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Tú tampoco te fías de mí
Escribe Ramón I. Rodríguez
El director de este trabajo es Tony Gilroy (Michael Clayton, 2007) y estaba a punto de exculparlo hasta que descubrí que también es el guionista, y eso lo hace responsable de dos horas poco entretenidas en las que miente el cartel de la película, mienten los personajes, miente el director de montaje y miente la línea de tiempo.
Todo ello para intentar reflejar la corrupción empresarial que rodea el mundo de los negocios y, en especial a sus altos ejecutivos. Podría decir que la trama es un complejo fárrago de argumentos en las que el ovillo se desmaraña al final, pero entonces yo también mentiría.
La fotografía es de Robert Elswit y transmite bien las asépticas atmósferas empresariales. La banda sonora juega con ritmos jazzísticos compuestos por James Newton Howard, a veces es demasiado metálica y azul, otras veces demasiado fría.
Julia Roberts y Clive Owen hacen su trabajo en esta peli de pretensiones taquilleras y de mucho presupuesto, en la que el peso del espectáculo recae sobre el director de montaje y el guionista (sic).
Dos horas de gimnasia mental en la que constantemente nos cambian las reglas de juego y nos dan información con hasta 60 meses de retraso. Owen hace de Ray Koval, ex-agente del MI6 -dónde Bond, James Bond-, que se pasa al sector privado tras convenir con Claire Stenwick -alter ego de Julia Roberts- un negociete que los tiene que hacer riquísimos, cuarenta millones de riquísimos, a la par que retirarlos de la arriesgada vida de funcionarios de la inteligencia que llevan, MI6 y CIA respectivamente. A partir de este momento todo es mentira, menos el amor que se profesan, un amor que está en constante examen: deformación profesional.
Larga peli de la que se pueden sacar muchas enseñanzas, por ejemplo: Claire Stenwick usa tangas de buen gusto, al menos dos tangas, y sonríe dos veces -¿habrá relación contractual entre los tangas y las sonrisas?-; Ray Koval se beneficia a quien haga falta para beneficiar a su pareja; las mujeres tontas son tontas; los hombres guapos son listos; un polvo es un polvo; no hay mejor sonrisa que la que se adorna con un tanga… y los negocios son la guerra.
A veces uno se preguntaba si el guionista y director ha visto Siete reinas, porque no aprendió mucho si la vio; o si conoce una película con otra mediática pareja que se llama Sr. y Sra. Smith, porque su actores destilan más química; o si vio Por un puñado de dólares, en la que tampoco aparecía George Clooney y es un entretenido trabajo.
En fin, que los actores son suficientemente atractivos, que el director viene precedido por un buen trabajo, que el de fotografía es de los más afamados que hay en esas tierras, que el de la música no se pasa pero no molesta, que dos horas en tiempos de crisis no es tanto tiempo
