En tercera persona (2)

Published on:

Dolorosa creación

en-tercera-persona-1En uno de los episodios que componen el filme, un escritor y su editor mantienen una reunión sobre la publicación de la novela que el escritor acaba de terminar. La conversación comienza con un tono amigable, interesándose el editor por los asuntos personales del escritor. Pero, poco a poco, el diálogo se va tensando mientras el editor trata de justificar el porqué de la negativa a editar la nueva obra. Finalmente, presionado por el escritor que le pide sinceridad, el editor le confiesa que su primera novela era fantástica, escrita con mucha garra, mientras que la segunda ya no lo era tanto, y la tercera menos, y así hasta llegar a su última novela que considera no puede ser objeto de publicación.

Este diálogo entre los personajes sirve para vehicular la trayectoria errática del cine de Paul Haggis. ¿Dónde está el escritor de los guiones que Eastwood elevó a la categoría de obras maestras? En el texto de Million Dollar Baby subyacía el dolor y la rabia que apenas podíamos rastrear en Crash (multipremiado en los Oscar). Tras En el valle de Elah, uno de sus mejores trabajos como director, el thriller The next three days (un remake del original francés) tenía cierto aire de trabajo alimenticio sin apenas inspiración.

Y ahora nos llega Third person (En tercera persona, 2013) en el que parece que Haggis vuelve su mirada hacia la estructura que ya articuló en Crash mediante una narración basada en tres episodios que se intercalen en un montaje que desarrolla paralelamente la acción de los mismos en París, Nueva York y Roma.

La relación entre un editor con su amante en París y la conexión con la mujer del escritor en EE.UU., el encuentro casual en un bar de un empresario americano y una mujer italiana con un problema acuciante en Roma, y las dificultades de una madre separada que intenta compaginar el trabajo y recuperar a la vez la custodia de su hijo en Nueva York, se compaginan para mostrar el dolor causado por acontecimientos dramáticos que varían en intensidad según cada historia.

La separación física de las tres historias (tres países, tres grandes ciudades) que distancia los relatos, se unifica por un nexo común que tiene que ver con las relaciones sentimentales difíciles provocadas por hechos fatales que afectan a los niños. Intuimos en el escritor (Liam Neeson) un dolor que va más allá de un matrimonio roto y una relación voluble con su amante (Olivia Wilde).

El sufrimiento por no poder ver a su hijo, que está a cargo de su padre, y la imposibilidad de recuperar la custodia destroza el personaje interpretado por Mila Kunis en la historia que acontece en Nueva York; e igualmente le sucede al empresario (Adrian Brody) que acude a Italia a copiar diseños y que poco a poco veremos el porqué de su interés en involucrarse en una historia de amor y aventura con la mujer italiana que conoce en el bar (Moran Atias).

Uno de los problemas que plantea el filme es que, asumido el montaje paralelo de los episodios, la historia del escritor en París tiene un mayor peso que el resto. Esto hace que las otras dos narraciones asuman un carácter secundario que les subordina a la historia principal, siendo el interés del espectador más dependiente del relato principal.

en-tercera-persona-6

Es cierto que el filme justifica esta basculación hacia la historia del escritor con pequeñas pistas que se van introduciendo casi desde el principio y que van alertando al espectador de un elemento clave en la comprensión del filme. Son detalles como la presencia de una voz infantil, el personaje de Liam Neeson escribiendo (creando) el relato, la interconexión de las acciones entre personajes de diferentes historias, etc.

Conforme avanza la narración, estos pequeños detalles se acrecientan hasta que Haggis desnuda el planteamiento del filme y se toma conciencia del significado que aporta el título del filme (en tercera persona). Elementos como la nota con el teléfono o las flores que pasan de una historia otra dejan claramente expuesto el sentido de las tres historias y amplifican la temática del filme hacia otros temas como la culpabilidad, la creación del relato literario como válvula de escape del dolor acumulado o el sentimiento propio que se vuelca en la obra donde las palabras de los diferentes personajes de ficción componen un único discurso principal.

Desvelado notoriamente el artificio del filme, y asumiendo que asistimos a relatos que juegan con la ficción, la parte final se lanza a recolocar las historias para cerrar definitivamente esos relatos secundarios en aras de clarificar la historia principal. Los personajes se encuentran en una superposición múltiple para explicitar que la narración tiene diferentes caminos que terminan por reunirse en uno solo compuesto por una visión poliédrica de la historia, fruto de la creación literaria.

Y este ensamblaje entre la organización episódica y la tesis objeto del filme es lo que termina resintiendo la visión final pues la estructura se impone a las historias que representan cada episodio. Es una pequeña traición a la independencia de los dos fragmentos que acompañan a la historia principal que contando con su introducción y desarrollo se colapsan en un desenlace precipitado.

Al igual que el personaje de Liam Neeson en la ficción, Haggis muestra en exceso la escritura del filme, filme que se justifica en exceso en el desenlace final.

Escribe Luis Tormo

en-tercera-persona-3