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Nuestros antepasados presentes
Escribe Carlos Losada
Lejos del glamour de Nicholas Ray, Anthony Quinn y su filme Los dientes del diablo, esta película de Zacharias Kunuk indaga en el Ártico canadiense donde viven los inuit, prácticamente desde siempre, y sus leyendas, y formas de vida, aún en nuestros días, ofreciéndonos así la ocasión de poder mirarnos, aunque sea indirectamente, en nuestro propio pasado.
Como tribu que depende de sí misma para subsistir en las regiones árticas, los inuit deben tener el buen sentido de no anteponer sus deseos y apetencias personales por encima de las necesidades que son propias de un grupo con el que conviven cotidianamente, pues eso terminaría, como concluye la leyenda de estos esquimales, por deshacerlo y enfrentar a unos con otros, y traer múltiples días de dolor y oscuridad.

Planeada como una leyenda viva, y contando con la solvencia de actores naturales y creíbles, y en un ambiente tan inhóspito como refulgente, tan aterrador como atractivo para nosotros, Zacharias Kunuk nos muestra cómo fuimos en las diversas prehistorias de los continentes a través de unas medidas y hermosas imágenes, tal vez algo excesivas en su duración final.
Porque en la narración de los acontecimientos, con planos ajustados, secuencias bien resueltas, encuadres apropiados, sobre todo cuando se está dentro de las tiendas y los igloos, se nos filtra la dureza de un tiempo -en términos humanos ya tan lejano- por los que pasaron nuestros antepasados, vaciando un árbol aquí, invocando a los animales en las cuevas, dándole vida a las piedras, descubriendo el fuego, atravesando ríos helados, aventurándose más allá de las montañas… Y siempre sobreviviendo los más duros, los más fuertes, los más veloces.
Y así es la larga y meritoria secuencia, a través de los hielos y pequeños lagos, con el horizonte expandiéndose, de Atanarjuat desnudo y poseído del espíritu liberador, entonces no contenido ni guiado por ningún dios absurdo, para lograr que la armonía pueda volver con los inuit, y que las heridas cicatricen, y el futuro sea más esperanzador. En medio, amores, celos, rencillas, tan de hoy, que nos lo hacen creíble y como necesario para que podamos reconocernos.
Interesante y bella película, útil para reflexionar sobre nosotros mismos y nuestras interrelaciones; así como para comprender por qué el cine es el arte capaz de reflejarnos en su propio espejo, que es el nuestro.
