Ennio: El maestro (Ennio: The Maestro, 2021), de Giuseppe Tornatore

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El hijo del trompetista

ennio-el-maestro-0Ennio Morricone figura en ese grupo selecto de compositores cinematográficos cuyo nombre transciende más allá del círculo estricto de los interesados en el cine debido a la popularidad y difusión de sus melodías, unas melodías que van desde la originalidad de las bandas sonoras para los spaguetti western a clásicos como Cinema Paradiso o La Misión.

Músico, arreglista, compositor y director de orquesta, su carrera se desarrolla entre las composiciones para el mundo de la televisión y el cine y la música clásica contemporánea, con una actividad enorme –más de 500 bandas sonoras– y longeva, pues su trabajo comenzó en la década de los años 50 del pasado siglo y el compositor romano estuvo trabajando prácticamente hasta su muerte, ocurrida en el año 2020;  en 2016 recibió el Oscar por Los odiosos ocho –tras su Oscar honorifico de 2007– y compuso La correspondencia, una de sus partituras más bellas; y en 2019, con 90 años, se embarcó en una gira de despedida por 35 ciudades europeas.

Para abordar su figura, Giuseppe Tornatore se pone al frente del proyecto Ennio: El maestro. Presentado en la pasada edición del Festival de Cine de Venecia, el documental se beneficia de la amistad del director y el compositor, una relación forjada a lo largo de 30 años en los que Morricone realizó la banda sonora de la mayor parte de las películas de Tornatore.

El material principal para la película es una serie de entrevistas realizadas al compositor –Morricone falleció en la fase de montaje de documental– en las que se repasa su trayectoria musical, aderezado con imágenes de archivo de todo tipo de filmaciones y complementado con los testimonios de colaboradores, músicos, compañeros de profesión, cineastas… en una larga lista de nombres que ponen en valor el trabajo y la aportación de Morricone a la música.

El documental comienza con la imagen de un metrónomo bajo cuyo sonido constante asistimos al ritual de ejercicios gimnásticos que el músico realiza en su palacete estableciendo un paralelismo con los movimientos de sus brazos para dirigir y sus manos sobre la partitura retratando todo un lenguaje corporal, casi teatral; una partitura que se convierte en el origen de toda su creación, desde las primeras notas en el papel hasta su resultado final en la pantalla y en los conciertos.

Tras ese inicio ficcional, el documental no se aparta del esquema clásico de entrevistas y testimonios de todas las personas del entorno profesional de Morricone. Tornatore, consciente de la estructura laudatoria sobre un genio indiscutible, se concentra en desvelar todas aquellas claves que pueden ayudar a entender el proceso creativo de su trabajo. Para ello, el director puso como requisito para afrontar el documental que pudiera contar con todo el material de archivo necesario para poner en imágenes las palabras que Morricone va desgranando en la entrevista.

En este sentido la labor de producción es encomiable pues los comentarios analíticos que Morricone realiza sobre las diferentes películas se plasman en las imágenes para que el espectador entienda sus palabras. Desde las grabaciones para programas de televisión, en las que Morricone comenzó como arreglista, pasando por una detallada cronología de las composiciones más significativas para la gran pantalla, hasta sus trabajos más experimentales con su grupo de improvisación.

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Y todo ello para ir descubriendo un aspecto fundamental que vertebra la trayectoria musical del músico: la reivindicación del valor intrínseco de la composición musical para el cine. Pese a la popularidad de sus trabajos, Morricone vivió durante décadas con un conflicto derivado de la dualidad entre su dedicación a la música culta (el conservatorio, el trabajo al lado de su maestro Petrassi), la que aporta prestigio, frente a la faceta más popular como arreglista o compositor de canciones y bandas sonoras.

Hay que tener en cuenta que a partir de mediados de los años 60 la popularidad de Morricone como compositor para el cine era palpable, pues junto a la música para los westerns de Sergio Leone, Morricone musicó los filmes de los grandes nombres del cine italiano (Pasolini, los hermanos Taviani, Bertolucci) con una importante repercusión de los filmes políticos (La batalla de Argel, Sacco y Vanzetti, Queimada, Novecento, etc.), sin abandonar todo tipo de géneros como el thriller o el giallo.

Frente a esta faceta reconocida, Morricone sentía cierta sensación de no estar a la altura de los colegas compositores de la música clásica contemporánea, a pesar de sus trabajos con el grupo de experimentación y su carrera paralela dedicada a sus composiciones al margen de las bandas sonoras.

De esta forma, el trabajo de Giuseppe Tornatore va encaminado a dignificar la composición musical para el cine, captando con detalle el proceso creativo del músico italiano (explicaciones de la combinación de escalas y notas, tarareos de los temas, el juego con la experimentación, etc.), para que se entienda que la distinción entre la música contemporánea y la música para el cine es muy difusa.

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Con una cámara introspectiva, atenta a los detalles, Tornatore afronta el documental con una característica básica de su cine: la emotividad. Morricone aparece en la entrevista retratado con primeros planos en los que se palpa la emoción cuando habla de su mentor Petrassi, de su idea sobre lo que es la música o cuál es la dificultad para realizar una banda sonora  –hay muchas posibilidades y se trata de escoger la justa–; una emoción que se materializa en los insertos de sus manos, los puños, la mirada o los silencios.

Ennio: El maestro pone en valor el enorme material de archivo (fotografías, imágenes de televisión, fragmentos de películas, conciertos) y todos los comentarios de colegas de profesión, músicos, colaboradores y directores en el que quizá haya faltado un montaje más ajustado –algo propio también del cine de Tornatore– para evitar la reiteración de halagos y atribuciones a la genialidad de su obra.

Un documental fascinante y nostálgico que recompone el puzle de una figura poliédrica que ha contribuido a engrandecer las películas en las que ha participado, combinando el lenguaje de la música y las imágenes. La mirada cercana, íntima, de Tornatore permite enaltecer la figura de este creador, avalado por un inmenso corpus artístico y unas melodías –él que odiaba la melodía– reconocibles al instante.

Escribe Luis Tormo | Fotos Karma Films 

  

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