Jones, Talerdo Jones
Resulta encomiable que se produzca cine de animación en España y que además goce de un éxito de taquilla casi impensable. Es de agradecer que haya apuestas por un género difícil y costoso y que estas triunfen comercialmente. Felicitamos a los responsables de esta producción por haber conseguido mantenerse cuatro semanas en el número 1 de la taquilla española y superar los 11 millones de euros de recaudación, cifra sólo por debajo de los 13 millones de Brave, la producción de Pixar y Disney, y ligeramente por encima de los 10 millones de Madagascar 3… aunque estas dos últimas llevan más tiempo en las pantallas de cine al finalizar el verano.
Y hasta aquí las felicitaciones.
Porque casi todo lo bueno que se puede decir de Las aventuras de Tadeo Jones se circunscribe al ámbito comercial, que no industrial… porque industria, lo que se dice industria, parece cada vez más imposible en este país.
La apuesta conjunta de Telecinco y Telefónica por sacar adelante una producción de animación con capacidad para rendir económicamente en otros mercados (de ahí los personajes y nombres ingleses) se ha saldado con un sobresaliente resultado económico en España, superando incluso el notable camino seguido por otra experiencia similar hace unos años: Planet 51.
Y es precisamente la referencia a Planet 51 la que explica que las primeras aventuras de Tadeo Jones sean francamente una desilusión absoluta en el resto de aspectos: construcción de personajes, guión, animación y, en general, sentido cinematográfico de la propuesta. Si tuviéramos que sintetizar lo que hemos visto, casi podríamos asegurar que se trata del episodio piloto alargado de una serie de televisión infantil.
Pero intentemos aclarar y ordenar los problemas de este Talerdo Jones, como es llamado a lo largo de la proyección por el malo de la función: un malo que inicialmente es una parodia de esos aventureros televisivos que se atreven con todo —pero debidamente preparado para salir bien en las cámaras que le acompañan— y que finalmente acaba convertido en un sosías de los nazis de En busca del arca perdida, aquella primera aventura de Indiana Jones en la que se inspira —o plagia, según los momentos— esta aventura animada: incluido su final con esa luz celestial surgida tras la apertura del… ¿arca de la alianza?
Para empezar, hablemos de los personajes.
Talerdo Jones —nombre que mantendremos porque esa mezcla de falta de talento y personaje lerdo le va como anillo al dedo— es un niño gordito que ha crecido con la ilusión de ser un gran aventurero (como el de Up), que tiene como ídolo a un famoso aventurero que llena las portadas de las revistas (exacto, como en Up) y que, evidentemente, se topará con ese ídolo que no es más que un malvado egocéntrico, egoísta y pelín nazi (¿os hemos hablado ya de Up?).
Por una serie de casualidades realmente increíbles, se sube a un avión para hacer realidad sus sueños, tras hacerse cargo de una tabla maya que en realidad es media llave para descubrir una ciudad de oro escondida en alguna zona del Machu Picchu.
En su aventura le acompañan una serie de gags de dudoso gusto —por reiterativos, innecesarios, faltos de lógica: en fin, que cualquier ocurrencia vale, quizá cada uno los cinco guionistas se sentía obligado a aportar un número de gags—, junto a una serie de personajes de un gusto no menos exquisito: Sara, la hija de un arqueólogo famoso (la tía buena de la función, aunque sea para niños); Freddy, un pretendidamente gracioso vendedor del top-manta o del todo a un euro (capaz de sacar las cosas más inverosímiles para hace reír, pero nunca saca las necesarias para hace avanzar la trama); Jeff, un perro fiel amante de las galletas; Belzoni, un loro mudo (lo que no le impide sacar carteles con expresiones más o menos ocurrentes cuando a los guionistas les viene en gana); y, en fin, Kopponen, el malvado de turno, compuesto con retales de todos los últimos malos del cine (incluido su brazo del inspector Gadget convertido en herramienta de quita y pon, según las necesidades de la trama). Ah, sí, también está el explorador famoso, ese de cuyo nombre no quiero ni acordarme.
¿Problemas con ellos? El agotamiento que produce en el espectador la reiteración de algunas situaciones gratuitas (el loro que saca carteles pretendidamente graciosos, el vendedor que intenta cobrar por cualquier cosa oculta en su chaqueta) y, en el colmo de la incoherencia, que estas ocurrencias sean aparcadas por decreto ley del guión cuando la trama intenta ponerse seria… sin conseguirlo.
El guión, he ahí el gran problema de esta producción (bueno, uno de los grandes problemas: luego también hablaremos de la animación). Cinco guionistas para… ¿para qué, exactamente?
Veamos un ejemplo para ilustrar las incongruencias del guión: el loro, el vendedor y el perro acompañan a Tadeo y la chica en todas las aventuras, corren mil peligros, sufren mil ataques y cuando llega el momento clave, el momento de descubrir la ciudad de oro que han venido a buscar, ¿qué hacen los tres amigos? ¡Se quedan a jugar una partida de cartas en el exterior!
¿Por qué no entran tras tantas aventuras? Porque necesitamos que no sepan la verdad. Mejor dicho, porque los guionistas necesitan que los tres supervivientes que saben la verdad (el viejo profesor, su hija y Talerdo) sean capaces de guardar el secreto de su existencia… y evidentemente ni el perro ni el loro mudo ni el vendedor sabrán guardar nunca un secreto. Así que, sencillamente, los dejamos fuera jugando a las cartas. Alucinante, oigan.
Y soluciones de este tipo las encontramos continuamente: desde tener un accidente el otro viejo profesor en el aeropuerto, para ser sustituido oportunamente por el pobre Talerdo (atentos: en el billete pone el nombre del profesor ¿y a Talerdo nadie le pide ninguna identificación para subir a un avión de Estados Unidos a Perú?), hasta encontrar una momia miedosa copiada de no sé cuántas películas anteriores (y Scooby Doo no es la más evidente), y cuando la solución de guión es misión imposible, ahí están el loro mudo aporreando malos con sus cartelitos de madera o el perro descubriendo imposibles salidas de una pirámide peruana.
¿Recuerdan el odio que provocaba aquel personaje digital en Star Wars I: La amenaza fantasma? ¿Cómo se llamaba? Exacto, Jar Jar Binks… pues ese odio no es nada comparado con el que pueden generar el lorito, el perrito y el tío Freddy juntos.
Que sea infantil la película es una cosa, que el guión parezca escrito por un niño es otra muy distinta: falta coherencia, señores.
Pero para falta de coherencia, la de la animación de esta superproducción animada y perdonen la rebuznancia.
Por mucho que se venda en un 3D con soluciones ingeniosas (el paseo aéreo hasta descubrir la pirámide perdida: una gran escena), el diseño de personajes y la animación final resultan torpes, infantiles en demasía y, sobre todo, pobres.
Echar un vistazo al pelo de Sara, Talerdo o el resto de personajes y compararlo con los cabellos y pelos que aparecen en Brave (el de la protagonista, Mérida, o el de la osa que la acompaña en sus aventuras) puede ruborizar a más de uno. Y no basta con hablar de presupuesto (Talerdo Jones es una superproducción de Telecinco y Telefónica, recordemos), ni de diseño infantil (por favor), ni de personajes de cómic (venga ya). Hablamos de capacidad para el diseño, para la definición de personajes, para la creación de caracteres… y todo ello brilla por su ausencia.
Queda como idea curiosa el hecho de utilizar diseños en 2D para algunos flashbacks o recuerdos, incluso para los créditos finales, frente a la animación 3D para la trama principal. Una idea a tener en cuenta… aunque esté mejor resuelta la parte 2D que la 3D, lo que en el fondo viene a confirmar que el acabado no ha sido tan generoso como quizá hubiera debido (¿falta de fondos, de tiempo?) y que es la gran campaña publicitaria orquestada por ambas productoras (la de las mamachicho y la de los imagenio) la que ha aupado al Talerdo a la cima de la taquilla. Mucha publicidad, escasos méritos reales.
¿Qué nos queda entonces?
Una película lerda en su construcción, en la manera de definir a los personajes, en su aspecto general. La distancia que separa las grandes obras de Pixar (Wall·E, sin ir más lejos) de Planet 51, es muy parecida a la que separa aquella interesante producción animada española de esta tristemente famosa Las aventuras de Tadeo Jones. Un abismo.
Confiemos en que su éxito sirva para apostar por un cine de animación en España menos pensado para un público de televisión y más adecuado para esas familias enteras que acuden al cine esperando encontrar cine-cine y no esta aventura más propia de los inacabables episodios de series clónicas que se repiten cada día en canales temáticos tipo Disney Channel, Neox, Boing, Clan y similares.
Una auténtica desilusión.
Escribe Sabín
Título | Las aventuras de Tadeo Jones |
Título original | Las aventuras de Tadeo Jones |
Director | Enrique Gato |
País y año | España, 2012 |
Duración | 92 minutos |
Guión | avier Barreira, Gorka Magallón, Ignacio del Moral, Jordi Gasull y Neil Landau |
Fotografía | Película de animación en 3D |
Música | Zacarías M. de la Riv |
Distribución | Paramount Pictures Spain |
Doblaje | Óscar Barberán (Tadeo), José Mota (Freddy), Michelle Jenner (Sara), José Corbacho (Freddy en la versión catalana). |
Fecha estreno | 31/08/2012 |
Página web | http://www.tadeojones.com/ |