A CIEGAS (2)

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Título original: Blindness
País, año: Canadá – Brasil – Japón, 2008
Dirección: Fernando Meirelles
Producción: Sybil Robson-Orr
Guión: Don McKellar, basado en la novela Ensayo sobre la ceguera de José Saramago
Fotografía: César Charlone
Música: Marco Antônio Guimarães
Montaje: Daniel Rezende
Intérpretes: Julianne Moore, Alice Braga, Mark Ruffalo, Danny Glover, Gael García Bernal, Don McKellar, Maury Chaykin, Yusuke Iseya
Duración: 120 minutos
Distribuidora:  Notro Films
Estreno: 13 marzo 2009
Página web:  http://www.blindness-themovie.com

Metáfora fallida
Escribe Gloria Benito

La metáfora de la ceguera como imagen de la conciencia

La metáfora de la ceguera como imagen de la conciencia o de la lucidez que permite al ser humano ver más allá de las apariencias es vieja en la historia de la literatura y de la cultura. Desde la oscuridad de los visitantes de la cueva platónica llegamos a los inquietantes ciegos del teatro de Buero Vallejo, pasamos por los malvados habitantes de los túneles de Ernesto Sábato y desembocamos en el asfixiante ambiente de Ensayo sobre la ceguera del premiado Saramago.

Ahora la encontramos en la versión cinematográfica de la mencionada novela, adaptada por el brasileño Fernando Meirelles, con el desafortunado título de A ciegas, que en español significa "a tontas y a locas", lo que en absoluto se corresponde con el estilo de la película ni con el contenido de la misma. Mejor hubiera sido traducir literalmente el título inglés Blindness (Ceguera) si las presiones comerciales desaconsejaron el término Ensayo… para un relato que seguramente alejaría a parte de los espectadores.

El filme cuenta con la pericia y experiencia de un director como Meirelles

El filme cuenta con la pericia y experiencia de un director como Meirelles, ya demostradas en El jardinero fiel y Ciudad de Dios, y se complementa con el guión de Don McKellar (La última noche), más un excelente reparto de actores como Julianne Moore, Mark Ruffalo y Gael García Bernal entre otros.

La película sigue fielmente el argumento de la novelaLa película sigue fielmente el argumento de la novela: una extraña epidemia va dejando ciegos a los habitantes de una ciudad, cuyos gobernantes deciden confinar a los enfermos en un hospital carcelario en el que son abandonados a su suerte. En este proceso emerge lo peor del ser humano (como la explotación despiadada de los más débiles) y lo mejor (como la solidaridad o el espíritu de supervivencia aún en las circunstancias más adversas).

Teniendo en cuenta que lo más singular de la novela de Saramago es el discurso lento y denso de un narrador tan omnisciente como implicado en un conflicto existencial de pérdida de la orientación vital e inmerso en un ambiente dolorido y caótico, hay que reconocer que Meirelles no lo tenía nada fácil.

Una cosa es adaptar una obra como El jardinero fiel de John Le Carré, donde son los episodios que estructuran el argumento los que denuncian la avaricia y la maldad de los seres humanos y la consiguiente desesperanza en el futuro de una sociedad enferma de codicia, y donde no son posibles la bondad ni la compasión.

El carácter apocalíptico del filme se superpone a otros valores narrativosY otra muy distinta es enfrentarse al reto de una obra como Ensayo sobre la ceguera, un relato casi intimista donde es el tono del discurso el que configura una asfixiante atmósfera de opresión y pesimismo y en el que las acciones y secuencias argumentales no son tan relevantes para transmitir un mensaje profundamente desesperado y desolador, sino que se confunden en el espacio atemporal de los símbolos y las metáforas.

El carácter apocalíptico del filme se superpone a otros valores narrativos, mostrando escenas capaces de conmover al espectador hasta el rechazo, como son las que relatan las duras condiciones de los ciegos encarcelados y la crueldad y miseria que los rodean. Pero el ambiente, a pesar de ser agobiante y caótico, no es más que el marco en que todo sucede, incluida la metáfora de la ceguera que es el episodio desencadenante de nuevas secuencias sin alcanzar el valor de atmósfera impregnante y principal motivo.

Aunque hay que valorar el esfuerzo de realización de un director arriesgado que se rodea de los mejores equipos, como el del fotógrafo César Charlone, responsable de ese tono blanquecino y lechoso tan elogiado por la crítica. Un paisaje opaco que no trasciende, que no se transforma en tema. Una adaptación fallida.

Una adaptación fallida