Crossing (3)

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En búsqueda: redención y tolerancia

En Georgia, una maestra ya jubilada, la Sra. Lia (Mzia Arabuli), está decidida buscar a su sobrina Tekla (Tako Kurdovanidze), una chica transexual a quien le perdió el rastro tiempo atrás. Está comprometida en honrar el último deseo de su hermana de encontrar a esa hija pródiga, una promesa que se ha hecho también a sí misma.

Al comenzar su búsqueda, en la ciudad georgiana de Batumi, Lia se cruza con un antiguo alumno y le hace la pregunta: «¿Has visto a Tekla?». «Está hablando de esas chicas trans», interviene el hermano menor del chico, Achi (Lucas Kankava). De repente todos parecen avergonzados de que este detalle haya salido a la luz.

En su viaje de búsqueda, irá acompañada de Achi, quien dice desenvolverse un poco con los idiomas. Con él llegará a Estambul. Allí va a conocer allí a Evrim (Deniz Dumanl), una abogada igualmente trans que lucha por los derechos de las transexuales. Tekla parece sentirse cerca.

Desde el inicio prácticamente, su director Levan Akin revela la vergüenza cultural con la que Lia está batallando, estableciendo una agenda secundaria a su misión: está decidida a localizar a Tekla, pero también está luchando por reconocer y aceptar la identidad de su sobrina. El director de cine sueco y guionista L. Akin construye una obra con la serpenteante historia de la maestra georgiana y el joven que la acompaña.

A la vez, refleja la realidad de los transexuales en Estambul, pero sin sermones reivindicativos ni retórica alguna; se limita a observar a unos personajes y su entorno social. Son suficientes las imágenes y los escasos diálogos para comprender la difícil situación de estas personas, tanto en Georgia como en Turquía.

Un personaje en búsqueda

Es un filme sobre un personaje en fase de búsqueda y en proceso de descubrimiento y redención. Pero conforme avanza la cinta descubrimos que no se pone el foco solo en la protagonista. Aunque ella es el corazón del relato, lo son igualmente el adolescenteque le acompaña en su viaje y la abogada transexual con la que acabará cruzándose. Akin se acerca con atención y afecto a estos personajes. Y se puede decir que hace igual con la ciudad, Estambul, que viene a ser mucho más que el escenario.

Apunto que desde el mismo comienzo la película informa al público que tanto el georgiano como el turco son idiomas neutros en cuanto al género. Curioso, más aún para la temática que se aborda.

El filme se desarrolla en plan viaje en autobús, de Batumi a Estambul, pero el viaje más significativo para Lia es un viaje interior. Interpretando a una mujer severa y orgullosa, la docente georgiana Lia hace gala de un enorme magisterio interpretativo, Mzia Arabuli es una mujer que tiene presencia ante la cámara y que no tarda en ganarse al espectador.

Afortunadamente para Lia, Achi, desesperado por escapar de Georgia, la acompaña contento y afirma tener la dirección donde vive Tekla en Estambul. Se ha ofrecido, pues, como traductor, pero también de guía. No tarda Achi en revelarse más una carga que una ayuda: no tiene dinero, no habla turco, se mete en líos y la acompaña, principalmente, porque quiere escapar de su pueblo y de su hermanastro.

La historia guarda cierto paralelismo con el director Akin, nacido en Suecia, pero de ascendencia georgiana, cuyos padres hicieron el mismo viaje que Lia y Achi por el mar Negro desde Batumi hasta Estambul. A través del personaje de Achi, analiza una generación joven y frustrada por las limitadas oportunidades para la vida que ofrece Georgia, junto a la de las personas mayores que ya vieron pasar su vida. «Yo era muy guapa de joven» —le dice Lia a Achi— «y bailaba muy bien». Es el cruce generacional, una vida que apenas está iniciándose y otra vida ya de vuelta.

Un viaje de Batumi a Estambul, pero sobre todo asistimos a un viaje interior.

Los personajes

A sus 70 años, Lia es casi medio siglo mayor que el muchacho, pero ella tampoco encaja bien en el sistema patriarcal georgiano ni turco. Como detalle importante, nunca se casó.

Lia, antes de partir, establece la norma de no alcohol ni narcóticos en el viaje. Achi llama a la mujer hipócrita «vieja borracha», pues la señora bebe con frecuencia sorbos de chacha, un fuerte licor georgiano casero.

Para llegar a su destino, ambos deben combinar autobuses y transbordadores. A propósito, la directora de fotografía Lisabi Fridell, que filma sin trípode, explora uno de esos grandes barcos en un plano largo y continuo, invitando al público a considerar las vidas de tantos personajes anónimos como viajan en el buque.

La cámara se posa también en dos huérfanos flacos y descuidados en la cubierta inferior, uno de los cuales rasguea una bağlama (o saz), especie de guitarra turca y le canta a su hermana. Son Izzet (Bünyamin Değer) y Gülpembe (Sema Sultan Elekci), que no están realmente emparentados, son, al igual que Lia y Achi, compañeros de viaje, con el fin de ganarse la vida (luego los vemos cantando por las terrazas de las cafeterías de Estambul).

Arriba, fumando en la cubierta superior, está Evrim, la mujer que es abogada y defensora de los derechos de las personas trans. Pero estos personajes no se conocen entre ellos, salvo eventualmente.

A la llegada, Evrim conoce a un joven estudiante (Ziya Sudançıkmaz) que conduce un taxi pirata en sus horas libres. Mientras busca trabajo, también Achi se lleva bien con una joven (Derya Günaydın) en el mismo albergue. Un compañero inmigrante llamado Ramaz (Levan Gabrichidze) escucha a Lia hablar georgiano y los invita a cenar. Y así sucesivamente. Gentes que se hermanan, se unen y luego se separan como las olas del mar que van y vienen.

A estos personajes les une la búsqueda de contacto y cariño, ya sea por su perdida (Lia), la carencia (Achi) o la aceptación (Evrim).

Drama, comedia y buddy movie en el barrio trans de Estambul.

La investigación como MacGuffin

La película se estanca un tanto pues la investigación de Lia no fructifica y va de un callejón sin salida a otro. Akin acaba dividiendo su atención entre diversos hilos, que deviene mezcla de forasteros y refugiados que puede asemejarse a los muchos gatos callejeros de Estambul que vemos en pantalla y que hacen adorables cameos.

La cosa del guion es que sus personajes, aunque biológicamente no están relacionados, conectan sin embargo y se unen entre ellos, formando familias sucedáneas.

El filme no concluye la búsqueda de Tekla tan ordenadamente como al público le gustaría, pero usa este argumento para llevar a los espectadores por las mismas calles donde las personas trans se reúnen en Estambul, internándose en las casas de huéspedes, especie de burdeles, que brindan cierto sentido a la comunidad.

Podría decirse que a la postre el objetivo de la misión acaba siendo especie de MacGuffin pues lo primordial son unos personajes perdidos en una historia que se busca a sí misma por el enredo de las calles estambulíes, un laberinto muy bien captado, sobre todo cuando nos adentra, en clave de cine de la verdad (cinema vérité), en el barrio las mujeres trans que se prostituyen.

Akin se esmera en la puesta en escena y está atento a la mirada de los intérpretes.

Por concluir

Delicado con el guion (no cuestiona a los personajes, no se excede en lo emocional ni en la dureza de algunas situaciones), Akin se esmera en la puesta en escena y está atento siempre a la mirada y el gesto de los actores. Lo cual concluye en un ejercicio de realismo cinematográfico que es emocionante, penetrante y crítico con un mundo que puede llegar a ser hostil y muy duro.

Drama, a veces comedia costumbrista o insólita buddy movie envolvente y sensual, esta película de Levan Akin cobra realce sobre todo en el retrato realista de las calles y los barrios desfavorecidos de Estambul.

También, esta cinta tan pegada a la realidad social de Georgia y Turquía habla de algo muy necesario, que pese a la adversidad y los infortunios conviene no perder la esperanza y la compasión.

Muy acertado en el seguimiento y el registro de los tres personajes a la deriva, que acaban por sernos queribles y están genialmente interpretados, sobre todo la maestra y la abogada. Mujeres que encantadoras y trágicas que luchan la vida como mejor saben y pueden.

Una curiosidad para cerrar

Resulta llamativo y muy curioso que la actriz Mzia Arabuli, de 72 años, nunca había conocido a personas trans. Y en la película Akin emplea ampliamente y con mucha libertad a gran parte de la comunidad trans real de Estambul, después de adentrarse con la cámara dentro de sus muros sociales. Por lo tanto, fue Crossing la que introdujo a la propia actriz en ese mundo.

Se puede decir sin error que, dentro de ese espíritu de acogida y comprensión, Lia (Arabuli) está conociendo esa comunidad en tiempo real y, en el proceso, relajándose y aprendiendo a expresar cómo su personaje se perdona a sí misma la desaparición de Tekla.

Escribe Enrique Fernández Lópiz | Fotos Avalon films