Como cualquier
revista que se precie, la nuestra también tiene su sección dedicada a
las bandas sonoras. Habitualmente correrá a cargo de Juan Francisco Álvarez, un mozo con muy buen oído... como
podréis comprobar en cuanto se quite los cascos y atienda las llamadas
telefónicas que le piden, insistentemente, su crónica musical para este
número.
CALLE
MAYOR: KOSMA VS. MAIZTEGUI
Por
Juan Francisco Álvarez
Esta
maravillosa crónica provinciana que retrata la España de los cincuenta
cuenta con una partitura musical, fruto de una curiosa historia que en
este estudio vamos a desvelar. Y tal vez se peguntarán dónde nos lleva
tanto misterio en una cinta de poco más de hora y media de duración con
apenas comentario sonoro.
Pues
bien, esta coproducción hispano-francesa, contó desde el principio con
la participación en la composición de su banda sonora del ilustre
compositor argentino, afincado en Madrid de 1952 a 1969, Isidro B.
Maiztegui. Éste realizó una música monótona, aburrida y muy alejada
del espíritu que la película pretendía transmitir. De hecho, cuando la
película estuvo terminada y, en un primer pase en los Estudios Chamartín
al que asistieron el productor, Manuel Goyanes, el director Juan A. Bardem
y Ricardo Muñoz Suay, el primero manifestó que era la película más
aburrida que había visto en su vida y Ricardo sólo acertó a decir que
la música era muy mala.
Entonces
ocurrió que la película viajó de contrabando a Francia para poder
entrar en la selección a concurso de la Biennale de Venecia, dado que
España la había vetado. Todos sabemos que Juan A. Bardem militaba en el
PCE, que estuvo en prisión más de una vez y que con esta película tuvo
sus más y sus menos con la censura, la Brigada Político-Social y en
definitiva con el régimen de Franco. Allí en Francia, de la mano del
productor francés, Serge Silberman, la película mejoró sustancialmente,
dado que se realizaron nuevas mezclas y nueva copia, se realizó su
doblaje al francés y se repitió toda la banda sonora.
El
encargado de tal fin, fue el gran compositor francés de origen húngaro,
Joseph Kosma. Kosma, abanderado del cine de Jean Renoir, construye una
partitura bella y simple a la vez. Con un único tema principal,
agridulce, a medio camino entre un vals y una marcha procesional, es
capaz, con sus variaciones, de dotar a la película con otro aire más
acorde con la broma de señoritos de casino que Bardem trataba de
transmitir. Enfrente de éstos, Isabel, la típica solterona de provincias
con treinta y cinco años que se aferra a un clavo ardiendo cuando
encuentra la posibilidad de tener novio y casarse. Existe en la película
un duelo interpretativo entre los dos protagonistas, Isabel y Juan, donde
los planos de una (absorta en los dulces pensamientos de haber conseguido
por fin aquello que tanto anhelaba) y otro (ese señorito de casino que
inició la broma pero ahora vive atormentado pues no sabe como salir de
ella sin hacer daño a nadie), se van siguiendo y musicalmente cuentan con
un tema musical perfecto en el que se van sucediendo la dulzura y
encantamiento del tema principal con notas más graves y tortuosas para
ilustrar la desesperación de Juan.
Juan
A. Bardem ha manifestado en más de una ocasión su enemistad con la música
en el cine, es un hecho
palpable en sus cintas la escasez de ésta, y precisamente tuvo que ser un
hijo suyo, el excelente compositor cinematográfico Juan Bardem, quien
consiguiera persuadirlo de ello aunque fuese ya en los albores de su
carrera (sólo trabajaron juntos en Resultado final y para la
televisión en Lorca, la muerte de un poeta y El joven Picasso,
aunque Juan también ha trabajado con su hermano Miguel en otros tres
filmes).
En
el caso que nos ocupa, Calle Mayor, esta tendencia del director a
poner poca música está de nuevo presente, y si bien en la primera mitad
de la película una mayor presencia musical hubiese ayudado a mejorar el
resultado, en la segunda mitad y desenlace del film, la música e incluso
los silencios, están muy bien distribuidos y no se le puede reprochar
nada ni al compositor ni al director por ello. Valga como ejemplo, cómo
la ausencia de música en la escena de la pedida de noviazgo en medio de
la procesión por la Calle Mayor está más que justificada, pues sólo
con los cantos de las feligresas, las miradas de la gente y un soberbio
montaje, consiguen sin más ayuda crear esa sensación de agobio
asfixiante en el que se ve sometido el protagonista frente a la felicidad
casi celestial que está viviendo la protagonista, ensimismada en la
situación y a la que parece no importarle nada más en esos momentos.
La
música sí está presente en otras escenas, mayoritariamente son pasajes
incidentales, pensamientos de los protagonistas, transiciones entre
escenas, etc.. también tiene pequeños momentos de gloria como el que se
produce al final en la huida desesperada del casino de Isabel, donde la música
adquiere sonidos atonales, críticos y casi experimentales para la época.
Desgraciadamente
no existe ningún registro de esta música, y mucho menos de la descartada
de Maiztegui, pues aunque conservaron una muy pequeña parte de lo que había
compuesto en el filme y por ello figura junto a Kosma en los créditos,
hubiese sido curioso poder comparar el trabajo de ambos tal y como hoy día
podemos hacer en más de un trabajo (incluso sin salir de nuestras
fronteras, véase si no el trabajo rechazado de Ángel Illarramendi y el
oficial de Alejandro Amenabar para La lengua de las mariposas,
ambos editados y disponibles para que juzguen ustedes mismos).
Si
analizamos la carrera de los nombres que aquí nos han aparecido,
llegaremos a descubrir un poco más quienes eran.
Juan
A. Bardem inició su andadura cinematográfica con Luis García Berlanga y
Esa pareja feliz, y feliz fue su inicio pues se rodeó desde un
principio de los mejores compositores de cine. Lástima que muchas veces
por unos motivos u otros sus trabajos no fueran del todo aprovechados. Jesús
García Leoz y Manuel Parada, dos auténticas instituciones en este campo,
firmaron los trabajos de Esa pareja feliz y Cómicos
respectivamente. Ya en Cómicos, Bardem se alió con Isidro B.
Maiztegui, del que hablaremos más adelante, y su colaboración trajo
consigo otros trabajos con dispar calidad: Felices Pascuas, Muerte
de un ciclista, La venganza, Sonatas y Los inocentes.
Tuvo también la suerte de trabajar con el gran Georges Delerue en Nunca
pasa nada y Los pianos mecánicos, y aunque fueron trabajos
menores del francés, Bardem dejó constancia de su trabajo con uno de los
grandes. Las coproducciones extranjeras también le llevaron a trabajar
con nombres de la talla de Franco Pezzullo, Gianni Ferrio, Kiril Tsibulka...
Y dentro de nuestro país también trabajó con Cristóbal Halffter, Waldo
de los Rios, y un principiante en estas lides por aquel entonces José
Nieto, con El poder del deseo y El puente entre otros
trabajos.
Isidro
B. Maiztegui nació el 14 de julio de 1905 en Gualeguay, Argentina. Hijo
de padre vasco y madre gallega, desde bien pequeño inició sus estudios
musicales. También muy pronto encaminó sus intereses a su capacidad
creadora y ya en 1933 se encontraba componiendo música de películas
argentinas. Aunque sus trabajos abarcan desde música de cámara, música
coral, solista, concertística... su mayor
realización la encontró en la música de cine. Fueron
29 películas argentinas a las que puso música y en España, donde
se estableció de 1952 a 1969, realizó trabajos, además de para Juan A.
Bardem, para Rovira Beleta, José María Forqué, José Luis Monter, León
Klimovsky, Fernando Merino... A su regreso a Buenos Aires dejó de lado la
composición para el cine y se dedicó a dirigir el Archivo Musical del
Teatro Colón y componer obras clásicas. Falleció en Mar del Plata el 29
de mayo de 1996.
Por
último, Joseph Kosma, nació en Budapest el 12 de octubre 1905,
curiosamente el mismo año que Maiztegui. Después de consolidar sus
estudios musicales en su ciudad natal y ser nombrado director ayudante de
la orquesta de la Opera de la misma, se traslada becado a Berlín en 1929.
Y al estallar la segunda guerra mundial se traslada a Paris donde se
establecerá y empezará musicando poemas primero y películas después.
Sus primeros trabajos para el cine vienen de la mano de Marcel Carné y
Jean Renoir. Durante la ocupación nazi, trabajó clandestinamente al lado
de Maurice Thiriet componiendo la música de los filmes Les visiteurs
du soir y Les enfants du paradis. Tras la guerra, sus trabajos
empiezan a multiplicarse y ya no solo trabaja para Renoir y Carné, sino
también para Franju (Le sang des bétes), Decoin (Au grand
balcon), e incluso con Buñuel en Así es la aurora. En 1951
obtendría el premio a la mejor partitura musical en el Festival de Cannes
por su trabajo para Carné en Julieta o la llave de los sueños. Su
producción musical es grandísima y además de casi todas las obras de
Renoir, Carné o de Jean-Paul Le Chanois, tuvo tiempo para componer la
espléndida partitura de la que aquí nos hemos ocupado para Juan Antonio
Bardem. Kosma también compuso ballets, óperas, oratorios y otras piezas
clásicas. Falleció el 7 de agosto de 1969 en La Roche-Guyon.
Es
de lamentar que ni la banda sonora de Calle Mayor, ni algunas obras
del maestro Maiztegui se puedan encontrar registradas ya sea en LP o CD.
De Kosma sí que existen unos CDs franceses en los que se recogen temas de
diversos filmes de Renoir y Carné. Tarea pues a quien corresponda de
recuperar nuestros clásicos, aunque esta vez, no nos toque tan cerca.
Es
de alabar que José Nieto precisamente, esté embarcado junto la Fundación
Autor y el SGAE a recuperar algunos de nuestros clásicos. Se está
realizando una colección llamada Clásicos del Cine español que
ya cuenta con tres volúmenes en el mercado, dedicados a los maestros:
Juan Quintero, Jesús García Leoz y Manuel Parada. Sin embargo, parece
que últimamente esta gran empresa se encuentra paralizada y por ello
deberíamos hacer llegar nuestras quejas para que esto no suceda y se
sigan recuperando del olvido obras tan maravillosas como Locura de amor,
Alba de América, Maribel y la extraña familia...
Que
siga adelante la recuperación de los Clásicos del Cine español y
que se vayan añadiendo nombres a la lista, Calle Mayor por
ejemplo.
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