Radiografía

Published on:

Rigor informativo y propaganda

febrero-0-goya-binocheEl conocido filósofo Manuel Cruz habla en su último libro del debilitamiento de la razón frente a la prevalencia de las emociones. Idea que relacioné, nada más leerla, con la promo que Carlos Franganillo hacía en La 1 de TVE de una pieza informativa. Con lo que estamos viendo y oyendo, anunciaba un reportaje especial titulado algo así como «Radiografía de la sanidad». El anuncio me tranquilizó porque al fin iba a encontrar en la mencionada radiografía respuesta a los muchos interrogantes que suscita el funcionamiento de la sanidad y la pericia de sus gestores, no los de la privada.

Al finalizar el telediario de aquella noche, comenzó la interpretación de la radiografía sobre las circunstancias de la sanidad pública. El citado periodista hace la introducción y, junto a otras colegas, va entrelazando distintos testimonios desde la puerta de los ambulatorios, de hospitales, de entrevista a pacientes y profesionales hablando de su desazón ante la situación sanitaria, tanto de la primaria como de la hospitalaria.

No aparecían demasiadas novedades, pero, desde luego, lograba encoger el corazón al escuchar a una paciente exponer que por el retraso en la primera cita ahora el pronóstico de su enfermedad era bastante sombrío. En fin, relato no muy distinto del que se puede oír y escuchar en otros informativos e incluso en la sala de espera del ambulatorio.

Sin embargo, ni la radiografía televisiva ni los sucesivos informes semanales consiguieron explicar las manifestaciones en diferentes ciudades de los profesionales de la sanidad, de la enfermería o de la atención telefónica y que muestran en imágenes los telediarios. Tampoco la existencia de listas de espera inaceptables, justo cuando miles de graduados y graduadas realizan las pruebas MIR para acceder a alguna especialidad sanitaria, aunque para ejercer tengan que irse fuera.  

La Sra. Díaz Ayuso descalifica a los y las sanitarias que reivindican sus derechos desde la calle, lo cual no es impedimento para que la viuda de Carlos Saura, en la ceremonia de los Goya, agradeciera la atención hospitalaria dispensada a su difunto. Claro, no podrá decir lo mismo la familia castellonense que pierde a su hija adolescente porque en tres ingresos no le hicieron ni una analítica. Algo muy diferente pensarán los familiares de un paciente valenciano que la vuelta a casa desde urgencias la tuvo que hacer en taxi. Motivo: se habían olvidado de firmar la «receta» de acceso al servicio de ambulancia.

Comento estos detalles porque en una radiografía se entiende que deberían aparecer todos ellos para sustentar alguna explicación racional. A través de las entrevistas y reportajes basados en testimonios, desde luego, es muy difícil entender los factores que están favoreciendo a la sanidad privada. Entender el tupido velo que cubre la aplicación de la ley de incompatibilidades entre el funcionariado, el conflicto de intereses en el ejercicio de la profesión médica, el ejercicio de la objeción de conciencia, los protocolos con los que se organiza y supervisa el trabajo en hospitales y ambulatorios. Mención especial se merece el protagonismo de las farmacéuticas y laboratorios privados, por cuanto fomentan una sanidad para pudientes y otra para los menos favorecidos. 

Entre el rigor informativo y la propaganda, de momento, no parece que haya tanta distancia. Esto es lo que se desprende cuando se escucha a Vicente Vallés en el informativo de la noche de Antena 3. Según su apreciación y comentario, lo que está sucediendo con las manifestaciones de la sanidad, la disputa entre PSOE y Podemos por la ley del aborto o la del solo el sí es sí, no merece otro calificativo que el de «guirigay». Es lógico, rinde así pleitesía al ideario de la empresa en la que trabaja, además de apostar por lo emocional en detrimento de lo objetivable en la información.

El mencionado Carlos Franganillo acaba de estrenar un programa 10.000 días (La 1), con un propósito informativo loable y resultados más que satisfactorios. Aborda temas de actualidad y proyección de futuro, los analiza con prestigiosos especialistas en el tema que fundamentan sus posicionamientos en argumentos razonados no en meras opiniones. En la entrega de hace unos días, Descodificando la vida, no se aportan luces sobre las listas de espera, pero sí por dónde van las tecnologías de vanguardia tanto de diagnóstico como de terapia.

febrero-franganillo

En contraste, la rejilla está plagada de programas de parlanchines como el pretencioso e insufrible La Sexta Xplica! (La Sexta). Mientras que en Cuatro todas las tardes Risto Mejide oficia Todo es mentira y por las noches Viajando con Chester para charlar con personajes como Barbara Rey y así alimentar las tertulias carroñeras del grupo Mediaset. Grupo que ya no está bajo la tutela directa del otrora todopoderoso Paolo Vasile, pero que sigue con una programación de dudoso gusto.

Menos mal que la audiencia tiene criterios algo más razonables que los de esas turbias inteligencias que diseñan programas como el Vamos a llevarnos bien (La 1). Presentado por Ana Morgade y que, pese a la inversión, solo duró una noche. Parece resistir un poco mejor el programa de radio televisado y que presenta la muy profesional Julia Otero: Días de tele (La 1), tirando de los archivos de la casa como Viaje al centro de la tele.

En tono mucho más recatado, María Casado sienta en sus sillones de lujo en Las tres puertas (La 1) a personajes para hablar de sus vidas que, a veces, no son ni ejemplares. Todo lo contrario de lo que se puede ver y escuchar en Imprescindibles (La 2), un placer la otra noche, con motivo del día de la radio, el mano a mano entre Iñaki Gabilondo y Luis del Olmo.

No se puede terminar esta columna sin referirse al evento que hará las delicias de la historia de la cultura de masas: el desproporcionado seguimiento y retransmisión del Benidorm Fest. Directamente de la nada se crea un espectáculo descomunal de luces, canciones, liturgias e intérpretes que luego crecen de plató en plató. Por cierto, cuando Jordi Évole se pasea en coche con los miembros del grupo Estopa (La Sexta), no da argumentos para atribuir interés cultural a estos macroeventos musicales, ni tampoco para relacionarlos con las rave montadas en medio de campos de patatas.  

En definitiva, la verdadera radiografía nos la pusieron delante Clara Lago y Antonio de la Torre en la entrega de los Goya 2023. Tras un larguísimo preámbulo televisivo de egos y gente guapa desfilando sobre alfombra azul, aparecieron los presentadores para proclamar que la gala sería «sobria pero elegante, divertida pero sin ir de graciosos». En definitiva, «abrir melones pero sin salpicar a nadie».

Menos mal que estaba por allí Juliette Binoche para recoger su Goya y tarareó el Por qué te vas, reivindicando así a un creador y la estética del compromiso.

Escribe Ángel San Martín  

febrero-benidorm-fest