Kitano ha realizado su mejor película hasta el
momento. Para conseguirlo se ha “salido” del esquema de algunos de sus
anteriores relatos violentos, aunque hay que decir que aquí no falte una
alusión a las mafias y a las muertes por venganza, parte de una de las
historias que se integran en el filme.
Dolls es una sólida obra poética,
dulce y dura, hermosa y sensible. El tono hacia el que parecía
encaminarse la débil El verano de
Kikujiro y negado en Brother aparece
aquí asentado de manera más consciente y firme. Estamos ante una película
que es un hermoso calidoscopio sobre el amor y la traición, el poder y la
humillación.
Deudora del tradicional teatro japonés de
marionetas (“el bunraku”), la película, como forma además de
asentarse en ello, se inicia con unos planos de una representación de títeres.
Una perfecta y clara introducción en un mundo de amores trágicos.
Posteriormente el filme se abre paso a los personajes reales y a sus
peripecias. Como núcleo central de la acción asistiremos a la historia
de los “mendigos atados”. Primero en un parque les veremos arrastrándose
literalmente al encontrarse “unidos” por una cuerda de la que no
pueden liberarse. Un salto atrás (un “flash-back”) nos conduce a
saber las razones de esa “unión”. Razones que entran en la lógica
del relato, pero que van mucho más allá al apoyarse en planteamientos
metafóricos: reflejo del amor posesivo y por el que se mantienen los
personajes “encadenados”
hasta la muerte por haber transgredido el propio código de los
sentimientos. Él juró amor eterno a una joven, pero ante las presiones
sociales le llevaron a abandonarla: debía casarse con la hija de su jefe
sin quería tener una buena posición en la vida. Su antigua novia al
saberse abandonado intenta suicidarse. Minutos antes de la boda se hace
saber al novio la noticia, lo que le lleva a “huir” de su boda y a
buscar a su amada. Una vez encontrada (ella se encuentra “fuera” de la
vida al haber tomado multitud de pastillas que le han “noqueado”). Sin
dinero, sin trabajo deberá vagabundear la pareja por los caminos de la
vida sin nada a lo que poder agarrarse.
Excelente la forma en la que Kitano va señalando
el inexorable paso del tiempo (años, meses, días) por medio de paisajes
cambiantes (árboles, flores, ríos, montañas, nieve...) y de distintos
vestidos que, en el caso de los personajes de la historia aglutinante,
terminan por ser idénticos a las marionetas del comienzo.
Dolls relata tres historias de
amor, arropadas por el esbozo de otras varias. Los personajes de las
distintas historias se interrelacionan, las distintas acciones se
entrecruzan. Cuando pasa una persona al lado de otra que protagoniza una
de las historia, la acción se centra en la primera de las personas. Como
punto de referencia siempre aparecerá el deambular casi “eterno”,
roto por la muerte, de los dos amantes encadenados, unidos para siempre
por la “piedad” y el sentido de la culpa en un intento imposible de
redención. La historia centro recuerda la que cerraba la maravillosa El
placer, de Ophüls inspirada en tres relatos (eran tres al igual que
ocurre en el filme de Kitano) de Maupasant: el frustrado suicidio de una
mujer (queda paralítica) al sentirse abandonada por su amante, lleva a éste
(al sentirse culpable) a cuidar por siempre a la mujer impedida.
.
La historia central de los amantes unidos por la
cuerda que les encadena para siempre es el triste destino final de la pasión
amorosa transformada en una mutua dependencia. Los personajes de esta
historia no hablan, ni siquiera se miran sólo deambulan
ininterrumpidamente por (y a través) la vida. Ni siquiera la muerte
romperá la cuerda que les une aunque quede claro en el final que no hay
diferencia alguna entre las personas y las marionetas. Su dualidad queda
confirmada por los vestidos que portan los amantes antes de verse
arrojados al abismo. No llegaran al fondo un árbol “recoge” la cuerda
en su caída, sosteniendo en equilibrio ambos cuerpos. Auténticos muñecos
colgados para siempre en una quietud propia de unas marionetas rotas.
Lo grande de Kitano consiste en no haber relatado
las diferentes historias separadamente, hacerlas coincidir con otras
narraciones trágicas. Parejas que se encuentra, se entrecruzan en los
caminos y que a lo sumo se permiten una mirada sobre otros que quizá son
más desgraciados que ellos mismos. Véase por ejemplo la curiosa relación
de amistad que existe entre dos seres deformes o de escaso desarrollo
mental, que simplemente, en su fugar presencia, van punteando la narración
e incluso orientándola y combinándola en múltiples formas.
La segunda historia nos habla de un “yakuza” sólo
y enfermo que un día recupera a su amor antiguo. Fiel a una promesa de
juventud la mujer espera, día a día durante años en el mismo sitio del
parque, que su amante acuda a la cita. De manera accidental el
“yakuza” pasa por el parque y descubre a su antigua amor que le
espera. No hay posibilidad de unión, el presente exige un tributo de
muerte. El amor recuperado ha hecho que el hombre olvide quien es y ante
ese olvido encontrará la muerte.
La tercera historia también habla de amor, dolor y
muerte. Un “fan” de una cantante la sigue constantemente en su afán
por conocerla. La cantante tiene un accidente y pierde un ojo. El hombre
se arranca sus ojos para poder acercarse a la mujer que ahora se aislado
de todos porque no quiere que nadie pueda “relatar” su desgracia. Pero
la alegría del hombre por haber cumplido su deseo le conduce a la muerte.
Kitano utiliza elipsis precisas para explicitar
distintos momentos. Le bastan unos datos, por ejemplo, para saber que el
“fan” ciego ha muerto atropellado en la carretera. Construye desde el
ahora las diferentes historia utilizando pequeñas vueltas atrás, cada
vez más largas y concretas hasta completar cada una de las historias. Esa
manera de construir los flash-back, la violencia propia de los filmes de
Kitano e incluso algunos planteamientos narrativos parecen en parte
proceder de algunas de las soluciones que Sergio Leone aplicó a sus
renovadores westerns de los años sesenta. Algunos dicen que la
violencia y el estilo de Kitano “bebe” en la obra de Tarantino. No hay
tal en cuanto el director americano imita también los modelos del
director italiano, al igual que hicieron otros realizadores como Peckimpah
o Carpenter.
Dolls desgraciadamente, a
pesar de su interés, ha pasado como una exhalación por la cartelera. Ni
siquiera los cines que sólo proyectan películas en versión original se
han dignado tenerla en cuenta. Se podría entender esta ausencia del filme
de Kitano si esos cines estuvieran siempre “repletos” de cine de
calidad. Pero, eso no es así, ya que sus programación deja mucho que
desear. Por eso sorprende más este aparente boicot a la excelente obra de
un interesante realizador, capaz además de ejercer otras muchas funciones
en una película. En Dolls no es actor (su primer oficio en el cine) pero suyo (además
de la realización) es el guión y el montaje.
Mr.
Arkadin
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DOLLS
Título
Original:
Dolls
País y Año:
Japón, 2002
Género:
Drama
Dirección:
Takeshi Kitano
Guión:
Takeshi Kitano
Producción:
Bandai Visual, Office Kitano, Tokyo FM Broadcasting Company
Fotografía:
Katsumi Yanagishima
Música:
Takeshi Kitano
Montaje:
Takeshi Kitano
Intérpretes:
Hidetoshi Nishijima, Tatsuya Mihashi, Chieko Matsubara, Miho Kanno
Distribuidora:
DeA Planeta
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