Callas sacrificó su vida por su arte
Poco antes de acometer este documental, el realizador francés Tom Volf sabía muy poco sobre Maria Callas. Cuenta que un día y casi por casualidad, acudió a una ópera en Nueva York y salió extasiado. Empezó a buscar información sobre la lírica y encontró a Callas (Nueva York, 1923 – París, 1977) y se pasó toda la noche escuchando su repertorio.
Según dijo, leyó docenas de artículos sobre la diva y decidió realizar una película para devolverle la palabra y colocarla como protagonista absoluta de su vida, «una leyenda repleta de falsedades». El resultado es Maria by Callas (2017), un apabullante documental que investiga, analiza y descubre a la mujer detrás de la descomunal artista.
«Yo soy María, pero dentro está la Callas y debo estar a la altura de ella. Lidio con ambas como puedo», dijo la soprano y se dice en la cinta. A partir de ahí, todo el documental es la convivencia, más o menos pacífica, de esas dos personalidades que hicieron de María Callas una leyenda.
Escapando al estereotipo del biopic y del brazo del documental, esta película nos brinda una gran lección sobre las virtudes del «bel canto de María Callas»; un lujo realmente, escuchar las arias principales que cantó la famosa soprano en su época. A la vez, la cinta nos introduce en su existencia cíclica, de luces y sombras.
Estamos ante un retrato introspectivo de lo que fue la vida y el trabajo de la más emblemática y carismática cantante de ópera, una leyenda repleta, entre otras, de falsedades. Se da cuenta en el documental no sólo como cantante, sino también de sus relaciones con personajes importantes en su vida, como el armador griego Aristóteles Onassis, las actrices Grace Kelly y Liz Taylor, Pasolini y otras personalidades con las que se relacionó.
Parece obvio que para conseguir llegar a tan alta posición en el mundo del espectáculo, mantenerte y seguir dando el «do de pecho», nunca mejor dicho, es preciso tener unas cualidades, un carácter y un carisma que pocas personas poseen. Esta obra nos muestra esta evidencia, pues tras las debilidades de la Callas —que, obviamente, las tenía— había una mujer enérgica y firme como un noray. Como llega a declarar la propia Callas (de origen griego y tomando el mito como punto de comparación): «El destino es el destino y no tienes escapatoria». Es difícil ser una rutilante estrella y a ella le costaba este extremo, tanto que declaró en cierta ocasión: «Me gustaría ser siempre Maria, pero está la Callas, de la que debo estar a la altura».
La dirección Tom Volf nos deja fascinados con su semblanza de la Callas. La película está plagada de documentos y grabaciones privadas que hasta ahora no habían visto la luz, todo ello gracias a personas que las prestaron o donaron para que Volf hiciera un retrato fiel, fuera de toda habladuría o fantasmagoría.
Nuestro director asegura que nunca traicionaría a la Callas, consiguiendo muchas horas de película, horas de grabaciones, 400 cartas y cientos de fotos con los que luego el equipo hizo un trabajo de orfebrería para recuperar al máximo los matices originales y conseguir que la imagen resultara lo más íntima y cercana posible. Nadia Stancioff, amiga íntima de Callas con la que Volf trabajó estrechamente, le dijo en una ocasión: «Si tengo que morir antes que tú, quiero que le digas a la gente quién era realmente».
El hilo conductor del film es una entrevista con David Frost realizada en 1970, donde Maria se muestra divertida, sensata, capaz de quitarse la máscara para mostrarse vulnerable y también independiente. En la entrevista recuerda su dualidad entre la mujer y la diva.
Es de destacar en este sabio el ensamble de documentos visuales, el montaje de Volf, que combina sincrónicamente y con un ritmo magnífico estas imágenes con entrevistas y lectura de sus cartas, todo un material muy atractivo y de gran interés. Incluso podemos visionar el rodaje de Medea, de Pier Paolo Pasolini, o unos ensayos operísticos con Luchino Visconti.
Por supuesto hay todo un hermoso rosario de fragmentos de Norma, Madame Butterfly, Un ballo in maschera, Carmen, Macbeth, La traviata, La sonnambula o Tosca, y en esos episodios vemos al público de los teatros entregado a la diva. Y es que la Callas dominaba la escena en toda su extensión. Era una artista única y en la esfera del «bel canto» no ha habido otra igual.
Nos damos cuenta también de que Maria Callas no siempre condujo su vida. Al contrario, en sus inicios una férrea madre la llevó con dureza al camino del éxito. E igual hizo su esposo, a quien la fama de su mujer se le subió a la cabeza, empujándola a trabajar sin descanso. Hasta que finalmente Callas se separó de él y ahí vino, a renglón seguido, su sonado romance con Onassis del que ella misma dijo: «Mi aventura con él fue un fracaso, mi amistad fue un éxito»; palabras en las que hay una mezcla de gratitud y amargura.
La Callas era una mujer paradójica y en cierto modo muy conservadora. Por un lado, dedicó toda su vida a su profesión, pero a la vez afirmaba que «lo más importante para una mujer es tener un hombre y hacerle feliz. (Por ello) hubiera renunciado a mi carrera». Había dos Callas, dos caras diferentes que la película sabe sacar a flote en el film.
La película-documento de Volf consigue y a fe que con gran nivel, medir el espacio que había entre la persona y la leyenda, para iluminar esa misteriosa franja que todavía hoy acompaña al mito. Esta obra es una hermosa aproximación bien fundamentada, con un rico y sólido material, sobre la capacidad y el poder evocador de cuantas imágenes de archivo aparecen, imágenes muchas de ellas esplendorosas y, presidiendo, el hechizo de una voz que se encumbra como legítima protagonista del filme.
Callas cantó como nadie, pero el documento es también una aproximación respetuosa y veraz de la mujer, lo cual certifica cada escena de este documental. Una diva que se vio obligada a sacrificar su vida; su vida fue una aventura de lucha y esfuerzo constantes desde su infancia. Y cuando estaba en lo más alto, la traición de Aristóteles Onassis fue casi definitiva. Aquella historia de amor roto hizo desvanecer en ella otras ambiciones, y no tardaría mucho en morir a los 53 años de edad.
A propósito del por qué del título: Maria by Callas y no Callas by Maria, Volf nos aclara que es: «porque precisamente Callas es la que nos desvela y Maria es la gran artista que representa a la mujer vulnerable, frágil, con deseos muy diferentes de lo que era la artista. En últimas, ella sacrificó su vida personal por su arte, y lo que explora y presenta la película es esa dualidad a través del ícono que representa Maria Callas. Por medio de Callas uno descubre a Maria: una personalidad diferente, con su fragilidad y sus sufrimientos; así uno puede comprender hasta qué punto Maria estaba presente en Callas. Uno se da cuenta de que todas las pruebas personales que vivió fueron puestas al servicio de su arte y uno ve que la emoción que uno siente en su canto es una emoción real, teniendo en cuenta las pruebas personales que ella vivía. Es ahí donde está el vínculo entre Maria y la Callas».
Da la impresión de que Maria Callas fue grande en demasía como para adaptarse a una vida «mortal» (si se me permite la expresión). Quizá por eso se fue precipitadamente, justo cuando su enorme y sensible corazón le falló, no sin antes haber manifestado que su paso por la vida fue más áspero que complaciente, pues ella fue ante todo una mujer que buscó el amor y fracasó en el intento.
Escribe Enrique Fernández Lópiz | Fotos Caramel Films
Artículo parcialmente publicado en FilmAffinity.