En
la primera escena, antes de los títulos de crédito, vemos a un personaje
que está realizando un programa de televisión y que para explicar a los
espectadores sus sensaciones se lanza en parapente; la experiencia es
fuerte, emocionante, intensa y termina rápidamente con una brusca caída.
Ahí se resume toda la última película de Michael Winterbottom, ese
breve prólogo define la filosofía y el estilo de las próximas dos
horas, convirtiéndose en metáfora clarificadora de lo que fueron los
movimientos musicales de finales de los 70 y principios de los 80,
corrientes que aparecían protagonizadas por gente que no tenían
experiencia o conocimientos musicales que suplían su ignorancia con las
ganas de romper con lo establecido, así fueron viajes rápidos, intensos,
y en el que la mayoría se quemaron en un muy corto periodo de tiempo (ese
era el espíritu primigenio del punk).
Esta primera escena nos introduce también en el estilo de las siguientes
dos horas: falso documental que permite el uso de todo tipo de formatos,
movimientos de cámara, montaje acelerado, desenfoques, raccords,
miradas a la cámara, juegos con el espectador, etc. que sirve para
insuflar un ritmo ágil a todos los acontecimientos (abarcamos casi 20 años
de historia) y donde las cosas se sucedían unas tras otras sin tiempo
para la reflexión.
A
partir de ese momento, y sentadas las bases de lo que vamos a ver, la película
se erige en un diálogo continuo entre pantalla y espectador, guiado por
el protagonista de la historia, Tony Wilson (Steve Cognan), presentador de
televisión, y participe de la creación de Factory records y del club La
Hacienda, que nos hace participe de la dualidad de su vida: por un lado, típico
presentador formal de documentales de un canal de televisión y, por otro,
gurú y animador de la vida musical del Manchester de finales de los 70, y
donde partiendo del concierto de los Sex Pistols, asistimos a un
muestrario de algunos de los personajes y grupos que se movieron alrededor
de Factory Records (Joy Division, New Order, Happy Mondays) siempre basado
alrededor de la filosofía de vivir la vida al instante, no planteándose
el futuro. Esa enseñanza que estaba en el germen del movimiento punk, y que hizo que esta corriente fuera efímera, es encarnada en
el filme por Joy Division y su esquizofrénico cantante, Ian Curtis (se
suicido a los 25 años, no llegando a ver editado
su segundo disco), que rápidamente es superado por el resto de su
grupo, que forman New Order y se lanzan a una carrera relativamente
exitosa introduciendo la corriente de música de baile electrónica. Porque
la película, lo que nos está contando en realidad, es precisamente esa
apuesta por una forma de vida distinta de lo habitual. Todo son
dualidades: un presentador que tiene su vida normal (casado dos veces, con
hijos, carrera televisiva) y que por otro lado vive los tópicos del pop
(sexo, drogas, etc.); una ciudad, Manchester, oscura e industrial que
emerge como centro de un movimiento musical; una forma de concebir el
espectáculo (libre, sin contratos) que choca con lo férreo del mundo de
las discográficas.
Esta
dualidad la asume Winterbottom a lo largo de toda la película pues el
personaje de Tony Wilson, mientras va puntualizando con datos y fechas los
diferentes acontecimientos, se encarga de ir desmontando por otro lado los
trucos y falsedades del filme (citando al propio John Ford con aquello de
la elección entre la verdad y la leyenda, El
hombre que mato a Liberty Valance, etc.). Así, ¿qué es verdad y qué
mentira?, en el fondo nos da igual, porqué lo importante es aparecer
imbricados en la historia, ser partícipe del ritmo estilístico (muy
cercano al Woody Allen de Zeling
y Maridos y mujeres). En este sentido, la elección de la estructura
narrativa alrededor del personaje permite ir jugando con el tiempo, la película
empieza en 1976 con la presentación de un concierto de los Sex Pistols y
acaba en 1992 con el cierre del local y la venta de la discográfica,
abarcando casi veinte años de historia; pero, a pesar de todo, no hay una
sujeción férrea temporal a los datos y fechas, así los personajes casi
no cambian, todo aparece mediante suaves apuntes (situación social de la
zona, vivencias de los personajes) y, de hecho, la estructura del filme
funciona como un circulo (empieza presentando programas y termina -continúa
en la actualidad- presentando programas).
Este
ritmo alocado y la sucesión de cosas contadas, unas tras otras, no es óbice
para que podamos apreciar el conocimiento del director inglés de la
planificación y el montaje, como tenemos en el ejemplo de la escena del
suicidio del líder de Joy División. Una noche de mayo de 1980, Ian
Curtis, cantante y compositor de Joy División se suicidó tras ver en
televisión la película Stroszek
de Werner Hergoz, no soportó el abandono de su mujer.
Winterbottom
resuelve la situación con tres planos pero donde se resume toda la
información anterior, cargando de contenido cada imagen, así, para
mostrar la situación por la que pasaba, así vemos como está siguiendo
las imágenes en televisión, como se dirige a una fotografía de su
mujer, la tumba sobre el mueble y en el plano siguiente aparece colgado.
Tenemos
entonces otra sorprendente incursión de Winterbottom en un tema alejado
de sus trabajos anteriores (algo que se encarga de ir demostrando en cada
película, y que seguro confirmaremos en su próximo filme, Is this world, reciente Oso de Oro en el Festival de Berlín) pero
al que les une la honestidad, porqué 24
hours party people es una obra que no engaña a nadie. A lo largo de
toda la película se insiste al espectador que la adopción del punto de
vista es absolutamente personal, por lo que se nos muestra aquello que se
nos quiere mostrar (se pasa de puntillas por las relaciones y opiniones
fascistas de algunos de estos grupos), abriendo el abanico de multitud de
temas (las relaciones de un grupo de personas, el paso del tiempo, la
provocación como estética, la superación de un modo de vida, la diversión
o el fracaso) y dejándonos libertad para interpretar a los personajes
porqué en ningún momento se les juzga. Es por ello que no encontramos en
este filme sentencias o juicios morales sobre el comportamiento de los
protagonistas. Al final, después de casi veinte años, el presentador de
televisión sigue siendo presentador de televisión, y las expectativas de
consolidar como negocio la diversión han terminado en fracaso; aunque en
el fondo no hay que olvidar que algunas piezas de aquel engranaje
continuaron a pesar de todo: en el 2001, los componentes de New Order
sacaron su último disco y aun continúa sonando entre sus seguidores.
Luis
Tormo
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24 HOURS PARTY
PEOPLE
Título
Original:
24 Hour Party People
País y Año:
Francia, Reino Unido, 2002
Género:
Comedia Dramática
Dirección:
Michael Winterbottom
Guión:
Frank Cottrell Boyce
Fotografía:
Robby Müller
Montaje:
Trevor Waite
Intérpretes:
Steve Coogan, Lennie James, Shirley Henderson, Paddy Considine, Andy
Serkis, John Simm
Distribuidora:
Vértigo Films
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