El indulto (1961), de José Luis Sáenz de Heredia

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Cárcel, indulto y venganza de la mano de Pardo Bazán

La película comienza con una boda, el trámite formal de un hombre, Lucas (Pedro Armendáriz), que ha violentado y dejado embarazada a Antonia, una muchacha de pueblo. Contrariamente a una boda con el natural regocijo de este tipo de ceremonias, en las imágenes parece que los contrayentes estuvieran firmando en la sacristía el acta de una sentencia de muerte; efectivamente, tras la firma, la madre de la joven le paga un dinero al indeseable Lucas, a cambio de que no aparezca nunca más y renuncie a todo, incluido al hijo.

Esto luego no será así y Antonia vivirá dominada por el terror a que regrese su «esposo» que está en la cárcel por el asesinato de la madre de ella. En este caso, para la muchacha, paradójicamente, la cárcel es su liberación y su tranquilidad.

Estamos ante la adaptación libre del cuento de Emilia Pardo Bazán El indulto, 1893. Como es sabido, Emilia Pardo Bazán fue una de las mejores novelistas y autoras de relatos cortos realistas y naturalistas entre el siglo XIX y principios del XX. En esta obra, la escritora nos habla de la injusticia ante la falta de castigo («el indulto»), frente al maltrato hacia la mujer, y del miedo que la protagonista siente ante esta circunstancia. En las páginas de Bazán hay una clara denuncia, muy actual, de las injusticias de la sociedad burguesa en la que se desarrolla el relato, crítica social muy característica del naturalismo literario.

Cuando se estrenó esta cinta habían pasado seis años del estreno de Historias de la radio (1955), un éxito enorme de José Luis Sáenz de Heredia. Este, acostumbrado a alternar comedia con dramas románticos, rueda en 1961 El indulto, película en la que vuelve a la adaptación de una obra literaria del siglo XIX al cine. Una historia melodramática de violencia y celos que bien puede incluirse entre sus títulos más conseguidos.

El caso es que Sáenz de Heredia no estuvo nunca muy contento con esta película, por la sencilla razón de que fue un fracaso comercial absoluto en su momento: al parecer una semana únicamente, en el verano de 1961, en el cine Callao de Madrid. Tampoco tuvo buenas críticas y a directores de fama y acostumbrados al éxito este tipo de cosas no les gusta; aunque en realidad a nadie le gusta, hablando con justeza. Sin embargo, a pesar de no ser una de las obras más reconocidas de Sáenz de Heredia, es una gran obra que habría merecido otro destino.

Fue un encargo de Cesáreo González, algo insólito en la carrera de Sáenz de Heredia, pues solía ser él su propio financiador con su productora Chapalo Films que había producido sus anteriores filmes.

El guion fue escrito por Sáenz de Heredia, adaptación del cuento de Pardo Bazán, autora que por cierto no había sido llevada al cine. Tal vez, la adaptación más conocida sea la que hizo Gonzalo Suárez con Los pazos de Ulloa (1985), una importante muestra cinematográfica del talento literario de la escritora gallega en formato de miniserie de TV con cuatro episodios: adaptación fidedigna de dos novelas, Los pazos de Ulloa y La madre naturaleza, cuya trama gira alrededor del Marqués de Ulloa, todo un cacique de la Galicia rural de 1880.

Aunque Sáenz de Heredia es más recordado por sus comedias y por sus historias costumbristas (A mí no me mire usted, 1941; El destino sin culpa, 1944), sin embargo, el éxito de posguerra que lo colocó en primer plano fue El escándalo (1943), adaptación de Pedro Antonio de Alarcón. Luego dirigiría Las aguas bajan negras (1948) y Mariona Rebull (1947), un estupendo melodrama, así como otras adaptaciones literarias como Don Juan (1950).

Pero vayamos a nuestra película carcelaria. Estamos ante un melodrama rural, un triángulo con mujer acosada en el centro, retrato del personaje de la Antonia de la novela, un personaje muy interesante.

Por otra parte Lucas, hombre sin escrúpulos que viola y deja embarazada a una muchacha del pueblo. Al no haber un hermano que la vengue, menos aún la opción de denunciar el hecho, impensable en aquella época; en fin, la manera que encuentra la madre como solución es darle dinero al tipo, que se case con su hija para dar respetabilidad al embarazo y salvaguardar la reputación de su hija, acordando verbalmente que no volverá a acercarse a su hija ni al niño.

Pero este acuerdo dura lo que le dura el dinero a Lucas, que volverá a por más, amenazando con llevarse a la hija y a la criatura, a lo cual se niega en redondo la madre. Pedro la mata, es detenido y encarcelado, actuando la hija como testigo. Pero las leyes de la época, indulgentes con el hombre, hace que la condena sea breve y el asesino llevará bien las cosas hasta ponerse a punto para el indulto del rey Alfonso XII con motivo de su enlace matrimonial.

En el relato literario, prácticamente lo único que se cuenta es la angustiosa espera de Antonia mientras el marido está en presidio, con la posibilidad de que vuelva a la libertad, lo cual la va a poner a ella en peligro. Sáenz desarrolla esta trama de forma excelente añadiendo personajes como el de Manuel Monroy, el hermano del marido de Antonia, enamorado de ella, convertido en su firme valedor y que no acabará bien con Lucas.

Lucas es encarnado por Pedro Armendáriz, toda una estrella del cine mexicano junto a Negrete, Pedro Infante o Ferrero Soler.

Entre los protagonistas tenemos a Concha Velasco en su primer trabajo con Sáenz de Heredia, un necesario cambio de registro en la actriz con éxitos como Las chicas de la Cruz Roja (1958), El día de los enamorados (1959), Crimen para recién casados (1960) y otras comedias desde 1958 a 1961. Sin olvidar que también había trabajado en La paz empieza nunca (1950) o la olvidada Vida sin risas (1959), donde interpretaba papeles dramáticos.

Conchita Velasco está muy bien interpretando a Antonia, un personaje que en el cuento es una mujer fuerte, una superviviente frente a todo tipo de adversidades en la que la ha situado su forzoso marido al matar a su madre y amenazarla de muerte a ella misma.

Lucas es encarnado por Pedro Armendáriz, toda una estrella del cine mexicano junto a Negrete, Pedro Infante o Ferrero Soler entre otros actores dramáticos del país azteca de la época. Además, Armendáriz era una gran estrella con caché indiscutible: películas con Buñuel, incluso con un nombre en Hollywood, películas con John Ford; y en México interpretó nada menos que la figura de Pancho Villa. En esta película hace un gran papel como esposo maléfico, acosador y criminal.

Están muy bien como actores de reparto Guadalupe Muñoz Sampedro como Doña Benita; la hermosa Eulalia del Pino como Basilia; Antonio Garisa con su peculiar gracejo como Don José; Manuel Monroy como Pedro, hermano de Lucas y hombre bueno enamorado de Antonia; José María Cafarell pone su toque de gran actor como abogado defensor; José María Seoane como juez, bien; genial como siempre Rafaela Aparicio. Y un elenco muy bien acompasado con Xan das Bolas, Ángel del Pozo (como Cecilio), Luis Induni (el médico), María Isbert, José María Lado y Fernando Sancho (un preso).

No se ahorra la película la boda del rey Alfonso XIII con Victoria Eugenia, lo cual será el motivo del indulto del malvado Lucas con sus consecuencias indeseables (como en tantos indultos alegres).

La película tiene un tinte expresionista, fruto en buena medida de la estupenda fotografía en blanco y negro de Cecilio Paniagua, y decorados diseñados por el genial Sigfrido Burmann, todo lo cual está muy presente en el tratamiento de la obra, sobre todo la parte que transcurre en el pueblo.

Buena la música de Salvador Ruiz de Luna y cuidada ambientación. Todo ello hace a que se pueda considerar esta obra de Sáenz como una película de gran solvencia, siendo difícil imaginar que en su momento haya ido tan poca gente a verla. Tal vez eran otras las tendencias de la época.

Drama intenso desde que los primeros títulos de crédito anuncian que el alma literaria de Emilia Pardo Bazán va a tener continuidad en el celuloide, a modo de arquetipo de la escritora gallega.

Historia rural contada con gran magisterio para el cine. Sáenz convierte el relato en una trama terrible que traslada miedo y propaga la semilla de la sospecha en cada escena; lleva también a la indignación por la injusticia, y en el ánimo y el corazón del espectador nace el convencimiento de que no hay día que no llegue ni plazo que no se cumpla.

Gran cadencia narrativa al servicio de una película de violación, crimen, justicia laxa, cárcel, posterior indulto y drama en la España profunda.

Escribe Enrique Fernández Lópiz | Artículo parcialmente publicado en FilmAffinity

Sáenz convierte el relato en una trama terrible que traslada miedo y propaga la semilla de la sospecha en cada escena.