El
cine de espías y el de los agentes secretos siempre se ha considerado un
género menor. Hubo un tiempo histórico atrás (el del período de la
llamada “guerra fría”, con la confrontación de los dos bloques más
poderoso de la tierra, el capitalista -USA- y el comunista -la URRS-) en
que esos personajes eran incluso creíbles y nos llegaban a hablar hasta
de la fuerza del honor y de la virtud del heroísmo. pero los tiempos han
cambiado y hoy esta clase de películas nos llagan a interesar si se
cargan de suficiente intriga y de aventura. En el mundo literario, John Le
Carré, ha sido el escritor que con más rigor ha retratada este mundo del
espionaje, y además de un modo muy certero: héroes sin destino, atmósferas
opresivas donde le interés del estado prima sobre el destino del propio
espía uncido irrevocablemente a un final trágico y vocados por un heroísmo
absurdo e inútil. Sus novelas El espía que surgió del frío, Llamada
para un muerto, la chica del tambor, La casa Rusia y otras más se pasaron
al cine con irregular fortuna pero siempre sin casi traicionar este espíritu.
Pero como
corren nuevos tiempos parece que ahora Le Carré ya no está para muchas
miradas pesimistas y ha consentido hacer
de su novela El sastre Panamá, una historia más amable, de aristas menos
afiladas y final feliz y complaciente, aligerándola además con bastantes
gotas de comicidad. Aunque sea una traición a la novela, el delictivo
acto le ha salido feliz, por cuanto este filme goza de un ritmo
estimulante, una ambientación muy adecuada y una interpretación llana de
aciertos.
Pendel es
un delincuente de los barrios bajos de Londres que salvaguarda su libertad
viviendo en la Panamá del corrupto general
Noriega. Allí ejerce el oficio de sastre
y se ha hecho con la clientela más adinerada del país. Casado con
Luisa, que trabaja para el gobierno panameño, tiene como administradora
de su lucrativo negocio de sastrería a Marta, una bella mujer que ha
sufrido en su carne la represión política y a quien ama un escéptico y
desencantado hombre. Un día llaga hasta Panamá, desterrado, un ex-agente
especial, sobre quien pesa uno turbio asunto diplomático y un lío de
faldas demasiado comprometido. Entre sus maniobras de espionaje y defensa
está involucrar al conocido sastre de Panamá.
Sea
como fuere, El
sastre de Panamá cuenta con muchos elementos valiosos (fotografía
reparto, música, etc), que aunque no llegan del todo a engarzarse
adecuadamente, si mustran el abigarrado mundo en que se mueven los
distintos personajes, una especie de república bananera que recuerda
como se dice en la película a “una especie de Casablanca sin héroes”
Película ésta que incluso se homenajea con toda la sorna posible en la
escena de la despedida del avión. Esa sorna, ese sentido ácido del humor
aparece constantemente en la relación de el sastre y el agente secreto
venido a menos (la actuación paródica de Pierce Brosnam, burlándose de
su personaje de Agente 007, donde
el heroísmo desaparece totalmente , la rapiña sustituye a la ambición y
la más rijosa lujuria oculta el erotismo). La influencia del texto de la
novela se deja notar en una narración grave y a la vez aligerada por
cierta comicidad.
El sastre de Panamá es una especie de autoevaluación de la
decadencia de cierto tipo de espionaje vigente en los años de la guerra
fría. También reflexiona sobre el poder de la mentira y como ésta se
vale fácilmente para montar tinglados sociales increíbles y sobre la búsqueda
humana de utopías e idealismos a veces imposibles de alcanzar, como
nuevos Griales inencontrables. Todo esto contado con un sentido del ritmo
muy adecuado y con una dosificación de la intriga muy bien racionada.
José
Luis Barrera Daniel Arenas
|
The
tailor of Panama
Nacionalidad:
EEUU-Irlanda, 2001.
Dirección:
John Boorman.
Guión:
John Le Carré y John Boorman.
Argumento:
la novela de John Le Carré.
Fotografía:
Philippe Rousselot.
Música
Shaun Davey.
Intérpretes:
Pierce Brosnam, Geofrey Rush, Jaime Lee Curtis, Brendan Gleeson, Catherine
McCormack.
|