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EL CINE DE DAVID CRONENBERG (2ª PARTE)
Frecuentemente,
David Cronenberg es incluido en el cine estadounidense sin prestar atención al
profundo sentido canadiense que hallamos en sus obras. Sólo tres películas (La
zona muerta, La mosca y M. Butterfly)
pueden ser adscritas al cine norteamericano y, pese a ello, las tres fueron
rodadas también en Toronto. Muchos de los elementos temáticos propios del cine
canadiense (la importancia del paisaje natural como elemento que refleja la
psicología de los personajes, el sentido de aislamiento, la constante búsqueda
de una identidad, el miedo al sexo femenino, la tendencia a la observación de
los distintos puntos de vista de un mismo problema sin indicar unas solución a
corto plazo, la indefinición política, la frialdad expositiva) son parte
fundamental del universo creativo de Cronenberg. Los
héroes del cineasta parecen incapaces de enfrentarse al Otro y casi todos
mueren. De acuerdo con autores como William Beard, este pesimismo en el que
prima el sentido de la derrota y la impotencia, el dualismo de naturaleza contra
conocimiento, su temerosa cautela ante un universo hostil, así como los poderos
sentimientos de aislamiento y exclusión lo sitúan decididamente como un
director canadiense. Los antihéroes de Cronenberg llegan a darse cuenta de que
es imposible derrotar y destruir completamente al Otro, ya que los Otros son, en
realidad, manifestaciones de sí mismos. Este
espíritu canadiense del director también da pie a otra lectura de su énfasis
temático en la infestación y el control del Otro. Una de los principales
preocupaciones de la Canadá angloparlante es que sus industrias culturales sean
dominadas y controladas por las corporaciones estadounidenses. Está presente el
temor a que los Estados Unidos no sólo los domine económicamente, sino
también ideológicamente. Por lo tanto, su identidad cultural está en juego.
Este riesgo de “contaminación moral y cultural” nos puede llevar a
establecer un paralelismo entre la infestación y el imperialismo cultural.
Efectivamente, en los personajes de Cronenberg la contaminación moral se
manifiesta a través de la desintegración física y psicológica. Esto es algo
que podemos ver más claramente en películas como M. Butterfly, Scanners o
Videodrome. Sin
embargo, aunque sus filmes pueden ser vistos como crítica al imperialismo
cultural estadounidense, la obra de Cronenberg está infestada por él. Si el
cine norteamericano se ha criticado por ser demasiado violento, gráfico y
sexual, entonces el trabajo del cineasta es más americano que los americanos.
Esto podría ser debido al fatalismo canadiense: no puedes ganar, no se pueden
resistir las influencias del imperialismo cultural norteamericano, el Otro se ha
interiorizado. Cronenberg, no obstante, emplea las convenciones de la cultura
americana contra ella misma. Otra
importante característica del director reside en la notable abstracción que
predomina en su obra. Sus películas abordan siempre temáticas muy similares,
lo que las convierte en obras de ideas más que de personajes. Cronenberg
persigue con su trabajo establecer un conflicto intelectual en el espectador
(sobre todo en la última parte de su carrera), lo que añadido a un minimalismo
formal hace que, a veces, los resultados finales sean algo confusos y abiertos a
múltiples interpretaciones, algunas de ellas incluso contradictorias.
Cronenberg adopta siempre una posición distanciada, nunca moralista, aunque su
punto de vista se hace evidente a través del análisis de sus películas. Entre
sus temas representativos cabe destacar:
En
Vinieron de dentro de... un extraño
parásito se introduce en el interior de un organismo humano y provoca una
desaforada pulsión erótica. En Rabia una joven desarrolla, debido a un error médico, una extraña
malformación fálica que contagia una especie de hidrofobia e incita a la mujer
a alimentarse de sangre humana. En Cromosoma
3 un psiquiatra ha inventado una nueva terapia, la psicoplásmica, que
induce la aparición de malformaciones físicas que manifiestan en el cuerpo de
los pacientes sus problemas mentales. En La
mosca un científico sufre una horrible mutación que destruye su cuerpo. Como
podemos comprobar, la enfermedad, los virus y las mutaciones, las metamorfosis y
malformaciones, las patologías psicológicas y sus consecuencias físicas,
constituyen el armazón temático de la obra de David Cronenberg. Esta obsesión
por lo desagradable (las pústulas, los vómitos, las llagas, la destrucción
paulatina del organismo) se convirtieron, en una primera etapa de su carrera, en
el aspecto más reconocible y famoso del cineasta. Esta
inclinación fue vilipendiada por algunos críticos, pero el tiempo y
un análisis más profundo contradice las primeras conclusiones
precipitadas. La clave para comprender el significado de la enfermedad en el
cine de Cronenberg radica en entender que éste asume el punto de vista del
virus atacante. Para el director, el organismo está compuesto por innumerables
células dispuestas a rebelarse en cualquier momento, entendiendo por organismo
no sólo el cuerpo humano, sino también cualquier institución social: una
familia, un bloque de edificios, una gran ciudad, una corporación
empresarial... Lo que interesa a Cronenberg es la posibilidad de que alguna de
estas células decida separarse del organismo: el caos significa destrucción,
pero también tiene un enorme potencial creativo. Cronenberg
no utiliza la enfermedad para castigar a sus personajes por haber intentado
sobrepasar los límites de la naturaleza. Las ordenadas y asépticas comunidades
humanas presentes en Vinieron de dentro de... y Rabia
intentan, influidas por la represión
social, aislar y reducir al máximo el componente humano, que para ellos
significa el caos. Son seres fríos y calculadores que creen haber logrado el
control de sus vidas. Para negar esta aberración, Cronenberg utiliza la
enfermedad. Su aparición, la rebelión del organismo contra la mente, reanima
los instintos primarios (sexuales y violentos) de los seres humanos, quienes
recuperan así su identidad. Para conseguir este propósito, en ocasiones son
necesarios agentes externos: parásitos, mutantes, drogas y alucinógenos,
emisiones de rayos catódicos, técnicas terapéuticas, etc. que despiertan los
instintos voluntariamente dormidos. Pero Cronenberg, como buen canadiense,
siempre intenta mostrar las dos caras de la moneda: el despertar de la vida
produce caos y así, la muerte resulta irremediable. La enfermedad recuerda
constantemente al hombre su condición y el hecho de que el control bajo el que
salvaguardan su existencia puede venirse abajo en cualquier momento.
Este
es el tema más ejemplar y significativo en la obra de Cronenberg. En
contraposición con la moral católica, el cineasta expresa con sus películas
una rotunda voluntad de eliminar el rechazo constante que el ser humano ha
tenido hacia lo carnal, ocultando y despreciando los instintos de nuestro
cuerpo. Para el cineasta, cuerpo y alma son variables semejantes (el cerebro no
es más que otro órgano sujeto a las mismas posibilidades de metamorfosis ) y
están vinculadas entre sí. En Cromosoma 3 el odio acumulado se manifiesta en el cuerpo de una
mujer demente; en La mosca la
progresiva mutación que sufre el científico transforma inexorablemente su
personalidad. En
Videodrome Cronenberg acuña uno de
los conceptos más famosos y significativos que aparecen en su obra: “La Nueva
Carne”. Los seres humanos gozan de completa libertad para modificar su
entorno. No existen leyes naturales y resulta del todo lógico que el próximo
paso en la evolución humana sea la fusión entre cuerpo y máquina. Vivimos en
un paisaje tecnológico en el que cada vez resulta más difícil establecer una
relación emocional con nuestros semejantes y donde las instituciones intentan
controlar nuestras vidas. Por lo tanto, es inevitable que interactuemos con las
máquinas y establezcamos con ellas relaciones de carácter carnal. Para
Cronenberg, la tecnología “es una extensión de nosotros mismos, una
encarnación de la voluntad humana”[1] En
Videodrome, la conversión de Max Renn
en la encarnación del mundo del vídeo le sirve para desembarazarse del control
institucional y para encontrar una nueva identidad. En Crash,
sus deshumanizados protagonistas buscan desesperados una forma de incorporar los
objetos a su vida sexual y de este modo establecer contacto emocional con el
resto de los personajes. Los objetos en la obra de Cronenberg tienen una
significación especial y absolutamente atípica respecto al cine convencional:
los instrumentos ginecológicos que aparecen en Inseparables
ejemplifican la obsesión patológica que afecta a los gemelos Mantle, las
máquinas de escribir parlantes en The Naked Lunch
son carnosas, palpitantes y sensuales, participando de la excitación de sus
usuarios y convirtiéndose en objeto de intercambio íntimo. Es todo esto
subyace un deseo similar al que encontrábamos al hablar de la enfermedad: la
compulsiva búsqueda de la vida en un universo deshumanizado e invadido por la
materia inorgánica. La
visión subjetiva de la realidad En
la filmografía de Cronenberg solemos encontrar una constante asunción de un
único punto de vista, que corresponde al de los protagonistas. En las
películas de Cronenberg la realidad objetiva y la subjetiva se confunden,
obligando al espectador a sumergirse en un universo donde las leyes de lo normal
aparecen subvertidas. Sus personajes viven en una realidad quebrantable y fácil
de destruir porque está cimentada en una fantasía. Cuando descubren la
debilidad sobre la que asientan su vida, no pueden soportarse a así mismos y
terminan autodestruyéndose. Pero,
al contrario que sus homólogos masculinos, los personajes femeninos no pierden
el control con tanta facilidad. Aunque tampoco son conscientes de la realidad,
suelen dirigir a los hombres, o
bien sus metamorfosis se conviertan en peligrosas, no para ellas mismas, sino
para la gente que las rodea. Para
Cronenberg, la vida humana es evanescente y nuestro estado mental frágil. De
esto se deriva la fragilidad de la realidad que nos rodea. La única realidad
que experimentamos es nuestra realidad. De este modo, el cineasta siempre hace
que sus personajes adopten una posición subjetiva ante lo que les rodea, por lo
que corren el peligro de ver cómo su realidad se desmorona a su alrededor
cuando aparecen los problemas psicológicos, origen o consecuencia de
transformaciones físicas, o bien debidos a la influencia de los paisajes
tecnológicos.
Para
Cronenberg, la humanidad ya no necesita del sexo para reproducirse, de modo que
el sexo ha perdido el lugar que ocupaba antaño. Cronenberg se pregunta hacia
dónde nos dirigimos ahora que las viejas maneras de relacionarse ya no
funcionan. El
director incide con frecuencia en la posible evolución del comportamientos
sexual y en la posición que los roles convencionales que protagonizan dicho
comportamiento tienen en nuestra sociedad. Hallamos en toda su obra un
cuestionamiento continuo de este tipo de estereotipos (encarnados en la figura
de la relación heterosexual), que adopta toda una serie de formas. Por un lado,
profundiza en muchas ocasiones acerca del concepto de autosuficiencia, el cual
refleja de manera física en la pantalla: la herida vaginal que se abre en el
pecho de Max Renn en Videodrome y por la cual le introducen, violan, una serie de cintas
de vídeo que intentan controlar al sujeto; el órgano con forma fálica que
crece en la axila de Rose, en Rabia,
y que ataca a otros seres humanos para alimentarse; en The Naked Lunch, el ama de llaves se arranca la piel descubriendo
que en verdad es el doctor Benway. Para
Cronenberg, los comportamientos masculino y femenino pueden convivir en un mismo
ser. Esta idea aparecía ya en Crimes of the Future o en M.
Butterfly, donde un hombre potencia su aspecto femenino para representar un
papel. En esta película encontramos una patente inclinación homosexual, muy
presente también en otras películas del director (Crimes of the Future, Inseparables,
The Naked Lunch, Crash) y que responde
a esa constante indagación sobre nuevos comportamientos sexuales. El objetivo
de esta indagación es mostrar nuevos caminos al ser humano para revitalizar
unas relaciones eróticas que ya no funcionan. Como veremos más adelante, esta
tendencia, más la constante negativización de los roles femeninos en su cine,
ha provocado notables críticas desde los sectores feministas. En muchas de las
películas de Cronenberg vemos que estas innovaciones sexuales se muestran tanto
en sus aspectos positivos (la excitación de nuevos descubrimientos) como en sus
aspectos negativos (el despertar de instintos primarios conlleva siempre la
violencia. Es en Crash donde este
tema tiene sus representación más significativa. Quizás
uno de los temas más sutiles del cine de Cronenberg es su fascinación por la
ambivalencia sexual. Aunque nunca son realmente los protagonistas, en sus
películas aparecen frecuentemente personajes homosexuales y bisexuales. La
razón de esta preocupación es probablemente que, de igual
modo que Cronenberg está interesado en las diferencias entre hombres y mujeres,
también está interesado en las diferencias entre heterosexuales y
homosexuales. Twins,
la novela en la que se basa Inseparables, retrata a los gemelos Mantle como amantes
homosexuales. Esto fue eliminado en el guión de la película, aunque permanece
sutilmente implícito de diversos modos. La homosexualidad es mucho más
explícita en The Naked Lunch, donde
Bill Lee se ve forzado a aceptar sus auténticas inclinaciones sexuales. A
Cronenberg
le interesa la homosexualidad por
lo que tiene de sexualidad inventada, no justificada biológicamente. De este
modo, la homosexualidad es la forma más pura de la sexualidad puesto que,
desechada la función reproductora, no
tiene más justificación que ella misma.
Los
primeros trabajos de Cronenberg recibieron críticas debido a su aparente
actitud hacia las mujeres, especialmente Cromosoma
3 e Inseparables. En Cromosoma 3
una mujer mentalmente inestable crea niños psicóticos a los que da a luz a
través de un grotesco útero externo. La crítica feminista apunta que escenas
como la del nacimiento, donde la mujer corta el cordón umbilical con sus
propios dientes, favorecen el
miedo de los hombres hacia las mujeres. En Inseparables,
los ginecólogos gemelos se obsesionan con una actriz poseedora de un útero
trifurcado. Esta obsesión amenaza su unión hasta llevarlos a un extraño pacto
de suicidio. Conforme avanza la trama, los doctores se vuelven más violentos
hacia sus pacientes. La escena donde se practica un brutal examen ginecológico,
los doctores vestidos con batas rojas o la presencia de extraño instrumental
ginecológico diseñado para operar mujeres mutantes han sido igualmente vistas
por cierto sector como un modo de asociar a las mujeres con lo grotesco. Esta
interpretación resulta ciertamente confusa, ya que estas imágenes reflejan
más la monstruosidad del hombre que la de la mujer. En
Vinieron de dentro de..., Rabia y Cromosoma
3 las enfermedades son inicialmente portadas por mujeres. Como resultado,
estas películas pueden verse como representaciones de la represión y
liberación de la sexualidad femenina. También cabe destacar sus preocupaciones
con los asuntos ginecológicos en Inseparables
o en La mosca, donde el propio
director interpreta a un ginecólogo en la secuencia onírica del nacimiento.
Sus obras demuestran una combinación de miedo y fascinación hacia la
sexualidad femenina que muchos de sus protagonistas masculinos tratan de
aceptar. En películas como M. Butterfly,
Vinieron de dentro de..., Rabia o, hasta cierto punto, Cromosoma
3, la manipulación de un hombre por hacer que una mujer se ajuste a su idea
de aceptable se lleva al extremo y tiene consecuencias negativas. Varios
aspectos de The Naked Lunch nos
pueden dar la impresión de cierta misoginia. El personaje femenino, Joan Lee,
es retratada como una drogadicta promiscua, como una especie de Eva corruptora
que tienta a su marido Bill con el polvo de insecto. Sin embargo, al final del
filme vemos que se convierte en la salvadora de Bill. Su caso es similar al de
la actriz de Inseparables, donde
Claire Niveau era al mismo tiempo salvadora y destructora de los gemelos Mantle.
Este tipo de paradoja es usual en las películas de Cronenberg, ya que, como
hemos dicho, el director tiende a entender todas las caras de historia
simultáneamente y a ver elementos aparentemente contradictorios como parte de
la misma cosa. También
cabe señalar que el hecho de retratar actos misóginos no convierte las
películas de Cronenberg en textos misóginos. Sólo porque estas películas se dan
desde una perspectiva masculina no significa que éstas no puedan abordar el
tema de la misoginia sin caer ellas mismas en la misoginia. Los gemelos Mantle
son vistos de un modo negativo debido a su comportamiento. La compasión viene
solamente de la comprensión de su ansiedad, pero no de la ansiedad como apoyo
de sus acciones. Una
vez vista la ambivalencia sexual que impregna las películas de Cronenberg,
podemos ver la misoginia desde otro punto de vista. De repente, las mujeres no
parecen ser las criticadas o las responsables de la ansiedad masculina. Lo que
parece criticar Cronenberg es la heterosexualidad en sí. La acusación de
misoginia no puede basarse en el retrato que hace Cronenberg de las mujeres si
no se tiene en cuenta al mismo tiempo cómo retrata el director a los hombres.
En sus películas podemos ver que muchos de los personajes masculinos tienen un
carácter débil, como los gemelos Mantle, o bien son retratados como asesinos (Tom
Frost en The Naked Lunch).
Son
varias la películas de Cronenberg que unen sexo y tecnología de un modo
fetichista, siendo el Crash el caso
más representativo. Un elemento recurrente en la obra de Cronenberg es La Nueva
Carne: fetichismo desaforado que une cuerpos y objetos en una relación
indisoluble. Las máquinas y objetos suelen dotarse de una inusual sensualidad,
como las vainas génicas en eXistenZ
o las máquinas de escribir en The Naked
Lunch. La
tecnología, tan presente en las películas de Cronenberg, aparece sin embargo
en M. Butterfly de un modo más sutil
y austero. Para Cronenberg, los protagonistas de este filme están creando su
propia sexualidad, pero no lo hacen quirúrgicamente (que habría sido el modo
habitual en el que este hecho hubiese sido mostrado en los primeros
trabajos del director). Crean la ópera de sus vidas a través de la
imaginación. En
M. Butterfly Cronenberg
estudia la naturaleza de atracción sexual y plantea una cuestión espinosa:
“¿De qué nos enamoramos, del sexo de una persona, de sus características,
de su personalidad?” Cronenberg va
todavía más lejos en este tema con Crash,
donde mira más allá de las diferencias de género e investiga sobre la
naturaleza y el origen del fetichismo. FILMOGRAFÍA
COMO DIRECTOR 1966:
Transfer 1967:
From the Drain 1969:
Stereo 1970:
Crimes of the Future 1975:
They Came From Within (Vinieron
de dentro de...) 1977:
Rabid (Rabia) 1979:
Fast Company 1979:
The Brood (Cromosoma
3) 1981:
Scanners 1982:
Videodrome 1983:
The Dead Zone (La
zona muerta) 1986:
The Fly (La Mosca) 1988:
Dead Ringers (Inseparables) 1991:
The Naked Lunch 1993:
M. Butterfly 1996:
Crash 1999:
eXistenZ 2002:
Spider
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