Mis años en Cinema Jove (19): ¿El homenajeado en 1996?

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¿Y por qué no Patino? 

basilio-martin-patino-2A finales de noviembre de 1995, una vez que se tiene claro que Mario Viché sigue dirigiendo Cinema Jove, nos reunimos en las oficinas del IVAJ (Instituto Valenciano de Juventud) el equipo directivo del certamen, para valorar cómo ha sido el pasado y proyectar el siguiente año.

Se tiene en cuenta el impacto que ha tenido la presencia de Budd Boetticher, el interés de los asiduos al certamen, y del público en general, por sus películas y por su persona. También se valoran muy positivamente los diferentes ciclos y presencias que acompañaron al director americano. Tenemos que pensar, para la siguiente edición, en un director de impacto, que sirva como referente, espejo y estimulo a los jóvenes que acudan al festival.

Se barajan nombres de diferentes realizadores. Se cita a Fuller, pero se considera que sería el tercer realizador americano presente en el certamen después de Corman y Boetticher. O el cuarto, si se tiene en cuenta la frustrada presencia de Bogdanovich, sustituido al final, al no poder acudir, por el actor de una de sus buenas películas: Ben Gazzara protagonista de Saint Jack.

El cine americano es grande, muy grande e importante, pero tendremos que volver nuestra vista a Europa donde también hay grandes directores. Pensar en Italia (Scola o Monicelli), Alemania (Hezog o Wenders), Francia (Godard, Godard y Godard)… No nos ponemos de acuerdo.

El tiempo se echa encima y es preciso llegar a alguien de fácil acceso y rápida aceptación o negativa, teniendo, claro, otra segunda opción. ¿De qué manera se puede llegar a ellos, los directores, de forma urgente? Aparte, claro, que habrá que escribir un libro que deberá presentarse durante el festival, que como en años anteriores se va a llevar a cabo en el mes de junio, y en este toca Eurocopa. El tiempo vuelve a ponerse en contra nuestra. Una lucha contra reloj.

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Un realizador español

¿Y sí, dice alguien, nos centramos en un realizador español? Surgen nombres. Se me ocurre proponer a Patino. Su obra es importante y, además, en ese momento está preparando una serie para Canal Sur, Andalucía, un siglo de fascinación. Es poco dado a homenajes, se dice, quizá porque esté cansado de ellos. ¿Y venir a Valencia a Cinema Jove, se comprometería a ello? Ya se sabe que es esa la norma que debe pactarse para ser el director estrella de Cinema Jove en cada edición. Eso y, claro, no cobrar nada por asistir para recibir el homenaje.

¿Me comprometería a escribir el libro de Patino como el año anterior hiciera con el de Boetticher? Podría hacerlo, aunque el tiempo que tendría sería incluso menor que para el de Bietticher. Podría contar con todo el equipo que me ayudó en el anterior libro, incluso añadir alguien más.

Sí, claro, debo tener en cuenta que lo que se me pagará por el libro serán 300.000 pesetas, cincuenta mil mas que lo recibido por el libro de Boetticher. Cantidad total con derechos que revertirán en la editora —que será la Filmoteca de la Generalitat Valenciana—. Una cantidad que no nos dará mucho (aparte de trabajo) a los colaboradores.

Eso sí, como en el caso de Boetticher, será el primer libro que alguien escriba sobre la obra del realizador.

A Ricardo Muñoz Suay, director de la Filmoteca Valencia, sin duda, le va a gustar la elección que hemos hecho , ya que a ambos les une una buena amistad desde hace años: se inició en los ya lejanos tiempos de las Conversaciones Cinematográficas nacionales llevadas a cabo en 1955 por el cineclub Universitario del SEU de Salamanca, del que era director y fundador Patino. Conversaciones que fueron auspiciadas por el PCE, siendo Ricardo uno de los más activos militantes para llevar a cabo tal propuesta, que, curiosamente, supondrá, entre otras cosas, la entrada del cine en la Universidad Española.

Ricardo y Basilio serían después compañeros en muchas batallas y no todas ganadas.  Ricardo también fue ayudante de dirección de Patino en su primer largometraje, Nueve cartas a Berta.

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Ricardo, Patino y otros breves apuntes

Cuando voy a las oficinas de la filmoteca y me encuentro con Ricardo siempre me pregunta por el amigo Basilio. Encuentros frecuentes y es que durante esos años coordino una serie de sesiones anuales para centros de enseñanza no universitaria en colaboración con la filmoteca.

Ya escribiré de esas historias cuando hable de mi etapa en el Centro de Profesores, gran parte de la cual coincide con mi estancia en Cinema Jove, hasta el punto que algún personajillo —hembra, por más señas— de los muchos arribistas que pueblan cualquier oficio o lugar de trabajo creía, con mala fe, que una cosa implicaba la otra. O sea, que mi presencia en Cinema Jove, incluso participar en su fundación, se debía a mi puesto en el Centro de Profesores de Valencia. Lo cual es totalmente inexacto. Su idea estaba clara: si yo me iba de aquél, se podría ayudar de éste. Y engrandecer su ego, ya que de otra cosa poco podría engrandecerse a no ser que tratara de finiquitarla. Hasta donde puede llegar la ignorancia o el engreimiento de las personas.

Si estuve ligado a la historia de Cinema Jove desde sus comienzos, se debe a la parte coincidente con la enseñanza del cine y los diversos cineclubs que llevaba en la Universidad Laboral de Cheste (una localidad situada a unos 20 kilómetros de Valencia). Labor esta, la de poner en marcha el cine en aquel centro educativo, que inicie con mi llegada al centro como profesor de… física y química, a primeros de noviembre de 1971. Eso sí, como profesor de física y química pero con una condición: poner en marcha y llevar las actividades de cine en aquel lugar.

El nacimiento de aquel emblemático cineclub COUL (Centro de Orientación de Universidades Laborales, tal era su nombre) fue nada menos, con Viento en las velas de Mackendrick, instante en el que se inicia el gran imperio fílmico que se lleva a cabo hasta junio de 1987, un año después de que dejara el centro (aunque siga coordinando a distancia la actividad un curso más) para pasar al citado organismo de formación.

De todas maneras como no sólo hay personajillas sino también personajillos, hace no muchos años leí, con sorpresa, en una personal Wikipedia que tal labor, llevar el cineclub en aquel inmenso centro de más de cinco mil alumnos, se debía a un alumno que debía tener entonces unos doce años.

De este personajillo no tienen noticia ex alumnos de entonces con los que tengo contacto, varios de los cuales están aquí, en esta revista Encadenados, conmigo. Tal es el caso de Marcial Moreno, Sabín, Luis Tormo y Ángel Vallejo. Es impresionante cómo muchos y muchas tratan de engordar su currículo a costa de gordas mentiras, que van camuflando como pueden. Allá ellos y ellas. Con su pan se lo coman… y con su conciencia, si es que tal cosa tienen.

De esta etapa en la Laboral de Cheste y de otras épocas trataré cuanto sea el momento, aunque en estos instantes, soy consciente de que para pasar de mis memorias de comienzos de los sesenta a mi presencia en Cinema Jove en 1996 haya utilizado una difícilmente asimilable elipsis.

Volviendo a Basilio

Viento_en_las_velasVolviendo a retomar el hilo de esta historia en cuanto a la relación con Ricardo y al punto en el que la dejé, recuerdo, como iba diciendo, que siempre me preguntaba por Basilio, que si lo veía mucho, que cómo estaba. Un gran tipo, aseveraba insistiendo que era un gran luchador. No entendía cómo la Cartelera Turia, en un desafortunado comentario, le había atacado de haber sido tal o cual en su pasado. Crítica a la cartelera que también me había comentado, en una visita a Valencia, Juan Antonio Bardem.

Este decir, de la Turia se debía recordar el momento en que se corrió el rumor de que Patino iba a sustituir a Berlanga al frente de la Filmoteca Nacional. Algo que nunca ocurrió. Pienso que ni siquiera se le ofreció y que, creo, de habérsele ofrecido no hubiera aceptado

Ricardo había protagonizado, como he indicado, mas de una historia con Patino. Aquel quería —y me pedía que le convenciese de ello— que la excelente colección de sus variados artilugios cinematográficos pudiera ser recogida por la Filmoteca Valenciana. No sé de qué forma y manera porque la filmoteca no contaba en esos momentos, ni cuenta, con un local expositivo, pero el interés de Ricardo era grande por conseguirlo.

Patino ha cedido su colección a Salamanca a través de la Filmoteca de Castilla y León centralizada en su ciudad, que también es la mía. Una muestra digna de admirarse por su gran variedad y su sentido didáctico. Aunque quizá Patino se encuentre muy contento por la forma en que se da a conocer su colección.

Ricardo, por ello, por volver a estar con el amigo, rendirle un homenaje, programar el ciclo de Cinema Jove, lo más completo posible de su obra, a través de la filmoteca que dirigía, se debió sentir contento. Basilio, por su parte, le propuso intervenir en uno de los capítulos de sus (permítaseme el juego) verdaderas falacias expuestas en la serie televisiva de siete capítulos Andalucía, un siglo de fascinación. Concretamente en el dedicado a Casas viejas.

En un determinado momento de ese episodio aparece Ricardo explicando el hallazgo de una película rusa sobre la insurrección anarquista de Casas Viejas y de su aplastamiento. Para dejar claro la impostura (esa parte como el resto es propia de Patino) Ricardo, cuando habla para exponer el hallazgo, aparece con su nombre y sus dos apellidos pero aseverando ser el Director de la Filmoteca Dadaísta. Sin comentarios.

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En pos de una misión

Desde el primer momento, me comprometo realmente en mi intento de lograr que Patino acepte venir a Valencia en junio a Cinema Jove y aceptar ser homenajeado. Lo intentaré echando mano de nuestra buena amistad. Y poco más. Creo que puedo conseguirlo, pero depende de cómo le coja el día que se lo proponga. Eso sí, en el caso que acepte me comprometo a escribir un libro sobre su obra.

Pero aunque acepte, ¿quién puede asegurar que al final ponga cualquier excusa para no estar presente? Algo, de todas formas, que nos puede pasar tanto con él como con cualquier otro director.

Pienso que para conseguirlo, lo mejor es acercarme a Madrid y hablar con él personalmente sin que nadie más, si puede ser, actúe de intermediario. Así que en el diciembre suave de 1995 llamo a Patino. Le dije que va a ir por Madrid y que podemos vernos. Quedamos en el día, cercano a las Navidades, que nos veríamos. El encuentro sería en su casa después de comer.

Me puse en contacto también con Jesús Arranz por si ese día tenía libre en la tele y quería acompañarme. Si no tenía libre, cambiaría el turno. Sin problemas.

En aquella primera entrevista, pues, estuvo presente Jesús, lo que sería fundamental para que posteriormente, cuando el libro se puso en marcha, Patino le abriese de par en par su biblioteca para buscar datos concretos para reconstruir algunos episodios o documentos de su etapa fílmica.

Nadie más estuvo presente a pesar de que Mario Viché afirme, en el libro tantas veces citado en estas memorias sobre los 25 años de Cinema Jove —repleto de inexactitudes y de relamido boato—, que estuvo él conmigo y con Castillejos que aquel año era quien llevaba la prensa del festival. Puede que en una segunda visita (a finales de enero) viniera Mario conmigo (y con el inseparable Jesús), pero no Castillejos. Al menos, así fue en mis visitas a su casa durante aquel año. Probablemente ambos o uno sólo acudieran en otra ocasión. Probablemente Mario, en la nebulosa del tiempo, confunda o trastoque visitas e incluso transforme a Jesús en Castillejos. Aunque no se parezcan en nada, pero el tiempo y la memoria actúan aleatoriamente (o no) en nuestros juegos historizados.

Lo  que sí es cierto que a lo largo de toda una mañana paseé con Jesús por Madrid, por el Retiro, en una mañana deliciosamente soleada de diciembre contemplando cómo correteaban por el gran parque las ardillas, que, por cierto, no duraron mucho tiempo en aquel entorno no sé si porque no era el sitio más adecuado o porque de alguna manera se las hizo desaparecer.

Mientras ambos paseábamos y luego comíamos, pensábamos en cómo hacer atractiva a su destinario la misión que teníamos por delante. Si la rechazaba deberíamos tener en cartera un repuesto. ¿Quién? Quizá (difícil) Erice, quizá (más fácil) Regueiro, y si no…

Serian las cuatro de la tarde cuando ambos nos dirigíamos a la  casa de Patino, que se encuentra en la parte antigua, cerca de la calle Mayor, y desde cuyo espacioso ático se vislumbra el Palacio Real. Allí él, su maravillosa mujer, Pilar, y su entonces pequeña hija Teresa nos esperaban.

Escribe Adolfo Bellido López

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