estados Unidos, 2002
Género:
DRAMA
Dirección:
Sam Mendes
Guión:
David Self
Producción:
20th Century Fox, DreamWorks SKG, The Zanuck Company
Fotografía:
Conrad L. Hall
Música:
Thomas Newman
Montaje:
Jill Bilcock
Intérpretes:
Tom Hanks, Jude Law, Paul Newman, Tyler Hoechlin, Stanley Tucci, Jennifer
Jason Leigh
Distribuidora:
Hispano Fox Films
Calificación:
No recomendado menores de 13 años
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