Predator: Badlands (3)

Published on:

Una franquicia revitalizada

La franquicia de Predator (o del Depredador, título de la película seminal protagonizada por Arnold Schwarzenegger) prácticamente se había dado por muerta y bien enterrada.

Si bien las películas que siguieron al fenómeno de taquilla funcionaban razonablemente bien, razón por la cual se lanzaban nuevas entregas de vez en cuando (Alien vs. Predator; Aliens vs Predator: requiem; Predators…), no eran para nada películas que fueran a marcar un hito en la historia del cine, por lo que probablemente muy pocos tenían grandes expectativas de que hubiera algún chute de energía que resucitara al bicho cazador extraterrestre.

Por eso, Predator: La Presa (2022) supuso una sorpresa morrocotuda. La idea de enfrentar a una joven de la tribu comanche contra el cazador futurista era sin duda inquietante, pero el resultado final fue un entretenimiento de aupa.

Y la antología animada Predator: Asesino de asesinos también causó una gran impresión este mismo verano. Ahora, con Predator: Badlands, se le da otra vuelta de tuerca a la saga, esta vez en acción real. Dan Trachtenberg, quien dirigió las dos películas anteriores, demuestra ser lo mejor que le podía haber pasado a esta franquicia en cuanto a su revitalización se refiere.

El joven guerrero Yautja Dek (Dimitrius Schuster-Kolomatangi) anhela ser aceptado en el clan. Pero su propio padre lo desaprueba, considerándolo un ser débil. Peor aún, su hermano Kwei recibe la orden de matarlo para demostrar su valía. Kwei se niega, interponiéndose entre Dek y su padre para protegerlo, y paga su desobediencia con la vida. Mientras tanto, un furioso Dek vuela al planeta Genna.

Allí, espera derrotar al legendario monstruo Kalisk, que ya ha matado a muchos Yautja, y finalmente obtener la aprobación de su padre. En su viaje, conoce a la androide Thia (Elle Fanning), quien ya tuvo un encuentro espantoso con el monstruo y perdió las piernas. Desesperada por recuperarlas, propone un singular trato a Dek…

Lo cierto es que el desarrollo argumental tampoco es para tirar cohetes. Si bien la escena inicial, donde un Yautja le ordena a su propio hijo que mate a su otro hijo para demostrar su valía, es sin duda impactante, la posterior perorata sobre honor y fuerza no resulta particularmente inspiradora. Es positivo que el protagonista aprenda en Predator: Badlands que cazar en manada es más efectivo y que proteger a los demás es una cualidad valiosa.

Pero la narrativa no es que destaque sobremanera por su emoción, ya que casi todo lo que sucede es bastante sencillo de predecir. Incluso en el último tercio, cuando los acontecimientos se intensifican y llega el gran enfrentamiento, las sorpresas son escasas. En consecuencia, el film no genera mucho suspense.

Lo que le falta a la película en cuanto a trama, lo compensa con creces en otros aspectos. El diseño de las criaturas, por ejemplo, es absolutamente fantástico, sobre todo cuando los seres más extraños se reúnen en el planeta. Desde el primer momento, queda claro que prácticamente todo representa una amenaza y que se trata de una cuestión de comer o ser comido. Incluso las plantas parecen armas.

Si bien esto no siempre tiene un propósito evidente, es sin duda impresionante, y uno siente una auténtica curiosidad por ver qué extraños monstruos aparecerán a continuación. Los escenarios también son espectaculares; Predator: Badlands tiene mucho que ofrecer, especialmente a nivel visual. Explorar el planeta alienígena es una auténtica pasada.

El director de «Predator: La presa» vuele a la franquicia

El director cuenta con el vigor de su puesta en escena y la pulcritud general de su dirección, que siempre evita el caos visual, a pesar del abundante uso de efectos digitales. Claro que resulta un tanto desconcertante que, entre las influencias declaradas por el director para Predator: Badlands, se citen las obras de Terrence Malick (que objetivamente solo encontramos en el subtítulo), la serie de cómics de Conan el Bárbaro y la segunda película de Mad Max. Quizás sea mejor mantener un perfil bajo, dado el resultado y, sobre todo, el contexto en el que decidió trabajar.

Y luego aparte está Elle Fanning. Si bien el actor principal, Dimitrius Schuster-Koloamatangi, se dedica principalmente a tareas físicas, su coprotagonista, en el rol de una androide curiosa y parlanchina, aporta ingenio y encanto a este sombrío escenario. El contraste entre estos personajes tan dispares es lo que sostiene la película durante gran parte de sus cerca de dos horas de metraje.

Es una lástima que no haya casi ninguna sorpresa en este sentido, pero no desmerece la experiencia general. Resulta entretenido ver cómo el voraz cazador, aunque algo ingenuo, y su compañera, a veces astuta, se necesitan mutuamente, pero apenas logran trabajar juntos.

Con un guion más interesante, esto podría haber sido un verdadero punto fuerte. Aun así, Predator: Badlands es una aventura disfrutable que te deja con ganas de ver la siguiente entrega, que se insinúa un poco hacia el final.

Escribe Francisco Nieto | Fotos 20th Century Studios