El paso de muñeca a mujer

Después de llevar a cabo una notable nueva versión de Mujercitas en 2019, Greta Gerwig —junto a su compañero Noah Baumbach como guionista— se enfrenta a lo que podría ser una patata caliente realizar una película sobre la más famosa y vendida de las muñecas, Barbie,y en cuya producción entra nada menos que la gran empresa de juguetes Mattel, su fabricante.
Parece que a Greta le vienen bien esta especie de apuestas, en principio complejas, para sacar adelante sus películas. Como directora es su tercera película, al menos en solitario. Ya que antes de su primer largometraje, había codirigido en 2008, junto a Joe Swanberg, Noches y fines de semana.
Curiosamente Mujercitas la rodó después del nacimiento de su primer hijo, mientras que Barbie la ha realizado después del nacer el segundo, como si en ambos casos fueran una especie de regalo o dedicatoria a los recién nacidos. Hay que citar también que en este año ha rodado un videoclip de tres minutos, Dua Lipa: Dance the night.
Greta, en Mujercitas tuvo que enfrentarse a las distintas versiones realizadas con anterioridad, nada menos que seis: la primera y la segunda silentes realizadas en 1917 y 1918 en Inglaterra y Estados Unidos; la primera sonora, en 1933, dirigida por George Cukor y con Katherine Hepburn; la siguiente dirigida por Mervyn LeRoy, en 1949, una de las más conocidas, contaba con las muy jóvenes Elizabeth Taylor y Janet Leigh; ya en 1994, con Wyona Rider, fue dirigida por Gilliam Amstrong; y en 2018, para homenajear el 150 aniversario de la publicación de la novela, Claire Niederpruem realizó una nueva versión que pasó totalmente desapercibida.
Y ahora, en Barbie se ha tenido que enfrentar, aparte de empresa responsable de la fabricación de la muñeca, a un presupuesto que asusta, nada menos que de cien millones de dólares, sin contar los gastos de publicidad y marketing. Quién le iba a decir a aquella jovencita (Sacramento, California, 1983), hija de un informático y una enfermera, licenciada en filosofía en el Barnard College de Nueva York, que se iba a convertir en una cotizada directora.
Su historia cambió cuando fue elegida para interpretar un pequeño pale en Lol (2006), dirigida por Joe Swanberg, un productor independiente creador, junto a otros profesores, del movimiento conocido como mumblecore, cine independiente de muy bajo presupuesto que se mira en las primeras películas experimentales de John Cassavettes y muy especialmente en Sombras, 1958. Las películas del movimiento mumblecore se rodaban prácticamente sin guion, de forma que los diálogos y la acción surgían durante el rodaje y desde la opción del grupo de trabajo. Los intérpretes eran aficionados y la cámara se utilizaba a mano.
Greta colaboró como actriz en varias películas del movimiento y junto a Swanberg codirigió su primera película. Poco a poco se amplió su campo de acción interviniendo como actriz secundaria en varios títulos, entre ellos La casa del diablo (2009), de Ty West, director de moda del cine de terror, realizador de las recientes y muy curiosas X (2022) y Pearl (2023). También interpretó Sin compromiso (Ivan Reitman) o A Roma con amor (2012) de Woody Allen.
En 2010 conoció a Noah Baumbach trabajando como actriz en su película Greenbarg. El encuentro con Noah es fundamental, ya que la dará a conocer como gran actriz en Frances Ha (2012), será su compañero y escribirán guiones juntos. En total ha intervenido como actriz en más de cuarenta películas y en más de diez como guionista.

Una muñeca famosa
Ruth Handler (1916-2000), la mujer del dueño de la fábrica de juguetes Mattel, fundada en 1945, ideó una muñeca que no tuviera el carácter infantil de la muñecas de entonces, que únicamente servían para que las niñas, jugando con ellas, hicieran de mamás. La nueva muñeca debía tener el aspecto de una chica atractiva, con una cierta semejanza con su propia hija, Bárbara.
Su marido no creía en el proyecto que proponía su mujer, le parecía demasiado atrevido, hubo que esperar a que ambos hicieran un viaje a Alemania y allí descubrieran una muñeca alemana, no específicamente diseñada para niños. Se denominaba a esa muñeca bild Lili. Mattel compró los derechos de esa muñeca y al volver a Estados Unidos creó Barbieen el año 1959. Unos años después, en 1963, crearían el personaje de Ken, el novio de Barbie, y que a su vez se inspiraba en el hijo de los Mattel.
La muñeca Barbie ha hizo evolucionando con los años. Sus ventas son espectaculares, llegando a ser de 22,3 millones de dólares diarios. Se dice que en el mundo cada segundo se venden tres Barbie. Solo durante unos días, la muñeca inspirada en la protagonista de la película Frozen,de Disney, superó en ventas a las de Barbie.
En realidad, Barbie nace como una muñeca revolucionaria, distinta. Se identifica con unas niñas que quieren ser libres, tener un trabajo, una profesión, además de ser madres (algo que parecía ser el mensaje de la mayoría de las muñecas, que llevaban a preparar comiditas y cuidados para nenes muñecos). La frase de Barbie la define totalmente en ese mundo de independencia, pero también, de buen vivir, abocada a un capitalismo feroz. Esa frase plantea toda una forma de proceder: «Tú puedes ser lo que quieras ser».
La primera muñeca Barbie se fabricó en Japón, siendo cosida a mano por trabajadores japoneses. Hoy la mediática muñeca se ha multiplicado y se presenta con distintas razas y estilos. Nada menos que 100 profesiones han aparecido representadas por Barbie. Fue en 2015 cuando se produjo un gran cambio en la muñeca, procediendo a renovar su aspecto, al tiempo que se incorporaban diversos colores de piel y de peinados. Hace unos años también se dio a conocer la primera antibarbie, al crear una muñeca con celulitis, acné y tatuajes. Y en este mismo año se ha lanzado una Barbie con síndrome de Down.
Como se ve lo fundamental estriba en crear una muñeca para todo tipo de público. Con su novio, Ken, pasa un tanto de lo mismo. Junto a los personajes principales se han ido añadiendo otros, Midge, Allen…, que conforman la familia Barbie, todo un proyecto que sigue extendiendo sus tentáculos por el mundo. Sin duda, detrás de todo ello, existe un claro mensaje proamericano.

Matriarcado y/o patriarcado
Parece ser que fue la actriz Margot Robbie, la excelente protagonista de Babylon, la que convenció a Greta Gerwig para escribir y dirigir la película, quien a su vez consiguió que su compañero, Noah, escribiera el guión con ella. Algo fácil para ambos ya que no es la primera vez que colaboran en escribir. Margot es la Barbie ideal. El papel de Ken lo interpreta Ryan Gosling, que lleva a cabo el papel de su vida. Nunca ha estado mejor este actor, que ha actuado en películas importantes, pero sin lograr una buena interpretación (La ciudad de las estrellas, El primer hombre, Blade Runner 2049). Aquí borda su trabajo, estando a la altura de una grandísima Margot Robbie.
El filme muestra el mundo de colores brillantes, fuera de toda realidad, de Barbielandia. Un mundo de felicidad absoluta y donde la mujer-muñeca domina todo. El hombre es una especie de payaso entrometido en un mundo en el que no es más que un parásito. Un mundo de felicidad donde un día estalla el conflicto.
En una canción, donde se rinde tributo a ese mundo sin defecto alguno, donde todo el mundo se siente orgulloso y nadie se pregunta por el mañana, surgen dos problemas. El primero cuando en la canción, sin saber muy bien la razón, casi casuísticamente, la jefa Barbie pronuncia la palabra muerte. En ese instante se hace el silencio: ¿es posible que la muerte pueda atacar a ese mundo perfecto? Es solo un momento sorpresivo donde el silencio se impone, durante unos segundos en aquel lugar de felicidad absoluta. Este instante dará lugar a lo que luego será, en realidad, una de las grandes tramas del filme.
Por otra parte, Ken trata de mostrar sus habilidades en el mar con una tabla. Gran expectación, pero cuando intenta saltar sobre las olas… no será posible porque el mar no es más que un decorado. Como todo.
En ese país se brinda, se bebe, se come, se hace todo… pero en apariencia porque todo es falso, imaginario. Sus sorbos de bebida son falsos, porque no hay bebida, tampoco comida real. Todo es imaginario. Ni siquiera el amor es posible entre seres que no son más que bellos muñecos.
Sea como sea, algo ha entrado en ese mundo que va a transformar todo. A la perfección se unirá la imperfección. Se ha nombrado a la muerte en un mundo donde nadie muere, donde todo es una eterna y falsa diversión, donde nadie se pregunta por el envejecimiento (¿crítica acaso a la sociedad capitalista en general y a la americana en particular?).
Las rectoras, las jefas de ese mundo edulcorado, son las mujeres. El hombre no es nadie en ese mundo tan perfecto que da miedo… y más cuando se descubran dos cosas: la inexistencia de ese mundo, un sueño del que algún día se despertará para mostrar la otra cara, la de la realidad y, por tanto, la imposibilidad de la perfección. En realidad, en Barbielandia habita una Barbie rara, avejentada que tiene un don: es una adivina.
¿Qué puede pasar cuando el mundo irreal se viene abajo? De pronto lo perfecto se vuelve imperfecto y nuestra Barbie principal, jefa de aquel mundo ilusorio, no sólo va, ¿inconscientemente?, a lanzar la palabra muerte, sino que va a descubrir que tiene los pies planos y que comienza a estar aquejada de celulitis.

¿Quién es responsable de que ese mundo se empiece a venir abajo? La adivina le dice que tendrá que buscar quien está, por así decirlo, manipulando esa imagen de perfección, algo que viene de fuera, del mundo exterior, de alguien que está transformando ese mundo. Y para ello hay que abandonar Barbielandia y trasladarse al mundo real, al de la ciudad, donde ya no todo es coloreado sino donde ese brillo aparece difuminado. Y allá, atravesando mundos irreales, se trasladan Barbie y Ken para saber lo que ocurre, cómo poder revertir las cosas para que todo sea como antes.
Lo fantasioso no tiene sentido en el mundo real. Los personajes son mirados con sorpresa y burlas en el mundo real. Sus trajes, su forma de actuar resultan fuera del tiempo y de un mundo donde las cosas son muy diferentes.
La parte de la ciudad se bifurca en varias líneas que convergen en un punto: la búsqueda de la razón de lo que ocurre, quién es culpable del cambio que se produce por parte de Barbie; el descubrimiento de Ken de un mundo distinto al que ha dejado atrás, en el mundo real, al contrario que en Barbielandia, los que mandan son los hombres, las mujeres no tiene ningún poder en la realidad. A ello se suma el nerviosismo de los directivos de Mattel que han recibido la noticia de la fuga de su producto estrella del mundo por ellos creados.
En un colegio, a cuyo patio acude siguiendo las indicaciones de la Babie-rara-adivina, encuentra un grupo de niñas que la reciben al grito de fascista. Su enfrentamiento a los directivos de Mattel, todos hombres, tampoco da resultado sino una persecución por los largos pasillos de la impresionante empresa juguetera. Sólo en un lugar débilmente iluminado (una muy bella imagen) puede hablar con una anciana, quizá su propia creadora.
Todos volverán y se encontrarán en Barbielandia, después de que Barbie descubra que es la madre de la niña (que cree ha alterado su mundo) la que dibuja nuevas formas de expresión para el mundo de fantasía.
En esta parte segunda el guion intenta aglutinar, sin conseguirlo, diversas historias, puntos de interés, incluso de comicidad que se queda en nada. Ya todo está claramente expuesto.
La vuelta a Barbielandia ya no será igual, porque hay una experiencia por medio difícil de olvidar. Además, Ken quiere derrocar a las mujeres: el mundo feliz gracias a un matriarcado tan negativo como el patriarcado en el mundo real que acaba de descubrir. Los hechos se complican con la llegada de los directivos de la empresa. Y todo entra en un caos, debido sobre todo a la contraofensiva preparada por Barbie, sus acompañantes de la ciudad real, la Barbie adivina, Maggie, la amiga de Barbie…
Hay que impedir el dominio de los hombres, la creación del patriarcado que Ken trata de imponer, mostrando a las mujeres lo felices que serán cuando sean adoradas por los diferentes Ken, y olvidando todas sus labores organizativas. Si la segunda parte se había desdoblado en demasiadas acciones, ahora todo se embarulla en unas luchas demasiado paródicas. Está claro que la idea era esa, pero los resultados no están a la altura de la idea.
Hombres y mujeres juntos pueden construir este mundo sin dominio de unos y otros. La directora, desde un planteamiento feminista, va dando una vuelta al mundo fantástico y coloreado donde todo es mentira (están muy bien conseguidos los momentos en que Barbie o Ken tienen que beber o comer de verdad, y aprender a hacerlo, al habitar el mundo real), incluso las inexistentes relaciones sexuales, imposibles, en ese mundo irreal.

Influencias y… 2001: una odisea del espacio
Las influencias de las que bebe la película, los homenajes y los juegos son varios. Hasta en un chiste hay una alusión a la propia protagonista, aunque el mundo fantasioso donde todo es mentira recuerda, quizá demasiado, al de la película El show de Truman (1998), de Peter Weir; los colores y el paso de un mundo a otro (a través de paisajes falsos, en bici u otros medios de locomoción) lleva a recordar al cine de Wes Anderson; se citan varias películas entre ellas El resplandor (1980), de Kubrick, o El padrino (1972),de Coppola.
Pero sobre todo el filme que está presente, sobre todo en el comienzo y en el final, es otro filme de Kubrick, 2001: una odisea del espacio (1968). No hay duda que el nacimiento de Barbie se plantea igual que el momento en que el mono descubre —en aquella enorme película— el poder del pensamiento: el instante en que el animal pasa a la categoría de humano, a ser pensante, coger un hueso de un animal muerto como defensa, la inteligencia unida a la violencia.
En Barbie, todo se planifica igual que en el amanecer del hombre: nace Barbie la muñeca (como podría ser la energía del monolito) mientras que los niños aporrean sus muñequitos como el mono hacia con el hueso que había recogido.
Eso está muy claro para la mayor parte de los espectadores, pero, sin embargo, no lo está en el final, que vuelve a ser, otra clara referencia a 2001. Barbie con un vestido tirando a blanco, fuera de los vestidos coloreados que utiliza en su reino, aparece (¿muerta?, ¿su espíritu?) en un lugar donde no hay nada, es como un gran escenario, libre de cualquier artificio, y donde solo hay pequeños resplandores de pequeñas luces de distintos colores, y allí se encuentra con su creadora (quien creó a la muñeca en honor de su hija). Se encuentra perdida. La anciana madre-creadora, al verla desorientada le pide le dé la mano y que cierre los ojos para dejarse llevar por sus sentimientos, y, entonces, a su mente acuden los recuerdos de lo que es una vida real no una falsa fantasía. Un momento mágico, y hermoso, como el del astronauta de Kubrick teniendo que morir para volver a renacer y volver a la tierra para enseñar, en su nuevo aspecto, la forma de pasar a un estado superior, acaso ser el superhombre, de la evolución.
Es lo mismo que le ocurre a Barbie. Por eso después del hermoso momento en el que ha visto revisar su vida, la vemos llegar en coche, en un mundo real, a un gran edificio donde entra, dice su verdadero nombre y apellidos (la niña-mujer para quien su madre creó Barbie) y pide cita para un ginecólogo porque, claro, está embarazada. La muñeca ya no existe, ha desaparecido para dar paso a la mujer.
Un gran final, sin duda, de una película irregular pero que en casi todo momento sabe mantenerse como un interesante y curioso filme.
Escribe Adolfo Bellido | Fotos Warner Bros. Pictures España