Un hombre sin pasado
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Resquicios de libertad

Estamos ante un eslabón más en la reconstrucción del alma humana y su difícil inserción en la sociedad.El cine finlandés, el menos en lo que respecta a la exhibición en nuestras salas, se reduce casi en exclusiva a la obra de los hermanos Kaurismäki, y de ellos es sin duda Aki, el director de esta película, el más interesante. Autor de una obra enormemente personal, donde encontramos desde títulos míticos como Leningrad cowboys go America, hasta auténticas obras maestras como La chica de la fábrica de cerillas, nos ofrece ahora Un hombre sin pasado, un eslabón más en la reconstrucción del alma humana y su difícil inserción en la sociedad que nos viene ofreciendo en su filmografía.

Estamos ante una enorme parábola sobre lo que significa ser hombre. Y en esta frase queda quizá resumido lo mejor y lo menos bueno de la película: Mientras los detalles que van configurando el carácter y el deambular de los personajes son magníficos, la gran metáfora sobre la que se estructura el relato no acaba de funcionar del todo, y por momentos adolece de cierta tosquedad, restándole la verosimilitud que le faltaría a esta película para convertirse en una auténtica obra maestra.

Como decíamos, la descripción de los caracteres es espléndida: La indolencia del médico que asiste al protagonista en el hospital nos habla, en una sola frase, de un país. El brillo en la mirada de la mujer que lo acoge una vez fugado del centro hospitalario reúne sufrimiento e ilusión, miseria y bondad. La conversación entre su marido y el huésped cuando vuelven por la noche a casa hace brotar la solidaridad desde la nada. La actitud de la funcionaria cuando va a pedir trabajo es un monumento al absurdo de la burocracia, al sinsentido en el que viven instalados los países desarrollados. La actitud de la esposa que lo recibe en esa casa de clase media media, para decirle que se marcha se debió a que se estaban divorciando, posee la tristeza infinita de quien se sabe incapaz de recuperar la ilusión. La absurda disputa con la nueva pareja de su mujer no es otra cosa que la defensa de una miseria mucho más dolorosa que la que el hombre sin La última película de Kaurismaki propone un discurso sobre lo que significa ser hombre. pasado (homenaje explícito al hombre invisible) ha encontrado en otra parte. La actitud expectante, emocionada y contenida de la trabajadora social tras su vuelta es amor y miedo a partes iguales, pureza de sentimientos.

Y también los objetos poseen una carga cinematográfica inquebrantable: sea el contraste entre la casa ajardinada de la que proviene el protagonista con el pulcro contenedor que le sirve ahora de vivienda, sean las radios que aparecen hasta tres veces en otros tantos personajes estableciendo un nexo secreto, más allá de las primeras apariencias, entre ellos, sea el casco de soldador que permite resolver con extrema sencillez la escena en la que demostrará sus habilidades profesionales, y que al ser recogido por el agresor abre la escisión entre los dos mundos enfrentados en la película.

Con todo ello se articula, como decíamos, un discurso sobre lo que significa ser hombre. Es sin duda lo más interesante de la película. Pero como telón de fondo aparece un país en descomposición moral y económica: No sólo es una cuestión de los márgenes de la sociedad, sino que todos los ámbitos están de algún modo involucrados, como lo atestigua el banco que resulta atracado, y que dista tanto del lujo que cabría esperar. El estilo peculiar del director, con sus tonos grisáceos, su mirada distante o sus silencios prologados abundan en esta idea mortecina heredada de sus películas anteriores.

Sería una obra maestra si no fuera por el excesivo y, en ocasiones, chirriante tono parabólico que posee.Sin embargo, en lugar de derivar hacia el pesimismo, la obra de Kaurismäki parece hacerlo hacia la esperanza. En un claro homenaje a Freaks (película que reaparece aquí y allá, en las cinematografías más diversas, dando testimonio de que las grandes obras se perpetúan en la memoria y siempre acaban retornando), el grupo de tullidos y marginados sociales son capaces de enfrentar el peligro y vencerlo. Y en última instancia la marginación posee el anverso positivo de ser el reducto último de la libertad, el lugar en el que el estado, la familia, las convenciones, etc. aún no han fagocitado al individuo para sumergirlo en su infernal maquinaria. Una libertad que no es valorada por quienes la poseen, en la medida en que de una u otra forma todos quieren renunciar a ella, pero que, parece decirnos el director, sólo ahí subsiste.

Sería una auténtica obra maestra si no fuera, como apuntábamos, por ese excesivo y en ocasiones chirriante tono parabólico que posee, por el planteamiento caricaturesco que otorga a sus personajes intentándolos dotar de un humor que por momentos resulta fallido, y en cualquier caso innecesario. Pero, sea como fuere, se trata, sin duda, de una película muy importante.

Marcial Moreno

UN HOMBRE SIN PASADO

Título Original:
Mies vailla menneisyyttä
País y Año:
Alemania, Finlandia, Francia, 2002
Género:
Comedia
Dirección:
Aki Kaurismäki
Guión:
Aki Kaurismäki
Producción:
Pandora Cinema
Fotografía:
Timo Salminen
Música:
vv.aa.
Montaje:
Timo Linnasalo
Intérpretes:
Kati Outinen, Markku Peltola
Distribuidora:
Golem

 

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